Capítulo 12

GABRIELA.

Rodee el brazo de Leone con toda la seguridad que logré reunir, es media noche y luego de beber y cenar, la prensa por fin tuvo la valentía de acercarse a nosotros para hacer su trabajo y dejar de grabarnos a escondidas.

Los he visto, y yo he cumplido muy bien mi papel de prometida feliz, no me le he despegado en toda la velada, me siento cómoda con él otra vez, además, Blaz y Emilia han aportado bastante a que la noche sea divertida.

Blaz continua con sus consejos que nadie le pidió, Emilia está planeando la boda por su cuenta, llamó al menos a siete diseñadores para que presenten sus bocetos el lunes a primera hora, quiere que yo use lo mejor, insistí en que no era necesario, pero Grace dijo que las personas de su familia no usan nada que otro pueda ocupar, debe ser exclusivo, Leone se encogió de hombros y me miró rendido, no tuve más opción que aceptar, tengo mucho a lo que adaptarme aún.

— ¿Cuándo comenzó su relación? — preguntó uno de los periodistas, los micrófonos apuntando a mí, debo parecer más accesible que mi jefe— Usted no hace mucho habló sobre el estado de salud del señor Emil Braun.

Metiches.

— Nuestra relación comenzó hace algunos meses — relaté— Le pedí de favor a Leone que me dejara solucionar el tema con Emil por mi cuenta. Por años, los Braun me han maltratado física, psicológica y emocionalmente, este moretón me lo hizo Emil — señalando los dedos en mi muñeca— Me cansé de sus abusos y acudí al hombre que me acogió en su compañía y en su vida, mostrándome que no todos los hombres son unos brutos que esperan que uno se arrodille y se humille por cada pequeña cosa para evitar la violencia, me enamoré — mentí— En estas semanas me ha hecho sentir mucho más acompañada, amada y escuchada que en los cinco años que estuve con Emil Braun, por lo que tomé la decisión de tomar acciones legales en compañía del abogado Blaz Fischer.

El aludido se acercó, dejándose fotografiar con su típico rostro serio que no representa en nada su personalidad chispeante y esa boca sucia que pocos conocen.

— Mi clienta y pronto, cuñada — dijo Blaz— Está demandando a los Braun por años de abuso, reuní las pruebas correspondientes para armar un plan contundente que la deje satisfecha, la ley protege a las mujeres y un crimen en su contra va desde los dos a los cuatro años, pero eso no es todo, encontré pruebas de malversación de fondos, lavado de activos, tráfico de armas, microtráfico de cocaína, chantaje a su personal femenino, obligándolas a mantener relaciones sexuales para mantener sus puestos de trabajo, ofreciendo aumentos de sueldo a cambio de su silencio, receptación, financiamiento del terrorismo, entre otros muchos delitos, por lo tanto, le caerán unos buenos años encima a Emil y su padre. De no haber amenazado a mi clienta, podría haber sido más flexible con las pruebas que mostraré al juez, pero ya que quiere jugar sucio, no me queda de otra que jugar peor.

Intenté no voltear y mirar a Blaz con sorpresa, yo no tenía idea de nada de eso, soy la afectada ¿Por qué no a abierto la boca? ¿Qué le costaba informarme sobre lo que ha averiguado? A mi me dijo que me representaría, pero en relación a lo que me han hecho a mí, Blaz estuvo indagando mucho más a fondo.

— Señorita ¿Usted estaba al tanto de todo esto? — preguntaron— Podría ser acusada como cómplice, una mujer despechada es capaz de cualquier cosa.

Oh...

No debió decir eso.

— Yo responderé eso — dijo Leone, sujetando el brazo del sujeto para levantar el micrófono— Blaz reunió todas las pruebas para comprobar que Gabriela es completamente inocente, y quien intente ensuciar su buen nombre, tendrá una visita mía y no será en buenos términos, ella ya tiene suficiente con ser mi mujer, no necesita más mierda encima.

Soltando al sujeto, rodeándome la cintura otra vez, acercándome a él de manera posesiva sin quitarle la mirada a los periodistas, como si ellos pudiesen hacernos algo justo ahora, son una manga de cobardes que a lo mucho se atreven a respirar delante de él.

