♣Dos:"Manzanilla con Gramos de Café"

I

El primer aroma que percibe antes de tan siquiera abrir sus párpados, es una dulce fragancia, que se hace fuerte. Manzanilla y gramos de café, con un toque a flores. ¿Orquídea azul? ¿Girasoles también? El aroma es tranquilizante, no le importaría morir siendo aquel aroma el último que olfateo.

—Joven Kaito, ya debe despertar. — escuchó la voz dulce pero a la vez fuerte de su asistente personal. Quién le hablaba ya había abierto las cortinas, haciendo que algunos rayos del sol atraviesen la habitación hasta llegar a su rostro, siendo molestoso. El Alpha despertó, estirándose y dando un largo bostezó.

Sin moverse de la cama miró con atención las acciones del Omega azabache. Cómo se movía sin mucha prisa hacia su armario. Vestía como siempre, presentable con su uniforme seleccionado. Se veía más tierno y divertido que usará ese uniforme que Jii también usaba. Solo que a su medida.

Tenía entendido que el ex detective se levantaba dos horas antes que él. Ya que tenía que supervisar otras cosas, mantener al tanto las cosas del hogar y después ir a levantarlo. Luego de su majestad, su madre. Aunque ella desde hace años ya podía levantarse sola, la costumbre es lo que piensa.

—Tiene unos últimos detalles que ver con su madre. Recuerde que mañana es el día del festín en honor a su cumpleaños. — recordó Kudou, su expresión es calmada, natural. Ya no se ve tan serio como hace semanas atrás. Había aprendido a relajarse con él. Kuroba aún le parecía increíble que ya había pasado cuatro meses desde que el Omega Kudou empezó a trabajar para él.

Se mordió levemente su labio inferior. Cada vez que Kudou levantaba algo del suelo, u ordena algo que está fuera de su lugar pero tiene que agacharse, le gusta admirar su trasero. Con cada día que pasaba, se le hacía más difícil controlarse.

"Quiero morderlos, me gustaría morder sus glúteos y dejar las marca de mis dientes en ellos. ¿Cómo se verán?" Pensaba y soñaba siempre, lo peor es que cada mañana tiene una erección matutina.

Shinichi debería hacerse responsable por ello.

—¿Qué hora es?— preguntó, mirando como Shinichi sacaba su ropa de hoy y tendiendo a un costado de la cama, cerca de la orilla. Removiendo el gran pabellón que la cubría. Tan elegante y lujoso, algo digno de alguien de la realeza.

Dormir entre las almohadas más suaves del mundo, con una amplía cama cubierta de un edredón de algodón, otras colchas y el famoso pabellón de Rey en su cama.

—Las ocho inmedia de la mañana. — respondió, acercándose al emperador que le señaló que se acercará.

Shinichi no se sorprendió, tan sólo se irritó cuando el Alpha lo tomó con sus fuertes brazos para atraerlo hacia él, tomándolo de su espalda baja y cintura. Provocando que ambos cayeran mas acostados en la gran cama.

—Shin-chan~ duerme conmigo un poco más.— dijo en un tono infantil, restregando su mejilla con la suave del Omega. Quién se quejó por el impacto de caer. Y no en las suaves colchas, si no en el duro cuerpo del Alpha.

Es la segunda vez esa semana que le hacía lo mismo. Y juraba que justo ahora, estaba tocando su trasero con disimulo, obvio él podía notarlo.

—¡K-Kaito! ¡Sueltame! — exclamó con cierta vergüenza, pero intentando sonar más enojado de lo que en realidad está. No entendía el afán del abrazo de oso que Kaito siempre tiene que darle. Y jamás iba admitir que se había acostumbrado a ellos tanto, que le gustan. Se le hace difícil removerse, y eso que el sabe mucho de defensa personal y puede mover casi cualquier cosa que le doble su peso.—Debe levantarse y arreglarse. Por favor, suelta me.

—¿Qué me darás de regalo?— preguntó sentando a Shinichi en su regazo. Mirándose, frente en frente.

El Omega sintió algo duro en su retaguardia, pero quiso confundirlo con algún libro. A veces Kaito se quedaba dormido leyendo libros y nos lo ponía en su lugar.

