Capítulo 23
Pese a la oscuridad del túnel, Aisha se enfrentaba con uñas y dientes a los miembros del Clan del Cuervo. A pesar de haber acabado ya con nueve, quedaban otros seis en pie. Puede que aquellos despreciables hombres no pudieran reaccionar por la falta de luz, esto no era un impedimento para la joven arabisana. Debido a su entrenamiento como guerrera de Arabisand, su sentido del oído se había agudizado. Y su entrenamiento con el maestro Lancaster prácticamente lo había perfeccionado, pues según las palabras de su maestro: "Más que la vista, el oído es el sentido más importante de un gunslinger. Pueden cegarte, pero usando los sonidos pueden encontrar el camino para disparar una bala. Jamás permitas que te quiten el oído, ya que tu equilibrio, destreza y reflejos dependen de que eso no pase. Un sordo no puede ser un gunslinger, incluso si tiene una vista precisa".
Un escalofrío le recorrió la espalda y giró antes de que una daga se clavara en su espalda. Sin perder tiempo, descendió su arma sintiendo como traspasaba a través de algo, posiblemente la mano de su atacante. El grito a su lado, eso le demostró la posición del sujeto y lanzó un tajo con su cimitarra hacia allí. Los sonido que siguieron después le dejaron en claro que le había cortado la garganta a su agresor. Unos pasos rápidos que se aproximaban a ella, pero ella saltó hacia delante pasando por encima de su agresor. Cayó rodando en el suelo, pero escuchó un sonido tras ella, uno de ellos había clavado su daga en el suelo al tratar de darle.
Sin perder tiempo, pateó hacia el lugar en donde se había escuchado la daga y le dio a su atacante en las costillas. Escuchó al hombre poner la rodilla en tierra por el dolor y se abalanzó sobre él, rodaron sobre el suelo quedando con su atacante sobre ella. De pronto, el cuerpo dio varias sacudidas y se volvió más pesado, un chorro de algo líquido y caliente cayó sobre el vientre de Aisha, claramente sangre.
Enamascarado 3: ¡Lo hice, muchachos! ¡Acabo de matar a la niña! ¡Vaya que costó acabar con...!
El hombre no acabó de hablar. Tras quitarse al muerto de encima y ponerse de pie, Aisha clavó su cimitarra en el cuerpo del adversario, al mismo tiempo de que el tren salía del túnel y la luz regresaba. Delante de ella había otros dos enmascarados. Antes de ver detrás y de que pudiera sacar su arma, el tercer hombre la atrapó por detrás dejándola con los brazos inmovilizados. Uno de los que se encontraba frente a ella, se acercó de forma amenazante con la daga.
Enmascarado 4: ¡Pagarás caro por esto!
Aisha esperó el momento idóneo y pateó la mano del hombre frente a ella. Aprovechó que la vista de los hombres se quedó un momento en el cuchillo y se liberó pateando con fuerza la pierna de quien la tenía amarrada, la cual hizo un sonido como de algo crujiendo. Tras liberarse de su agarre, golpeó al hombre detrás de ella en el rostro, el cual tenía los cristales rotos por la patada de hace un rato. Con destreza, tomó la daga en el aire y, sin perder tiempo, la clavó con fuerza en el cuello de su propietario. El hombre cayó al suelo sin vida y ella lanzó la daga al hombre de los cristales rotos. La daga se enterró entre sus ojos. Volteó a ver al hombre detrás de ella y sacó la otra cimitarra que tenía a su espalda.
Aisha: Hora de acabar con esto.
La chica se abalanzó a gran velocidad, con un grito de combate y sin que el hombre pudiera reaccionar, Aisha le dio un fuerte tajo en el estomago. Hubo un momento de silencio, hasta que el hombre cayó al suelo.
Elena entró rápidamente en el lugar.
Elena: ¡Aisha! ¿Te encuentras...?
Elena enmudeció. Los hombres estaban sin vida en el suelo, mientras que Aisha guardaba su cimitarra en la espalda.
Elena: ¿Acabas de...?
Aisha: Sí, los maté. Puede que sea joven, pero sigo siendo una guerrera digna del ejercito de Arabisand.
Aisha se acercó a uno de los cuerpos y extrajo su otra cimitarra, la guardó a su espalda junto a la otra.
Elena: Estas cubierta de sangre.
Aisha: (encogiéndose de hombros) Ninguna gota es mía.
Elena intentó sonreír, lo cual era difícil por los cadáveres frente a ella y la sangre sobre Aisha.
Elena: (rascándose la cabeza) Eres increíble, no pensé que serías capaz de derrotar a tantos hombre tú sola.
Aisha: Tú también lo fuiste, cuando ayudabas a los pasajeros, muy poca gente suele tener iniciativa en momentos así. (mirando a Elena a los ojos) ¿Cómo se encuentran?
Elena: (cruzando los brazos) Asustados, pero no hay nadie que saliera herido.
Richard: Eso siempre es lo importante.
Ambas chicas voltearon a ver a Richard que salía del otro extremo del tren. Estaba cubierto de mucha arena y polvo, y una de sus manos agarraba con fuerza su hombro.
Aisha: (preocupada) ¿Se encuentra bien, maestro Lancaster?
Richard: (sonriendo) Solo es un rasguño, sobreviviré. ¿Tú lo estás?
Aisha asintió con una sonrisa.
Elena: ¿Dónde estabas tú?
Richard: (viendo hacia el techo) Estuve ocupado allí arriba. Tuve que dar mi máximo esfuerzo para que el tren no volara en pedazos. (volviendo a ver a Elena) ¿Nadie entrará por esa puerta?
Elena: En principio no, no creo que nadie quiera entrar aquí.
Richard: Entiendo. Azahar, ¿nos limpias un poco, por favor?
El halcón salió del cuerpo de Richard y una corriente de aire brotó del suelo con fuerza. La sangre sobre Aisha y la arena sobre Richard se desprendió de su cuerpo y flotó en el aire. Las dos cosas cayeron al suelo con fuerza, pero sin ensuciar a ninguna de las tres personas.
Azahar: Listo. Solo una cosa más...
Una brisa de arena se levanto del suelo e impactó ligeramente en el brazo de Richard, la herida se curó.
Richard: Gracias.
Azahar: No hay de qué.
Azahar volvió a convertirse en una brisa de arena y se adentró en el interior de Richard. Los tres comenzaron a sentir como desaceleraba el tren.
Elena: ¿Qué sucede?
Richard: Por culpa del Clan del Cuervo, el tren va a parar a ver los daños.
Elena: (preocupada) ¿Por cuánto tiempo?
Richard: (cabizbajo) No tengo idea.
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