♠Uno:"Aroma Azul"
I
Al despertar se fijo que nuevamente había babeado, un pequeño cúmulo de saliva en su almohada que prácticamente desde hace varios años duerme abrazado con ella. Se limpia la comisura de sus labios y bosteza, estirando sus brazos. En realidad, no despertó por su propia cuenta, si no por al abrir de las cortinas provocando que los rayos del sol atravesarán el cristal de la gran ventana de su balcón. Acompañado del llamado ya viejo de su asistente y mayordomo personal.
Un hombre Beta de casi sesenta años, su cabello bien peinado y cubierto de gafas. Vestía un porte elegante que lo destacaba de la servidumbre, pero a la vez para hacerse notar que está a su mando.
Jii-san como le decía el joven Emperador, es un viejo amigo de su difunto padre. Quién murió hace años, cuando apenas tenía once. Confía mucho en él, sabe que es leal, justo, sabio y correcto. Incluso le tiene un gran cariño. Le cuenta mucho de él. Nadie conoce mejor al joven Kuroba que su mayordomo, incluso más que su propia madre. La actual emperatriz de Japón.
Si bien, a él ya le sucedieron e hicieron la coronación oficial a sus veintiún años, su madre todavía sigue siendo la persona de mayor autoridad incluso más que él en todo el país, y dejará de serlo hasta sus últimos días de vida. Dónde Kaito entonces tomara su papel y aún más poder.
Kuroba sabe el trabajo y la gran responsabilidad que lleva ser el emperador de un gran país, conocido mayormente por su seguridad, estudios académicos, artes marciales, la cocina culinaria y por estar avanzando en cuanto la tecnología. También hablando en la rama del entretenimiento como las series, los famosos "Doramas".
—¿Qué hora es?— bostezó, realmente tenía ganas de volver a la cama y dormir por lo menos una hora más.
—Cuarto para las nueve de la mañana, joven amo.— respondió el hombre en un gesto amable, y a la ves cansado. — Recuerde que a las diez inmedia tiene que elegir al candidato para que sea su nuevo asistente personal.
—Pero Jii-san es perfecto para el trabajo.— dijo seguro, restregando sus ojos y estirándose. Le parecía algo fastidioso ese asunto.
—Me halaga mucho joven amo, pero recuerde que debido a mi edad me voy cansado más rápido. Aún seguiré siendo su mayordomo y chófer, pero ya no estaré al tanto de toda su agenda personal ni podré vigilarlo constantemente o acompañarlo a todas sus actividades. — explicó brevemente el Beta mayor, sacando y doblando bien encima de la cama, al contrario de la cabecera la ropa no tan casual que llevaría puesta el Alpha.
Por lo general el vestuario de la realeza suelen ser formales, elegantes y cerca de un estilo militar o el uniforme militar que representa al país. Unos son más cómodos que otros sin duda, un ejemplo de ello son las pijamas que aún así tienen el logotipo de la familia enmarcada con el nombre del dueño. Y la muy poca ropa casual que tiene en su enorme armario —de echo tiene dos— casi nunca la usa. No tiene tanto tiempo libre para salir, relajarse y cuando lo tiene, no tiene con quién.
Sus amigos se limitan a hijos o sobrinos de condes, marqués, duques, etcétera. Todos nobles cercanos a la realeza, y aún no lo considera muy divertidos o interesantes, la mayoría suele quejarse con los problemas que tienen que enfrentar sobre la política o que nuevo traje debe comprar. Por lo que su único mejor amigo es su mayordomo personal y de confianza. Y aunque agradece y aprecia mucho su amistad, sabe que igual necesita amigos de su edad.
—¿No es suficiente con los cuatro guardaespaldas que me siguen de lejos?
—Es necesario un asistente personal, una mano derecha. Alguien en quien confíe, aparte de mí. — comenzó a decir, mientras acomodaba un par de cosas en la habitación y arreglaba bien las cortinas, mientras que Kuroba se cambiaba después de cepillarse los dientes y lavarse la cara. Escuchando atentamente lo que Jii dice.— Se que la confianza y lealtad es algo que se lleva con el tiempo, pero ya es hora de comenzar. Yo junto a alguien investigamos las mejores personas que pueden ser su próximo asistente y mano derecha. Tendrán las mejores recomendaciones y obviamente experiencia.— termina de decir calmado y sin prisa, con fluidez.
