Capítulo 11

GABRIELA.

Miré mi reflejo frente al espejo del tocador repleto de ampolletas de luz fría a su alrededor, iluminando mi rostro mientras comienzan a trabajar en mi aspecto, afortunadamente ya no quedan rastros de los golpes de Emil, por lo que no tendré que sobrecargarme de maquillaje para evitar que la prensa hable mierda del señor Lehmann, inventando historias sobre maltrato y manipulación, él... no he ha puesto una mano encima nunca.

Suspiré.

— Es la decima vez que suspiras y llevamos cinco minutos aquí dentro — dijo Emilia, sentada en el tocador a mi lado— ¿Qué pasa? Te juro por mi cuenta corriente que no le diré a Leo nada de lo que salga de tu boca durante los siguientes minutos.

Y le creía, Emilia intentó sacarme palabras mientras estábamos en las bañeras con leche y rosas, al ver que mi mente estaba en otro lugar, me dejó en paz, pero supongo que debo verme feliz para el gran evento y mi cara expresa... nada.

— Es que me siento confundida.

— ¿Con qué? ¿Te gusta mi hermano?

La miré de reojo frunciendo el ceño, viendo como echa a las mujeres que nos atienden con un sutil movimiento de manos.

— No, no me gusta, pero me confunden sus acciones. Emilia, primero me trata como si le importara mi seguridad, con escoltas, y... me va a buscar en medio de la noche porque tuve una crisis, modifica su casa por mi gato, me da regalos todo el tiempo, me escucha, me entiende... y luego me dice que se acercó porque quería matarme, intentó hcerlo dos veces, dos ¿Cómo se supone que duerma tranquila por las noches? Voy a vivir con él ¿Y si se arrepiente del hecho de que le sirvo más viva que muerta? ¿Y si mi cuerpo deja de gustarle? ¿Y si... encuentra a otra que...?

— Es que hay algo que al tonto de mi hermano se le olvidó decirte — suspiró, interrumpiéndome— Leone es malo con las palabras, espero que Blazie te lo haya dicho alguna vez, Leo es muy, muy malo para decir lo que siente, pero no hizo tan mal esta vez —Tomando mi mano, haciendo que me girara para quedar de frente a ella— Leo quería asustarte, sabe que a su lado puede que no seas feliz, sabe que su estilo de vida no es algo que te encante, y definitivamente está intentando que te alejes de él de sus problemas, Leo ha pasado gran parte de su vida solo, todos le temen y él le teme a papá, está atrapado, pero cuando tú decidiste casarte con él a pesar de saber eso... se puso tan contento — sonrió amplia— Leo es peligroso, y malo, y un hijo de puta, pero no con las personas a las que quiere, y tú estás en ese selecto grupo, Leo te quiere, por eso quería partir esta falsa relación con la verdad, tú le permites sentir, no lo limitas, no le temes, y eso lo hizo cambiar de parecer, el jamás te hará daño, Leo te seguirá protegiendo, y seguirá queriéndote aunque a ti no te guste para nada.

— Emilia... creo que estás confundiendo las cosas, al señor Lehmann le gusta mi cuerpo, no yo, él me lo dijo, por eso me dejó vivir.

— Y tú tienes que aprender a leer entre líneas — dijo Emilia— Leone habla de forma superficial, toma tiempo entender lo que quiere decir por detrás, en su lenguaje, él te dejó vivir porque le gustaste, todo de ti, todo tú, no sólo tu cuerpo, si fuera por eso, se consigue unas putas y ya está, pero tú no le temes, te quedas y lo buscas cuando quieres seguridad, por eso él te quiere... sé que debes estar en una posición difícil, pero no le rompas el corazón, habla con él, intenta entenderlo, lleguen a un acuerdo, te lo pido, Gabi, por favor...

Suplicó.

Y que Emilia Lehmann suplique ya es algo... impactante, ella se siente la abeja reina, superior a todos aquí, debe estar desesperada si se "Rebaja" a suplicarme a mí.

No pude evitar fijarme en la forma en la que le tiemblan las cejas, sus manos tampoco están del todo quietas y pacificas como siempre, tiene ojos de venado y no ha dejado de morderse el labio, está nerviosa.

Emilia podrá ser egoísta, egocéntrica y altanera... pero quiere mucho a su familia.

— Bien, está bien — rodé los ojos— Hablaré con él más tarde, sólo... no es fácil de asimilar, Em, tienes que darme tiempo.

— Ser la debilidad trae buenas recompensas, él hará hasta lo imposible por cumplir su promesa, mantenerte a salvo, Leo cumple siempre, y te quiere, por más que eso sea una carga para ti ahora.

Intentó convencerme de todas las maneras posibles, y me gustaría creerle, pero Emilia es capaz de todo por su hermano, bien podría ser mentira lo que dice, mentiras para lavarme el cerebro y hacerme sentir lastima por él.