— No lo digas de esa manera — acariciando su brazo— Tú siempre me has dado elecciones — sonriendo a Leone— Casarme contigo ha sido la mejor decisión de mi vida, estoy feliz de ser tu prometida.

Me miró con sorpresa e indecisión, posiblemente está separando las verdades de las mentiras, quizá le estoy haciendo daño, el se me confesó y yo... sólo estoy jugando a quererlo...

— Se acabaron las preguntas, necesito tiempo a solas con mi mujer.

Cargándome como princesa antes siquiera de dejarme procesar lo que acaba de decir, llevándome al exterior, dónde la nieve dejó de caer, y nos preparó un paisaje invernal hermoso gracias a la vegetación que rodea el invernadero.

— Nos vamos.

Anunció, caminando con seguridad hacia el estacionamiento, apretándome contra su cuerpo, probablemente para protegerme del frío, estas galas son la oportunidad perfecta para lucirnos en bonitos vestidos, pero por otro lado, vamos demasiado descubiertas, los resfríos son comunes luego de eventos así, dudo que me enferme de todos modos, llevo el saco de Leone sobre los hombros aún, estoy muy calentita justo ahora, y el olor que desprende su ropa... delicioso.

— ¡No podemos irnos! — patalee— No has soplado las velas del pastel, además, el acto benéfico aún no comienza.

— El acto benéfico es cantarme cumpleaños, Gabriela ¿Quién querría asistir voluntariamente al cumpleaños de un monstruo? Todos los años Emilia se esmera en preparar algo bonito y significativo para mí, asisto por compromiso por su esfuerzo, para agradecerle, me voy antes de que canten porque no soporto ver las miradas de todos esos imbéciles sobre mí, y odio ver como Emilia le da sobornos a todos durante la velada para que se queden un rato más.

Miré la puerta por la que acabamos de salir con pena, el pastel era gigante, cinco pisos de elegancia, betún del negro más oscuro y oro comestible adornando cada borde como lenguas de fuego, en la cima una enorme corona dorada de fondant forrada en oro, Emilia personalmente eligió el diseño, me lo dijo mientras nos arreglábamos, estaba emocionada esperando que Leone soplara las velas.

— Yo no te cantaría por pena — comenté, viendo su rostro enfurecido y dolido por igual, la quijada más cuadrada de lo normal— Y vine voluntariamente, es más, compré un regalo que Blaz tuvo que haber dejado en tu casa cuando tomó todo de la mía para ayudarme con la mudanza, no generalices, tu familia no está por compromiso aquí, nadie nos sobornó, estamos felices por ti.

Plantando un casto beso en su mejilla que lo hizo detenerse en segundos, mirándome con sorpresa.

— Debería dejar de actuar o hablar sin pensar — sonrojándome al ver la profundidad de su mirada— Creo que podría estar enviando las señales equivocadas.

No me gusta Leone, pero... me gusta estar con él.

— No, confúndeme todo lo que quieras, en estos momentos, tú me haces feliz, Gabriela — continuando con su camino— Lastímame y miénteme cuanto quieras, sólo no te vayas.

Asentí y fui incapaz de reprimir el impulso de tomar su rostro y darle un casto beso en la boca, debo admitir que extrañaba sus besos. Luego de conocerlo, mi cuerpo generó una especie de poca sana obsesión con tenerlo a él pegado a mí, rozándose conmigo, tocándome, embistiéndome, exigiéndome...

— Cuidado, Gabriela, porque desde hace unas horas tengo unas buenas ganas de arremangarte el vestido, apoyarte contra cualquier superficie y nublarte tanto el juicio que dirás que sí a todo lo que te pida.

Habló, mirándome a los ojos en todo momento, las aletas de su nariz se abren mientras respira profundo y su pecho se aprieta contra mi cuerpo, su agarre no afloja ni un poco y yo ya estoy húmeda, lo necesito.

— Será mejor que vayamos a casa, estoy cansado, no he dormido bien en días ya que cierta señorita ni siquiera se dignó a mensajearme.

Continuando con el recorrido hasta su auto, sentándome en el asiento con cuidado cuando su gente abrió la puerta para mí, los escoltas que Leone me puso continúan vigilándome, aunque él esté aquí.

Me siento segura.

— Tú tampoco me mensajeaste.

Hablé en voz baja luego de un rato, viéndolo conducir con tranquilidad por la carretera, el radio encendido en volumen muy bajo, no conozco la canción, pero es lenta, serena y va perfecto con el ambiente.