—Agh, lo sé, lo sé.— suspiró indeciso. Terminando de vestirse.
—Si, y antes de ver a las personas que llamamos, los mejores del país, su madre quiere hablar con usted. Y será mejor que se apresure.— agregó el mayor, causando solo un ligero escalofrío viajar a su espalda, a la vez que se imagina que tema quiere tocar.
Desde su coronación, su madre solo insiste en un tema en particular, por lo de no le es difícil adivinar de que quiere hablar con él.
II
Pasillos largos, con largas alfombras de tercio pelo, las cuales tienen impresas imágenes de lo que representa a la familia real. También hay estatuas de mármol de Dioeses griegos y japoneses. Pequeños muebles y en la pared focos para alumbrar en la oscuridad. Cada cierta distancia una ventana las cuales ya habían sido movidas las cortinas por la servidumbre. También pinturas colgadas en las paredes, de los antiguos gobernantes del país. O simplemente hermosos paisajes.
Se detuvo hasta por fin llegar a la habitación de su madre, donde tocó y hasta que escuchó el permiso de poder entrar lo hizo.
— Deseaba verme, ¿Madre?— cerró detrás suyo e hizo una reverencia. La mujer de cabellos claros veía hacia el balcón, ella ya estaba vestida elegante y formal.
Pasaron unos segundos para que Chikage se volteara y lo mirase.
—Has tardado un poco, Kaito. En fin, ¿Ya desayunaste?
—Recién.
Desayuno en su habitación, para hacerlo más rápido. Cómo siempre fue delicioso y lo dejo lleno, con energías para el día.
—Bien, cómo sabes estoy organizando el próximo festín donde se reunirán condes, duques o invitados especiales. Los nobles. El festín como sabrás es en un honor a tu cumpleaños número veinticinco.— dijo mientras se dirigía a la zona de su gran habitación, donde hay una pequeña sala y así sentarse en una de las sillas para conversar mas cómodamente con su hijo.
—Madre, aún faltan cuatro meses para ello. — recordó, sentándose después de su madre. Cómo siempre, a veces sentía que hablaba con la Emperatriz, y no con su madre. Es un extraño sentimiento del cual se acostumbró, pero sigue haciéndole sentir más solo de lo que ya se siente cuando su padre murió.
—Me gusta hacer las cosas desde antes, cómo sabes hay mucho trabajo.— sonrió, a comparación de hace unos segundos, ahora se veía alegre.—Se rumorea que estallara la tercera guerra mundial, Rusia contra Estados Unidos y debemos pensar a quien apoyamos. Sin mencionar la nueva alianza entre China y Corea del Norte. Ya sabes, muchos asuntos de política.— hizo una breve pausa donde notó la apenas interesada mirada de su hijo en el tema. Prosiguió.— Y que en unos años cuando muera, serás tú quien decididas todo. Con algo de ayuda de la mesa de consejeros, claro. Pero al final la última palabra la tendrás tú. Serás el padre y gobernante de esté país.
—Si que es un trabajo muy complejo.
—Por mientras, tú tienes lo más fácil, escuchar a los directivos, averiguar que hace falta para que nuestro país mejore. Asuntos de contaminación, pobreza, lo académico, las becas, el salario mínimo, que leyes hay que aprobar y cuáles cuestionar. Atender importantes visitas, etcétera.— comentó a contar, sin equivocación alguna. Sin error alguno, Kaito comenzó a pensar, en qué momento su madre tocaría ese tema. Le está dando muchas vueltas.
Él está consiente de que su madre está más ocupada que él. Y sabe que no se lo está recriminando, él no es un vago, es un buen hijo. Sólo que Chikage cuestiona siempre el mismo "defecto".
—Entiendo, pero, ¿qué tiene que ver nuestras actividades importantes con la celebración de mi cumpleaños?
—Es la sexta vez que te celebramos tu cumpleaños a gran escala, y sabes bien porque son estás fiestas.