Leone no me querría jamás, no después de lo que le sucedió a causa mía, me odia, lo sé porque no me contradijo cuando se lo mencioné antes, Em está tan equivocada...

Dimos por terminada la charla y las mujeres entraron otra vez para prepararnos, una de estas trajo mi móvil entre las manos, dijo que no han dejado de llamar, es Emil, tuve que contestarle.

— Pon el altavoz, quiero escuchar su estupidez y más tarde reírme de cómo se le desfigura la cara.

Dijo la rubia a mi lado.

— Bien, pero has silencio — Contestando y colocando el altavoz, apoyando el móvil en el tocador para no interferir el trabajo de la mujer— Hola amor ¿Cómo estás?

— ¿Se puede saber dónde estás? — sin un hola, sin un cómo estás, bien sé que el dinero no viene con modales incluidos— Fui a tu casa y Emma dice que no te ha visto en todo el día, no me dejó entrar tampoco ¿A qué estás jugando?

Mordí mi labio inferior, temiendo por mi seguridad, luego recordé que hoy es mi último día enfrentándome a solas con esta rata.

— Estoy arreglándome para ti, por supuesto, masajes, depilación, baños de leche para tener la piel más suave, hoy anunciaremos la fecha de la boda ¿No? Tenemos casi todo listo, tenemos que entregar las invitaciones hoy, he estado gestionando todo, perdón por no llamar, quería que todo fuera perfecto.

— Vaya... —bajó dos tonos a su voz— Sí que te has metido en el papel de esposa, has estado atenta y cariñosa estos días, ni siquiera he tenido que corregir tu comportamiento, espero por tu bien que te comportes así todos los días.

Emilia fingió una arcada, señalando el móvil.

Sí, a mí también me repugna todo lo que tenga que ver con él... y fue por Leone que me di cuenta que no todos los hombres son iguales, lo que aumentó el sentimiento de contrariedad que me oprime el pecho, no sé qué hacer.

— Todos y cada uno de ellos, amor, nos mudaremos juntos, podré estar para ti en cada momento del día, podría regresar a la compañía ahora que las cosas entre los dos van tan bien, extraño ser tu secretaria.

Fingí, colocando voz lastimosa.

— Podría recontratarte, hacer una excepción, pero te bajaría el sueldo por haber sido una estúpida.

— No necesito dinero teniéndote a ti, aceptaré lo que quieras darme.

Emilia negó y fingió estrangularlo, aplaudiéndome en silencio después por mi perfecto papel de mujer sumisa y servicial.

— Así me gusta, Gabi, ahora sí eres todo lo que me gusta, podría no necesitar a otras si cumples bien tu papel.

— Lo cumpliré bien, te lo prometo.

Le hice un par de promesas morbosas antes de cortar la llamada y suspirar agotada, mentir es una ardua labor, meterse en un papel como ese es... asqueroso, definitivamente no es como quiero vivir el resto de mi vida, yo quiero confiar en mí y mis capacidades, perseguir mis metas, cumplirlas y luego buscar otras, siempre estar en movimiento, aprender, follar como loca, beber hasta la inconciencia, ir de fiesta... quiero vivir, ya he desperdiciado demasiado tiempo con Emil.

— Con Leone no tendrás que fingir así, él jamás te pedirá algo como eso.

Dijo Emilia, tiene los ojos cerrados, le están aplicando el corrector para ponerle la sombra.

— Lo sé — dije concentrándome en lo mío, dejando que la chica hiciera su trabajo— Sé que es... diferente, pero no sé si eso sea mejor o peor.

— Mejor que Emil, unas quinientas veces, mil veces, millones de veces, mi hermano es el mejor.

Lo defendió.

— No lo dudo, mejor que Emil, cualquiera.

Suspiré, pronto llegarán los vestidos, ya quiero ver lo que Em preparó para mí.

***

LEONE.

Repiquetee el piso con nerviosismo, ya inició la fiesta y ni la sombra de las chicas ¿Gabriela vendrá? Quizá debí omitir un poco de violencia en mis palabras, quizá no debí darle la información de golpe, prepararla... aunque... no sé le puede preparar mucho a alguien para decirle que te obsesionaste con ella, la odiabas y la querías muerta.

— Mierda, no debí decirle.

Bebiendo de mi vaso, cortesía de Blaz, un whisky carísimo sin hielo, hoy no quiero suavizar una mierda.

— Llevas arrepintiéndote en voz alta por horas ¿Qué joder te tiene tan molesto? Vi el anillo, dijo que sí ¿Qué más quieres?

Preguntó a mi lado, no se me ha separado ni siquiera cuando nos preparamos, me siguió hasta casa y robó uno de mis trajes, ni siquiera mis zapatos se salvaron de su desfachatez.