Realmente quería creer que es un libro, y no otra cosa. Dura, levantándose y chocando mucho con su trasero. Maldecía internamente, la posición en la que está es muy comprometedora, Kuroba rodeándolo de la cintura con una cantarina sonrisa realmente le molesta.

Estan cerca, solo unos centímetros y sus labios se podrían juntar.

—¿Yo?— arqueó una ceja confundido. No se iba a dejar llevar por sus instintos, él es profesional. ¡Profesional!

—No pido mucho, con que aceptes mi propuesta de matrimonio que te he estado proponiendo desde hace dos semanas, me basta.— agregó alargando más su sonrisa, si es que es posible.

Lo dijo tan sincero y contento, que Shinichi se quedó embobado por unos segundos, perdido en aquellos profundos ojos violetas. Tan hermosos y singulares. Brillantes, radian felicidad y bondad. Son escasas las personas que nacen con aquel bonito color de ojos.

De echo, pensó que la única persona que con suerte conoce con ese color de iris es su mejor amiga, Ran. Una Alpha de cabellos castaños oscuros.

Pero realmente Kuroba conseguía estremecerle, y no evitó sonrojarse al recordarle eso.

Matrimonio. Efectivamente, no es sorpresa para ninguno del castillo —quizás solo algunos pocos que no pasan mucho tiempo mirándolos— que el joven Emperador Kuroba Kaito esté más que interesado — por no decir flechado—, en su asistente personal, su mano derecha. Quién es el único que parece no notarlo todavía. O mejor dicho, que los demás sepan más de eso que él mismo. Cuando Kaito le propuso que se casará con él, fue incómodo, valga la redundancia.

Fue una visita de sus padres, ellos trabajan para la Emperatriz así que una pequeña merienda al medio día es algo que si bien no es tan frecuente, si es común. Kuroba actuó como todo un caballero y carismático hombre, encantando a sus padres por su agradable compañía y lo servicial que se veía.

Shinichi en ese entonces, solo podía pensar en lo idiota que se ve, preguntándose cuál es el objetivo. Y lo peor era que a él lo trató como si sólo fuese del personal. Hasta que le pidió que fuese a buscar algo en un cajón de su habitación que tenia bien guardado y escondido. Cuando lo trajo de regresó al jardín cerca de la fuente donde merendaba y platicaba con sus padres, es ahí cuando Kaito por fin lo trató como lo que siempre había echo, algo más que un asistente personal, más que un amigo incluso.

Lo llevó a la fuente, donde la escultura de la diosa Afrodita junto a su hijo Eros posan en medio de la hermosa fuente, que tiene alrededor arbustos de rosas rojas sembradas. La atenta vista de sus padres ahí presentes y su recién llegada madre Chikage —quién se disculpó por el retraso ya que el llegó algo repentino en su trabajo—, la sombra de un árbol ayudaba un poco al momento, la brisa moviendo sus cabellos y un Kaito arrodillado se en el suelo de mosaico tomando la cajita que hace rato le tragó, le puso más nervioso.

"Maldita sea Kaito. ¿Por qué haces esto tan vergonzoso?" Su corazón se aceleró cuando Kaito dijo las palabras que lo han perturbado en su cabeza desde entonces.

"Me gustaría casarme contigo. ¿Quieres casarte conmigo, Shinichi?"

Pero lo que hizo después, fue lo más incómodo y vergonzoso. Ya que no supo que decir, estaba tan nervioso. La mirada de sus padres sin poder creer que el hijo de la Emperatriz le pidiera matrimonio a su retoño, estaban en blanco.

"Me das tiempo para pensarlo. " Le dijo, para después huir del lugar dejando al joven Kuroba con la sortija en la mano.

Aún le parece increíble que después de eso, aún seguían actuando "normal", o eso creía. Kaito le dio su espacio y decidió no tocar ese tema hasta que él quisiera. Muy considerado de su parte. Pero sigue preguntándose porque alguien como Kaito quiere casarse con él. ¡No tiene sentido! ¡Somos tan diferentes!

Shinichi es amargo, Kaito es dulce. Uno introvertido y el otro extrovertido. El Omega no se siente preparado para una relación, y el Alpha ya se imaginó toda una vida con el otro.

