Dachau, El infierno


 Año 1936

Pasaron mis catorce, quince, dieciséis años como esclava bien tratados, por los Srs. Taisho. Pero Midoriko, ella era quien nos ofendía su personalidad cambio a lo largo de esos años. Cuando cumplí los diecisiete años, por la mañana nos llamo el señor Ino mientras desayunaban.

–Los llame para verlos tenía mucho que no los veía juntos les aviso en tres semanas llegara mi hijo prodigo, les entregaran ropa por lo que veo traen harapos, cambiando de tema. –Creo que hoy es tu cumpleaños ¿No es así, Kagome? El hombre ve directo a la marca que corre con exactitud en medio del ojo por milagro no lo perdí.

–Sí, señor respondí.

– ¿Sabes que hay atrás del muro? Por mi mente cruzo la idea de decir 'Allí matan judíos' Señor y usted solo ríe sentado al verlo. Había escuchado algunos soldados decir.

–No señor.

–Hay judíos, y opositores del Raich del Führer están trabajando en una fábrica de zapatos como ustedes me encantaría que fueras y tomaras un par de zapatos que quieras y si deseas te darán un recorrido.

–Gracias Sr. Taisho –Ve la puerta al medio día, pueden regresar a su trabajo. Dijo el hombre.

A todos nos dio mala espina ese modo que me hablo al llegar a la cocina mi madre estaba llorando me pidió que no fuera a la fabrica, respondí. –No madre, no te preocupes esto que tengo en la cara me mantiene viva y no solo a mi también a ustedes.

Salí a lavar la ropa de la señora, que me faltaba en el transcurso que la, lave no deje de pensar algo se trama el capitán y tiene que ver con Sesshomaru.

Al termino Midoriko me mando con la Sr. Irasue fui corriendo casi al llegar tranquilicé mi agitación, toque la puerta.

–Pasa. Escuche la voz detrás de la puerta. Al entrar allá aventó un paquete mediano y cuatro vestidos que ella ya no quería enseguida una caja que casi caía de la cama alcance a tomarlo.

–Levántalo y eso te manda tu amigo. No lo compartas, apunto la cajita que tenía en mano.

–Gracias. Sra. ¿Si me permite hacerle una pregunta?

–Ya la estás haciendo, habla.

– ¿Usted Cree que su esposo quiera matarme? –Su rostro era de indignación de la mujer, ella tenía la misma edad que mi madre y ella no tenía ninguna arruga pero con el gesto que hizo apenas se lograba ver una ligeramente, por la pregunta pero segundos después de analizar se relajo y se borro esa línea, al momento que me respondió.

–Te perdono por tan atrevida pregunta y si, tal vez cree que siguen siendo amigos Sesshomaru y tu.

–Señora es su hijo él desea ser el orgullo de sus padres, a él, le interesa ahora ser el mejor soldado y no creo que arriesgue su posición por una simple judía.

–Está bien que sepas cuál es tu marca en este lugar, ahora vete a dar un baño y si yo fuera tu usaría el vestido que, más me gustara de esos cinco. Tome las cosas Salí y conté cuatro vestidos por lo que deduje que en el paquete había uno, al bajar Midoriko me llamo.

–Kagome necesito que vayas a lavar la cocina ahora mismo. Al momento que intento arrebátame los vestidos al sentir el jalón los sostuve con fuerza y ella volvió a tirar.

– ¡Midoriko!

Las dos brincamos al escuchar. –Midoriko, déjala en paz como te atreves en ponerte en esa posición en quitarle harapos a una esclava. Kagome me olvidaba darte esto. La Sra. Irasue lanzo desde el segundo piso una caja que logre atrapar. –Vete. –Hui corriendo, pase cerca de Zota dijo distrayéndome de lo sucedido.

–Que bien este año te ha ido muy bien de regalos. –Sí, y este puede ser mi último día. Respire en burla. – ¿A dónde vas? –A guardar esto y darme un buen baño.

Toma el agua a caliente yo pondré otra después dijo Zota. Al momento que caminaba jalando a un caballo. –Gracias Zota. Entre a nuestro cuarto donde dormíamos los seis y en mi supuesta cama, abrí el paquete era un vestido nuevo muy bonito aun mejor que los de la Sra. Irasue me había dado abrí las dos cajitas en una había un jabón perfumado a jazmines en trozos y la otra pedazos de Tela eh hilo y una aguja, me probé el vestido, al probármelo pensé. ¿Cómo fue que supo mi talla? ¿Cómo se acordó de mi cumpleaños? En el bolsillo encontré un pedazo de papel grueso doblado y di que era un sobre de Sesshomaru aun sellado.

Hola Kagome, ¿Cómo estás? Espero que bien y si, siempre me acuerdo de tu cumpleaños cada año, te has de preguntar ¿Por qué? este regalo es porque, hace unos días vi unos soldados con marcas en el rostro y me siento aun culpable por la tuya casi cuatro años sin vernos y no sé cómo encontrarte me dice mi madre que estas oculta que faltaba poco para que te enviaran a un campo de concentración.

