Capítulo 13
GABRIELA
Vi como el rubio se sube a la cama, recostándose de espaldas, muy cómodo, esperando por mí, lleva una sonrisa radiante en los labios, le brillan los ojos de la emoción, me sorprende poder ver en detalle su rostro y su torso desnudo a pesar de la escasa luz del exterior, aún estamos en penumbras, el sol no ha salido, lo cual es perfecto, porque toda esta situación es demasiado para mí, me excita, sí, pero me avergüenza por igual, yo jamás he tomado las riendas en la cama y Leone parece muy entusiasmado en dejarme hacerlo, es más, parece gustarle incluso más que a mí.
— ¿Me dejarás esperando, Gabriela? Dijiste que cumplirías el deseo de cumpleaños de este pobre hombre, por favor... muero por probarte.
Mordí mi labio inferior y me acerqué a él, parando cuando mi rodilla tocó su brazo.
— ¿Realmente tengo que...? — señalándolo— Es que no entiendo cómo.
— Deja que te guie, confía en mí, estará todos bien, se sentirá increíble.
Asentí dejándolo sujetar una de mis piernas, acomodándola al otro lado de su hombro, no llevo bragas y estoy muy expuesta, pero parece que precisamente ese es el punto, Leone se lamió los labios y sujetó el borde de la camiseta, sonriendo malicioso.
— Quítatela, Rojita, quiero ver como rebotan tus tetas mientras te mueves sobre mí.
Jadee completamente extasiada con sus palabras, sujetando la camiseta, deslizándola con lentitud por mi cuerpo, sintiendo el frío guante deslizarse por mi vientre, deteniéndose en el centro de mis pechos, manteniéndose ahí.
— Te late el corazón muy rápido, Gabriela.
Apretando mi muslo con su mano libre, se contiene, está intentando ir a mi ritmo.
— Es que estoy nerviosa, no sé cómo hacer esto.
— Sí, sí que sabes, el cuerpo te lo dirá, así que ahora ven aquí y baja las caderas para poder probarte, no te preocupes si me ahogas, eso me gusta mucho más.
Antes de poder protestar o moverme, Leone me arrastró hasta dónde me quiso y acercó mi sexo a su boca, besándolo con la boca abierta, sorbiendo, provocando un morboso sonido que me erizo hasta el ultimo de los vellos, generando el conocido retorcijón en mi vientre bajo.
¿Cómo este hombre puede hacerme perder la cabeza con una simple acción? Una, y ya me tiene delirando.
Incliné mi cuerpo hacia adelante, intentando resistir la tentación de retorcerme sobre él, sosteniéndome con una mano sobre la cama y la otra enredando los dedos en su cabello, dando un jalón cuando sus dedos separaron mis labios y deslizó la lengua plana por esta, llevándose todo rastro de excitación liquida, probando mi sabor, parece saber perfectamente lo que está haciendo y eso me hace sentir... celos.
Quiero ser la única en su vida, no hay espacio para otra más.
— Leone...
Gemí moviendo las caderas de forma involuntaria, sintiéndolo rozar mi clítoris con sus dientes, estaba sensible, mi cuerpo tuvo un espasmo por aquella acción, quise apartarme, pero me sujetó bien en mi lugar, dándole más atención a mi haz de nervios, introduciendo dos dedos en mi vagina, golpes rítmicos en el lugar indicado que desconectaron todo comportamiento conservador que pude haber tenido antes, no me importa retorcerme sobre él, sólo somos Leo y yo, él dijo que no importaba si lo ahogaba, dudo mucho que se moleste si lo jalo un poco del cabello.
Enredé mejor mis dedos en su cabellera y mecí mis caderas sobre él, hacia adelante y hacia atrás, aprovechándome de los movimientos implacables de su lengua, apretándome contra su boca cada vez que succionaba, bajando la cadera cuando sentía sus dientes torturarme, asegurándome de ir al compás de sus dedos que no le tienen piedad a mi coño que ruega por atención, su atención.