—¡No digas esas cosas! Ni siquiera hemos empezado a salir, al menos no oficialmente. Además yo soy su asistente, no pertenezco a la realeza ni a los nobles.— dijo para hacerlo intentar recapacitar, consiguiendo por fin apartarse. Le lanzó una almohada, está chocó con su pecho y luego fue abajo.

—No importa. Muchos en este lugar saben mi obvio interés en ti, y mi madre también.— agregó encogido de hombros.

—¿La emperatriz Chikage lo s-sabe?— soltó con incertidumbre. Después se dio un golpe mental en la cabeza. ¡Claro que lo iba a saber! Ella estuvo ahí.

—Si, habló conmigo sobre esto. Sobre mis sentimientos y los tuyos. De como reaccionaste cuando te propuse que te casarás conmigo. — respondió brevemente. Se puso de pie y fue al baño, para hacer sus cosas.

—E-El festín será para que conozca a más gente, se relacione y puedas buscar a tu próxima pareja quien te ayudará a gobernar todo Japón. Seguramente puedes conseguir a un Omega mejor que yo, Kaito. De tu posición y más bonito.— dijo en voz alta para que el otro lo escuchara desde adentro.

Pasaron unos minutos hasta que Kaito salió y se empezó a vestirse, sin importarle quitarse la ropa enfrente de Shinichi, quién se volteó para mirar a otro lado.

—No habrá nadie más bonito que tú, Shinichi. Además ya conozco a todos los que irán, la última vez que los vi fue hace dos años. No creo que hayan cambiado mucho. Él único que quiero es a ti. . .— contestó, terminándose de vestir y abrazando por detrás al Omega. Sintiendo el aliento a menta del Alpha sobre su cuello. Tan protector, estar en sus brazos. Cálido.— Necesito tu respuesta, Shinichi.

El Alpha depósito un beso húmedo en su cuello, lo cuál le hizo soltar un bajo gemido. Su pecho ardía, Kaito daba lentas y suaves caricias en su vientre. Se sentía bien, se sentía cómodo y relajante, el aroma que desprende el mayor lo hacía tentador, un momento tranquilizante. Tanto así que pensó en aceptar.

¿Qué tiene de malo? Sus mejillas igual arden, están rojas. Kaito lo está marcando con su aroma. Su Omega le gusta, disfruta de tener el aroma del Alpha sólo para él. Disfruta de las caricias en su vientre, incluso ronronea de placer, diciéndole que sería tan lindo y maravilloso tener un cachorro descansando en su vientre. Un bebé de Kaito.

"¿Un bebé? ¿Estás loco, no?" Su parte racional hizo que, increíblemente despertará de su ensoñación, poniendo recto y consiguiera apartarse nuevamente de Kaito, culpando lo que de lo sacará de sus cinco sentidos. Debería regresar a ser profesional, no quería que lo tacharan por ser alguien que encatuso al Emperador para conseguir poder y estatus.

¿Desde cuándo le importa lo que los demás digan?

—Después del festín de mañana Kaito, te daré mi respuesta. — sentenció dándole una fría mirada, y retirarse de la habitación. Esperando a que Kaito lo siguiera para ayudarlo en su día.

II

Los festines que realiza la gente de la realeza suele durar alrededor de tres días enteros. Dónde sus invitados que viajan desde muy lejos —o no—, se quedan en algunas de las varias habitaciones donde viven.

El joven Alpha, prácticamente dueño de todo como su madre, se encontraba ansioso. A pesar de no saber porque debía esperar hasta que el festín terminará para que Kudou le diese una respuesta, no evita encontrarse tan emocionado que le contó a su mayordomo Jii lo sucedido. Horas antes de que empezarán a venir los invitados y tuviese que saludarlos, mientras seguían viendo la decoración de algunas cosas y supervisaba la cocina y a los sirvientes.

Kaito se había levantado temprano, desde las seis inmedia de la mañana para ayudar a qué todo fuese perfecto.

—Se ve muy emocionado, joven amo.— dijo Jii asombrado por el gran entusiasmado y lo responsable que se ve el joven Alpha.