Porciento mi padre vigila uno espero verte algún día y te hagan llegar mi regalo pronto nos vemos en esta vida o en la otra.

Tte. S. S.

Rápido fui a darme el baño en donde habían preparado para calentar agua detrás del granero a una gran distancia donde hasta los soldados les daba flojera pasar cuando nosotros quemábamos desechos pero eso no lo hacíamos lo enterrábamos aun gran pozo.

Llegaron las 12:00, fui a la puerta y un soldado solo me vio y dijo. – ¿No me digas que eres judía? –Solo soy la sirvienta de la Sra. Irasue. Evite contestar.

–Sígueme y no te atrases. – Mientras el abría el siguió diciendo. – Evita ver esas alimañas no los toques están enfermos, ¿Quién sabe qué es lo que tiene? Esos pestilentes no les mires si es posible. El soldado me dejo pasar primero y vi de derecha a izquierda un panorama desolador a una distancia larga.

A mis pies un puente no muy grande a lo mucho dos metro de largo por uno y medio de ancho para pasar una zanja que corría agua pude ver que medio metro del muro a la zanja y algunas partes el borde era más cerca al muro, el soldado me guió hasta la primera división donde otros soldados con perros me abrían después otra puerta esas dos eran de alambre y púas camine vi como separaban a lo lejos a judíos y otras personas, que usaban pijamas rayadas de negro y blanco como prisioneros bueno más bien eso eran, cuando me di cuenta que todos me veían, sentí un mareo un revuelo en mi estomago por lo que mejor seguí caminando sin mirarlos.

Al llegar a la cabaña del capitán el reía al verme e hizo la seña al soldado que saliera, parecía que el capitán podía leer mi mente y ver mis grandes ganas de vomitar.

–Veo que eres valiente eso no me queda duda, vez halla.

– A punto la fabrica que se encontraba más lejana, al menos eso se veía por la ventana, enseguida a punto detrás de mí en una esquina.

–En esa caja escoge los zapatos que quieras no te cobrare por ahora. En ese momento presentí que no pensaba matarme tome dudosa los zapatos, mis manos me temblaban respire profundo para que él no lo notara pero el reía al ver que, tome los que parecían de mi medida. –Póntelos.

–Se sentó en su asiento detrás del escritorio rápido me los cambie y en silencio contemple como fuma su cigarrillo se inclino hacia adelante recargándose en el escritorio con su antebrazo.

– ¿Te quedaron bien?

–Sí, Sr.

–Bien te voy a enseñar la verdad de tu vida, si tu llegaras a cruzar la línea... él se levantó y dijo. –Sígueme, no quiero que hables, si lo haces los asustaras mas.

Salimos y me llevo primero en su auto a un recorrido que explico. –Este lugar el principio decían que era una zona de bienvenida para judíos 20 mil polacos gitanos y homosexuales, pero realmente aquí los eliminamos, como puedes ser esta vigilado por torres que están bien equipadas para matar todos imbécil que intente escapar.

Paro el auto, niños ancianos jóvenes ambos sexos de todo lucían un estado, deplorable la piel pegada a los huesos. Verlos fue completamente terrible, esa gente está muriendo, de hambre apenas pueden mantenerse de pie, sus ojos demuestran que están muriendo no tienen ese brillo de vida.

–Vez esto, le puede pasar a tu familia y amigos, si me desobedeces. –Enseguida note un olor a huevo podrido vi que formaban a una cierta cantidad y los soldados con los perros les ordenaban desnudarse les arrojaban un polvo y un liquido, no quise ver, mi miedo más bien terror pero mi rostro lo expresaba.

–Ven entra.

–El olor es más fuerte y hace mucho calor me aventó a tras señalando la hora en piensan meter a la gente a empujones los que se resisten les disparan o sueltan los perros entrenados, todo mundo llora, Grita, otros en silencio de su resignación, es una escena devastadora

No puedo dejar de ver en lagrimas como, maldicen otros oran otros piden perdón en segundos el capitán me tomo del brazo lleva a otra dirección su auto el prendió su cigarrillo recargado en su capota del auto mientras yo corro aun a esquina a vomitar, el saber y el olor a muerte fue mi regalo de cumpleaños.

Al retomar un poco de aire el me ve y dice. –Ya entiendes lo que pasara si te acercas a él. –Sí, señor está más que claro. Inmediato desde la supuesta fabrica salen gritos agónicos de eses personas que algún momento tuvieron vidas dignas y terminaron en este lugar de terror.

–Mira qué hermoso ese Humo es rosado tu color favorito. El capitán reía al ver las chimeneas.

Trague mis lagrimas oprimí mi deseo de nuevo de vomitar lo poco que tenía en mi estomago. Y comprendí que los zapatos que usaba eran de alguien que había muerto en ese lugar.

Enseguida subimos al auto baje casi rápido después de llegar a la su cabaña escuche.