— Yo intentaba ser un caballero, esperé a que te acercaras primero, pero no pasó, si no fuera por Emilia, seguiríamos peleados.

— Yo no estaba enojada — respondí de forma inmediata— Yo me sentía horrible conmigo misma porque le mentí al decir que no recordaba nada porque me daba vergüenza mirarlo a la cara después de lo que le hicieron por mi culpa.

— No fue tu culpa, es culpa de Dominik, él dio la orden, tú fuiste inteligente y te mantuviste oculta. Hazte responsable de tus acciones, no de las acciones de otros.

Respondió sabiamente sin perturbarse ni un poco, su rostro sigue neutro e inexpresivo.

— De todas maneras... perdón... si yo no hubiese insistido para que me tatuaras...

— Lo disfruté, eras una chica hermosa que se medio desnudó en mi local — sonrió— Y me dejó hacer lo que quise en su piel, un recuerdo para toda la vida —estirando su mano para tocar la piel descubierta de mi muslo, tocando el tatuaje— Quedó bien, me alegró saber que no te lo borraste.

— Yo... te lo dije, le tengo cariño, me salvó la vida, no lo pienso borrar nunca.

Y lo decía en serio, me gané muchas palizas de parte de Emil por conservarlo, en parte le tenía cariño al tatuaje, y en parte era una manera de recordar a Leone y lo que mi cobardía le hizo.

— Ahora tenemos tatuajes a juego, cualquiera diría que sí somos una pareja, es un diseño único ya que yo lo dibujé.

— No es difícil quererte, Leone, yo podría llegar a quererte con mucha facilidad — viendo como se le contrajo un musculo de la mandíbula ante mis palabras— Me encantaría quererte en estos momentos...

— Ahí vas de nuevo, pelirroja, ilusionando a un mendigo que sólo quiere ser algo para alguien.

Sin desviar la vista de la calle.

— Eres algo para mí, algo valioso.

Respondí sin dudar.

— Un valioso amigo ¿No?

— Bueno, sí... pero un poquito más que eso también ¿No? Estos días me di cuenta que no quiero estar lejos de usted, me gusta su compañía, Grace dijo que el pilar del matrimonio es la amistad y eso ya lo tenemos ¿Quién sabe si en algún momento logramos ser algo más? Porque el deseo siempre está vibrando entre nosotros, yo lo... deseo todo el tiempo, me gusta cómo me hace sentir.

Tomó mi mano con la suya y la llevó a su entrepierna, presionándola ahí mientras sonríe con arrogancia, está duro y parece molestarle la ropa, no me sorprendería si se le revienta la bragueta en cualquier momento, está en serios problemas.

— Sigue hablando y terminaré mostrándote cuanto te deseo yo a ti, mujer perversa que le encanta poner a prueba mis límites.

— Yo debería responsabilizarme de mis actos — quitando mi mano de su entrepierna, acomodándome el cabello, soltando el cinturón de seguridad— Asegúrate de que lleguemos vivos a casa, nuestra casa.

Llevando mis manos a su cinturón, liberando el agarre, abriendo el botón, iba a ir directamente a la bragueta cuando me detuvo, el auto hizo un movimiento brusco antes de recuperar el control otra vez.

— Leone, la nieve es peligrosa, no hagas tonterías, concéntrate.

Lo regañé, quitando su mano y bajándole la bragueta, viendo como saltó hacia adelante ese monstruoso miembro viril que le humedece el bóxer por lo mojada que tiene la punta, me desea, eso está más que claro.

— Voy a pedir perdón ahora, gracias a alguien, no he comido bien en días y tengo mucha hambre...

Quitando el bóxer, lamiéndome los labios, sujetando su longitud, masturbándolo, sintiendo su piel aterciopelada moverse sobre la dureza que hay debajo, todo el él despierta lascivos pensamientos en mí, no soy capaz de controlarme.

— Quiero pasearte la lengua por todo el cuerpo y prestar mucha atención a lo que te hago sentir.

Comenté sacando la lengua, lamiendo desde la base hasta la punta, prestando especial atención a su glande, lamiendo en círculos, jadeando al escucharlo gemir y tensarse, sus bolas se encogen y relajan cada tanto por mis atenciones, me siento poderosa.