— Me miró con miedo, Blaz — volteando el rostro con molestia, todo esto parece divertirle mucho al imbécil— Me miró horrorizada, se encogió y me pidió que durmiéramos en cuartos separados.

— Ah... yo también estaría molesto si mi prometida quisiera dormir en otro cuarto, evitando el sexo y todo contacto físico — suspiró con lastima— Te entiendo, hermano.

Palmeando mi hombro con pesar, bebiendo de su vaso, el cual sí tiene un enorme hielo en él.

— ¿Puedes dejar de pensar con la polla por una vez en la vida? — viéndolo con molestia— Estábamos bien, ella me toleraba, se sentía a salvo conmigo, pero ¿Ahora? Lo estropee todo, me odia.

— Bueno ¿Qué más quieres? Admitiste que intentaste matarla, yo fui a tu departamento con una bolsa negra y la cierra para cortarla en pedacitos y hacerla desaparecer, imagina mi sorpresa cuando la vi durmiendo muy a gusto en tu cama.

Deslicé mi mano por el rostro, perdiendo la paciencia, con Blaz no se puede hablar si no es de temas legales, este idiota, siempre que hablamos de mujeres, piensa con el pito y a mí no me sirve.

— Bueno, haber ¿Por qué estás tan deprimido? Esta es tu fiesta.

Dijo mi mamá, acercándose montada en unos exagerados tacones altos y un vestido negro ceñido al cuerpo que se abre a la altura de las caderas y cae al piso con gracia, parece un vestido liviano y cómodo, se le ve contenta, sobre todo ahora que va del brazo de Marcel, su pareja, quien también va de etiqueta, a juego con mi madre.

Yo me decidí por una corbata y un pañuelo rojo, también la banda distintiva de la mafia roja, muchos no se me han querido acercar, ni siquiera sé para qué vienen a mi maldito cumpleaños, el cual no quería celebrar, si no quieren hablar, ni mirarme, ni mucho menos compartir espacio conmigo, esto es una tortura, estoy incómodo y sólo quiero ir a mi casa para dejar de aparentar que no me molestan sus miradas sobre mí.

— Es Gabriela — dijo Blaz— Dijo que sí a la boda, pero le tiene miedo porque le contó lo que quería hacerle cuando se volvieron a ver.

Mamá suspiró y estiró su mano para acariciarme el brazo.

— Dijo que sí al menos, cariño, arriba el ánimo, de seguro se da cuenta que eres un excelente partido, no eres un monstruo, mereces ser querido, ya verás como ella verá tu interior, un hombre bueno, detallista, protector, uno que sabe querer y retribuir, ella se ve como una chiquilla inteligente, dale tiempo.

Me animó sin dejar de acariciarme el brazo.

— La mamás siempre dicen cosas así, no me sirven tus consejos — dando un paso atrás para que no me tocara— Hay público, no digas cosas como esas, si lo escuchan, no me conviene.

— Bueno, yo pienso como ella — dijo Marcel— No es fácil asimilar la información, hijo, pero lo bueno supera lo malo, Grace me contó, gracias a Emilia, que siempre sabe todo lo que pasa, eres detallista e intentas que se sienta cómoda con su nueva vida a tu lado, verás que se dará cuenta de que lastimarla está totalmente fuera de tus posibilidades, el tiempo dirá, compartirán mucho ahora que vivirán juntos.

Sí... Blaz tomó todas las cosas de Gabriela y las llevó a casa, incluido a Lucifer, adapté un cuarto para ella a toda velocidad ya que dijo que no quería dormir conmigo, probablemente estar a solas juntos tampoco sea una posibilidad, la jodí.

— Su atención, por favor, la invitada de honor ha llegado.

Dijo el anunciador mientras las luces bajaban y dos focos apuntan la cima de la escalera caracol del local que hemos alquilado, amplio, circular, de vidrio completo, lo que nos permite ver como cae la nieve a nuestro alrededor, es un invernadero repleto de enredaderas, arboles y arbustos por los rincones, decorando el lugar, es espacioso, y bonito, Emilia decoró y arregló todo para mí hoy.

— Aquí viene el plato fuerte.

Dijo mi hermana tras de mí, casi me sacó el corazón de un susto, no la sentí venir.

— ¿La dejaste sola ahí arriba sabiendo que será el centro de atención?

Me quejé, estirando el brazo para sujetarla y ponerla entre Blaz y yo.

— Pues sí, es su momento, no el mío, yo ya brillo demasiado, le entregué los reflectores sólo por hoy.

Sonrió con orgullo, tomando mi rostro y haciéndolo girar para que dejara de verla con molestia y en su lugar, viera a la pelirroja que se roba todas las miradas del salón.

