Capítulo 15
GABRIELA.
Apagué las luces, corriendo hacia la cama calentita que me esperaba, cargando a Lucifer, metiéndolo bajo las mantas, acurrucándome con él en un intento de entrar en calor, la noche estaba fría, y luego del susto de hoy, más la poca ropa y el clima horrible, tenía los pies congelados, me puse dos pares de calcetines para entrar en calor más rápido y no está funcionando, lamentablemente, inclusive me sequé el cabello, pero nada parece resultar, quizá debí dormir con pijama, una camiseta no es suficiente, es sólo que odio dormir con pijamas largos, cada vez que giro en la cama se pegan las sábanas y es muy molesto.
— Que frío, joder...
Sintiendo a Lucifer acurrucarse mejor, ocultando su hocico en mi cuello, al parecer, él piensa como yo y es una de esas noches heladas en las que probablemente nos meteríamos en la cama de Emma para dormir, eso me recuerda que debo llamarla, estuve tan preocupada hoy por Leone que no atendí ninguna de sus llamadas y mucho menos abrí los mensajes, le contaré los pormenores de mi vida, no creo que le haya simpatizado mucho la idea de que abandonara la casa sin avisarle.
Llevaba al menos una hora intentando dormir y entrar en calor, mi cuarto estaba en penumbras y la casa silenciosa, por eso me llamó la atención cuando sentí la puerta abrirse lentamente, viendo a Leone entrar vistiendo únicamente su ropa interior, cerrando la puerta tras de él, acercándose a la cama, metiéndose en el lado contrario, cubriéndose con las mantas.
— No digas nada — dijo antes de que pudiera emitir palabras, iba a preguntarle qué hace aquí— Estoy molesto por tu irresponsabilidad y tú estás molesta porque yo estoy molesto, pero a ti no te gusta dormir sola y no quiero que sientas que estoy castigándote. Duerme tranquila, juré que nunca iba a lastimarte, lamento lo de hoy.
Sonreí intentando no parecer demasiado emocionada por su presencia aquí y sus palabras, Lucifer pareció oler mi efusividad y levantó la cabeza para lamerme la nariz, como si dijera que me entiende.
— No te tengo miedo, Leone — susurré— Te conozco mejor de lo que piensas, y te entiendo, entiendo lo de hoy.
Él sonaba triste, pero no tenía por qué estarlo, yo sabía en lo que me estaba metiendo cuando decidí ir a buscarlo, por su posición como jefe entiendo que no podía tratarme como si fuese de cristal, porque así me trata siempre, como si yo fuese algo frágil y valioso, lo más delicado de su colección.
¿Cómo podría odiarlo? Hace cosas malas, sí, pero es lo que le tocó vivir, no puede negarse, ni salirse, nadie sale de la mafia roja nunca, menos él, que se le impuso ser el cabecilla, debe dar el ejemplo, y si debo jugar a ser Ela cada vez que vaya, que así sea.
— Me miraste con miedo, y con asco, Gabriela.
Podía sentir su calor irradiar hacia mi cuerpo, rápidamente el frío me abandonó, dormir con alguien siempre es mejor que dormir sola.
— Esperaba un escenario violento, pero no esperaba que me hicieras dispararle a alguien, o pisar un cadáver con la cabeza hecha papilla, perdón si mi estómago no está preparado para algo así.
Respondí con ironía, eso casi me hizo vomitar.
— No debiste ir.
Repitió.
— Pues contesta el móvil la próxima vez y yo no iré a asegurarme de que sigas respirando.
— Eres tan... exasperante — se quejó— Pero aún así, por si tienes dudas, estamos saliendo desde hoy, tengo todo el derecho del mundo a reclamarte por tu completa falta de autopreservación.
— Si estamos saliendo, entonces yo tengo todo el derecho de reclamarte por no contestarme desde la mañana.
— Bien.
Respondió sin más.
— Bien.
Respondí yo de regreso, poniendo punto final a la discusión, cerrando los ojos, disfrutando del calor ajeno, durmiéndome en cosa de segundos, la tensión de las ultimas horas me agotó.
A pesar de estar peleados, desperté en medio de la noche con unos brazos firmemente alrededor de mi cintura, un cuerpo duro y fornido pegado a mi espalda, una pierna entre las mías, y sus manos... desnudas, suaves respiraciones me acarician el cuello, incluso Lucifer goza del privilegio del tacto de este hombre, incluyéndolo en el abrazo.