— ¿Quién te enseñó a hablar tan sucio? — preguntó— ¿Dónde quedó la Gabriela tímida?

— Blaz me dijo que una mamada resuelve todo, mañana lo felicitaré por su buena capacidad de resolución de conflictos — succionando con fuerza sin dejar de masturbarlo, golpeándome la cabeza levemente con el manubrio cuando Leone perdió el control otra vez y luego se estabilizó— Cuidado, Lehmann, no querrás matar a tu prometida —bromeé— La Gabriela tímida fue despedida cuando dejaste de ser sólo mi jefe y comencé a tutearte.

— Deja de jugar y métetelo ya a la boca.

Ordenó con voz gruesa... y no es lo único que tiene grueso.

¿Por qué este hombre lo tiene todo? Saca lo peor de mí, esta parte incapaz de mantener las manos fuera de su cuerpo que se emociona por cada mínimo indicio de interés por parte de este hombre.

— ¿Seguro que puedes con eso? — Masturbándolo un poco más rápido— Casi nos matas en dos ocasiones, la tercera no lo contamos.

Giró con violencia y paró en algún lugar, se sujetó el pito y guio mi boca a este, haciéndome descender sin mucha delicadeza, hasta que mi rostro tocó su pelvis, soltando el aire contenido con alivio, haciendo una coleta improvisada con mi cabello para guiar mis movimientos, haciéndome subir y bajar por su longitud, haciendo oídos sordos a mis arcadas, me llega tan profundo que apenas y respiro, pero me esforcé por continuar y no hacerlo parar, sus gemidos no hacen más que empaparme las bragas, frotar mis muslos entre sí no es acción suficiente para aliviar la tensión, me vi en la necesidad de estirar mi meno y colarla entre mis piernas, frotando el haz de nervios que agradece las atenciones enviando descargas de placer a cada rincón de mi cuerpo, erizándome hasta el ultimo de los vellos del cuerpo.

— Chupas como experta, Gabriela, eso me pone celoso.

Alzando las caderas para embestirme más fuerte, llenándome más, el chapoteo morboso no hace más que excitarme, los vidrios se empañan, el auto se sacude... oh joder... esto es una locura...

— ¿Te lo tragarás todo, rojita?

Preguntó con malicia.

Me vi en la necesidad de alzar la mirada para ver como se le contrae el rostro de placer cada vez que acaricio su piel sensible con la lengua y lo rozo ligeramente con los dientes a propósito, usando mi mano libre para masajearle las bolas, viendo como se lame los labios justo antes de soltar un exquisito gemido que me hizo acabar.

Leone usó su mano libre para rescatar la mía de entre las piernas, lamiendo los dedos con los restos de mi liberación de forma tan morbosa y húmeda, usando su lengua para limpiarlos bien.

No me perdí detalles de sus acciones, pestañee un par de veces para hacer caer las lagrimas que la falta de respiración provocan, de seguro me veo horrible justo ahora, con el maquillaje corrido, el labial rojo ensuciándole el pene y parte de la pelvis, mi delineado... pero no parece importarle, eso o sí que me quiere y esto lo calienta más.

— ¡Policía! — dijo el idiota que tocó la ventana, jodiendo el momento— ¿Qué creen que están haciendo en la vía pública? Bajen del vehículo.

Me asusté y quise levantar la cabeza, avergonzada por haber sido pillada haciendo algo así en plena calle, pero Leone no tenía los mismos planes.

— Continua, rojita, esto lo resuelvo yo.

Aplastando mi rostro hacia abajo otra vez, bajando ligeramente el vidrio, lo suficiente para hacerse escuchar, pero no para que me vieran la cara.

— Oye, imbécil, mi mujer me está haciendo una mamada, fuera de aquí.

— Señor, es ilegal e inmoral hacer estos actos en la vía pública, hagan el favor de bajar del vehículo por las buenas o tendré que recurrir a la violencia, están detenidos.

Leone carcajeo, moviendo su mano sobre mi cabello para que yo continuara mamándoselo.

¿Qué le ocurrió a la Gabriela tímida, me pregunto yo ahora? Me excita más ser pillada por la policía.

— La violencia voy a utilizar yo si no mueves tu culo y dejas a mi mujer terminar con lo que está haciendo — bajando un poco más el vidrio para que se le viera la cara— ¿Sabes quién soy o eres un puto novato descerebrado?