Gabriela se onduló el cabello para hoy, lo lleva acomodado a un lado de su cuello, va maquillada en esta ocasión, se hizo la línea en los ojos, dándole un toque pícaro y superior a su afilada mirada que recorre el salón buscando a alguien en particular, a mí, lo supe cuando esa deliciosa boquita pintada de rojo se curvó para sonreírme, me hubiese gustado quedarme mirando un poco más la delicia de su rostro, pero sus pechos... apretados y levantados en un exquisito escote bastante pronunciado, el vestido se le ajusta hasta la cintura, marcando su pequeñez y sus curvas perfectas, la falda cayendo hasta el piso, el costado derecho abierto escandalosamente cerca de lo que me encantaría comer ahora, va mostrando orgullosamente gran parte del tatuaje que yo le hice hace años, y eso no es todo, va montada en altos tacones, pero no sólo se ve hermosa, no sólo se ve sexy y segura mientras baja escalón por escalón, sino que va vestida completamente de rojo, el color prohibido, mi color.

Llegó a la primera planta y comenzó a caminar, el sonido de sus tacones repiqueteando el piso fue todo lo que se escuchó mientras la gente le abre paso y cuchichea sobre quién es ella y por qué es la invitada de honor hoy, iba toda sonriente y segura hasta que Emil le cortó el paso, sujetándola por la muñeca, la misma que ella lleva amoratada e intentó ocultar con un montón de brazaletes de oro.

Sonrió al público haciéndose el idiota con la clara intención de llevársela a rastras del lugar, pero Gabriela le quitó la mano, observándolo con repudio de pies a cabeza.

Esa es mi chica.

— Yo que tú no tocaría a la mujer de otro hombre, pero ¿Qué te crees?

Dijo la pelirroja, sin retroceder, elevando el mentón.

— Esa es tu señal, hermanito idiota.

Dijo Em, golpeándome las costillas con su codo, mientras mamá me quitaba el vaso de Whisky, este es un complot en mi contra.

— ¿Dé qué mierda estás hablando, Gabriela? Ya vas a ver cuándo...

— ¿Cuándo qué? — dije con voz calmada, llegando junto a la pelirroja, rodeándola por los hombros con mi brazo— ¿Qué vas a hacerle a mi mujer? Creí que lo del ojo fue advertencia más que suficiente, me hubiese gustado ir personalmente a arrancártelo, pero mi deber era quedarme consolándola a ella.

Inclinándome hacia Gabriela, sujeté su mentón y giré su rostro para besarla en la boca, aprovechándome de la situación, agradeciendo el que ella no haya titubeado ni se haya apartado, es más, se ve demasiado... receptiva, lo cual me asusta, eso quiere decir que está fingiendo, ya más tarde me hará saber lo mucho que odió la situación y yo tendré que disculparme por no acordar de antemano lo íntimos que podíamos llegar a ser hoy.

— ¿Tú mujer? Usted... usted fue quien mandó a...

Señalándose el ojo, comenzando a temblar, palideció incluso al mirarme, pero todo rastro de miedo se esfumó cuando posó la mirada sobre Gabriela, una furia incontenible que me decía que ahora más que nunca debo estar al pendiente de sus acciones, Gabriela se sujeto a mí desde atrás con fuerza, apretándome el saco, pero no mostró debilidad frente a él.

— Tú — señalándola— Estuviste jugando conmigo todo este tiempo, maldita zorra ¿Hace cuanto que me estás viendo la cara?

— ¿Verte la cara? — apartándole la mano— Yo llevo comprometida con Leone por semanas, me mudé hoy con él ¿En qué mundo de fantasías vives? Creí que había quedado todo claro la ultima vez que me pegaste. Tomen nota, chicas — habló un poco más alto— Abusó de mí por años y me pegó cada vez que estaba frustrado, por si se hace el lindo con alguna de ustedes.

Leone...

Me dijo Leone, es la primera vez que lo hace y... joder... si estuviésemos en buenos términos, me la llevaría al auto, le subiría ese vestido y le arrancaría las bragas para poder hundirme en ella y saborear un poco más el momento, pidiéndole que grite mi nombre cada vez que la embista con fuerza.

— Vas a ver, esto no se quedará así — señalándola otra vez— Estarás sola en algún momento y hablaremos de la humillación que me estás haciendo pasar.

— ¿Sola? — carcajeó negando— Suerte con encontrarme sola, mi prometido — apoyando su mano en mi pecho— No me deja sola nunca, su gente siempre está velando por mi seguridad, Leone es muy atento, es el hombre perfecto.

Deslicé mi mano con delicadeza desde su hombro hasta su cintura, procurando recordar la forma de sus curvas, saboreando cada momento, cada centímetro de piel que ella tocaba... todo me arde, sé que es una farsa, un engaño, pero qué ganas de que fuese real.

