Capítulo 2
Elena abrió los ojos despacio. Estaba aturdida, realmente el calor le había afectado mucho, miró a su alrededor. Se encontraba en una habitación casi vacía con una ventana que permitía el paso de la luz. A un lado de la cama en donde descansaba, había un mueble con una jarra de agua y un vaso. Era curioso ver como a pesar de lo que había sucedido, no sentía sed.
Una puerta se abrió y entró una mujer de vestido largo con prendas en los brazos.
Mujer: Veo que ya despertó.
Elena: (incorporándose) ¿Dónde...?
Ella sintió un dolor en la cabeza y volvió a caer sobre la cama, la mujer se apresuró a su lado.
Mujer: No se levante tan rápido, apenas se está recuperando de un golpe de calor.
La mujer tomó un pañuelo, lo humedeció con el agua y lo pasó por la frente de Elena.
Mujer: Es una suerte que una carreta la encontrara, pudo haber fallecido en aquel lugar solitario. Hubiera sido triste que una chica tan joven y bella como usted muriera de esa forma.
El pañuelo húmedo realmente ayudaba a Elena a aliviar el dolor, ya recuperada del dolor inicial, procedió a hacer a pregunta que necesitaba hacer.
Elena: ¿Dónde estoy?
Mujer: En el pueblo de Deleiro. Quizá no sea la gran cosa en comparación a la capital de Wildlands, pero siempre ofrecemos nuestra ayuda a quien lo necesita.
Con ayuda de la mujer, Elena pudo incorporarse lentamente de nuevo.
Elena: (masajeando su frente con la mano) ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Mujer: Hace cuatro horas desde que la trajeron aquí, ignoro el tiempo que pasó inconsciente.
Elena intentó recordar lo último que había pasado, pero era muy confuso. Entre el calor, el shock, la desesperación de escapar y la agonía de haber fallado a su hermana, su mente estaba fragmentada, y sus recuerdos e ideas no estaban claros.
Elena: ¿Sabe de alguien a quien pueda solicitar ayuda?
Mujer: Primero le aconsejaría que tomara una ducha y se cambiara. Le he encontrado prendas limpias que puede usar y que estoy segura que son de su talla.
Elena: De acuerdo, ¿y donde puedo asearme?
Mujer: El baño está en el pasillo puerta a la derecha, avíseme de necesitar algo más.
Elena: Se lo agradezco mucho.
La mujer se retiró y Elena se quedo un momento en la habitación. Era una fortuna seguir respirando, supuso que su madre todavía le demostraba lo mucho que le importaba. No podía quedarse de brazos cruzados, Celia la necesitaba más que nunca. Había muchas cosas por hacer, necesitaba provisiones, equipos y personas que pudieran ayudarla.
Se puso de pie, tomó las prendas que le había ofrecido la mujer y fue a buscar el cuarto de baño. Ya fuera del pasillo, entró por la puerta donde se supone que era.
No pudo evitar sorprenderse con el interior. Ese debía ser el famoso sistema de cañería(1) del que alguna vez escuchó hablar.
(1. Si existen las cañerías en este mundo, pero solo en reinos que manejan más industrialización. En Imperio del Sol, tan solo el reino de Wildlands maneja este sistema).
El decorado también ayudaba a que la habitación combinara con el color de las tuberías, por lo que realmente era el baño más precioso que Elena había visto hasta ahora. Cerró la puerta, coloco las prendas nuevas sobre el lavabo y se empezó a quitar la ropa. Realmente su ropa olía fuertemente a sudor, por no olvidar que se encontraba sucia de arena, polvo... y sangre.
Entró desnuda a lo que sería la ducha, y bajo la palanca que estaba allí. Un chorro de agua tibia salió disparado de lo que ella había pensado que era un megáfono y casi soltó un chillido de sorpresa al sentir el agua cayendo encima de ella. No estaba acostumbrada a bañarse de esa forma, en su casa era común calentar agua en la chimenea y llenar la bañera para ducharse cuando el agua se enfriara a la temperatura exacta.
Solo le tomó unos segundos el superar la sorpresa inicial y comenzar a bañarse. Elena era una chica que aprendía rápido, también solía ser muy intuitiva y decidida. Aunque pecaba de ser bastante insegura y tímida en algunas ocasiones. Era común que se pusiera sonrojada, incluso colorada, cuando algún muchacho guapo le hablaba, le hacía cumplidos, le entregaba obsequios, o simplemente se topaba por accidente con ellos. Su hermana siempre se burlaba y le gustaba molestarla respecto a ese tema.
El olor del jabón en su pelo era muy delicioso. Si tuviera una jeringa a la mano, podría extraer una ligera muestra para dar con los ingredientes y replicarlo. Realmente era una apasionada en la alquimia, nada le daba más satisfacción que hacer pociones, extraer esencias y sustancias y analizarlas en un laboratorio para descubrir sus efectos. Hace años que un vecino la había adentrado en ese mundo, y ella había quedado enganchada totalmente, al punto que realmente dominaba la alquimia como una forma de vida.
Subió la palanca al acabar y el agua dejó de salir, tomó una toalla limpia y procedió a secarse. Esa ducha había sido realmente satisfactoria y relajante, hace ya un tiempo que no experimentaba una sensación así. Era también interesante la forma en que Wildlands hacía accesible el agua para lograr llevarla a un baño, sin mencionar el hecho de que eran capaces de transportar el agua ya caliente.
Tras terminarse de vestir, se apreció en el espejo. No podía creer que realmente siguiera con tan buen aspecto, se acercó más y observó su rostro. Puede que al final todo saliera bien, no descansaría hasta dar con su hermanita, incluso pensó que no había nada que pudiera salir mal.
Fue entonces cuando bajó la vista al espejo y se fijó por primera vez de un problema con la camisa. Aunque sí le quedaba, el escote hacía resaltar sus pechos y hacerlos parecer más grandes de lo que eran en realidad. Elena siempre era reacia a enseñar más de la cuenta, con pantalones o falda larga, con camisas cerradas y que no dejaran nada a la imaginación. Suspiró, ya luego trataría ese tema, había cosas más importantes por delante.
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