— Leone...
Gemí de nuevo, echando la cabeza hacia atrás, consciente de cómo la respiración de Leone se hizo más rápida e irregular, jadeando sin dejar de actuar sobre mi sexo, toda su atención era mía, todos sus movimientos son para mí placer, lo hace por mí, carajo, sólo por mí...
Los sucios sonidos que mi humedad y su boca provocan fue el detonante final, fue necesario bajar un poco más la cadera y sujetarlo bien para mecerme descaradamente en busca de mi propia liberación que me arrasó de forma cruel, violenta y casi dolorosa.
Me sentí un poco mal cuando lo escuché toser, creo que realmente le está costando respirar, pero si aguanta un poco más, sólo un poco más podré prolongar mi liberación, además, podré estarle haciendo las cosas un poco difíciles, pero no deja de chupar, es más mueve la lengua como un puto Dios mientras me castiga con sus dedos.
¿Cómo es posible?
Todos mis mejores orgasmos le pertenecen a él.
Al acabar, lo dejé tomar todo lo que tuve para darle, pero en cuanto relajó su agarre y abandonó mi interior, me dejé caer a su lado, jadeante y agotada, me tiemblan las piernas por las acciones recientes.
Giré el rostro para verlo a él, tiene toda la cara roja, los rastros de mi humedad le llegan hasta la barbilla, tiene los labios hinchados y mojados, y si no hubiese tenido suficiente de mí ya, se llevó los dedos a la boca y me probó, saboreándose mientras baja su pantalón y rodea su hombría con una mano, masturbándose mientras cierra los ojos, concentrándose en las emociones recientes.
— Deja, yo lo hago, quiero hacerlo.
Tomando asiento en la cama, gateando hasta llegar a sus piernas, acomodándome entre ellas para masturbarlo mejor, moviendo mi cabello hacia un lado para usar la boca, de esa manera, no ensuciaríamos la cama y podría probarlo, tenerlo en mi boca me hace sentir poderosa, escucharlo gemir mi nombre, soltar graves jadeos mientras alza las caderas y su cuerpo se eriza completo bajo mis atenciones, sus manos exigirme, sus dedos enredados en mi cabello...
No tardó demasiado en correrse, parece haber estado realmente excitado por lo que acabo de hacer con él, y no es el único, la conexión entre nosotros fue espontanea, como imanes, nos sentimos atraídos hacia el otro, es más, la necesidad de tenerlo cerca fue tanta que yo misma me acomodé sobre él sin soltarle el pene, y gracias a la humedad de mi coño y la saliva en su pito, no fue difícil hacer que se deslizara en mi interior, Leone no perdió el tiempo y se incorporó, apoyando las manos en la espalda antes de comerme la boca, la esencia de ambos mezclándose en el intercambio de salidas, dientes rozándose, mordidas de labio que terminaron en pequeñas heridas que ninguno pareció tomarle mucha importancia, todo se resumió en cuerpos desnudos juntos, el sonido crudo de carne con carne al impactar, gemidos altos y respiraciones entrecortadas, una maraña de pies y manos que no se cansan jamás de sentir y retorcerse.
— El condón... el condón...
Repitió Leone sujetándome más fuerte, lamiendo desde el cuello hasta la barbilla, raspándome con sus dientes, apretándome el culo con fuerza, acelerando la velocidad de sus embistes maliciosos.
— No importa... no me importa...
Sujetándome por sus hombros, acariciándole el cabello, jalándolo para tener acceso a su cuerpo y repartir mordidas y besos por este, dejando mi marca, quiero que todo quién lo vea no se cuestione lo bien que se lo pasa conmigo, quiero que toda quien lo mire sepa que ya tiene quién le caliente la cama.
— Sí que importa, si que... sólo... espera un poco... espera...
Apretándome contra él para que no pudiera moverme, estaba por correrme y mató la diversión.
— Es delicioso, pero tenemos que tener cuidado, no quiero darte más problemas, casarte conmigo es suficiente, imagina lo terrible que sería tener un hijo conmigo.