— ¿Quieres ver lo que puedo hacer si amenazas a mi mujer una vez más? — inclinándome hacia él, le saco varios centímetros— No se me olvida lo que le hiciste, podría hacerte desaparecer en segundos.

Apoyando mi mano sobre la que Gabriela mantiene en mi pecho, le está temblando y no quiero arruinarle su papel.

— Creo que ya tenemos que irnos — dijo la rojita— Tengo algo de sed, dejemos que disfrute de la fiesta, tenemos que hablar con la prensa sobre la fecha de nuestro matrimonio, adiós Emil, cuídate la espalda.

Dijo antes de tomarme la mano y comenzar a caminar, llevándome con ella.

— Te estaré vigilando.

Le prometí al sujeto, dedicándole una sonrisa ladeada que estaba lejos de ser amistosa, pude ver el pánico en su rostro, también vi como mi gente le negó la salida, quiero que se quede a ver lo bien que me lo paso con su chica, quiero que sienta tantos celos que querrá sacarse el ojo que le queda para no tener que vernos.

— No lo mates, por favor — suplicó cuando estuvimos a una distancia prudente del resto— No soportaría tener más... sangre sobre mis manos.

— No estarían sobre las tuyas, estarían sobre las mías, con mucho gusto me las mancho por ti.

Dije dándole un ligero apretón a su mano, cambiando el rumbo del recorrido, volviendo a ir hacia las escaleras, quiero tiempo a solas con ella, quiero hablar, quiero... besarla a pesar de saber que debo controlarme y mantener la sana distancia, ella no quiere que yo confunda las cosas, no le gusto, me teme, me odia, no debo olvidarlo.

— ¿Dónde vamos? ¡Señor Lehmann!

Exigió saber cuando ya estuvimos arriba, encerrándonos en la bodega, maldita la hora en la que no hice esta absurda reunión en un hotel para poder secuestrarla durante toda la noche en un lugar con al menos una cama.

— ¿Ahora soy el señor Lehmann de nuevo?

Pregunté soltándola cuando estuvimos dentro, la luz de la fiesta se proyecta por la rendija inferior de la puerta, todo aquí está oscuro y quiero que permanezca así.

— ¿Qué le pasa? ¿Por qué nos trajo aquí?

Soy consciente de la manera en la que intentó tomar distancia de mí, me teme.

— Para hablar, quiero estar solo contigo, no me gustó cómo terminó todo más temprano, yo elegí mal mis palabras, te pido perdón, me equivoqué y también en el pasado — dando un paso hacia ella— Sé que debe ser impactante para ti y que no estás acostumbrada a lo que yo suelo hacer para resolver mis problemas o mis frustraciones, pero quiero que sepas que ahora mismo no soy capaz de tocarte ni un solo cabello si es para lastimarte, nunca lo haría, no puedo, me cortaría las manos antes de herirte con ellas.

A pesar de la escasa luminosidad, vi como le castañearon los dientes y se abraza a sí misma, la ventana de la bodega está abierta, entra nieve por ahí y hace frío, insisto, debí elegir yo mismo dónde celebrar mi cumpleaños.

No, eso no hubiese funcionado, de elegir yo el lugar, me quedo en casa y no celebro ni una mierda, no vale la pena obligar a gente a venir y fingir que les agrado.

— Ven aquí, vas a congelarte.

Quitándome el saco de mi traje, acercándome con lentitud hacia ella para no asustarla, acomodándolo sobre sus hombros, cerrándolo bien para que entrara en calor.

— Perdón... Rojita... Estaba enojado, no te conocía como lo hago ahora, no sabía tu historia, no... sabía lo que era estar cerca de alguien que no fuera mi familia y se quedara voluntariamente cerca de mí, eso me hizo cambiar de opinión, tú no me temes, es más, te gusta estar conmigo porque te sientes a salvo, todo lo contrario a... bueno, todo el resto —carcajee sin gracia, pensando en lo patético que debo verme— Es cosa de ver lo que pasa ahí abajo, es mi cumpleaños y nadie quiere acercarse ni verme porque me ven como un puto monstruo, por favor no me veas tú así también...

Una lagrima se deslizó por su mejilla, se apresuró a borrarla cuidando de no estropearse el maquillaje mientras sujeta el saco a su alrededor con su mano libre.

— No llores por favor... no quería asustarte, es lo que menos quiero, yo... no deseo que dejes de verme como un amigo, quiero que me sigas llamando Leone, no tienes idea de lo feliz que eso me puso.

Puede que nunca llegue a quererme y yo estaré bien con eso, pero no quiero que me mire como el resto, no después de recibir sus sonrisas sinceras y su calor, ya no quiero sentir más frío, llevo treinta años esperando que alguien me vea por lo que soy y no por toda la mierda que cargo encima.

