ღCapítulo 1

En el momento en el que llegó a su habitación, lágrimas brotaron de sus ojos. Un sentimiento crecía en su interior.

¿Desilusión? Tal vez.

¿Odio? Probablemente.

Odio. Odio acompañado de venganza.

— Era tan obvio, ¿cómo es que no me percaté antes? —dijo mentalmente mientras repetía:— Soy un tonto, soy un tonto...

Todo era tan evidente, todos lo sabían menos él. El mundo era consciente de que él era un monstruo. Era un Jotun.

Sin embargo, entendió el porqué de la preferencia hacia Thor todo este tiempo. Ahora lo veía con claridad, o tal vez, no veía cegado por su enojo. Dentro de él empezaba a desvanecer cualquier sentimiento hacia su hermano, hacia su padre, hacia... No, aunque Frigga no era su verdadera madre, él aún la amaba y era algo que no podía negar.

¿Qué haría ahora?

Venganza. Era lo primero que pasaba por su cabeza. Los iba a humillar, y si era posible, trataría de obtener el trono de Asgard. Sí, eso era lo que haría.

Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos, obligándolo a limpiarse sus húmedas mejillas. No permitiría que alguien le viera llorar, no cuando los cimientos sobre los que había construido su vida estaban viniéndose abajo.

— Loki, por favor, abre. No te tomes mal las cosas —suplicó Thor desde el otro lado.

Éste se incorporó y se dirigió lentamente hacia la puerta. Antes de abrirla, miró su reflejo en el espejo de su alcoba. Sin duda, a partir de ahora no sería el mismo Loki. Su rostro guardaba seriedad y, en sus ojos, la ira contenida.

— Créeme, yo no sabía nada —se excusó Thor en cuanto Loki abrió.

— ¿No sabías que era diferente? —comentó con ironía antes de que su hermano pudiera añadir algo más.

— ¡Loki! —Le regañó Thor—. No dejes que esos sentimientos te consuman. Puede que no seamos hermanos de sangre, pero nos criamos como hermanos, crecimos como hermanos y eso significa que yo te seguiré amando de todas formas.

Thor apoyó sus manos en los hombros del menor mirándolo fijamente a los ojos. Su mirada extendía compasión y, sólo tal vez, un sentimiento de amor. Loki comprendió que tenía en su poder el arma más poderosa: el corazón de Thor. Podía usarlo por conveniencia o, por simple crueldad, estrujarlo en cuanto tuviera la oportunidad, deshacerle esas tontas ilusiones de que la vida volvería a ser lo mismo.

— No somos hermanos —Loki empujó a su hermano con el propósito de que quitara sus manos de encima suyo —. Ahora vete —demandó con descaro.

— Hermano, yo...

— ¡Tú no eres mi hermano! —interrumpió gritando.

Thor se quedó donde mismo con la cabeza baja. Un silencio permaneció en la habitación.

— Voy a Midgard —habló después de unos momentos—. Volveré en unos cuantos días y yo... yo quería arreglar las cosas antes de irme —el labio de Thor temblaba ligeramente mientras hablaba—. Perdóname.

Loki no lo miró. No vio el dolor que le estaba causando. No se atrevió a mirarlo porque sabía muy bien que se arrepentiría de hacerlo. La contestación que le dio fue una negación expresada con su cabeza.

Sin decir nada, Thor salió, pudiera ser, con un alma llena de aflicción.

— Eso no estuvo bien, ¿te das cuenta de cómo has tratado a tu hermano? —intervino Frigga a los pocos segundos.

De haber estado dirigiéndose a la cómoda de Loki para velar por su estado, alcanzó a escuchar a sus dos hijos, uno disgustando del otro.

Loki abrió la boca para responder, pero la cerró de golpe. Sabía que lo mejor era quedarse callado para evitar discutir con una de las personas en las que aún confiaba.

— Oh, Loki, perdona a Padre de Todo por haberte escondido esto. Perdóname a mí —se acercó a su hijo y tomó sus manos— Vamos. No dejes que esto te afecte, que afecte tu relación con nosotros.

— Pero lo hizo —masculló mientras soltaba aquellas cálidas manos y se alejaba para salir de la habitación.

Frigga lo llamó un par de veces,  imploró por sus oídos, no obstante, éste no se detuvo. Siguió su camino hacia la biblioteca del palacio. Quizá ahí tuviera la suerte de encontrar algo de paz.

Para fortuna suya, el lugar se encontraba completamente solo. Pronto Loki se adentró entre las páginas de un libro.

Se encontraba apoyado junto al marco de una ventana, dándose la oportunidad de ver los hermosos jardines cada vez que alzaba la vista, distraído de algún pensamiento que lo alejaba de los versos.

— Pensé que pasarías todo el día encerrado en tu cuarto negándote a comer o algo parecido —escuchó una voz que le era muy familiar.

Para Loki, sólo existían dos personas en las que podía confiar: su madre Frigga y su leal amigo Fandral. Era este último el que se posicionó en el otro extremo de la ventana, quedando frente al joven príncipe.

Loki hizo una pequeña mueca de desagrado que cambió con rapidez por una sonrisa forzada.

— ¿Fandral en la biblioteca? Creí que nunca te vería en un lugar como éste. Me sorprende que hayas encontrado el camino para llegar, ¿o acaso tuviste que pedir indicaciones a algún guardia? —dijo con sarcasmo.

Fandral bajó la cabeza ladeándola de un lado a otro tratando de disimular la sonrisa que se había dibujado en sus labios.

— Al menos me alegra saber que sigues siendo el mismo de siempre, aunque eso si me dolió un poco —volvió a mirarlo y fingió una mueca de dolor.

— Esa era mi intención. En fin, ¿por qué estás aquí? Pensé que irías a Midgard —cerró su libro y lo dejó a un lado.

De alguna manera, la compañía de Fandral no le molestaba. De todos modos, el conflicto era con su familia y no tenía por qué tratarlo mal. O por lo menos, ser más blando en su compañía.

— Tengo que estar a tu lado para ayudarte y hacerte compañía.

— En ese caso prefiero la soledad —bromeó.

— Siempre eres tan cruel conmigo —rió un poco.

— Estoy siendo suave, preocúpate el día que seas mi subordinado.

— ¿Subordinado? ¿De qué hablas? —lo miró confundido, sospechando de que fuera otra burla del dios del engaño.

— Ya lo verás —rió internamente al pensar en su malévolo plan para obtener el trono.

Aunque, cabe mencionar que todavía no tenía uno. Y se sentía inútil al no tenerlo. Pronto se le ocurriría algo.

— ¿Quieres dar un paseo? —ofreció Fandral, olvidando rápido lo dicho por el contrario, más por no haberlo entendido.

Loki no pronunció ninguna respuesta afirmativa. Sin embargo, los dos chicos salieron juntos. Loki olvidó por un momento que quería vengarse. Fandral olvidó que su amigo era un gigante de hielo y lo trató como siempre había hecho.

Convivieron como si nada de lo que pasó las últimas 24 horas hubiera sucedido, como si quisieran que aquella relación se mantuviera así. No por siempre, pero por lo menos, un buen tiempo.

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