—Para hacer amistades, conocer gente.— respondió, haciendo un rápido recorrido en su memoria sobre sus anteriores cumpleaños. Recordaba cuando le gustaba la magia, fue una gran Hobbie. Sin embargo, no puede distraerse en eso cuando tiene todo un país que gobernar. Por lo que tuvo que abandonarla.
—Para que encuentres con quién emparentar, casarte y tener una familia.— objetó. Bingo, pensó Kaito, ya tocó el tema y lo hizo en un tono más serio.—
Kaito, te di mucho tiempo y di la elección para que escogieras a tu pareja y no te forzará a los matrimonios forzados que mis bisabuelos hacían. Corrí con la misma bondad de que mis padres no me obligaron, y conocí a tu grandioso padre. — dijo, recordando con melancolía que aparentaba, todo eso.
Sus abuelos en realidad no eran tan culpable de tener esas ideas antiguas. La razón por la que siempre se quería que el próximo Emperador se case con algún noble, hijo o sobrino de alguno que tenga un título nobiliario es para que se eviten las malas intenciones o engaños de gente desconocida que no pertenece a su clase social.
Explicando mejor y brevemente; Japón tiene algo llamada El Kazoku — linaje magnífico—, un sistema de títulos nobiliarios hereditario del Imperio Japonés que se mantuvo desde 1869 hasta 1947.
Aún así, a pesar de estar a inicio del año 2018 se sigue manteniendo parte de aquel linaje.
Príncipe o Duque, Marqués, Conde, Vizconde y Barón.
El padre de Kaito era un famoso mago, ilusionista. Lo conoció desde joven, quizás tenía dieciocho cuando consiguió ir a uno de sus espectaculares shows de magia. No tenía sangre noble, pero sus padres lo aceptaron cuando lo conocieron.
Obvio, primero hubieron varias citas y cenas antes de que fuesen una pareja oficialmente. Y meses después se casarán. Ella tenía veintidós en su boda, y meses después quedó embarazada.
—Y lo agradezco madre, pero aún no encuentro a la persona con quién enlazarme. Si es que es Omega.
—Se que no te debo presionar pero cumplirás veinticinco, Kaito. — volvió a retomar, Kaito seguía pensando en como librarse del tema. A veces, o muchas resultaba volverse tan incómodo.— A esa edad ya habías nacido, tenías dos años. Sabes que es una costumbre respetable que los hijos mínimo ya deben haber preñado a su pareja antes de dicha edad. Y mínimo deben tener dos bebés a lo largo de su vida.
—Soy hijo único mamá.— recordó su obviedad en no poseer algún hermano, su madre nunca se volvió a casar tampoco. Pensó también que si hubiese tenido algún hermano, quizás su vida no sería tan solitaria.
—Cuando tu padre y yo queríamos hacerte un hermano, él falleció. Y no he conocido a alguien más, por eso estoy preocupada en que consigas a alguien. Quiero nietos, muchos. Antes de que sea mi hora.— dijo en un tono algo triste.
—Eres aún joven.— decidió omitir la edad de su madre. Ya no se divertían o bromeaban como antes sobre sus edades. Pero ella aún no llegaba a los cincuenta, y no se veía "vieja".
—Prométeme que conseguirás a alguien, no importa si no es alguien de nuestra misma clase, si es la hija del panadero. Pero que te casarás este año.— lo miró con cierto afecto, cariño. Estirándose para tomar las manos de su hijo entre las suyas.
Justo hoy, es catorce de Febrero, San Valentín. Casi iniciando el año, tiene mucho tiempo antes de que termine el año. Pero realmente, tampoco puede forzar las cosas. No puede forzarse así mismo a enamorarse. Pero sabe el miedo o preocupación que posee su madre, es su único hijo, es peligroso. Debe dejar descendencia. Y no es que él no quiera una familia, realmente quiere una.
Sólo no ha encontrado a la persona correcta.
—Eso es difícil mamá, pero está bien.— suspiró, acariciando los nudillos de la mano de ella.
—Gracias cariño.— sonrió por fin, como si un peso de sus hombros se hubiese ido.—Se que es difícil ser la cabeza de una próxima familia. Te he educado bien y se que trataras bien a tu futura pareja, hombre o mujer. Cuando menos los esperes, el amor te golpeara.— agregó con cierto cariño.
