Capítulo 8

Elena sentía algo de nervios por la idea de volver a ver a Richard Lancaster. La última vez él la había visto en ropa interior, no estaba segura de que verlo la ayudara mucho a no sentir vergüenza. Pero Elena tenía que verlo de nuevo, debía agradecerle por lo que había hecho. Y, de ser posible, pedir su ayuda una vez más. 

Solo se escuchó una puerta en el interior y poco después apareció él. Elena no había tenido mucho tiempo para verlo en aquella ocasión, pero ahora que lo tenía de frente, era muy apuesto. Aunque claramente era mayor, era relativamente joven, y su pelo era de un color castaño muy claro, casi rubio.

Richard: Es bueno verlos de nuevo.

Profesor Hudson: Pareciera que te metes en estos embrollos a propósito...

Richard: (con los brazos cruzados) No tengo la culpa de que existan ese tipo de idiotas, no me pienso quedar de brazos de cruzados cuando se meten con una bella dama.

Elena: (sonrojándose) ¿B-Bella dama?...

Richard se fijó en Elena por primera vez.

Richard: Ah, señorita. No me fije en que se encontraba aquí, perdóneme si la incomodé con mi comentario.

Elena: (apresuradamente) N-No se preocupe, no me incomodó para nada, es solo que no estoy acostumbrada a que me digan cosas así, le aseguro que no tengo ningún problema con que me diga eso, solamente estaba siendo amable y no soy quien para juzgar su forma de ser, usted es una gran persona...

Elena se sorprendió con la risa de Richard.

Richard: No se preocupe, lo comprendí. No hace falta estar nerviosa.

Elena intentó sonreír, pero por dentro se sentía como una completa tonta. ¿Porque siempre hablaba de más cuando se ponía nerviosa? Podía escuchar las risas de Celia en estos momentos. Pero recordarlo le resultó doloroso. Menos mal que el alguacil llegó para aliviar el momento.

Alguacil: Llamé al oficial Montgomery en Wildlands, el ayudó a confirmar su identidad.

Richard: ¿Me mandó saludos?

Alguacil: No exactamente, pero lo que le dijo no lo mencionaré en presencia de las chicas.

Richard pareció hacerle gracia ese comentario.

Richard: No esperaría menos de Steven Montgomery.

Alguacil: Hay otra cosa por mencionar...

Puso sobre el mueble frente a Richard un saco de aproximadamente el tamaño de la cabeza de una vaca. El sonido en su interior dio a entender que se trataban de monedas.

Alguacil: Parece que el Clan Coyote llevaba causando estragos desde hace tiempo, la recompensa por acabar con ellos era de ciento cinco maedas de oro, cinco por cada miembro.

Richard Lancaster no pudo evitar reír ante esto.

Richard: Quien lo diría, terminamos recibiendo la paga de un trabajo en el que no nos contrataron.

Alguacil: (despidiéndose con una inclinación de su sombrero) Le deseo suerte a todos ustedes.

El hombre se retiró y Richard tomó las monedas y lanzó la bolsa a Aisha, quien la atrapó y fue a guardarla en las cosas que llevaba Aether. Viper volvió a observar a Elena.

Richard: Creo que es momento de presentarnos como se debe. (extendiéndole la mano) Richard Lancaster a su servicio.

Elena: (estrechando su mano) Elena Timberlake, es un placer conocer al famoso Viper.

Richard: Solo dime Richard.

Elena: Sí, tus amigos me lo dijeron.

El grupo salió de la Comisaria, el pueblo estaba tan en su rutina habitual que parecía que no había sucedido ningún altercado.

Richard: Parece que nuestros caminos se separan, señorita Timberlake.

Elena: (Ya se marchan) ¿Ya se van a marchar? 

Richard: Nos estamos dirigiendo a la capital, aunque claro que realmente no tenemos un lugar específico para ir.

Profesor Hudson: Solo es hacer tiempo hasta que reparen nuestra aeronave.

Elena: (sorprendida) ¿Tienen una aeronave?

Profesor Hudson: Teníamos...

Richard: Tenemos. Una amiga nuestra la está reparando, y se que quedará como si nunca le hubiera pasado algo.

Profesor Hudson: (mirando de forma inquisitiva a Richard) ¿Ya olvidaste porque no la tenemos?

Richard: (con mal humor) Esos hombres eran simples gitanos que robaban a transeúntes en el desierto, ¿cómo pude haber sabido que llevaban un cañón con ellos?