Fruncí el ceño en cuanto cambiamos de posición, mi espalda pegada al colchón, quejándome al sentirlo salirse y estirarse para tomar un preservativo, acomodándose entre mis piernas para ponérselo sin dejar de mirar mi cuerpo.
— Soy estéril, Leone.
Le recordé.
— No lo des por hecho hasta que esté escrito en un papel — hundiéndose en mi interior otra vez— ¿Te hiciste un chequeo?
— No, pero por más que Emil lo...
Me calló con un beso, sujetándome las manos, hundiéndolas sobre mi cabeza, comenzando el bendito vaivén violento que tanto nos gusta, el sonido del golpeteo rítmico rebotando contra las paredes.
— No menciones a ese imbécil en nuestra cama — pidió— Un papel, hazte un chequeo o ponte algún método anticonceptivo, de lo contrario, no tendremos sexo sin condón por más delicioso que sea el roce piel con piel contigo.
Inclinándose para marcarme también, mordidas y succiones en el cuello que probablemente dejen marca, pero se lo permití, yo también quiero pertenecerle, quiero... quiero...
Maldita sea... creo que lo quiero...
Con ese pensamiento en mente, la oleada de placer me derribó, Leone soltó mis manos y clavó los dedos en mis caderas para hundirse más profundo, sus bolas chocan con mi culo con cada embiste provocando obscenos sonidos en conjunto con el chapoteo de mi humedad, no mucho después Leo se corrió, comiéndome la boca para hacerme tragar todos sus gemidos que llevan mi nombre.
Es por mí.
Yo lo hago sentirse así.
— Espera, espera — sujetándolo por el cuello cuando estaba por retroceder y levantarse— Necesito hablar de algo ahora antes de que la valentía me abandone.
— ¿Así? ¿Dentro de ti? Que sucia, Gabriela.
Apoyando las manos a ambos lados de mi cara, mechones de cabello se le pegan en la frente por el sudor, no pude evitar el impulso de levantar la mano y acomodarlos, viendo su expresión desconcertada, disfrutando de mis caricias de todas maneras.
— Estoy asustada de estar volando demasiado cerca del sol, Leone, temo no ser lo suficientemente buena para ti...
Frunció el ceño, y quiso hablar, pero lo interrumpí, apoyando mi mano en su boca, si decía algo, me abordaría y dejaría el tema a medias para escapar porque soy una cobarde.
— Nunca puse mis deseos primero que los de otros, jamás elegí al hombre correcto, lo sabes, solía quedarme con ese idiota porque no tenía de otra, no sabía cómo salir de ese circulo vicioso hasta que llegaste tú con tu arrogancia y altanería, tu sexo morboso que me abrió un mundo de posibilidades — ahí estaba esa sonrisita arrogante que me atora el aliento— Cuando te tengo cerca me paralizo, hay tantas cosas que quiero hacer y que no me animo por miedo al rechazo, pero contigo siento que puedo ser yo misma, me siento cómoda, feliz y segura, porque sé que si algo sale mal tú vendrás en mi ayuda, no es justo que seas tan... perfecto, y yo no quiero enamorarme, he estado convenciéndome todo este tiempo de que no quiero más amores porque temo que vuelvan a herirme, todas las relaciones son bonitas al comienzo, pero... siento que vales la pena, siento que sería un honor que me rompieras el corazón.
El desconcierto en su rostro y la forma en la que me mira, como si fuese lo más complicado que ha tenido frente a él en toda su vida, me decía que quizá no estoy siendo demasiado clara, quizá deba escuchar más los consejos de Blaz, el dijo que los hombres son básicos y torpes, por lo tanto, debo ser más directa con mis palabras.