—Deja de leer tantas novelas literarias.— viró los ojos divertidos, mientras se ponían de pie ambos y por fin soltaban sus manos. Haciéndose notar la diferencia de estatura. Kaito le ganaba a su madre por algunos centímetros. Su madre también es alta.
—Oh por cierto, ¿No tienes algo que hacer?— cuestionó curiosa.
—Oh si, tengo que ver quién será mi nuevo asistente personal. ¿Es necesario esto?— preguntó aún con esperanza de que podría dejar eso. Reemplazar a Jii realmente no le hace sentir bien.
Aunque tampoco es la primera vez en estos años que tienen ese tipo de trabajo, el buscar un asistente personal.
Su madre rió bajo, como señal de ver lo divertido que es verlo sufrir por algo así.
—Los que has tenido no duran ni un mes porque los despides, te sientes inconformes con ellos. Necesitas uno, ya. Además también te servirá como un guardia personal, y así no irás rodeado de más.
—Que bien.— dijo en tono sarcástico, hasta retomar lo que dijo su madre. — Ya voy tarde, me despido.— le dio un beso en la mejilla a la mujer que ella igual correspondió.
Se giró sobre sus talones para salir de la habitación.
De echo, no sonaba nada mal eso, no sonaba mal tener sólo a uno en vez de de cuatro o hasta cinco guardaespaldas rodeándolo o cerca, vigilando lo.
Esperaba que por lo menos, las opciones a serlo no sean tan cuadrados o aburridos. Aunque se hace un par de ideas de como podrían ser. Conociendo lo exigente que es el trabajo.
No tenía oportunidad para la diversión.
III
Fueron diez minutos, solo diez minutos. En realidad se distrajo con alguna otra cosa, o quizás eran las faltas de ganar de ir a ese asunto importante.
—Lamento la tardanza.— se disculpó, observando a Jii enfrente de su escritorio. Incluso cuando atravesó el salón que lo llevo a su despacho, no se detuvo a saludar a los presentes quienes hicieron una reverencia al reconocerlo apenas.
—Bien, están presentes los once candidatos. Cada uno tiene un breve informe donde están son recomendaciones, estudios, logros y a que familia pertenecen. También si tienen algún antecedente.— explicó brevemente, con una suave sonrisa en su rostro. Kuroba pensó que quizás es porque tiene esperanza alguna en qué consigas a un buen asistente personal.
—Excelente, supongo.— sonrió.
—Empecemos, joven amo.
Al salir nuevamente, había escuchado unos murmullos que de inmediato cesaron cuando los presentes notaron la presencia del emperador más joven.
Todos hicieron una reverencia en forma de respeto y educación, aparte de un buenos días en sincronía. Kaito asintió e hizo un gesto que podían volver a su postura normal.
—Joven amo,— le llamó la atención antes de que continuará examinando a los vacantes.— ¿desea verlos uno por uno o todos al mismo tiempo?
—Hm, son más de los que creí. Pero hay mucho espacio, y ya están todos aquí. Incluso yo, así que serán todos.
—¿Algún orden en específico?
—Del más grande al más joven.
—Bien.
Kuroba había echo rápidamente una lista que divido a "posibles pasantes" y a los que en definitiva no tendrían el trabajo. Con una pequeña agenda y bolígrafo que saco de su oficina.
Por lo general cuando se hace esté tipo de trabajos lo hace en su oficina, pero al ser más vacantes y no hacerlo uno por uno, prefirió hacerlo afuera. Esta ocasión superó el récord, ya que el último había sido sólo de nueve.
Miró la hora en el reloj de manecilla colgado en el techo, que marcaba las diez cincuenta de la mañana. Suspiró, pues sabía que le iba a tomar un largo tiempo inspeccionar y escuchar a cada uno de los postulantes. Y su decisión definitiva iba a ser dicha hasta dentro de tres días.
Luego de que Jii les dijera que se acomodarán del más viejo al más joven, siendo un poco incómodo al inicio, comenzó la "diversión".
Había un aroma en particular, como el lugar no era su oficina y estaba más amplio, no podía identificar de dónde o quien venía.