Si hubiese tenido la boca desocupada, me reiría, el silencio lo dice todo.

— Señor Lehmann... yo... sólo hago mi trabajo, yo...

— ¿Quieres ver a mi prometida mamándomelo? ¿Eres voyerista?

Preguntó Leone, soltando el aire con fuerza, se contiene y yo muero por oírlo.

— Señor, mis superiores me regañarán si no hago nada, al menos déjeme ponerles una infracción o estaré en problemas, soy nuevo.

Sentí lastima por el chico, palmeé el muslo de Leone y este entendió mi señal, dejándome subir la cabeza, tosiendo ligeramente, limpiándome la boca con el dorso de la mano.

— Hazle el favor al chico, por favor... luego continuemos con lo que hacíamos.

Acariciándole el pecho y el cuello, besando su mejilla, tenía toda su atención ahora.

— Bueno, está bien, pero sólo porque no quiero perder más tiempo, rápido, saca tus notitas, dame la infracción y vete.

— Gracias, muchas gracias, gracias — sacando la boleta del bolsillo trasero de su pantalón— Necesito sus nombres.

— Leone Lehmann y Gabriela Hoffmann — respondió este— Y tú, mujer, ponte a trabajar.

No me interesó el policía que de reojo nos miraba mientras escribía, no me importó la forma en la que mi garganta se abultaba cada vez que Leone empujaba hasta el fondo, pero disfruté más cuando la infracción ya estuvo en nuestro poder, Leo subió el vidrio y entonces dejó de fingir tranquilidad y gimió mientras alza las caderas y me embiste con violencia, llenándome la garganta con su esencia viscosa y caliente que me quema por dentro...

No alcancé a recuperar las ultimas gotas de su glande cuando me jaló por el pelo, irguiendo mi postura y me besó en la boca, acariciando su lengua con la mía, robándome jadeos y sucios gemidos mientras sus dedos se aventuran entre mis piernas y frotan mi centro sin descanso hasta hacerme acabar, ambos jadeantes y hambrientos del otro.

— Vamos a casa, a descansar, tú querías dormir en cuartos cerrados, cumpliré los deseos de mi futura esposa.

Dándome de mi propia medicina.

No me quedó de otra que regresar a mi asiento y arreglarme la ropa, viéndolo hacer lo mismo antes de incorporarse al trafico otra vez y bajar los vidrios para disminuir el olor a sexo y a la vez, ayudarnos a aclarar nuestras ideas.

Fue una total decepción ver que al llevar a casa, me acompañó al cuarto y se despidió, besándome la mejilla antes de meterse en su propia habitación, cerrando la puerta.

— Maldita boca la mía, hablé antes de pensar — apoyando el cuerpo en la puerta cerrada, mirando la enormidad de mi habitación y a Lucifer esperándome en la cama, con las orejas paradas, muy atento— Oye, me comprometí en serio hoy, minino, ahora tienes papi nuevo — acercándome a la cama para rascarle la barbilla— Mira el anillo que me dio — enseñándoselo, como si entendiera algo— Dime tú ¿Por qué dudé de él? Dudé cinco minutos y después me sentí una tonta porque Leone me ha demostrado muchas veces que ya no piensa hacerme desaparecer — maulló como si me entendiera, subiéndoseme encima— Bien, necesito tomar una ducha, realmente lo necesito, luego dormiremos, minino — besando su nariz— Espérame un poco más.

Despojándome de mis ropas a medida que camino hacia la puerta ubicada a la izquierda de la habitación encontrando el baño, el de la derecha debe ser el guardarropa, no dudé en ponerme bajo el chorro y fantasear con tenerlo conmigo ahí.

El deseo trabaja de formas misteriosas, no pude sacármelo de la cabeza ni siquiera mientras intentaba dormir...

***

Desperté a las tres de la mañana, sudada y asustada luego de una pesadilla, mi primera reacción fue levantarme para ir a dormir con Emma, si hay algo que odio es dormir sola, no me gusta, pero recordé que ahí no estaba Emma y fue idea mía dormir en cuartos separados, sería una tontería ir y despertarlo a estas horas por una cosa como esta.

— El regalo...

