Capítulo 16: En el Ministerio


Narra April:

Ya había anochecido cuando llegamos al Ministerio y, para nuestra sorpresa, éste se encontraba completamente vacío. Lancé miradas de soslayo a Neville, que caminaba aferrando su varita con determinación, pero él no pareció percatarse. Dejé a un lado todos los sentimientos que se aglomeraban en mi interior, para tratar de concentrarme en nuestra misión.

Avanzamos hasta el Departamento de Misterios, donde tras atravesar salas de muy diversa índole, llegamos a una gran estancia repleta de estantes que llegaban hasta el techo. En ellos, reposaban infinidad de bolas de cristal que brillaban con una luz azul. 

-Harry...- murmuré tras unos minutos de silenciosa caminata-. ¿Por qué está tu nombre escrito aquí?

Todos se arremolinaron alrededor de la bola de cristal que yo había señalado. En ese instante, un escalofrío recorrió mi espalda de punta a punta. Miré a ambos lados del pasillo, pero no vi a nadie; sin embargo, la sensación de estar siendo observados no me abandonaba.

A pesar de nuestras advertencias, Harry tomó entre sus manos la extraña esfera de cristal. Instantes después, seis personas encapuchadas nos rodeaban.

-Muy bien Potter, nos has ahorrado mucho trabajo viniendo tú mismo hasta aquí para coger la profecía. Cualquiera de nosotros habría enloquecido de haberlo intentado. Ahora, entrégamela y tus amiguitos no sufrirán daño alguno- dijo uno de ellos.

-¿Esto es una profecía?- preguntó él con fingida curiosidad, y mientras el mortífago hablaba, retrocedió unos pasos, acercándose a mí-. A mi señal, corred - me susurró sin apenas mover los labios.

Yo transmití el mensaje a todos mis compañeros, y los mortífagos, que se encontraban discutiendo si debían o no proporcionarle más información, no se dieron cuenta.

Confringo!- gritó Harry apuntando a los estantes.

Nosotros aprovechamos aquel momento de distracción para huir; sin embargo, la explosión generada por su hechizo, había provocado que los estantes se tambalearan y esto a su vez había hecho que las profecías cayeran sobre nosotros. En el momento en que se destruían, una nube de humo salía de su interior dibujando formas en el aire y una potente voz recitaba el contenido de cada una de ellas.

Una de las profecías cayó y se rompió a mis pies en mil pedazos, trasladándome de golpe a la visión con la que comenzaban mis pesadillas. Eché a correr, los cristales rotos producían cortes en mi rostro pero no me detuve. Pronto, la confusión hizo que perdiera de vista a mis amigos, corría sola por uno de los pasillos que los estantes formaban, solo que por suerte, no había cadáveres amontonados en el suelo.

Resbalé y caí golpeándome la cabeza con fuerza, todo daba vueltas por unos instantes, pero me obligué a seguir avanzando, no podían atraparme. Mi corazón comenzó a latir con más fuerza contra mi pecho, cuando eché una mirada atrás y vi una figura oscura siguiéndome.

Desmaius!- exclamé girándome ligeramente para apuntarle.

El mortífago cayó al suelo de golpe y yo avancé con rapidez hasta una portezuela que había visto, sabía que aquella no era la salida, pero si permanecía más en aquella estancia me atraparían seguro.

Aquella puerta resultó desembocar en un gran y oscuro pasillo que crucé corriendo, tratando de no prestar atención a los espeluznantes retratos que me seguían con la mirada. Al final del mismo, había tres grandes puertas de madera y, tras un instante de duda, abrí la que se encontraba a mi derecha.

-Ron- llamé al pelirrojo susurrando.

-¿April? Pensábamos que te habían atrapado.

Yo negué con la cabeza.

-¿Dónde están los demás?- pregunté.

-Los perdí de vista justo antes de entrar aquí, Neville ha vuelto para buscarte.

Sus últimas palabras me helaron la sangre, pero no tuve tiempo para reflexionar sobre lo que debía hacer ya que, en ese momento, un mortífago irrumpió en la estancia.

- ¡He encon...! - gritó, pero yo fui más rápida y no le permití terminar la frase.

Silencio!- exclamé haciéndole callar.

El mortífago nos miró con furia y nos apuntó con su varita. Ron y yo nos lanzamos al suelo, sabiendo de antemano que pretendía lanzarnos un conjuro no verbal. Sin embargo, no fuimos lo bastante rápidos y el hechizo le golpeó haciendo que saliera despedido, cayendo en un tanque de agua que había al final de la sala.

-Petrificus totalus- dije en voz baja.

El mortífago cayó al suelo cuan largo era.

-Incarcerous- murmuré, haciendo que quedase atado con unas resistentes cuerdas.

Tras comprobar rápidamente que hubiese realizado bien el encantamiento, acudí en ayuda de Ron. Lo saqué del agua y vi que una criatura muy extraña, parecida a un cerebro, pero con tentáculos, se agarraba con fuerza a su cabeza impidiéndole respirar. No sabía cómo ayudarlo, pero entonces, me percaté de que la sala se encontraba en una absoluta penumbra y deduje que, a aquellos seres, no debía de gustarles mucho la luz.

-Lumos solem.

Una intensa luz surgió de la punta de mi varita, haciendo que la criatura huyera despavorida. Ron no estaba consciente, así que lo arrastré hasta debajo de una mesa, para ponerlo a salvo de momento.

Tras cerciorarme de que respiraba con normalidad, corrí de nuevo hacia la sala de las profecías. Las esferas de cristal yacían al completo en el suelo y pocos estantes quedaban ya en pie. El humo no se había disipado del todo y alguna que otra profecía se escuchaba aún a lo lejos. No me atreví a llamar a Neville, por miedo a que me escuchase algún mortífago. Caminé entre los estantes tratando de normalizar mi agitada respiración.

No pude evitar soltar un pequeño grito de sorpresa, cuando un hombre torció la esquina chocándose conmigo. Caí al suelo, pero por fortuna aún aferraba la varita en mi mano, aunque no me sirvió de mucho, ya que el hombre se lanzó sobre mí, inmovilizando mis brazos y piernas. Su rostro lleno de cicatrices estaba muy cerca del mío, sentí una gran repulsión en ese momento y me agité tratando de alejarlo de mí.

-Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?- dijo con una voz grave y profunda.

-¡Suéltame!- grité.

-No, te explicaré lo que voy a hacer- murmuró mostrándome sus afilados colmillos-. Te morderé, para que todas las noches de luna llena lo pases tan mal como yo, sometiéndote a dolorosas transformaciones y aullándole a las estrellas. Pero primero...-dijo mientras extraía un afilado cuchillo de su bolsillo-. No te va a doler mucho, lo prometo.

Su cruel risa resonó en toda la sala, después para mí todo se volvió demasiado confuso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top