Capítulo 28
El comedor no se quedaba atrás al resto de la aeronave, casi parecía que todo lo que había allí se hacía a lo grande. Entre las sillas que rodeaban aquella mesa rectangular de madera fina, se vislumbraba a Richard sentado con los brazos cruzados y una pierna sobre la otra.
Richard: ¿Disfrutó el recorrido de la Atalaya, señorita Timberlake?
Elena: Sí. Este lugar es impresionante.
Aisha: ¿Todo bien, maestro?
Richard: Claro, Aisha. Felicia simplemente quiso charlar conmigo.
Profesor Hudson: ¿Sobre la aeronave?
Richard: No exactamente...
Profesor Hudson: Mmmm...
Richard: (sonriendo) No es nada de que preocuparse, profesor. Tan solo fue una charla de amigos.
Elena: ¿Y Felicia?
Richard: Fue a cambiarse de ropa, no tardará en reunirse con nosotros.
Elena: Es una lástima, realmente quería agradecerle la habitación.
Felicia: Sabía que te gustaría(1).
(1. Esta imagen es solo para mostrar el vestuario. Físicamente no es del todo igual a la imagen anterior, pero recuerden que estas imágenes son solo una aproximación a la idea en mi mente).
El cambio de vestimenta realmente transformaba a Felicia. Se había soltado parte del pelo platino y el resto lo había sujetado como una larga cola de caballo. Verla sin su vestimenta formal hacía que se viera más joven de lo que había aparentado, casi lucía más joven que Richard.
Felicia: Esa habitación perteneció a un viejo alquimista que vivió aquí hace muchos años. Hay varias habitaciones que no son usadas por nadie aquí. Supuse que te gustaría al ver tu pasión por la alquimia, es casi igual a mi pasión por las máquinas y mecanismos.
Elena iba a preguntar sobre el asunto, pero Felicia fue más rápida.
Felicia: (cruzando los brazos) ¡Las sillas son inofensivas! No entiendo por qué no han tomado asiento.
En unos instantes tan solo Aether permanecía de pie, ya que su peso podría romper las sillas. Unos camareros trajeron platos con sopa a todos en la mesa y se retiraron. El grupo charlaba mientras comía.
Profesor Hudson: ¿Cómo han estado las cosas por aquí?
Felicia: (encogiéndose de hombros) Podríamos decir que bien. Es cierto que hay ciertas charlas sobre ciertos temas que involucran mi posición de líder, pero realmente vivimos apacibles y sin problemas.
Profesor Hudson: Bueno, eso es lo importante.
Aisha: ¿Y la aeronave?
Felicia: (sonriendo) Mañana estará reparada totalmente.
Richard: Sabía que lo conseguirías, nunca me has defraudado.
Felicia: Sabes que te quiero mucho, Richie. Por muy cabezota que puedas llegar a ser, has sido cercano a mi desde que tenías catorce años.
Elena: (sorprendida) ¿Se conocen desde tanto tiempo?
Felicia: Sí. Hace años, mi padre contrató los servicios de un gunslinger de nombre Diego Romero. Él llegó aquí con su aprendiz, el cual era Richard, nos conocimos mientras ambos charlaban. Desde entonces somos grandes amigos, puede que tenga que lidiar con responsabilidades como líder de este lugar, pero eso no impide que nos sigamos apoyando el uno al otro.
Richard: Tú has sido alguien que marcó mi pasado, olvidarte sería casi un pecado.
Felicia le guiño el ojo a Richard. Al sentir que su conversación había acabado, Elena creyó que era hora de hacer la pregunta que tenía en su mente desde hace mucho.
Elena: ¿Felicia?
Felicia: Dime.
Elena: ¿Qué es este lugar? ¿Por qué hay una máquina voladora sobre Imperio del Sol llena de inventores?
Felicia: Supongo que es lógico que preguntes eso. Aunque es una historia relativamente larga, por lo que creo más prudente acabar por lo menos con la sopa para evitar enfriarla.
En cuanto todos acabaron, los camareros aparecieron y Felicia les pidió privacidad mientras recogían los platos. Ellos se fueron del lugar cerrando la única puerta.
Felicia: Los inventores siempre hemos querido crear lo que imaginamos, demostrar de lo que podemos ser capaces, pero allá abajo no somos capaces de lograrlo.
Elena: ¿A qué te refieres?