Con una sonrisa en el rostro, volví a dormirme sabiendo que estaba en el lugar más seguro de Berlín, y que lo que vi hoy no cambiaría eso nunca.
***
Desperté gracias al sonido de la molesta alarma que no recuerdo haber puesto, abrí los ojos viendo la habitación en penumbras aún, sintiendo enseguida la ausencia del cuerpo que me rodeaba y abandonaba la cama, apagando la alarma, tirando de las mantas para destaparme, incluso Lucifer protestó, maullando con molestia, levantándose y erizándose por haberlo levantado tan temprano.
— ¿Qué hora es...?
Giré por la cama, quedando boca arriba, pestañeando repetidas veces, sigo adormilada.
— Son las cinco de la mañana, hora perfecta para entrenar antes de ir a la oficina.
Respondió el rubio muy fresco.
— Sigo enojada contigo, Leone, déjame dormir y ve a hacer lo que desees hacer.
Buscando la manta con total intención de cubrirme otra vez, pero las alejó, tirándolas al piso, ahí murió mi intento de seguir durmiendo.
— Sí, y yo estoy más enojado todavía, así que levanta el culo y ponte algo deportivo. Si vas a ir por ahí yéndome a buscar a la zona roja, al menos quiero asegurarme de que no te harás daño la próxima vez que empuñes un arma ¿Blaz de enseñó algo?
— Blaz dijo, alinea los hombros con los pies, algo de un seguro y ¡Bam! Nada más.
Mirando como mi gato abandona el barco. Minino inteligente, llévame contigo.
— Ese hijo de puta es un... imbécil — jalándome por los pies— Recuérdame que debo romperle la cara la próxima vez que lo vea.
Sujetándome por las axilas para ponerme en pie, tratándome como si fuese una muñeca, tuve la idea de tirarme al piso porque sencillamente es muy temprano y no quiero levantarme, pero eso sería caer muy bajo en mi pataleta, por lo que sostuve mi peso con las piernas y me crucé de brazos, mirándolo mal.
— ¿Qué pasó con Betania? Ayer no me respondiste.
Cambiando de tema drásticamente, la prima de Emil se me vino a la cabeza de pronto.
— Muerta — respondió con soltura, encogiéndose de hombros— Alguien insinuó que era más linda que tú, y a mí no me gustan las mentiras, no hay nadie más bonita que tú, así que la mandé a matar.
Sonriendo inocente.
— No sé si llamar a eso algo romántico o enviarte a una casa psiquiátrica para hacerte una terapia de Shock, eso no es ni por lejos una reacción normal.
— ¿Qué en mí es normal, Gabriela? — inclinándose hacia mí para que su rostro estuviese a mi altura— Tú me elegiste, ahora, te aguantas, no dejaré que otra se jacte diciendo que es más hermosa que tú, pero que puta mentira.
Irguiendo su postura, sosteniéndome por los hombros, haciéndome girar, dándome un pequeño empujón como impulso en dirección al baño.
— Ve a prepararte, si no bajas en cinco minutos al gimnasio, enfriaré el agua de la piscina y luego te lanzaré dentro para que te congeles.
Bufé.
Su romanticismo matutino hace que me dé dolor de cabeza.
— Eres todo un don juan ¿Cómo lo haces para conquistar?
— No lo sé, pero funcionó contigo — dijo el muy arrogante— Ve ahora, no te tardes.
Abandonando el cuarto, dejándome a solas para que me preparara, y lo peor es que justamente eso hice, entré al baño a lavarme los dientes mientras discutía internamente sobre el ego de este sujeto que compite directamente con el tamaño de su cabezota.
¿Cómo es posible que alguien tan arrogante y violento haga que se me acelerara el corazón y me tiemblen las piernas de placer con sólo tenerlo en frente? Es algo... antinatural, no me entiendo, no entiendo como pude caer redondito por él.
Bajé los escalones vistiendo unas mallas y un top deportivo, sujeté mi cabello en un moño alto y caminé hacia el gimnasio de cristal para hacer lo que sea que él quiera que haga antes de las cinco treinta de la mañana. Ahora entiendo sobre la sed de sangre, quiero estrangularlo por sacarme de la cama a esta hora, y peor, para ejercitarme.
Gracias a los paneles transparentes, pude ver a la perfección cómo se le marcan los músculos de la espalda y de los brazos cada vez que, sujeto a la barra, asciende y desciende mientras hace dominadas, lo que me hizo replantear un poco mi monologo en el baño, imágenes como esta me hacen comprender por qué caí por él, Leone es... un hombre sexy y seguro, eso es muy, pero muy atractivo.