La servidumbre se compone por lo general de Betas y Alphas, aún así sabe que hay alguno que otro Omega por ahí, pero no les presta atención. Sin embargo, está seguro que esa aroma es de uno.
Aroma Azul
Miró al hombre enfrente suyo, vestía con un traje formal, de corbata. Bigote y alto. En realidad no se veía tan viejo.
—Puedes comenzar.
El hombre le entregó un folio dónde habían por lo menos cinco hojas, una carta de como está salud, las recomendaciones, logros, estudios y a que familia pertenece. Mientras Kaito leía escuchaba atento al hombre.
En la presentación lo único que espera oír es el nombre completo, edad, casta y quizás algo más sobre la familia. Si tiene alguna duda respecto a los papeles que lea se le pregunta al hombre. Y sabe que él ya debe estar consiente de los requisitos para ser su asistente y guardia personal. Aún así le presta la atención y el respeto debido.
—Mi nombre es Nakamori Ginzo. Soy padre de familia, Beta y tengo cuarenta y ocho años. Tengo una hija que va a la universidad, soy padre soltero. — se aclaró la garganta, su mirada seria y fija a algún punto.
—Y dígame, ¿Por qué quiere trabajar para mí?— lo miró lascivo, con una sonrisa juguetona que solo Jii puedo notar.
Así, es como empieza todo.
IV
Pasaron varios minutos, máximo le daba de nueve a once minutos a cada uno. Habían hombres y mujeres. La mayoría eran Betas, y habían dos Alphas hasta ahora. Sabía que quizás alguno de ellos, aunque no obtuvieran el trabajo de su asistente personal, conseguirían algún trabajo como alguno de los tantos guardias de la realeza, como doctor del emperador o quizás en la cocina. Cualquier de esos casos es importante y muy bien pagado, sin mencionar que le hacen ganar reputación.
Las cosas se volvieron interesantes según Kuroba, cuando le tocó el número once, el último y el más jóvenes de todos. Según el orden. Aunque también competía con otro hombre joven, Beta de cabellos claros. Lo único que recordó de ése es su apellido, Hakuba. Solo se llevaban unos meses.
De echo, apenas sintió su olor algo se sacudió en todo su cuerpo, centrando toda su atención en él. Quién desprendía levemente su aroma sin intención de molestar. Y entonces entendió que ese aroma era el que lo estaba inquietando un poco al inicio de ésto.
El joven hizo la reverencia, al igual que los demás. Tenía una mirada seria pero sus ojos brillaban, o quizás él los veía así. Chispeantes de un color azul profundo.
No dudo en inspeccionar todo su cuerpo, vestía con un traje azul y corbata del mismo color, con una camisa blanca debajo. Zapatos pequeños café oscuro, sus manos a los costados y la mirada recta, recto con la cabeza en alta. Podría jurar que era el más bajito de todos sus candidatos, cosa que no le sorprende mucho. Después de todo, un Omega lo máximo que puede alcanzar a medir debido a su propia naturaleza es 1,70. No son muy altos. Podría calcularle quizás, 1,67. En cambió Kaito llegaba al 1,81. La diferencia de estatura es grande. Es normal considerando que nació de dos padres altos.
No es que le molestará, sólo sentía Curiosidad por saber porque sólo había un Omega entre todos los que querían el puesto. O porque un Omega querría un puesto como aquel, no es por discriminarlos pero le parece excepcional que haya sido recomendado y uno de los candidatos para estar a su servicio, si es que lo llega a escoger a él. Le parece tan interesante. Su mirada decidida, seria, pero a la vez natural y tranquila.
No está nervioso, no está intimidado.
No sabe si realmente desea ese trabajo, pero parece confiado. Más no engreído, no se siente superior a ninguno pero tampoco menos de los que están a su lado.
—Emperador.— llamó sacándole de sus pensamientos, al ver qué no tomaba su folio dónde estaban sus papeles cuando se acercó.
Mierda, ¿Tanto tiempo se lo quedó mirando?
Kuroba reaccionó y lo tomó, entonces el contrario volvió a su lugar.
—Un gusto conocerlo.— dijo sin titubear, su voz sonaba suave, pero firme. No estaba bajita, no era tímido. Pero le gusta la delicadeza y suavidad en la que sus labios rosas se movían al hablar.