Felicia: (molesta) Nadie apoya a menos que saque ganancias de eso. La mayoría de naciones no toma en serio a los inventores, mecánicos o alquimistas a menos que lo que crean puede ser usado como arma. Y lo peor es que la avaricia es parte del ser humano, nunca podremos esperar un cambio de las personas ya que genéticamente nunca lo harán. Eso fue lo que mi antepasado, Augustus Clayton, comprendió en su momento.
Elena pensó en lo que decía Felicia, era triste pensar cómo la guerra parecía estar presente en la historia de Elementia y que nunca se lograba ir por completo.
Felicia: Augustos Clayton era uno de los primeros grandes inventores de la Era Revolucionaria(2), era consciente de que nunca podría ser capaz de encontrar en el mundo un lugar para gente como él. Por lo que tomó la decisión de crear su propio lugar. Y para ello tuvo que hacer uso de su posesión más famosa.
(2. Elementia está dividida en cinco eras de quinientos años cada una: Era Primigenia, Era Dorada, Era Salvaje, Era Revolucionaria y Era Moderna. La primera representa a un periodo en el que se creo el mundo y surgió la humanidad. La segundo fue la era de los máximos reinos de la humanidad (En Imperio del Sol tan solo fueron Osiria, Arabisand y el extinto reino de Persai). En la Era Salvaje se le reconoció como la de las guerras más largas y/o sangrientas a lo largo de toda Elementia. La Era Revolucionaria fue cuando se empezaron a dar los primeros avances tecnológicos y modificó la forma en que la humanidad avanzaría. Y finalmente la Era Moderna, en la que se desarrollan los eventos de esta historia.
La forma en que se coloca una fecha sería algo como: 15 de Agosto del año 235 de la Era Salvaje o 30 de Abril del año 444 de la Era Revolucionaria. Si se lo preguntan, los eventos de esta historia se desarrollan en el año 50 de la Era Moderna. Para ayudar a comprender mejor esta línea de tiempo, les dejo una imagen de ayuda).
Elena: (confusa) ¿Posesión?
Felicia: Al explorar la regiones de Jordenorth para sustraer piedras de fuego, encontró un fragmento de tres metros de alto. Un objeto único y con una fuente de energía ilimitada. Fue inteligente, mantuvo en secreto este objeto hasta lograr su máximo invento. Uno que prometería la libre invención para todos aquellos genios cuyas mentes estaban limitadas por la visión minimizada de los superiores.
Elena: Deduzco que te refieres a la Atalaya.
Felicia: (sonriendo) En efecto, aunque cuando lo empezó a construir, nadie sabía que era para ese fin. Convenció al entonces rey de Wildlands que le permitiera crear un centro para enseñar a la gente a crear maquinaria de primera. El rey aceptó y fue cumpliendo todos los caprichos que Augustus pidiera para construir este lugar. Pero mi antepasado, en secreto, repartió invitaciones a grandes inventores para poder vivir en un sitio donde tendrían libertad creativa. El día en que se terminó la Atalaya, Augustus puso en el núcleo de su más grande invención aquella inmensa piedra de fuego, lo que le dio energía a la Atalaya y le permitió volar.
Elena: Wow, ¿y nadie se dio cuenta?
Felicia: (riendo) Por supuesto que lo hicieron.
Elena: ¿Qué sucedió entonces?
Felicia: Las aeronaves no alcanzan tanta altura como la Atalaya, o por lo menos no las aeronaves que no se hacen aquí. La gente dio por muerto este lugar, pero en realidad sigue vivo. Un paraíso para inventores y soñadores. Donde no deben estar atados a los caprichos de las personas que mueven al mundo para subsistir. De allí han sido varios los descendientes de Agustus que han tomado el liderazgo de este lugar. Yo tomé el lugar de mi padre cuando este falleció, fue duro tomar un cargo tan importante al cumplir los veintiún años, pero con el tiempo logré ganar la mayoría de la confianza de la gente como líder.
Elena: (sonriendo) ¡Eres increíble! Ojalá fuera tan talentosa y hermosa como tú.
Felicia: (sonriendo incómoda) Bueno, tan hermosa como yo no sería la mejor idea.
Elena: (confusa) ¿Por qué lo dices?
Felicia: ¿Recuerdas cuando dije que si me dieran una maeda de oro por cada vez que ayudo a Richard, sería capaz de comprar todo Wildlands?
Elena: Me acuerdo.
Felicia: Pues si me dieran una por cada vez que alguien me ve el trasero, tendría suficiente para comprar todo Imperio del Sol.
Elena: ¡¿Qué dices?!