— Soy afortunada.
Dije apoyando las manos en mis caderas, viendo todo lo que me comeré a diario ahora que me casaré con él.
Podría hacerme la ciega, sorda y muda con sus temas de la zona roja si tendré imágenes como estas a diario.
— ¿Vas a quedarte ahí toda la mañana? — preguntó dejándose caer al piso como si no pesara nada, girando para mirarme— Estaba por ir a buscarte para lanzarte a la piscina, retraje el techo para que se enfriara el agua más rápido.
me retracto, quiero estrangularlo de nuevo.
— Aún no despierta mi buen humor ¿Me puedes decir qué haremos antes de que tome mis cosas, a mi gato y vaya a dormir las horas que me queden a casa de Emma?
Se siente extraño no decirle mi casa ahora.
— Tu gato está en calidad de secuestrado — me señaló— Y tú, necesitas saber cómo defenderte, enójate todo lo que quieras, no me interesa si con eso logro que sigas viva si llegas a meterte en problemas alguna vez.
Señalando un rincón del gimnasio, había un blanco como el que se utiliza con los dardos bien acomodado en la pared de madera, frente a él, a unos dos metros de distancia más o menos, una serie de cuchillos bien ordenados en tres filas, cuchillos de diferentes diseños, con o sin mango, más gruesos, más delgados, más largos... todos diferentes.
— ¿Vas a enseñarme a lanzar cuchillos?
Pregunté temerosa y ansiosa por igual, me siento como la protagonista de una película de acción.
— Sí. Tiendes a dejar que la gente se te acerque demasiado, un problema, por si no te das cuenta, por lo que sería más fácil que te defiendas con un cuchillo que con una pistola.
Comenzando a caminar hacia la mesa sin ponerse la camiseta que dejó abandonada sobre el brazo de una caminadora, mejor para mí, disfrutaré de la buena vista, podría saltar de la alegría al ver que no lleva los guantes, eso quiere decir que se siente cómodo conmigo, me gusta pensar que no le incomodo.
— Ojos en los cuchillos, Gabriela — me regañó— ¿O es que me veo demasiado imperfecto a tus ojos? ¿Debería volver a ponerme los guantes? ¿O es mi cuerpo?
Mirándose las cicatrices, frunciendo el ceño, ahí están sus inseguridades otra vez.
— Estaba más bien perdida en tus abdominales, o en los músculos de tu espalda, o en tus gruesos brazos... o en el culo que se te hace con ese short — dándole una miradita otra vez— O esos muslos... o tu cara, o los rulos que se te hacen en el cabello, o la quijada marcada, o...
Su boca conectó con la mía en un poco sutil beso que me hizo callar, tomándome desprevenida.
— Ya entendí tu punto — sonriendo ahora de mejor humor, estirando el entrecejo— Después uno es el pervertido por mirar culos.
— Mientras sea el mío, no hay problema con que lo mires — sonriéndole de regreso— Ahora sí que mi buen humor está despertando, aprovecha de explicarme como hacer para dar en el blanco, algo me dice que serás mejor profesor que Blaz.
— Blaz es un idiota, no vuelvas a hacerle caso si quieres vivir.
Recomendó, tomando tres cuchillos diferentes, mostrándomelos.
Lo primero que me explicó, fue la diferencia entre los que acaba de tomar, a la hora de elegir un cuchillo bueno para lanzar, debemos saber que existen aquellos que son pesados en la hoja, pesados en la empuñadura, o balanceados. Y me recomendó usar los dos primeros, ya que como principiante, será más fácil hacerlos rotar y dar en el blanco a la hora de lanzar, él es el experto, por lo tanto, le haré caso.
Y también explicó que no es llegar, tomar un cuchillo por dónde encuentre y lanzarlo, no, es toda una ciencia:
Si es pesado en la cuchilla, se sujeta la hoja para lanzar, y viceversa.