—El gusto es mío.
—Mi nombre es Kudou Shinichi. Soy hijo único de la pareja Yukiko y Yusako Kudou. Soy un Omega de veinticuatro años. Termine mis estudios hace apenas dos años.
Los demás escuchan a su posible competencia, lo normal al querer el trabajo. Más al oír que no sólo es un Omega, si no hijo de los famosos Yukiko y Yusako Kudou, todos dirigieron sus miradas hacía él.
Kaito gruñó bajo, quizás por la atención demás que le dirigían el Omega, nada más.
Fue leyendo el expediente de que le había entregado, mientras tanto.
—Wow, estudiaste criminalogia y literatura. Fuiste el mejor de tu generación y llegaste ayudar mucho a la policía en un periodo de tiempo desde que estabas en secundaria. — dijo realmente sorprendido, ese joven es más interesante de lo que imagino.
Al notar que seguían habiendo toda clase de miradas hacía él Omega, le pidió a Jii que llevara a los demás al comedor para ofrecerles alguna pequeña merienda, y lo dejarán a solas con él joven Kudou.
No le importaba si murmuraban, el problema es que lo hacían en contra del Omega ahora.
—Asi es. Mi padre desde muy joven me daba juegos para entrenar el cerebro, como él es escritor leía muchos de sus libros. En especial sus sagas de misterio y triller, llegándome a interesar mucho el oficio de detective.— contó, realmente aliviado de dejar de tener esas miradas sobre él.
Ya no sabía si lo juzgan por su casta, por sus padres, o por su casta y quedarse a solas con él emperador. Eso fácilmente se puede mal entender, y aún así sabe que Kuroba no lo hizo con alguna mala intención.
—Tambien dice que practicabas fútbol y artes marciales. Sabes manejar armas.— dijo en voz alta, cada vez se sorprende un poco más.
No es que no esté permitido ese deporte para los Omegas, sencillamente no hay personas de esa casta que lo practiquen seriamente.
—Mi padre me enseñó el manejo de las armas. Y en cuánto el fútbol siempre me gustó tanto como resolver casos. Por un tiempo sufrí denigración y acoso por mi casta, ya que decían que los Omegas delicados y pequeños como yo no debían saber esas cosas. Por eso empecé a practicar defensa personal y darme mi lugar. Y también evitar el acoso.— murmuró eso último, pero fue perfectamente escuchado por el Alpha.
—Me parece bien que te hayas dado a respetar. — le sonrió con interés, el más bajito lo notó y sólo asintió. ¿Le estaba coqueteando o está siendo muy gentil y lindo con él? De todas formas decidió no tomarle importancia.—Hablas fluido el inglés, español y francés. Aparte de tu lengua natal claro. Será de mucha ayuda sin duda.
—Gracias. — tomó aire, que un Alpha acepte tan bien sus genialidades, las admita en voz alta como forma de cumplido le sorprende. Y que no sea algún amigo o familiar, ¡Si no el mismo Emperador de toda Japón!
Hubiera sido, un poco mejor que las dijese enfrente de los otros candidatos al puesto, no niega que se hubiese sentido aún más halagado. Pero se puede conformar con eso.
—Tienes una muy importante, especial y secreta recomendación de varios agentes del FBI. Dime, teniendo tal oportunidad, ¿Por qué decidiste trabajar para mí?— cuestionó, curioso e intrigado. Podía observar fijamente al Omega sin que lo acusaran de acoso.
—Estuve en peligro de muerte en dos ocasiones, no quería preocupar más a mis amigos y familia. — comenzó a explicar, Kaito entonces comprendió en parte el porque.—Se que esté trabajo es importante y hasta cierto punto debo sacrificar mi vida por usted, pero mi seguridad aquí será mejor. Además mi madre insistió mucho que lo intentará.— agregó con una leve sonrisa, al mencionarla a ella.
—Entiendo. ¿Estás en alguna relación amorosa?— preguntó, cerrando la carpeta donde están los datos del Omega, siente que ya leyó todo.
—No, por ahora no. Al menos no algo serio.