Mirando la cajita que dejé luego de salir del baño sobre mi mesa de noche, pensé muchos días sobre qué podría darle a un hombre que lo tiene todo y no pude pensar en nada más que en eso.

— No puede pasar así de desapercibido su día — corriendo las mantas— No puede ser así de triste su cumpleaños.

Abandonando el cuarto con la cajita entre mis manos, caminé por el pasillo y bajé las escaleras hacia la primera planta, encerrándome en la cocina, cuando dije que sabía cocinar, lo decía en serio, quizá Leone no lo necesite porque tiene una mujer que tiene manos de ángel, pero dijo que quería que le diera de mi tiempo y eso haré, lo ocuparé bien y haré un pastel de cumpleaños sólo para nosotros dos.

— Alexa, pon Heart Attack de Demi Lovato.

Le dije al asistente virtual que está en la cocina, colocando la música a un volumen moderado, mientras busco los ingredientes que necesito, haré un pastel de chocolate, las veces que desayunamos juntos, siempre se comió las donas de chocolate, debe de gustarle ese sabor.

— Haber, creo que lo tengo todo, harina, azúcar, cacao, bicarbonato, sal, café, leche, huevo, mantequilla, chocolate, crema, mmm... sí, lo tengo todo, manos a la obra.

Ajusté el delantal en mi cintura y me concentré en hacer los biscochos primero, preparando la nata y la cobertura mientras están en el horno, apresurándome, Leone mencionó una vez que se levantaba temprano para hacer ejercicio y quiero sorprenderlo, tengo que correr.

Monté todo lo más rápido posible, llevo casi tres horas encerrada en la cocina, ahora cantando al ritmo de Who Says de Selena Gómez, haciéndole figuritas con la manga pastelera en la cima del pastel para decorarlo.

Gracias a la señora Liesel por tener de todo en esta impresionante cocina.

Observé el desastre que dejé en la cocina y rápidamente reuní los utensilios para lavarlos, es mi desastre, si yo ensucio, yo limpio, no porque Leone tenga una ama de llaves, debo dejarle mi suciedad desparramada por todas partes, mi mamá me crío con modales, buenos modales.

— Velas —mirando en todas direcciones— ¿Dónde puedo encontrar velas?

Revisé todos los cajones y sólo pude encontrar una caja de fósforos a lo mucho...

— Bueno, esto tendrá que funcionar.

Puse un par de fosforos clavados en el pastel y metiendo la cajita de regalo en el bolsillo del delantal de cocina, le dije a la asistente virtual que se callara y dejé ese espacio, caminando con cuidado para no caerme, estropear mi regalo y ensuciar el pulcro piso a la vez, llegando a las escaleras de cristal, subiendo lentamente, recorriendo el pasillo en penumbras, el sol aún no se asoma en el horizonte, es temprano, pero no podía dejar que se me escapara este momento, tiene que ser ahora.

Con dificultad, hice prácticamente malabares para abrir la puerta y sujetar mi torta Matilda, el estómago me llegó al piso por el susto al sentir el chasquido del arma ser cargada y el cañón apuntándome a mí, el señor Lehmann se movió demasiado rápido ¿Siempre duerme con un arma en su mesa de noche?

— Lo siento por asustarlo — dije yo, tragando grueso— Es que... aún no sale el sol, literalmente aún es su día especial y no quería que su cumpleaños pasara desapercibido sin que soplara las velas.

Sonriendo tímida, viéndolo dejar el arma con rapidez e incorporarse, encendiendo la lampara en su mesa de noche, mirando con sorpresa lo que tengo entre las manos.

— Gabriela... ¿Tú...?

— Yo lo preparé, sé que debe estar acostumbrado a cosas más costosas y preparadas por los mejores chef — acercándome a la cama— Pero quería hacerle algo con mis propias manos, usted me ha dicho que quiere que yo le dé de mi tiempo y con eso está satisfecho... bueno, esto es una muestra de cariño de mi parte, y una forma de decirle que tiene toda mi atención... siempre.

Sentándome en la cama con el pastel sobre las piernas, buscando la caja de fósforos.

— Esto fue todo lo que encontré, lo siento... debí comprar velas, pero dudo encontrar algo a estas horas.

Viendo la hora en el reloj digital de la pared, las cuatro cincuenta y tres de la madrugada.