Me dijo que siempre debo utilizar mi mano dominante para empuñarlos, pero con el tiempo, seré capaz de dar en el blanco con ambas manos, que los asesinos por lo general se vuelven ambidiestros con la práctica, claro que yo no quiero ser ninguna asesina, esto lo hago únicamente como conocimiento general de defensa personal que espero no ocupar nunca, dijo también que siempre debo estar segura de lo que estoy haciendo, porque un agarre demasiado débil hará que el cuchillo salga disparado de mi mano antes de tiempo y no dé en el blanco, y un agarre demasiado fuerte obstaculizará el lanzamiento, ambas cosas son peligrosas, puedo hacerme daño en el proceso si no soy cuidadosa, por lo que, la mejor forma de tomar un cuchillo es colocando la empuñadura sobre mi palma abierta cerca de mis nudillos, envolver con mis dedos alrededor de la empuñadura y colocar el pulgar encima, claro que esta técnica es si estoy tomando un cuchillo de doble filo, diferente sería si estoy sujetando un cuchillo de un solo filo debo utilizar un agarre en pellizco en la hoja, en sí... aprendí que todo depende de la clase de cuchillo que tengo en la mano para saber cómo tirar o sujetar, es.. todo un arte que no logro comprender del todo.
— Entonces, si es uno de doble filo más pesado en la hoja — me explicó con calma— Lo sujetas con la empuñadura en dirección contraria a ti — mostrándome cómo— pones tu pulgar de un lado y todos los dedos a excepción del meñique del otro lado, tomas impulso, calculas y lanzas sin miedo o fracasarás.
Lanzando con tanta fuerza que dio directo al blanco... y atravesó el material.
Un ligero temblor me recorrió el espinazo, simplemente no quiero ser enemiga de este hombre nunca.
— Es más fácil decirlo que hacerlo — cuestioné, tomando uno al azar— ¿Cómo lo hacen? ¿Se ponen a revisar cuchillo por cuchillo cuando lo necesitan? Yo estaría muerta hace mucho si fuese asesina, sería pésima.
Una leve carcajada me sacó de mi duelo interno, alzando la cabeza para ver la curiosidad brillarle en la mirada, se divierte al hacerlas de profesor, pero tengo que darle algo de mérito, es mucho mejor que Blaz a la hora de explicar.
— Lanzo cuchillos desde que tengo cinco años, Gabriela, aprendí a matar antes que a leer o escribir, mi padre fue estricto con mi crianza, gran parte de las cicatrices en mi cuerpo fueron hechas como castigo por no dar en el blanco cuando era niño, como verás, la perfección la alcancé para sobrevivir. Es difícil, eso es lo que intento decir — explicó— Me tomó años dominar la técnica, no puedo pedirte que seas una experta de la noche a la mañana, hazlo a tu ritmo, practicaremos todas las mañanas para que sepas cómo defenderte si llega el momento en que lo necesites, aunque espero poder estar siempre cerca para evitarte la mala experiencia.
Así es como pasé las siguientes dos horas, lanzando cuchillos sin la fuerza suficiente, rebotándome por mi mala técnica, o cortándome los dedos por sujetarlos por lugares incorrectos, pero supongo que poco a poco iré mejorando... o eso espero.
Almorzamos donas y café de camino a la compañía, bien vestidos y recién bañados, compartimos auto y cada quién fue a su respectivo piso para comenzar con su trabajo, estoy trabajando en la portada de una novela erótica romántica de fantasía, me tiene muy ilusionada el diseño de la portada y la contraportada, ya quiero comenzar a diseñar, muero por ver la cara de la escritora cuando le muestre mis propuestas.
— Vaya, que mujer más radiante recibimos el día de hoy, ni comparada al zombie de la semana pasada.
Se medio burló la líder de equipo, acercándose a mí para saludarme.
— Mira esto, Gabi, primera plana ¡Primera plana!
Dijo Alicia, una de mis compañeras de trabajo, dejando con emoción una revista en mi puesto, en ella, salgo muy sonriente con Leone cargándome como princesa, dándome toda su atención, en letras grandes y rojas sobre nuestra foto, dice "El compromiso del año" y bajo este, en letras negras y mayúscula "Leone Lehmann no sólo arrasa en las calles y en el mundo de los negocios, sino que, ahora secuestra novias también, la conocida prometida del empresario Emil Braun aparece del brazo del cabecilla de la zona roja ¿Será una relación consensuada o la amable y sencilla pelirroja estará siendo amenazada?"
Fruncí el ceño, leyendo un poco más, buscando las dos planas completas sobre nosotros, especulando sobre lo que Leone podría estarme haciendo para extorsionarme, también apareció media pagina dedicada a Emil, quien está en el hospital de gravedad ahora, perdió una pierna por aplastamiento según el artículo. Ayer en la zona roja, Leo mencionó algo sobre Emil arrastrándose por ahí ¿Cómo fue que le arrancó la pierna? ¿Qué le hizo?