—¿Cómo te gustaría tu pareja?
—¿Disculpe?— dijo confundido, realmente no estaba preparado para ese tipo de preguntas.
Realmente no sé lo esperaba.
—La persona que te acortejara, o este interesada en ti, ¿Cómo sería esa persona ideal tuya?— puso sus brazos a los costados del sillón donde está sentado cómodamente, mirando con picardía al azabache que no había captado las intenciones del Alpha.
—Perdone pero, ¿Ésto es necesario para el trabajo? ¿De que le servirá mis gustos personales? Pensé que el trabajo y la vida privada no se relacionaban.
—Solo bromeaba. — sonrió despreocupado.— La persona que requisito debe acostumbrarse a mis bromas. Realmente me causa intriga que quieras trabajar para mí, y aparte tengas unas muy buenas recomendaciones y tantos talentos. Pareces un buen Omega. — confesó sincero, pero a la vez expulsando su aroma de una manera que diera a entender lo dominante que es, y que desea algo más.
—O-Oh, g-gracias emperador Kuroba. — se ruborizó un poco, aquello fue un avance para el mencionado, se sintió bien conseguir eso. Verlo así, poder sentir todo su dulce aroma, solo para él le hace sentir un cosquilleo en su pecho.
—Desde ahora llámame Kaito. — se puso de pie para acercarse al Omega, quién intento no retroceder por el aura y aroma que desprende el Alpha.
—¿K-Kaito? ¿No cree que es muy atrevido e íntimo?— de repente y para sorpresa de él mismo, se puso nervioso, un poco.
—Cuando estemos nosotros solos o no sea parte de tu trabajo, hágalo.— sugirió, mirándolo precavido. Observando cada faceta o gesto en el rostro del azabache.
El tiempo realmente se le podía ir volando junto a ese hombre.
—Un momento, esto quiere decir que. . .— dejó el resto de la frase en el aire, encajando lo anterior que Kuroba le dijo.
—Si, quiero que tú seas mi nuevo asistente personal. Quedé maravillado por todo lo que ha conseguido y que no se deja intimidar por otros que se creen superior, ya sea por su casta, estudios o presunción.— agregó sonriéndole, notando como Kudou se quedó expectante ante su gran respuesta.
Hizo un gesto tan lindo y bonito, sus mejillas se sonrojaron y casi parecía admirarlo solo por decir la verdad. Por reconocer lo que es y puede hacer.
Aunque el propio Omega se bajó de su nube.
—¿Qué no debe meditarlo un poco más?— arqueó la ceja no muy seguro.
Kaito no pudo creer que enserio aún lo estuviese pensando, o evitando. O que no le creyera.
—Eres perfecto para lo que busco, me gustaría ver cómo trabajas y lidias conmigo.— admitió llevando sus grandes manos a los hombros del menor, quién asintió.
—Gracias por la oportunidad.— se permitió sonreír, permitiendose sentir menos inquieto o nervioso, suspirando aliviado.
El Alpha le dio unas suaves palmadas en sus hombros, no pudo evitar perderse un poco en la mirada del Omega, de su ahora, asistente personal.
—No, gracias ti, Omega.
Palabras: 4,602.
Fecha de publicación: sábado 21 de diciembre del 2019.
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse.
Historia: "El Emperador"
Nota del escritor:
Disculpen errores ortograficos.
Hello! Me tarde un poco en publicar está primera parte.
Las imágenes como saben, no me pertenecen si no a su autor.
En fin, tengo casi muchas cosas que mencionar, importantes.
Primero; este corto fanfic se supone que es un One-Shot que se divide en tres o cuatro partes. De echo, le corté una escena larga que tenía y la puse en la siguiente parte. Ya que me estaba quedando más largo.
Segundo; estoy escribiendo una historia en colaboración, igual Kaishin. Mandé el link en mi tablero, para que la vayan a leer ya que no se encuentra en mi perfil.
Tercero; quizás algunos notaron, cambie el título de la historia. Esto se debe a que hubo una confusión por parte mía, y además entendí que no tendría mucho sentido como imaginé.
Cuarto; y por último, la siguiente parte la publicaré en unas semanas, con suerte el primero de enero.
¿Qué les pareció?
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