Si bien desde hace días le había contado lo que sucedió aquella tarde en qué le propuso matrimonio al Omega de orbes azules, sabía que aún habían más cosas por contar.

—¿Cómo no estarlo? ¡Sólo debo esperar tres días y Shinichi me dará alguna respuesta! Aunque lo que no entiendo es porque después del festín.— bufó algo irritado por eso.

Jii hizo una pose pensativa, terminando de ordenar un par de cosas en la cocina junto a otras sirvientas y chefs. Medito un poco lo que brevemente Kaito le contó, que según Shinichi había aceptado que lo marcará con su aroma. Y eso ha sido un gran avance a un posible si para que acepte ser su esposo. Y también podría comprender porque el joven Kudou olía tanto a su joven amo.

—Tal ves el jovencito Kudou pensó que sería más prudente. El festín no es su sólo para celebrar su cumpleaños.

—Ya me lo han repetido tantas veces mi madre y Shinichi. Que también es para conocer a mi prometido. Pero el festín ya no tiene sentido si puedo hacer a mi esposo a— comenzó a decir, siendo interrumpido por Jii quién le sugirió que no comentará eso en voz alta. No aún.

—Yo pienso que el jovencito Kudou lo hizo para que no lo canceles a último momento. Ni dejar tan decepcionados a los invitados que asistan con el único propósito se emparentar con usted.— explicó, haciendo entrar en razón a Kuroba. Realmente Jii es tan sabio y comprensible.

—Entiendo, eso es muy amable de su parte. — chasqueo sus dedos, ahora no se sentía tan tonto. Abrazo al abuelo rodeándolo de sus hombros, con una sonrisa fugaz.—Jii-san, espero que aún siga vivo cuando nazcan nuestros bebés. Mis hijos con Shinichi.— agregó con un leve rubor en sus mejillas. Su imaginación voló por un momento.

—Por supuesto joven amo. Prometo estar ahí cuando su primer bebé nazca. — dijo en forma de juramento, decidido a no defraudar al joven amo en su importante misión. Y en cierto modo, se siente tan  orgulloso por la responsabilidad que Kaito está dispuesto a tener, para demostrar que ama a Shinichi.

Después de todo, o como dicen algunos por ahí:

"La prueba más grande de amor, es un hijo"

—Perfecto. — sonrió perspicaz Kaito, retirándose de la cocina para ir a ayudar en otras cosas que sean necesarias. Pensar que debe saludar a los invitados junto a su madre le parece agotador, pero debe hacerlo.

III


Varias horas después y luego de que ya viera a todos los invitados, llegó el momento de la cena.

Su madre quedando en el centro de las tres mesas que se usan y unen, él a su lado y los demás en los asientos acomodados de mayor a menor rango.

—¿Dónde está mi asisten personal mamá? — le murmuró su hijo intentando buscarlo entre la multitud, a la vez que comía calmadamente de su platillo, o eso quería aparentar.

Su madre lo miró con una sonrisa, la cuál no podía desvanecer por los invitados. Ella le echó una rápida mirada a todo el lugar. Luego a su hijo, en sus ojos podía percibir una chispa de preocupación.

—Hijo, él no forma parte de los nobles, ahora ha de estar organizado unas cosas en la cocina. Y si quieres invitarlo, lastimosamente él no se sentaría cerca de nosotros. Si no muy, muy lejos.— le recordó dándole una mirada algo irónica. Adivinando que su hijo iba a reclamar algo, se adelanto a hablar.— No podemos quitar a alguien de mayor rango sentado cerca de nosotros sólo porque tú lo decides.— con gracia y gentileza continuó partiendo el pedazo de pavo en su plato, después iría por el puré y para tomar vino de uva.

—Si, si se puede.— sonrió travieso, para de igual forma llevarse un pedazo de la carne blanca a su boca. Masticar y tragar.

—Pero no será adecuado. Dejarías mal a esa persona, y apuesto a que el joven Kudou tampoco le gustaría que hicieras eso.

—Tsk.— se quejó entre dientes, odiando que su madre tenga la razón.

—Y dime, ¿Alguien te ha interesado del bufet?— sonrió más hacia sus invitados quienes le agradecían con la mirada, levantando su copa en señal de brindis. Su hijo lo seguía, fingiendo interés y emoción en ello.