Además, Britania y su padre no son los únicos fallecidos, sino que el padre de mi ex prometido también murió en un trágico accidente de auto.
Leone ¿Qué más hiciste?
— Entonces, dinos, bonita — preguntó Alicia con interés— ¿Qué ocurre entre el jefe Lehmann y tú? ¿Se van a casar? ¿Ese anillo te lo dio él?
Señalando la enorme piedra preciosa en mi dedo, un diamante rojo, más colores prohibidos que me vienen más de lo que creí.
— Sí, es cierto que voy a casarme con él, pero lo que dice aquí es mentira — señalando la revista— Él no me está haciendo nada, todo lo que dije a los reporteros es cierto, me enamoré de él, Leone... digo, el señor Lehmann es lo que es, sí, pero conmigo es diferente, me hace sentir segura, me hace feliz, y lo que especulen sobre él me tiene sin cuidado, yo sé lo que tengo a mi lado.
Y lo decía muy segura, Leone me mostró parte de su mundo como una prueba para ver si era capaz de tolerarlo, y pude hacerlo, puedo seguir adelante, no dejaré que se me arrebate lo que he conseguido ni que él se sienta inseguro respecto a nosotros por artículos maliciosos como estos.
— Tienes un asesino de prometido ¿Qué se siente? — preguntó mi jefa— Porque todas estamos de acuerdo en que lo malo nos atrae, nos sentimos mejor quemándonos en el infierno que yendo hacia el cielo, el cielo es aburrido, tiene demasiadas reglas.
Bueno, sin en algo estamos de acuerdo, es en que los chicos malos son la debilidad de toda mujer.
— Se siente... bien — riendo con las otras chicas— El jefe es atento y preocupado con los detalles, el ego que tiene es enorme, es arrogante, pero es parte de sus atractivos, siempre me ha tratado como si yo fuese muy valiosa para él, lo quiero, eso es todo lo que importa.
Alice sujetó a Isa por las manos y dio brincos de la emoción, mientras Ayla golpeaba a Christa en el brazo, emocionadas por mis experiencias con el lado oscuro.
— ¿Y en el sexo? ¿Cómo es en el sexo?
Preguntó mi jefa.
— Tomo nota para mi novela — dijo Isa— ¿Qué más tiene grande además del ego?
Abrí la boca dispuesta a dar un poco, sólo un poco de detalles sucios, a las mujeres nos encanta hablar del morbo y la forma en la que nos revolcamos en la cama, ese era mi plan hasta que mi brillante cuñado apareció en mi visual, sonriendo con ironía, por supuesto que escuchó lo que hablamos y se lo dirá a su hermano.
— Cuñada buenos días — dijo al acercarse— Buenos días, damas, tengo que robarme a esta importante mujer porque hay asuntos de la boda que atender, pero se las regreso en diez minutos.
— Róbatela todo lo que quieras — dijo mi jefa— Luego puede seguir dándonos detalles sobre su relación.
Sonrojada, me levanté de mi puesto y seguí a Blaz, quitando su mano de mis hombros repetidas veces, resignándome al llegar al ascensor, subiendo hasta el último piso.
— Así que, lo quieres y es todo lo que importa.
Se burló, riéndose.
— Cállate por favor — rodando los ojos— Ya tuve demasiado de Leone, me levantó a las cinco de la mañana para enseñarme a lanzar cuchillos ya que alguien me llevó a la zona roja con una explicación muy vaga de cómo debo defenderme.
Sonrió culpable, apretujándome a su lado.
— Bueno, cuñada, son detalles, salió bien ¿No? Lamento que tengas que madrugar a diario a partir de hoy, Leo no te va a soltar fácil.
Dejando el ascensor conmigo bien sujeta todavía, abriendo la puerta del despacho de su hermano sin anunciarse, cerrando tras nosotros.
— Vaya, vaya, vaya ¿A qué se debe esta visita? — alzó una ceja el rubio— Suéltala, Blaz, o no respondo.
Amenazó.
— ¿Qué me harás? ¿Molerme a golpes?
Se burló el pelinegro.
— Dijo que te romperá la cara — susurré cubriéndome la boca— Yo que tú, me voy con cuidado, sigue molesto por lo de ayer.