— Lo que le dije a los periodistas, cada palabra, fue real, dejaré de mentirme a mí misma — tomé aire sintiendo mi corazón latir como loco dentro de mi pecho por la confesión que se me atora en la garganta— Me enamoré de ti, Leone — Admití— Es por eso que acepté seguir con el compromiso a pesar de que intentaste matarme al comienzo, no quiero alejarme, no quiero desperdiciar tiempo en estupideces como dormir en cuartos separados, odio dormir sola, y me encanta la mujer que soy cuando estoy contigo, siento que puedo ser yo, puedo respirar por fin, puedo decir que desde que te conocí, a la vez conocí también lo que es ser feliz — acunando su rostro— No eres un monstruo, no para mí, tú eres mi salvación.
La suavidad de sus labios acarició los míos, un beso lento, cargado de sentimientos, sintiéndome plena entre sus brazos cálidos, sus manos acarician mi espalda y mi mejilla, no abandona mi interior, intenta acercarme lo más posible a él, y yo podría morir felizmente entre sus brazos.
— Gabriela, quiero sentirte...
Murmuró sin alejarse ni un centímetro.
— ¿Qué más cerca me quieres? Sigues dentro de mí.
Moviendo las caderas para recordarle que seguimos conectados.
— No así, no es eso... ¿Puedo quitarme los guantes?
Fruncí el ceño, completamente desconcertada.
— ¿Por qué no podrías quitártelos?
Cuestioné.
— Mi madre me dijo hace años que la imagen que uno proyecta es muy importante, mis manos... —lamió sus labios— Que las vieran sólo confirmaría lo que dicen de mí, un monstruo.
Soltándome hasta incorporarse, abandonando mi interior, quitándose el preservativo, lanzándolo a algún lugar de la habitación, se ve frustrado y me duele el corazón porque su inseguridad es mi culpa, yo le causé eso.
— No des por hecho las cosas, Leone — acercándome a él, tomando su mano izquierda— Te he dicho que me enamoré de ti, no eres un monstruo, no para mí.
— No dirás lo mismo cuando veas el noticiero por la mañana y te enteres de lo que le hice a los Braun.
Dejando que le quitara el guante, uno primero, luego el otro.
— Estas son las manos de un asesino y un adefesio.
Vi sus manos detenidamente, gruesas cicatrices blancas e irregulares que mancillan su hermosa piel, soy capaz de sentir cada relieve, cada corte provocado, son demasiadas, se superponen unas con otras, y en estos momentos, no dejan de temblar.
Me duele el pecho, tanto, que apenas puedo respirar, yo causé esto, le rompieron los huesos en tantas partes que terminaron viéndose así, una historia que se cuenta sola, y me duele.
— Supuse que no los dejarías ir sólo con una advertencia y una simple demanda — levantando la cabeza, sonriéndole— Te conozco mejor de lo que crees, sé que actúas para protegerme, y te lo agradezco, porque los Braun me vendieron a la zona roja, a ese... sujeto, y si por despecho le dicen que estoy viva, yo estaré en muchos problemas — llevando sus manos, una a mi mejilla, y otra sobre mi corazón— Gracias por cuidar de mí sin importar los métodos, Leo, y no, no creo que seas un monstruo ni un adefesio, para mí así eres perfecto.
Sonrió enternecido, relajando sus manos sobre mi cuerpo, tocando con libertad.
— ¿No te asusta lo que les haya hecho? ¿Tienes curiosidad?
— Ellos reciben lo que merecen, nada más, tú eres su karma — inclinándome para besarle la boca— Ya me enteraré más tarde, yo sólo quiero disfrutar el momento.
— Gabriela, yo también me enamoré de ti.
Admitió, acercándose un poco, moviendo sus manos, tocando mi cuello, mi cintura, todas mis curvas, sus manos ásperas por mi piel se sienten increíbles.
— Eso ya lo sabía — sonriéndole— Pero quería que tú supieras que es reciproco.
No dudó en tomar otro preservativo y hundirse en mi interior, esta vez, sin usar esos guantes, tocando todo lo que quiso, sintiéndome en realidad con necesidad pura al saber que no sentía repulsión por su aspecto, es más, me sentí alagada de que por fin se quitara los guantes conmigo.