—No. — respondió segundos después, sonando amargo y seco.

—Kaito. — reprendió la mujer, frunciendo ligeramente el ceño. Solo por unos segundos.

—Mamá, yo te dije con quién me quiero casar.— siempre trató de decirlo cerca de ella y bajo, los demás no debían escuchar. Aunque por suerte había un poco de ruido de fondo, que los mismos invitados producían.

—¿Y él aceptó tu propuesta de matrimonio? — arqueó la ceja curiosa, recordándole la mañana de ayer.

Shinichi tan bonito y sumiso, dejando su cuello blanco a la vista, perfecto para encajar sus dientes y marcarlo más como suyo, y no tan sólo con su seductor y potente aroma.

—Ya te dije que todavía no.

—Esperemos estos tres días, si no conoces a alguien más entonces doy mis bendiciones para que te cases con él. Si es que acepta en primer lugar.— le recomendó suavizando su gesto.

—Lo hará, el será mi Omega. En cuerpo, alma y corazón.

—¿Sabes? Me recuerdas tanto a tu padre.— agregó divertida, soltando una pequeña risa llena de nostalgia.

Kaito miró a su madre detenidamente, a pasado tiempo desde la última vez que la escuchó reír así, sabiendo que se controlaba para no llamar tanto la atención. No sabía si tomarse realmente como un cumplido lo que dijo.

De pequeño siempre admiro mucho a su padre, y ahora tan sólo le tenía el cariño que un hijo le tiene a su padre, pero a veces lo llegó a detestar porque se haya marchado sin un último adiós.

Pensar en Shinichi le hace sentir mejor, y odiaría que el Omega le hiciera ello. Pero Kaito estaba tan convencido con que él no es así, el es puro e inteligente. Toda una belleza única, lo ama con los pocos defectos que le ha encontrado, lo ama tal y cómo es. Y sabe que Kudou también, sólo que se tarda en aclarar sus sentimientos por el Alpha.

IV


Kuroba estaba hablando con varias personas que no conocía o sencillamente no recordaba. Habían mujeres betas y Alphas, y también Omegas aunque estos eran escasos. Aparte de Shinichi, contó a otros dos.

Al recordar a su azabache favorito empezó a buscarlo disimuladamente con la mirada, pero le fue difícil entre tanta gente que quería acaparar su atención, o los del servicio lo impedían yendo de ahí y allá para ofrecer comida o alguna copa de bebida.

—¿Buscas a alguien?— preguntó con interés la Alpha de cabellos oscuros y ojos violetas como los suyos. Mouri Ran, sobrina de un conde y hasta donde investigó, una amiga muy cercana de Shinichi.

—¿Quizás a algún camarero?— dijo está vez la Omega, la más baja por lo tanto, de ojos azules. Nakamori Aoko, hija de un Marqués. Además ya había convivido con ella varias veces en sus fiestas. Era la más divertida que conocía, aunque nunca le interesó de manera romántica. Incluso lo que podía llegar a sentir por ella es hermandad. Y está enterado que ya está comprometida con otra Alpha.

—A mi asistente personal. — respondió volviendo su atención a las mujeres, quién lo miraron llenas de confusión.

—Buenas noches, Emperador Kuroba. — se presentó ante él haciendo una pequeña reverencia un Omega de cabellos rubios y ojos verdes. Olía a caramelo y flores. Lo cuál por un momento le estremeció. Su aroma le cautivó por unos segundos. Además estaba seguro que nunca lo había visto antes.— Soy  Vessalius Yukio. Hijo menor del Archiduque Vessalius Jack.

Kaito analizó sus palabras y su frágil aspecto, mientras Ran y Aoko lo saludaban con el mismo respeto. El Alpha de cabellos castaños y ojos violetas entendió entonces por que los rasgos del Omega al escuchar su apellido e hijo de quien es. Un extranjero. Si no mal recordaba, Jack es un hombre de casi cincuenta años. Con bigote y cabellos castaños claros, ojos verdes. Es mestizo, uno de sus padres es británico y el otro japonés.