— Yo... te tuve miedo — me dijo con la voz estrangulada, se obliga a no llorar— Temí por mi vida, pensé que estaba saliendo de un problema, de golpes y violencia para entrar en otro aún más grande, dónde quizá moriría mientras dormía ya que compartía sabanas con quien quiso ser mi verdugo, yo... te temí y mi cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto.

— Te juro que no voy a herirte, no quiero hacerlo Gabriela, no después de todo lo que hemos avanzado, no quiero retroceder, no...

Quise tocarla, pero se apartó, esa fue mi señal, debo darle espacio, no debo perder la cabeza.

— Escúchame — exigió, y yo le puse atención— Yo te temí, pero luego... comencé a recapitular todo lo que has hecho por mí, todas tus atenciones, las veces que corriste a socorrerme, lo que hiciste en tu casa para que Lucifer no se matara en medio de sus travesuras — las lagrimas le recorren sin descanso las mejillas a estas alturas— Me protegiste de Emil, me seguiste hasta la casa de mi padre para asegurarte de que cruzara a la zona segura después, prometiste intentar defenderte de tu padre, por mí, me abrazaste cada vez que tuve miedo y pensé... que tuviste muchas oportunidades de matarme si lo hubieses querido, pensé en cómo sería si me alejara de ti, pero la verdad es que te echaría de menos, extrañaría a mi amigo, los desayunos de donas, las bromas en el trabajo, tu excesiva posesividad en el club... iba a extrañar todo eso y no estoy lista para vivir sola y hundida en la mierda sin un Leone Lehmann respirándome en la nuca todo el tiempo.

Ahogándose con sus palabras mientras sus hombros suben y bajan, las lagrimas no se detienen, está angustiada, realmente se lo pensó todo este rato, no fui el único que se comió la cabeza estando enojado consigo mismo por no ser lo que ella se merece, un hombre que ella podría llegar a querer.

— ¿Puedo abrazarte?

Pregunté casi al borde de la desesperación, necesito tocarla.

— Sí... por favor...

Respondió con la voz rasgada, acercándose primero, rodeándome la cintura con sus brazos mientras yo la envuelvo con los míos, asegurándome de que esté bien abrigada con mi saco antes de apoyar mi mentón sobre su cabeza e inhalar su aroma, huele a rosas, huele dulce y delicioso, huele a paz.

— Perdón... perdón... no volveré a asustarte — le prometí— Si haremos esto, te juro que no volveré a asustarte así.

— Yo debería pedir perdón primero —apretándome más fuerte— Si yo hubiese sido más valiente y hubiese dejado mi escondite, tú podrías seguir tatuando, fue mi culpa, fui cobarde, ni siquiera pagué el tatuaje, perdón...

La alcé por los muslos, pegando su espalda a la puerta, sintiendo el dolor de sus tacones clavándose en mis riñones y el gritito de sorpresa que soltó por mi acción.

— Mírame — demandé, sujetándola por el culo para que no cayera— Lo que pasó, no se puede solucionar, yo sobreviví y fin de la historia, si tú hubieras salido, no contarías con la misma suerte, Luther te habría violado hasta la muerte y ni aún así se hubiese detenido, tu cadáver hubiese sido su juguete hasta que no soportara el olor a putrefacción, así de podridos son los hombres de la zona roja, gracias a mi primer intento fallido de matarte, todos creen que la rojita del trato está muerta, no te buscan, por lo tanto, no tendrás que seguir viviendo escondida y con temor a ser reconocida, ellos nunca te vieron la cara, así que estás a salvo, conmigo estás a salvo.

Asintió mientras aprieta los labios para evitar los temblores, sigue llorando y eso me parte el corazón.

— ¿Está bien que te tutee, cierto? Sería extraño llamarte señor Lehmann y mantener las formalidades si seré tu esposa ¿No?

Intentó sonreír.

— Sí, sería raro — regresándole el gesto— Me gusta que me tutees y me llames por mi nombre... me hace sentir especial, así que... Gabriela, por favor, no temas de mí, jamás te haría daño, no quiero ser el monstruo del que todos temen para ti.

Asintió viéndose un poco más segura, respirando profundo, botando el aire contenido acompañado del temblor de sus hombros.

— Gracias por el anillo, es muy bonito.

Dijo, sujetándose por mis hombros.

— Lo elegí especialmente para ti, una Lehmann no merece menos.

— No soy una Lehmann aún.

— Pero lo serás pronto, quiero casarme lo antes posible si eso te parece bien.

Bajándola al piso, si sigo manteniéndola empotrada contra la puerta, las ganas de arrancarle las bragas y embestirla con violencia será mi único pensamiento.

— Me parece bien — secándose las lágrimas— Me esforzaré por estar a la altura y no avergonzarlo.

— Tú sólo tienes que darme de tu tiempo — sujetando sus manos con delicadeza, bajándolas con lentitud para ser yo quien limpiara las lagrimas que por mi culpa derramó y arreglar su maquillaje en el proceso— Sólo tienes que mirarme a mí y entonces todo estará perfecto.