— No tienen a la suerte, tengo una reunión en treinta minutos con la aerolínea y debería ponerme en marcha, así que, que tu visita sea rápida, Blaz ¿Qué quieres?
Blaz no me soltó, me apretó más fuerte y me acercó al escritorio, soltándome por fin, sacándose del bolsillo un marcador de juramento de sangre, mejor dicho... mi marcador, no dudó en abrirlo y mostrar mi huella impresa en él en el lado derecho, el lado izquierdo estaba vacío, eso quiere decir que mi deuda no ha sido pagada, y el marcador señala una deuda irrevocable que debe ser pagada sin derecho a negarse, o el cobrador podrá matarme en cualquier momento.
Este marcador es comúnmente utilizado en la zona roja, eso quiere decir que estoy hasta el cuello, mis secretos saldrán a la luz y pensé que tendría tiempo de solucionarlos antes de que se enteraran.
— ¿Me podrías explicar qué es esto, cuñadita? Lo encontré por casualidad entre tus cosas cuando te ayudé con la mudanza, no quise arruinarle el cumpleaños a mi hermanito así que no dije nada, luego el incidente de ayer retrasó la plática, así que no me quedó de otra que hablar de eso hoy ¿Qué me dices?
Miré el marcador sin saber qué decir, mi mente estaba en blanco justo ahora que necesito mentir con desesperación.
— ¿A quién le debes un favor? — preguntó Leone— ¿Qué hizo por ti? Gabriela, cosas como estas, yo debería saberlas, te lo dije una vez, si quieres que te proteja, tengo que saber de quién te protejo.
Mordí mi lengua, mirando a Blaz de reojo, su postura despreocupada y esa cara de burla no hace más que encender mi furia, debo tener más cuidado con él desde ahora, creí que tenía bien oculto el marcador, pero estaba equivocada, tendré que esconder mejor las otras cosas, llegaré a casa a asegurarme que no encontró nada más.
— No tienes que preocuparte, no es nada grave — respondí recordando con quién estaba y el papel que estaba interpretando— Son cosas mías — tomando el marcador, cerrándolo— Blaz no tienes derecho a hurgar entre mis cosas.
Mirando mal al pelinegro, me está obligando a sacarme la máscara que deseo mantener en su lugar.
— No lo hice a propósito — se defendió— Pero dejar a un hombre sin vigilancia con bonita ropa interior de mujer, es peligroso, Gabriela, yo sólo quería curiosear sobre tus gustos cuando me encontré con el cajón con doble fondo y la curiosidad me ganó ¿Qué podría querer ocultar una mujer tan simple y predecible cómo tú? Pero encontré sorpresas — sonriendo malicioso, los colmillos brillan con los rayos del sol que le llegan a la cara, viéndose más peligroso de lo que es— ¿Quién es Paul? — sacando un móvil desechable de su bolsillo, acomodándolo sobre el escritorio— Porque es el único contacto que tiene y se llaman seguido ¿En qué estás metida, rojita?
Ladeando la cabeza, acechándome, dando dos pasos hacia mí, encargándose de acorralarme entre el escritorio y él, asegurándose de verse intimidante, sacando el arma de su cinturilla, apoyándola junto a mi cadera sin soltarla, una advertencia.
— ¿Qué crees que estás haciendo amenazándola frente a mí, Blaz? —Dijo Leone, propinándole un empujón para sacármelo de encima— De seguro tiene una muy buena explicación ¿No, Gabriela?
Mirándome.
Y como si el universo quisiera joderme, el maldito móvil desechable comenzó a sonar, Paul es un imbécil, le dije que desde ahora debía esperar a que yo le marcara primero, lo echó a perder todo.
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BUENAS BUENAS BBCITAAAS
YO LES DIJE QUE SE VENÍA CON CHISMECITOOO
QUÉ ESTÁ OCULTANDO LA ROJITA?
EN QUÉ MÁS NOS MIENTE?
QUIÉN ES GABRIELA?
NOS ESTARÁ CONTANDO LA VERDAD?
PORQUE DA MUCHO PARA PENSAR LUEGO DE SUS SECRETOS
A BLAZ PARECE QUE NO SE LE VA NADA, YA COMENZÓ A AMENAZARLA PARA QUE COMIENCE A CANTAR
LEONE EN CAMBIO LE DA EL BENEFICIO DE LA DUDA
QUIÉN ES PAUL?
MUCHAS PREGUNTAS!!!
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO BEBAS
BESITOS EN LA COLA
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