¿Cómo podría sentir asco? ¿Por qué su madre le diría algo tan cruel que le generaría inseguridades?
No fuimos capaces de desenredarnos en la cama hasta las ocho de la mañana, cuando Lucifer llegó a reclamar por la falta de desayuno en su abdomen, sólo entonces nos dignamos a ir a tomar un baño y bajar a desayunar todos juntos, saludando a la señora Liesel que ya estaba en la cocina ¿Ella vive aquí? ¿Cómo es posible que se vea tan fresca si es tan temprano?
¿O es que yo me veo de la mierda porque tengo de pareja a un demonio sexual?
— Bienvenida de regreso, señorita Hoffmann.
Saludó ella, feliz, dejando la comida de Lucifer en su plato, mi gato era el más feliz de todos al regresar a casa.
— Muchas gracias, señora Liesel, buenos días.
Acomodándome el cabello húmedo, jalando disimuladamente de la camiseta de Leone hacia abajo para que no se me viera su ropa interior, le robé un bóxer porque era mucho más practico que ir a mi cuarto, definitivamente tenemos que solucionar el tema de la ropa, me mudaré a su habitación.
— Tomen asiento, les serviré el desayuno de inmediato ¿Qué desean comer?
— Oh, yo quiero pastel — dijo Leone, dejando el que yo hice sobre la isla de la cocina— Lo hizo Gabi por mi cumpleaños, me emocioné y no tuve oportunidad de probarlo, así que quiero hacerlo ahora.
— Por supuesto señor.
Respondió ella sin más, mirándome a mí, dije que quería lo mismo y juntos fuimos a la mesa, desayunando con calma, nada nos apresura, hoy es fin de semana y espero que estemos solos, Emilia y Blaz siempre llegan en el momento menos oportuno, quiero saborear el momento un poco más.
***
Leone deicidio no usar sus guantes hoy, tomó mi mano con seguridad y me llevó por los pasillos para por fin, hacerme el tan famoso recorrido por su casa, comenzaríamos con la planta baja.
Cuando el dijo que tenía la costumbre de ejercitarse temprano por las mañanas, yo pensé que iba a un gimnasio particular o algo por el estilo, pero me equivoqué, tiene un gimnasio en su propia casa, paredes de cristal impecables que me deja ver el interior del lugar sin problema, tiene de todas las maquinas habidas y por haber, un saco de box y unos guantes colgados, la imagen de él entrenando sin camiseta, lleno de sudor, me hace tener un montón de pensamientos indecentes, recrear la vista aquí no sería para nada perder el tiempo a mi parecer.
Le solté la mano para caminar hacia el interior, el techo alto, pintado de blanco y las luces led hacen ver el lugar moderno y sofistico, se nota a la distancia que este hombre sabe lo que hace, tiene un montón de pesas de diferentes tamaños frente a una pared de espejo para que le aumente el egocentrismo por cada levantada de la exagerada cantidad de peso en la barra, hay una trotadora que da al exterior para correr mientras mira a la gente del tamaño de diminutas hormigas, pensando en lo inferiores que son en comparación suya, cuerdas gruesas conectadas a un gancho en la pared, pelotas de yoga, bicicletas estáticas y demás artilugios que no sé para qué son, no soy muy fanática del ejercicio, me canso rápido, pero en vista del aguante que tiene Leone en la cama, debería tomarme en serio un par de horas de cardio para no morir en el intento.
— Ahí está el sauna — dijo Leone, señalando una puerta de madera fuera del cubo de cristal que era su gimnasio— Puedes regular la temperatura desde dentro o fuera — explicó— Por supuesto, puedes ocupar todo lo que quieras, es tu casa, pero no te recomiendo encerrarte ahí por mucho tiempo o te ahogarás y podrías perder el conocimiento.
— Gracias por el dato, lo tendré en cuenta, quiero vivir.