Asintió sutilmente, alzando su rostro hacia mí para que continue con mis atenciones.

— Me gustas, Gabriela — admití— Y espero algún día ganarme tu afecto.

No me dijo nada, pero que no me recharaza ya era algo, me da esperanzas y puedo vivir con eso.

— Vamos a esta aburrida fiesta, entre antes demos los anuncios, hablemos con la prensa y sople la vela fingiendo estar feliz, podremos ir a casa.

Asintió tomando mi mano, sonriendo aún con los ojos húmedos por todo lo que lloró y las mejillas sonrojadas, pero aún así se ve hermosa, y como un idiota, la seguí fuera sin soltarla, bajando las escaleras otra vez, consciente de cómo nos miraba la gente.

— ¿Ven como un polvo soluciona todo? — dijo Blaz— No había de qué preocuparse, mi cuñada es inteligente y sabe que mi hermano es un buen partido, si yo fuera mujer y no compartiera lazos sanguíneos con él, me hubiese arrastrado por el piso para que Leo me volteara a ver, es guapo, alto, con dinero y poderoso, cuatro cosas que toda chica con cerebro quiere.

Cruzándose de brazos, señalándome.

Después por qué mi padre cree que este es marica e intenta seducirme si suelta comentarios así.

— No cogimos — respondí rodando los ojos— Hablar también soluciona las cosas, por si nadie te enseñó ese método, hermanito.

— Entonces se arreglaron ¿De verdad, Gabi? ¿De verdad lo solucionaron?

Dijo Emilia, acaparando la atención de la rojita, tomándole ambas manos.

Sentí su ausencia en segundos, su contacto calienta el frío cuero de los guantes que me congela las manos.

— Sí, nos arreglamos — dijo ella sonriendo— Treinta minutos no fue suficiente para hablar sobre todo, ahora pudimos aclarar ciertos puntos.

— Entonces ¿Sí te casarás con mi hijo?

Le preguntó mamá, tomando una de sus manos, ambas rubias robando la atención de quién desearía que fuera realmente mi mujer.

— Sí, me casaré con él, señora Grace, lamento mis pocos modales aquel día, hay cosas que aún me pesan sobre los hombros, lastimar a Leone indirectamente sigue doliéndome, prometo cuidarlo bien de ahora en adelante, es un buen amigo, un compañero estupendo, lo crío muy bien.

A mamá se le saltaron las lagrimas y la envolvió en un apretado abrazo, agradeciéndole por aceptarme a pesar de todo.

— Oye mamá, te recuerdo que el único con sentimientos aquí soy yo, para Gabriela soy sólo un amigo, me lo dejó más que claro.

La molesté, viendo como la rojita se pone colorada y me mira con ganas de arrancarme la cabeza.

— El pilar de un matrimonio, es la amistad, cariño — dijo mi madre— La pasión llega primero y el amor después, pero si no son compañeros, confidentes u amigos... está todo perdido, van por buen camino.

Ella está convencida a que la rojita podría amar a alguien como yo.

Quisiera tener esa seguridad.

— Gabriela ¿Podemos hablar?

Fruncí el ceño en segundos, viendo quién se acercó, es el padre de Emil, su hijo no quita la vista de la rojita, no entiendo por qué ella siente compasión por un idiota inservible y despreciable como él, matarlo sería hacerle un favor a este mundo.

Pero ya que ella se sentiría culpable si lo mato, no lo haré, pero le dejaré una buena advertencia, le romperé ambas piernas para que no pueda ir a buscarla por su cuenta, doblaré la seguridad de mi mujer.

— Creo que usted y yo no tenemos nada de qué hablar, señor, es más, tendrá noticias mías pronto. Mi cuñado es un estupendo abogado y me ayudó a reunir pruebas en contra de su hijo por todo el daño que me ha hecho todo este tiempo, así que pronto podrá volver a verme, no me extrañe tanto. Dígale a Emil que le mande saludos a Erika, su amante, de mi parte.

Blaz me guiñó un ojo cuando lo miré con sorpresa, de eso yo no sabía nada y yo debo saberlo todo, siempre, para estar un paso delante de mis enemigos, anticipar el golpe.

— Después de todo lo que hicimos por ti ¿Así es como nos pagas? Después de pagarte la carrera y mantenerte ¿Crees que no podríamos demandarte de regreso por todo lo que perdimos por tu culpa?

Luther y mi padre se me pasaron por la cabeza, si los Braun abren la boca, Gabriela estará expuesta otra vez.

Bueno, ella me dijo que no matara a Emil, no dijo nada de su padre, matarlo será una doble advertencia para que el hijo de puta guarde silencio, tal parece que sí podré jugar hoy después de todo.