—Buenas Noches joven Vessalius. — dijo está vez Kaito al terminar de analizarlo. Con una tranquila sonrisa y amable.

—Oh, escuché que tú asistente personal es un Omega, ¿Es cierto?— preguntó con emoción Aoko, Kaito asintió con una suave sonrisa.— Wow, ¿Y es útil?

—Es muy trabajador e inteligente. El Omega más inteligente y eficiente que he conocido. — respondió lleno de orgullo, su olor delató el apego que le tenía.

—Ya veo.

—Oh, lo encontré.— dijo sonriendo satisfecho cuando por fin lo diviso en una esquina del salón. Despidiéndose las mujeres y el Omega varón, decidió ir por él, más Yukio se puso frente suyo antes de que continuará su recorrido.

—¿Puedo acompañarlo?

—Claro. — contestó restándole importancia.

Cuando por fin llegaron hasta donde está su asistente, Kuroba notó que Shinichi estaba hablando amenamente con otro hombre, y hasta que estuvo muy cerca de ellos notó su aroma de Alpha. Lo cuál lo hizo sentir solo un poco celoso.

Shinichi escuchó un carraspeo, y dos fragancias distintas chocando entre sí. Entonces se percató de ambas presencias, le pareció curioso y hasta un poco gracioso a primera vista. El Omega rubio era tan bajito como él, mientras que Kaito era mucho más alto. Casi tanto como el otro Alpha moreno enfrente de él con quién hablaba tan animado. Al darse cuenta que Kaito en realidad lo estuvo buscando, decidió interrumpir su propia charla lo más amable posible.

—Kaito, digo. . . Emperador Kuroba. — sonrió mientras hacia una pequeña reverencia. Por lo menos en público debe aparentar más respeto y cierta distancia hacia el Alpha castaño.

Él lo había invitado al baile, pero eso significaba que debía vestir con un vestido elegante y sofisticado. Y no es que los odie, tan sólo prefería hacerse cargo de que todo saliera perfecta y no interponerse en el camino de Kaito en conocer a más gente.

—¿Le dice por su nombre?— le murmuró Yukio a Kaito, bastante sorprendido. A pesar de que Kudou se corrigió de inmediato, se le hacía extraño que haya llamado a su jefe por su nombre y no apellido, demostrando lo íntimo que son.

Eso sólo debe ser con familiares o amigos muy cercanos. Y parejas, claro está.

—Shinichi y yo nos tenemos mucha confianza y gran amistad. Él y yo nos hablamos por nuestros nombres.— agregó Kaito, notando lo nervioso que se puso Shinichi al no saber que responder.

Desde la mañana de hoy, Shinichi lo había estado evitando. Ni siquiera fue a despertarlo, excusándose lo ocupado que está y qué se le "olvidó". No sabía el porque, pero esperaba que fuese pasajero o sólo haya sido imaginaciones suyas.

Un corto silencio se hizo, solo miradas entre sí, hasta que el Emperador decidió romperlo.

—¿Quién es?— con su mirada señaló al Alpha moreno a lado del Omega.

—Amuro Tooru. Es un Alpha y el hijo de un algún marqués.— respondió con una pequeña sonrisa.

El hombre era tan sólo una centímetros más alto que Kuroba, piel moreno, cabello rubio y orbes celeste.

—Un gusto emperador. Para servirle.— dijo para hacerle la reverencia de respeto. Su expresión fue seria, por educación. Más con Shinichi había sido más tranquila y coqueta.

—Gracias. — se relamio los labios, justo cuando estaba apunto de decirle a Shinichi de dónde conocía al tal Amuro ya que parecía que se conocían de antes, de algún lado fue interrumpido por el sonido del piano y el arpa de fondo.

—Oh, la hora del baile. Joven Kudou, ¿me permite esta pieza?— se adelantó a decir el Alpha rubio. Provocando un leve sonrojo en el azabache.

—C-Claro. — aceptó sorprendido. Siento guiado por el rubio al centro del salón donde los demás comenzaron a bailar.

Kuroba no le quedó de otra que bailar con el Omega rubio a su lado para no hacer incómodo el momento. Tenía que admitir que es muy lindo, parecía tener buenas curvas y el olor no está nada mal. Aún así, le inquietaba el echo de no poder bailar con Shinichi, y es el único que está en su mente.