— Gabriela... ¿A qué hora te levantaste? ¿Lo preparaste tú? ¿De verdad lo preparaste tú?

Se ve tan asombrado que me dolió el corazón ¿Es que no se da cuenta que si estoy aquí es por decisión propia? Sé muy bien, gracias, a él, que siempre tengo elección, y decidí quedarme con él, sanar juntos el daño que nos provocamos en el pasado.

— Me levanté... hace unas horas, resulta que no me gusta dormir sola — chasquee la lengua— Me levanté para ir a dormir con Emma, pero Emma no está aquí, así que me lo pensé bien y fui a hacerle un pastel, mi regalo no sería suficiente.

— Un... regalo...

Sonreí enternecida por la forma en la que todas las pequeñas acciones lo maravillan, encendí uno a uno los fósforos y me apresuré a cantarle el cumpleaños antes de que estos se consumieran, viendo como le iluminan el rostro al hombre hermoso que me sonríe mientras le brillan los ojos.

— Feliz cumpleaños número treinta, Leo.

Le sonreí, viendo como sopla mis improvisadas velas, viendo el pastel con nostalgia.

— Gracias, Gabriela, debo admitir que por primera vez disfruto un cumpleaños, es la... primera vez que soplo las velas, y es la primera vez que no me siento incómodo porque tú elegiste estar aquí, no me temes, tú... me ves.

Estirando su mano para deslizar su pulgar por mi mejilla, lamiéndose el dedo después... chocolate.

— Delicioso.

Dijo después, regalándome otra de sus escasas sonrisas.

— Para su información, yo estoy muy a gusto aquí y ahora... espero pasar más cumpleaños juntos, te prepararé un pastel cada vez, te lo prometo.

Sonrojándome por mi casi confesión.

Acabo de decirle que espero quedarme un largo tiempo a su lado ¿Qué tonterías salen de mi boca hoy?

— Si te quedas, tienes que saber en lo que te estás metiendo, sabes que yo no soy un buen hombre, sabes que me criaron para herir y pisotear, me criaron para mirar por encima al mundo.

— "Dime todas las cosas horribles que has hecho, y déjame amarte de todos modos" —cubrí mi boca en cuanto terminé la frase, horrorizada— Yo eh... me acordé de esa frase, yo no pretendo confundirlo ni hacerle ilusiones, yo...

— Edgar Allan Poe —dijo Leone, sonriente— ¿Te quedarás conmigo, Gabriela?

— Esto no fue una confesión.

Aclaré.

— Estoy muy seguro de ello.

Respondió sin borrar esa sonrisa.

— Yo lo considero mi amigo, uno muy bueno que me da los mejores orgasmos de mi vida.

— Soy un muy buen amigo, sí — tomando el pastel, dejándolo en su mesa de noche— El mejor que podrás tener.

Tomando mi mano.

— No me mire así, estoy intentando concentrarme.

Sintiendo su mano en mi cintura, inclinándose hacia mí, mientras poco a poco apoya mi espalda en la cama.

— ¿Cómo se supone que te estoy mirando?

Acariciando mi muslo, subiéndome la camiseta, atrapando uno de mis pezones entre sus dedos, retorciéndolo y aplastándolo con el pulgar.

Jadee bajo sus atenciones, arqueando la espalda, ofreciéndome a él.

— Me mira como si quisiera comerme...

— En estos momentos se me antoja más la pastelera que el pastel, lo siento — lamiéndose los labios— Pensaba en... retribuirte el favor que me hiciste en el auto, ya sabes ¿Qué clase de amigo sería si no agradeciera comiéndote el coño?

Depositando un beso en mi rodilla, separándome las piernas.

— ¡Espera, espera! —me apresuré a decir, apretando los muslos, avergonzada— Es que... nunca me han hecho uno, me da vergüenza.

Alzó una ceja con curiosidad, separándome las piernas de todas maneras, apoyando las plantas de los pies en el colchón, sonriendo malicioso.

— Eso hace que me dé más hambre, Gabriela...

Lamiéndose los labios.

— ¿Podría al menos recibir mi regalo primero?

Buscando en el bolsillo del delantal que ahora yace a mi lado ¿Cuándo me lo quitó?

— ¿Tu coño no era un regalo para mí? Me siento estafado.

Estirando de todas maneras su mano hacia mí, dejando que depositara la cajita en su palma, viéndolo sonrojada.