Aisha: Aunque hay que reconocer que tenían buena puntería, solo necesitaron un tiro para...

Richard: (cortando la conversación) El caso es que hasta que reparen la aeronave, tendremos que sobrevivir por nuestra cuenta a pie. El profesor todavía tiene su estudio en la capital, pensábamos movernos hacia allí hasta que la aeronave estuviera lista.

Aisha: Realmente solo estábamos aquí de paso para descansar y reponer provisiones. Pero no pensábamos quedarnos mucho tiempo.

Elena no podía creerlo. ¿Ya tan pronto se iban a marchar?

Elena: Yo... de hecho quería hablar con usted, señor Lancaster.

Richard: (confundido) ¿Hay algún problema?

Elena apretó los puños para darse valor.

Elena: Como usted se ha dado cuenta, yo vengo de Marouyane. Pero no vine aquí sola, llegué con mi hermana Celia.  La caravana en la que veníamos fue asaltada por un grupo de mercenarios, solo ella y yo sobrevivimos. Mi hermana fue capaz de leer unos códices que llevaban consigo, por eso nos dejaron vivir. (recordar lo siguiente humedecieron los ojos de Elena) Yo pude escapar, pero mi hermana sigue con esos hombres, y debo ir a rescatarla. Pensar en lo que ha de pasarle en estos momentos a mi pequeña...

Elena no pude evitar las lágrimas por más tiempo. Sacó la bolsa de maedas de bolsillo y la extendió hacia Richard.

Elena: Es todo cuanto tengo para pedirle sus servicios. Quizá no sea mucho, pero se de lo que es capaz y se que puede rescatar a Celia, porque usted es todo lo que no soy...

Richard: Señorita Timberlake...

Elena: (llorando con ganas) No fui capaz de salvar a mi hermana, todo porque soy una cobarde y una débil. Todo esto es mi culpa, pero no conozco Imperio del Sol lo suficiente para salvarla yo misma. Soy tan torpe que ni siquiera recuerdo el nombre del lugar al que iban, yo...

No fue capaz de decir nada más, realmente no era capaz de decir más cosas que pensaba de ella misma. Pero sus sollozos pararon cuando Richard empujó ligeramente la bolsa de regreso a ella.

Richard: Señorita Timberlake, ni es una torpe, ni es débil, y definitivamente no es cobarde. La ayudaré, pero no pienso tomar ninguna de las monedas que lleva en este saco. No quiero tomar más monedas de las que ya me dio.

Elena sintió una ligera confusión.

Elena: ¿Qué monedas le dí?

Richard Lancaster sonrió divertido.

Richard: ¿No lo recuerda? Usted me dio ciento cinco maedas de oro a cambio de mis servicios.

Profesor Hudson: Esas te las dio el alguacil.

Richard: Ya. Pero eso fue porque la señorita Timberlake nos permitió encontrar al Clan Coyote y encargarnos de ellos. Tal y como yo lo veo, ella prácticamente pagó por nuestros servicios para llevar a cabo esta travesía. Y de todos modos, este trabajo tan solo tiene un valor de noventa maedas de oro. Por lo que le regresaré a la señorita Timberlake aquellas quince maedas que sobraron de lo que nos dio. No quiero que abra esa bolsa bajo ningún concepto, salvo para que guarde el cambio que le estoy regresando. Después de todo, (guiñándole el ojo a Elena) necesitará hasta la última moneda de esa bolsa para usted y su hermana cuando se instalen en estas tierras.

Elena estaba enmudecida. Aquel hombre no solo estaba decidido a ayudarla a recatar a Celia, sino que inclusive le estaba dando quince maedas de oro. Una gran sonrisa se extendió por su cara y, sin pensarlo mucho, se lanzó a hacía rodeándolo en un fuerte abrazó mientras lagrimas de alegría corrían por sus ojos.

Elena: Gracias, gracias, gracias...

Richard simplemente le dio unas suaves palmaditas en la cabeza.

Richard: Todo saldrá bien señorita Timberlake, haré todo cuanto este a mi alcance para rescatar a su hermana sana y salva.

Elena se separó y se limpio los ojos.

Richard: Bueno, ahora simplemente será cosa de dar con aquellos captores.

Elena: Lo sé, pero no estoy segura...

Richard: Vayamos a un lugar más privado, allí podremos investigar la región en nuestro mapa para dar con un posible lugar.

Elena: ¿Y los encontraremos?

Richard: (sonriendo) Por supuesto, no me cabe la menor duda.

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