—¿Le sucede algo?— preguntó Yukio sacándolo de su ensoñación. Sus orbes verdes y aroma desprenden preocupación.

—No, no es nada.— respondió despreocupado, sonriendo dulce para tranquilizar al rubio menor.

—Parece que mi compañía le aburre.— sonrió un poco triste, desviando su mirada. Kuroba lo tenía agarrado de la cintura y espalda alta, esos bailes son lentos y armoniosos.

En realidad Kaito intentaba acercarse mientras bailaba hasta donde está Shinichi y Tooru.

—No es eso, sólo estoy pensando en muchas cosas. Perdón. Es el estrés, no es tu culpa.

—Lo comprendo, es el líder de todo un país. Necesita a alguien a su lado que le ayude, lo relaje con tan sólo su aroma.

—Eso debe ser. Mi madre me sigue presionando para que despose a alguien.— agregó con una corta risa.

—La mía igual.

—Espero no le ofenda, digo usted se ve joven y hermoso, ¿Cuántos años tiene?— por fin puso toda su atención en el rubio de ojos verdes. Yukio sonrió feliz con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Veinte años. Ella dice que estoy listo para casarme y tener cachorros.— soltó algo avergonzado, recordando las palabras de su madre.

—La mía dice que ya estoy algo viejo, bueno no tanto pero que ya me tarde en escoger a alguien.— suspiró, pensar que en unos años va a envejecer le hace reflexionar. Pero, quiere envejecer con alguien a su lado. Mientras miran a sus hijos crecer y madurar.

—¿Nadie le ha captado su atención?— preguntó curioso e interesado Yukio.

—Bueno, en realidad. . . No sabría que decir.

—¿Puedo llamarlo Kaito?— preguntó con ilusión, poniendo nervioso al nombrado. No sabía cómo decirle que no al rubio. No quería ilusionar lo diciéndole que no tenía problema. Se ve tan joven y soñador. Además aún tiene oportunidad de escoger un esposo, joven y que sea bueno con él. Que no le maltrate. Es lo mínimo que debe merecer.

—B-Bueno. . .

—Disculpen, ¿puedo bailar con el Emperador? — fue interrumpido de tan siquiera pensar bien su respuesta. Para su gran sorpresa, Shinichi intervino acompañado del otro Alpha Amuro.

¿Cuánto tiempo pasó en realidad bailando con Yukio?

Jadeo sorprendido, pero con cierto deseo.

—No sé si él quiera.— repuso Yukio, haciendo un puchero en sus labios, frunciendo el ceño. Apegándose más a Kaito, como si lo estuviera celando. — ¿Usted quiere, Kuroba?— lo miró fijamente expectante.

—Shinichi. Lo siento . . . — miró a su acompañante con una suave sonrisa haciéndolo sonrojar, Kudou sintió que lo habían rechazado. Por un momento deseó irse ahí al creer que Kaito ya había encontrado a alguien mejor por fin. Y no lo culpaba, tenía a su lado un Omega Hermoso. De grandes ojos verdes, quizás más agraciado que él y de su mismo nivel social. — Vessalius, temo que deberé dejarlo.— soltó tomando por sorpresa a los dos Omegas.

—Entiendo. — murmuró sonriendo con pena, para ocultar su tristeza.

—Amuro, ¿Podrías acompañarlo?— le preguntó Shinichi refiriéndose a Yukio.

El Alpha comprendió le sonrió comprensivo. Había notado mientras bailaba con el azabache que esté no tenía su atención en él.

—Por supuesto. Siempre estaré encantando de bailar con lindos Omegas. — agregó haciendo sonrojar a Yukio, quién no le quedó más opción, sólo para no estar a solas.

Kaito tomo las manos de Kudou poniéndolas en su cuello, y luego las suyas en su cintura, alejándolo a él. Algunas miradas volvieron a ellos. Nuevos murmullos se crearon en el ambiente. Incluso más que cuando se puso a bailar con Yukio.

—Pensé que me ibas a seguir ignorando.