Yendo hacia él otra vez, tomando su mano para ir hacia el siguiente lugar, saliendo de su pent-house ahora, corriendo unas mamparas gruesas de madera, mostrándome un balcón mucho más espacioso de lo normal, en el centro, una piscina temperada, desde mi lugar soy capaz de ver como sube el vapor y se adhiere a las paredes de vidrio, el techo es del mismo material grueso, capaz de soportar el peso de la nieve, es hermoso, y parte de la piscina, transparente, por lo que, si me sumerjo, sigo siendo capaz de ver lo que pasa a mi alrededor, podría ver fuera sin necesidad de salir del agua.
— Los vidrios están laminados, podemos ver hacia fuera, pero nadie ve hacia dentro, así, cuando te folle aquí, no tendrás de qué preocuparte por ser vista.
Me sonrojé.
No admitiré en voz alta que pensé en la posibilidad, en las películas follan en las piscinas todo el tiempo y me gustaría saber cómo se siente.
— Eres un pervertido.
— Se me antoja marcar toda la casa contigo, Gabriela, no voy a mentirte, quiero follarte en todas partes, crear recuerdos contigo.
Es romántico a su manera el muy maldito.
— Bueno, pero déjame descansar al menos, apenas dormimos anoche y tu tolerancia en la cama no es nada normal, me tiemblan las piernas y temo terminar en el piso, al menos deja que tomen fuerza otra vez si quieres que follemos de nuevo.
— ¿Para qué esperar a que respondan si yo puedo cargarte?
Soltándome la mano, apoyándola en mi espalda, deslizándola con lentitud, directo a mi culo.
— Porque me gusta ser independiente — dándole un manotazo— Vamos dentro antes de que te pongas creativo.
Corriendo lejos de sus manos, son muy buenas convenciéndome y ahora mismo me duele hasta la entrepierna, necesito descansar un poco.
De todas maneras me siguió, mostrándome el despacho que ya conocía, y la habitación frente a esta, una versión de su despacho un poco más... artística, pizarras en una de las cuatro paredes, pantallas digitales para dibujar sobre el escritorio, y digo pantallas, porque había tres en un escritorio ubicado en U, en el centro, una cómoda silla de cuero alta, en las paredes restantes, libros de diversos tamaños y colores, pero eso no es todo, al costado derecho del escritorio en un, se le extiende una superficie en horizontal, tres pantallas unidas, una computadora, el teclado y mouse inalámbricos, un iPad, un móvil y una versión más pequeña de una tableta de dibujo encima, hay una caja repleta de post it de diversos tamaños y colores, una repisa vertical repleta de lápices de todos los colores, tipos de puntas y marcas, cuadernos de sketch, blocks de notas de diversos tamaños, lienzos, pinceles, mezcladores, delantales para pintar y junto a este, una mesa de trabajo blanca con dos sillas, una frente a la otra, la ventana estaba en la mejor ubicación, entre dos estantes de libros, iluminando todo el lugar, una habitación pintada de palo rosa, el techo alto y blanco, luces frías led que le daban un aspecto sofisticado y femenino al lugar.
— Leone ¿Esto es...?
— Tu despacho, para que tengas tu propio lugar de trabajo, siéntete libre de ocupar lo que desees, todo es tuyo, si necesitas algo más, házmelo saber y lo conseguiré para ti.
Giré el rostro para verlo con asombro.
— ¿Más? Pero si esto es más de lo que yo podría necesitar, es... es... increíble, es el lugar de en sueños de todo diseñador ¿Cómo sabías que me gusta pintar?
Señalando los lienzos y trípodes con sus accesorios.
— Soy un hombre muy observador, te he visto dibujar y pintar en tu tiempo libre en el trabajo, tienes talento, y como tu prometido, debería apoyarte ¿No crees?
Caminé hacia él con paso decidido, di un brinco y sujeté mis piernas en sus caderas, sosteniéndome por sus hombros, sintiendo sus manos en mi culo, asegurándose de que no me cayera.