Felicia: (levantando los brazos) ¿Qué culpa tengo yo de estar bien desarrollada?
Richard: Bueno, es que la más hermosa de este lugar.
Felicia: (mirando a Richard con reproche) ¿Intentas justificar que tú también llegaste a ser culpable de eso?
Aisha: ¡Maestro Lancaster!
Richard: (molesto) ¡Oye! Fue solo una vez, y por accidente. Cuando te cambias en una habitación, pones seguro a la puerta para que nadie entre.
Felicia: (cruzando los brazos) Ya, y lo lógico es que uno toque la puerta de una habitación ajena antes de entrar.
Richard: (masajeando su frente con los dedos) Tenía dieciocho años apenas, no era tan maduro como lo soy ahora.
Felicia: Pues el caso es que me lo viste cuando me ponía unas medias, y ni siquiera fuiste lo bastante valiente como para aceptar una bofetada de mi parte.
Richard: Tampoco tuve la culpa de eso, cierto pájaro actuó sin mi consentimiento.
Azahar salió del cuerpo de Richard y lo miró directamente desde la mesa.
Azahar: El emisario anterior a ti siempre me pedía un escudo protector antes de recibir un golpe, era una costumbre de millones de años.
Richard: Soy consciente de que me iba a doler, pero tampoco es que me fuera a morir por eso. Y más le dolió a Felicia que a mí.
Felicia: ¿Te extraña, Lancaster? ¡Fue como golpear una columna de acero y me fracturé la mano!
Richard: Pero le pedí a Azahar que te la volviera a reparar.
Felicia: Pues por culpa de esa mierda, nunca he tenido al valor de volver a abofetear. Aunque hay ocasiones en las que me ha tentado hacerlo, siempre me da miedo de volver a fracturarme la mano.
Richard: (sonriendo apenado) Es curioso que termináramos llegando a este punto solo por hacerte un cumplido.
Felicia: (suspirando) Es que hay ciertos temas que uno no debe tocar.
Richard: Bueno, al menos no pudo haber una charla más incómoda que esa.
Elena: Ustedes fueron pareja, ¿verdad?
Un silencio incómodo se hizo en la mesa. Elena comprendió que había metido la pata.
Elena: (apresuradamente) Perdón, no quise decir algo así a la ligera. Es que yo no me fijé que era el peor momento para decir algo así. Es solo que hay unos amigos de donde vengo que son pareja, y ellos siempre suelen actuar de ese modo. Claro que eso no debía significar que eran eso, tan solo era curiosidad...
Felicia: De acuerdo, ya entendí que lo lamentas.
Richard: Le suele pasar cuando está nerviosa.
Felicia: ¿Le pasó lo mismo cuando conoció a Azahar?
Richard: En realidad no, se puso a gritar asustada.
Felicia: Bueno, he de reconocer que yo también hice lo mismo la primera vez.
Elena: (molesta) ¡Oigan! ¡Que estoy frente a ustedes!
Richard: Bueno, creo que lo mejor es no dejar dudas al respecto.
Profesor Hudson: (encogiéndose de hombros) No se preocupen por mí, mejor que no quede confundida.
Felicia empezó a acariciar su pelo incómoda.
Felicia: (sonrojada) Lo cierto es que Richie y yo fuimos pareja antes de que Amelia y el profesor llegaran a su vida. Fue una relación linda, pero el camino de ambos apuntaba en direcciones opuestas y cortamos.
Richard: Pero el hecho de conocernos de tanto tiempo hizo que siguiéramos siendo amigos. Aunque no tengamos los mismos sentimientos que cuando eramos jóvenes, siempre estamos allí para apoyarnos entre nosotros.
Elena tenía dudas sobre otras cosas, pero no quería llegar a volver a meter la pata más de lo que había hecho. Por lo menos Aisha encontró la forma de solucionar la situación.
Aisha: (sonriendo) Felicia, ¿por qué no nos muestras la aeronave para ver su estado?
Felicia: (dando una palmada emocionada) ¡Que gran idea, Aisha! Y además el lugar está cerca del laboratorio alquímico, por lo que Elena tendría la oportunidad de conocerlo.
Elena: (Emocionada) ¿Entonces por qué seguimos aquí? ¡Vayamos de una vez!
Mientras el grupo se levantaba, Azahar volvió a meterse en el interior de Richard y este miró a su aprendiz sonriendo.
Richard: (moviendo los labios) Gracias.
Aisha tan solo le sonrió a su maestro a modo de respuesta.
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