–Ya sabes a lo que te atienes regresa con tu familia, esto solo es el inicio. –Ríe. –este es solo la prueba yo estoy encargado de eliminar y resguardar aquellos que entorpecen al Führer, muy pronto no solo Dachau será solo una cárcel también serán mucho mas. Ya sabes vete.

Camine casi corriendo sin mirar la gente que se encontraba allí trabajando y esperando la hora de su muerte. Mi madre al verme me vio, que regrese, pálida temblando de miedo, ella lloraba Hitomi corrió abrazarme tome postura.

–Estoy bien al rato les digo Hay que trabajar tome la pañoleta de mi cuello y me la coloque cubriendo mi cabello madre y Hitomi hacían lo mismo Midoriko ordeno que prepara la mesa mencionando que abría visitas, pronto terminamos entre madre Hitomi y yo, mientras supervisaban Midoriko y la Sra. Izayoi para cuando llegaron los invitados fueron recibidos por el capitán fueron primero a la mesa quedamos

–Midoriko y Hitomi servirán mientras Naomi y Kagome en la cocina, fueron indicado por la Sra. Irasue mientras comían alcance escuchar escondiéndome en la puerta al Sr. Taisho se encontraba orgullosos de su hijo. Ya era una persona importante y que era intolerante con los impuros y había sido enviado a Francia, Italia y España, para rastrear unos judíos para eliminarlos y había conocido a la hija de un político.

–Sssh... niña ven acá si te cachan...!

– No... deja oír. Reclame que no me dejaba oír voz baja.

–Es posible que si, como va en algunos años me supere y termine con un puesto muy alto. Lo siguiente que escuche fue una expresión de asco.

– ¡Sra. que es esto!

–Un cabello. Contesto otra voz, inmediato hui a la cocina vi que madre traía un pañuelo cubriendo su cabello vio que descanse un suspiro al verla, pero ella me veía asustada.

– ¿Qué pasa? Cuestiono voz baja preocupada. –Encontraron un cabello en la comida. Mi madre preocupada llevó sus manos para oprimir su preocupación y vimos entrar a Hitomi llorando vi que igual que ella cubría su cabello. Ve gema no puedo entrar más al comedor digo entre lagrimas Hitomi.

Respire profundo esperando lo peor contra mí. Lleve la charola con el postre allí vi platos rotos parte de la mesa sucia. Midoriko tomo la charola dijo. Limpia eso. Observe que ella no cubría su cabello sin mirar a los señores de la casa. Me agache tome los trozos de platos rotos y limpiar lo más rápido que pude regrese para terminar de limpiar con lo necesario y mire los uniformes de los invitados era un Gral. Traía estrellas no barras el firme dijo.

–Si quiere a tu hijo siga subiendo evita tener a judíos como sirvientes al menos adentro de la casa que ellos se encarguen de otros trabajos a su nivel. Te enviare a cuatro sirvientas ellas estarán dispuestas en venir ellas valen la pena de sirvientas enseguida Salí para limpiar lo que había recogido y lavar las servilletas de tela.

Día siguiente después de casi terminar de limpiar la cocina, dos soldados me tomaron de los brazos y llevaron a rastras, hasta la puerta del cuarto donde dormíamos y vi que a Hitomi, a mi Madre Zota y mi Padre les habían cortado, el cabello yo empecé a llorar, quería retener las lagrimas pero un soldado, grito para que callara estaban muy enojados con migo por que les costó trabajo llevarme hasta allí y para que, me arrodillara me golpearan con la culta de sus pistolas detrás de la rodillas mientras, otro golpe hasta que me toman el cabello casi arrancando del cabello de tan fuerte, iniciaron a cortar mi cabello.

En la noche cuando apunto de dormir Zota muy enojado dijo. –No lo soporto hoy en la noche me voy. – ¡No! Asustada al escucharlo grite. Pero todos me miraron.

– ¿Cuánto tiempo vamos a soportar todas esa humillaciones? –Vete en un espejo, y ve esas marcas, tenemos que escapar. –Dime ¿dónde piensas hacerlo? –Murmure. –Por el muro las hierbas me ayudaran trepar.

–Zota no has visto lo que vi yo, vi el infierno, aquí en la tierra demonios vestidos de soldados escoltados de perros dispuestos acerté lo que sea por diversión.

– ¿Qué fue lo que viste Kagome? En segundos Zota dijo con una voz de niño regañando eso era más que delatar su miedo. –Cientos de Judíos y más gente, al parecer comunistas, con ropa rallada de negro y blanco algunos encadenados, mueren de hambre, están enfermos la supuesta fabrica no sé como son pero son hornos y cámaras allí matan a la gente, el Sr. Taisho me dio a entender que mientras yo no me acerque a su hijo nosotros estaremos aquí bien, pero si rompo la regla el nos enviara allí.

– ¿Qué mas viste? Pregunto Hitomi. –Es el infierno en la tierra, no podemos escapar el lugar está bien custodiado.

–No sabemos si mañana es nuestro ultimo día o el que sea aquí ganamos pan, agua y techo honradamente y eso aremos muchachos. Dijo mi padre. Dando terminada la discusión.

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