— ¡Es perfecto! Gracias — plantándole un beso en la boca— No sé cómo agradecértelo, es que es... es un lugar perfecto, pensaste en todo, Leo... gracias.
— Nada de gracias, nada es demasiado si es para ti — dejando el cuarto— Déjame mimarte, es mi lenguaje del amor, los Lehmann no sabemos de gestos, el dinero es nuestra forma de expresión, si es demasiado... perdóname.
¿No saben de gestos? Por Dios, Leone está ciego ¿Cómo cree que terminé perdida por él?
— Siempre que me dejes devolver el favor, por mí no hay problema, no quiero sentir que me aprovecho.
Alzó una ceja, burlándose de mí.
— Me diste un anillo, un pastel, y te me confesaste ¿Qué más podría querer? — Dijo— Lo tengo todo contigo.
Sonriéndome amplio.
En ese momento, supe que haría lo que fuera para proteger esa sonrisa.
— La siguiente parada, los balcones — dijo arrancándome del hilo de mis pensamientos— Iba a poner rejas para que el gato del diablo no quedara hecho papilla si le daba por saltar, pero se veía de la mierda, así que puse placas de vidrio, sofisticado, nos permite ver hacia afuera, se pueden abrir si queremos, y el gato sigue vivo.
— Gracias por pensar en Lucifer también, no parecerá, pero te tiene cariño, si no le importaras, ni siquiera se dignaría en ocupar la misma cama que tú, gato quisquilloso.
— Si me ganaba al gato, me ganaba a la dueña, así funciona con la gente con mascotas, tienes que seducir primero a sus amigos peludos o jamás nos dejarán entrar por completo.
La que alzaba la ceja con curiosidad ahora soy yo.
— ¿Estuviste averiguando por internet?
— En mi defensa, estaba desesperado, no podía dejar que te me escaparas por entremedio de los dedos, quería que fueras mía.
Sujetándome mejor, no parece tener planes de querer soltarme pronto.
— Bueno, la pagina que sea que hayas leído, recomiéndala, porque ha funcionado, me tienes — sujetándome mejor, yo estoy muy cómoda— Sigue mostrándome la casa, debemos hablar de nuestros planes de boda después ¿Qué es lo que te imaginas cuando piensas en matrimonio?
— Pienso en la noche de bodas, y a ti modelándome un sexy conjuntito.
Coqueteó, subiendo las escaleras conmigo.
— Me lo esperaba — riendo mientras niego— Me aseguraré de cumplir tu fantasía, debe ser más pequeño que los que uso en el trabajo.
— Sí, mucho más pequeño, y espero que no le vayas a tener mucho camino, de antemano te digo que voy a hacerlo pedazos.
Mostrándome habitaciones de invitados, balcones con vistas envidiables, salas de juegos con mesas de pool, bar con copas y filas repletas de diversos tragos, una mesa de ping pong, y un sofá frente a un televisor del porte de la pared, diversas consolas de juego repartidas por el mueble blando con puertas de cristal, juegos organizados por las repisas como si se trataran de libros, separados por tipo de consola, mandos de colores y demás artículos de juegos.
— No te imaginé de este tipo — carcajee— Si me invitaras a tu cuarto de juegos, esperaría algo mucho más sexual, no literalmente un cuarto de juegos.
Me bajó al piso, riendo conmigo, intentando aparentar molestia.
— Blaz y yo jugamos aquí seguido, en algo tengo que matar el tiempo ¿No crees? Tengo derecho a divertirme.
— Sí, lo tienes, pero no deja de ser divertido.
— ¿Quieres un cuarto de juegos sexual? — acorralándome contra la mesa de pool— Hecho, sólo no te espantes después.
— Estoy en ese momento de mi vida en el que sólo quiero explorar, así que no, no voy a espantarme, sé creativo.
Sonriéndole de regreso.
Todo rastro de buen humor se esfumó al ver quién lo estaba llamando, el sonido de su móvil cortó el buen rollo, me pidió hacer silencio, alejándose dos pasos antes de contestar.