— Si es por dinero, dame un precio y deja de amenazarla frente a mí — dando un paso adelante, viendo a mamá apretar a Gabriela contra su cuerpo, protegiéndola de ese hombre— No olvides con quién estás hablando, es mi mujer, por lo tanto, dueña del 70% de Alemania así como yo, si ella quiere, dos palabras son suficientes para que yo mueva mis hilos y hunda tus pobres compañías, no olvides gracias a quién comes, mi generosidad — palmeando su mejilla— Yo te dejo mantenerte a flote y vivir cómodamente, así que si me entero que le hablaste a mi mujer, la miraste, la señalaste o intentaste levantar calumnias en su contra, te cortaré en pedacitos tan pequeños, que los peces te devorarán por completo antes siquiera de que tu familia se percate que has desaparecido.

Palideció.

No era una amenaza vacía, es justamente lo que planeo hacer esta noche con él, le dije su futuro.

— Señor Lehmann, no puede tomar a... esta — señalando a Gabriela— No es una mujer a su altura, podría presentarle a alguien mejor, la prima de Emil está soltera, si quiere puedo...

— Asegúrese de llamar a sus padres y decirles que la abracen mucho y se despidan — interrumpiéndolo— Y dígales de inmediato que si amanece muerta es culpa suya por querer insinuar que esa cualquiera es más hermosa que mi mujer.

Iba a dejar la violencia para más avanzada la noche, pero recordé a Blaz decir que le giró el rostro a Gabriela de una cachetada hace unas semanas, mi cuerpo se movió por su cuenta, acertando un duro puñetazo que lo lanzó a piso, golpeándose la cabeza con las baldosas, no se puso de pie de nuevo, ni siquiera grito, si vive es únicamente porque la rojita está mirando.

— Saquen de mi vista a este infeliz repugnante.

Moviendo su cabeza con mi pie, chasqueando la lengua al ver el diminuto charco de sangre que se formó bajo su cabeza, esperaba algo más, una lástima.

Di unos pasos lejos de mi familia y di las instrucciones a mis hombres ahora que los Braun se están yendo, matar al vejestorio, incapacitar a Emil, romperle las piernas era el plan principal, pero quedaré más tranquilo si le arrancan una de cuajo, y también que le disparen a la prima, no me gustó que insinuaran que es más guapa que la rojita, nadie es más guapa que la rojita.

— Eres un exagerado.

Dijo Blaz, entregándome un vaso de whisky, esta vez con hielo, cuando mis hombres se fueron.

— ¿En qué exageré?

Bebiendo el líquido, sintiéndolo arder por mi garganta.

— La prima.

— Bueno, debió guardar silencio el viejo — encogiéndome de hombros— Yo hago la mierda que quiero, ahora déjame regresar con la rojita, quiero recuperar el tiempo perdido.

Comenzando a caminar de regreso hacia el trío de chicas con copas de champagne entre las manos.

— No veo difícil que te quiera —dijo caminando a mi lado— Yo la veo feliz, Emilia dijo que estuvo muy angustiada, realmente debes importarle si se quedará a pesar de que quisiste acabar con su existencia al principio.

— Bueno... hablamos mucho ahora, me confesé — suspiré— Nunca fui más sincero en mi vida, espero que esa sinceridad la haya tocado y me crea cuando digo que no me atrevería a lastimarla nunca.

La pelirroja se percató de mi presencia y volteó para mirarme, sonriendo.

Y fue entonces que comprendí que haría cualquier cosa, por más cuestionable que sea, para proteger esa sonrisa.




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BUENAS BUENAS BBCITAS!

ES HORA DE PREGUNTARLES

¿Y USTEDES QUÉ HABRÍAN HECHO EN LUGAR DE GABRIELA?

PORQUE DE QUE LE TEMÍA, LE TEMÍA, SE LO DIJO

PERO ¿LA BALANZA ESTÁ A FAVOR DE LEONE?

YO TENGO QUE ADMITIR QUE CON LOS OJOS CERRADOS, LO QUE MI HOMBRE DIGA, YO SE LO CREO

LEONE HACE LO QUE PUEDE, ESTÁ CAMBIANDO POR ELLA

SE CONFESÓ!!

Y HAY QUE TENER HUEVOS PARA CONFESARSE SABIENDO QUE LA OTRA PERSONA NO SE SIENTE IGUAL

GRANDE LEONE, TE ROBASTE EL CAPÍTULO

PERO GABI NO LO HIZO NADA DE MAL, ENFRENTÓ A EMIL Y SU PADRE POR PRIMERA VEZ

ESA ES MI ROJITAAAAAA

NOS LEEMOS EL PROXIMO CAPITULO, PECADORAS

BESITOOS

GRACIAS POR SUPERAR CON CRECES LA META DE COMENTARIOS 


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