—Yo no te he estado ignorando. Sólo me entretuve con Tooru. No sabía que pertenencia a la realeza.— explicó mirando detrás de Kaito, la mirada de la Emperatriz le ponía aún más nervioso.

—¿Lo conoces?— algo gruñó dentro de Kaito. Su Alpha, de tan sólo pensar que su Omega podría estar con alguien más le enoja, o le entristece.

—Cuando trabajaba en casos, a veces colaborabamos juntos. Era entretenido y muy amable.— respondió con calma, recordando esos días. Realmente los extraña, su mirada nostálgica y aroma hizo pensar a Kaito que Amuro podría ser alguien significativo para Kudou. No evito apretar más el agarre de su cintura, causando que Shinichi por fin lo mirada a los ojos. Sus narices casi rozaron.

—Comprendo.

—Me sujetas muy fuerte de la cadera, Kaito. — agregó divertido por la situación y los obvios celos que el Alpha desprende, pero también sus mejillas se ruborizaron. Porque en realidad le gusta que estén cerca.

—Lo siento.

—Parece como si estuvieras celoso. Cuando el celoso aquí soy yo.— admitió ocultando su rostro en el pecho del mayor.

—No pude evitar que, espesa, ¿Que dijiste? ¿Estás celoso?— soltó con sorpresa. Y a la vez reconfortante por tener a Kudou recostado en su pecho.

—Bailabas y te veías muy unido a un bello Omega rubio. Pensé que me ibas a rechazar la invitación de baile.— confesó soltando un suspiro de pesadez. Su Omega se entristeció al verlo tan animado con otro.

—Lo que más deseaba bailar era contigo, pero te fuiste con alguien más y tampoco quería dejar sólo al hijo de un Archiduque, no es de caballeros dejar solo a un Omega. — explicó sintiendo un peso menos, aunque el único peso que desea cargar es el de Shinichi.

—Eres muy amable Kaito. Me gustan los Alphas así.— sin poder creerlo, se estira para darle un beso cerca de la comisura de sus labios. Kaito supo que no había nada más bonito que el aroma y la sonrisa de Shinichi, recargando se sobre su pecho y con sus brazos rodeando su cuello. Es tan perfecto.

Además de sentir el fuerte cosquilleo por el contacto de los labios del menor cerca de los suyos.

—Oh. . . Me alegra oír eso.— sonrió encantando, apoyando su barbilla en los azabaches cabellos de Shinichi.

Chikage admiro en silencio por el momento romántico que su hijo pasaba, mientras brindaba con sus amigos por un mejor futuro.

V

Cuando pasaron los días y la fiesta culminó, todo parecía regresar a la "normalidad". Aunque claro, la madre de Kaito lo seguía presionando y ahora estaba más enojada.

—Quiero hablar con el joven Kudou. — ordenó su madre, cruzada de brazos bastante decepcionada.

—¿De que?

—No escogiste a alguien en el baile. Así que debo suponer que ya le propusiste matrimonio.

—Lo haré luego mamá. Esta noche llega mi celo, ¿Recuerdas?— sonrió incómodo. Por razones no toma supresores, siempre lo encierran en su cuarto cuando llega ese día.

—Esta bien. Te dará dos días más. Y quiero saber su respuesta, hablar con él y sus padres si es que acepta.— suspiró irritada, pero podía comprender que el Omega tuviese sus temores e inseguridades.

—Claro, claro.

Kaito salió para ir en marcha a su habitación. Podía pasar su celo con algunas prendas del Omega que le robaba y las tenía bien escondidas. Aunque le gustaría pasar su celo con él, y marcarlo.


Palabras: 5,183
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: Martes 31 de diciembre del 2019.
Historia: "El Emperador"
Au: Omegaverse
Nota del escritor:

En Japón ya es año nuevo xd. En fin, la segunda parte ha sido publicada y es muy probable que la siguiente sea la última. Tomen en cuenta que es un One-Shot dividido en tres partes.

Algo que cambié fue Aoko, ella iba a sentir interés en Kaito y no estaría comprometida como escribí a último momento.

Ah, para los que lean "Indeleble" (historia en colaboración), el segundo capítulo será publicado el día de mañana.

uwu ojalá les guste. Hasta la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top