— ¿Qué mierda quieres? Estoy ocupado.
Protestó, usando ese tono frío que me retuerce las tripas.
— Te di un trabajo, uno ¿Y me estás diciendo que no lo consiguieron? Te dije que lo quería muerto.
Me miró de reojo y regresó a la llamada, dándome la espalda, como si así no fuese a escucharlo.
— ¿En qué hospital está? — preguntó— Bien, voy para allá, el director es conocido mío, me debe favores que cobraré hoy. Bien dicen que si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo, trabajo con un montón de imbéciles, sólo espera a que los tenga en frente, van a pensarlo mejor la próxima vez que dejen vivo a quién pedí que mataran, no se van de la escena hasta que se aseguren que el bastardo no está respirando ¡Maldita sea! ¡Manga de imbéciles!
Cortando la llamada, volteando para mirarme con la furia aún impresa en sus facciones, relajándose levemente al recordar que yo estaba ahí.
— Yo... eh... tengo que salir un momento.
Dijo, rascándose la nuca, se ve que está de mal humor, pero se contiene.
— ¿Es sobre... los Braun?
— Tú no te preocupes, solucionaré el tema y volveré, lamento que hayas escuchado eso.
Asentí solamente, dejándolo depositar un beso en mi frente, viéndolo salir del cuarto de juegos, yendo hacia su habitación para prepararse.
Un beso en la boca y un "Regreso pronto" fue lo ultimo que supe de él, llegó la noche y ni rastros suyo, no me atiende el móvil y comencé a preocuparme ¿Y si algo le pasó? ¿Y si su papá le hizo algo?
— Blaz ¿Sabes algo de Leone?
Llamándolo como ultima alternativa, esperé pacientemente, pero no aparece, el miedo puede conmigo, pero no por mí, sino que por él, justo ahora que decidí que quemarme con el sol si estoy demasiado cerca... yo podría vivir con ello.
— No, tampoco me atiende, dijo que tenía unos negocios, pero no atiende y no puedo ir a la zona roja por mi cuenta, si su padre me ve, terminaré en el puto hospital por romper las reglas.
Mordí mi labio inferior, pensando a toda velocidad.
— Pero... ¿Y si voy yo? Digo, si vas como mi escolta solamente, me dices dónde tengo que ir y luego...
— ¿Estás loca? ¿Y si algo te ocurre?
— ¿Y si algo le ocurrió al señor Lehmann? Tengo que saber si está bien, él me cuida, yo debo cuidar de él también, es lo mínimo que puedo hacer.
— Se va a enojar, Gabriela, pero por Leo, podría tomar el riesgo — suspiró rendido— Estaré en quince minutos ahí, vístete escandalosamente sexy, rojo, tacones, diamantes, no me despegaré de ti, estarás a salvo, te lo juro.
Entonces cortó la llamada y yo corrí a prepararme, mis acciones tienen que ser congruentes con mis palabras, tengo que cuidar de él, eso es un compromiso, cuidar uno del otro por mucho miedo que dé la situación.
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BUENAS BUENAS BBCITAS!
HE REGRESADO CON NUEVO CAPÍTULO
POR FIN GABRIELA DEJÓ DE HACERSE LA TONTA
YO CREÍ QUE YA IBAMOS A TENER QUE HACER CUENTA DE PP PARA COMPRARLE LENTES A LA POBRE
ERA OBVIO QUE LEO LE GUSTAA
A QUIÉN NO LE GUSTARÍA LEO?!
POR CIERTO, LA CASA ES EN MI MENTE LO MEJOR DE LA VIDA, ES UN SUEÑO
LEO LO TIENE TODO! PENSÓ EN TODO! ES UN ROMANTICO!
CLARO QUE LAS COSAS EMPEORARON CON LA LLAMADA
QUÉ PASÓ? POR QUÉ NO RESPONDE?
QUÉ PASARÁ?
QUÉ ESTÁ PASANDOOOO?
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO BBS
BESITOS EN LA COLA
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