— ¿Qué es esto?

Preguntó dándole toda su atención a mi regalo, abriéndolo, la sorpresa impresa en todo ese bello rostro.

— Emm... resulta que Blaz es un excelente compañero de copas y me ayudó con las medidas — apoyándome en los codos para poder mirarlo mejor— Me lo cuestioné por días ¿Qué podía darle a un hombre que lo tiene todo? Varias veces comentaste que sólo querías mi tiempo y mi atención, te sientes inseguro todo el tiempo y me has preguntado un montón de veces si creo estar tomando la decisión correcta, así que pensé... que un anillo de compromiso era un regalo perfecto, un... recordatorio de nuestra promesa, amigos, confidentes, amantes, prometidos... yo... dije que me casaría y lo haré a pesar de lo que me contaste porque no te temo, no creo que vayas a dañarme alguna vez, contigo... Leone, me siento segura, y sé que no podría hallar otro compañero de vida que reuniera esas características, nunca me sentí a salvo y cómoda con un hombre, hasta que te conocí, quiero conservar eso, así que ahora yo soy quién te ata a mí, quiero que me elijas y te quedes conmigo.

Lo vi tomar el anillo entre sus dedos como si fuese su posesión más valiosa, deslizándolo por su dedo anular izquierdo en cuanto se quitó el guante, viéndose la mano, maravillado. Casi parece un delito que un hombre como él lleve un anillo de plata con tres pequeños diamantes rojos en vertical nada más, elegí el rojo, porque es su color, lo elegí pensando en él.

— No me... alcanzó para algo mejor, pero prometo que en cuanto reúna una cantidad de dinero más grande, te compraré algo en oro.

Negó, levantando la cabeza para mirarme, regalándome más de esas sonrisas escasas que derriten mis defensas, colocándose el guante antes de poder reparar en el aspecto de su mano, colocándose esa armadura otra vez.

Creo que ya comprendo el funcionamiento de mi cabeza, no es que no me guste lo que tengo en frente, es que temo que vuelva a equivocarme de elección como lo he hecho con todos los hombres en mi vida, temo que me decepcione cuando ya me tenga completamente rendida a sus pies.

Temo repetir la historia y me resisto, pero sus acciones... como me mira, lo que me dice...

— Es perfecto — dijo rompiendo el hilo de mis pensamientos— Es el mejor regalo que me han dado, Gabriela, te prometo que siempre cumpliré con mi promesa, conmigo estás segura, siempre, nada ni nadie te tocará jamás, además de mí — buscando mis bragas, rasgándolas de un tirón— Ahora... déjame comerte el coño — suplicó— Te aseguro que en estos momentos tengo mucha más hambre de ti y deseo que te rompas de placer mientras te frotas contra mi boca en busca de más... ¿Cumplirás el deseo de cumpleaños de este pobre hombre?

Asentí hipnotizada por sus palabras, viendo como se lleva las bragas a la nariz e inspira profundo, jadeando sin dejar de mirarme.

— Entonces, siéntate en mi cara, Gabriela, quiero que tú tengas todo el poder y me exijas hasta que muera ahogado entre esos muslos.

Tragué grueso, casi parece que su deseo de cumpleaños es en realidad un regalo para mí, y me siento muy agradecida por su generosidad en estos momentos.




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BUENAS BUENAS PECADORAAAS

¿QUIEN MÁS QUIERE QUE SE EXTIENDA LA BONDAD DE LEONE? 

PORQUE YO SIENTO MUCHOS CELOS DE GABRIELA JUSTO AHORA?

CUAL ES SU VEREDICTO? 

LE GUSTA O NO LE GUSTA?

PORQUE PARA MÍ ESTÁ MÁS QUE CLARO QUE MI NIÑA ESTÁ CIEGA

HAY QUE HACER UNA RECAUDACIÓN PARA COMPRARLE LENTES A LA POBRE JAJAJAJAJA

QUE PERRA ENVIDIA SIENTO

QUIERO PAREJA

BUEENO BESTIES BESTIES, NOS LEEMOS POR NUESTRO GRUPO DE PECADORAS 

LAS LEO EN COMENTARIOS

GRACIAS POR TODO EL AMOR, SON LAS MEJORES DE LA VIDAA

BESITOS EN LA COLA PARA TODAS


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