Capítulo 13: Patronus


Narra April:

Tres semanas después del mítico partido de quidditch, nos encontrábamos en una reunión del Ejército de Dumbledore, cuando Harry anunció que comenzaríamos a practicar el hechizo Expecto Patronum.

-Este encantamiento, es el único conocido capaz de ahuyentar a los dementores. Para conjurarlo, debéis concentraros en vuestro recuerdo más feliz.

-¿Podrías hacernos una demostración?- pregunté con emoción.

Como respuesta obtuve un leve asentimiento acompañado de una sonrisa. Harry se situó en el centro de la estancia y cerró los ojos un momento.

Expecto Patronum!- exclamó segundos más tarde.

De la punta de su varita, surgió una luz azul que tomó la forma de un gigantesco ciervo y recorrió la sala al completo antes de desaparecer. Por nuestra parte, solo había murmullos de emoción y admiración. Desde ese día, comenzamos a trabajar todos muy duro. Lo más difícil para mí, era encontrar el recuerdo adecuado y concentrarme en él.

Después de tres reuniones, Hermione consiguió realizar el encantamiento a la perfección. Su patronus era una nutria que jugueteaba a su alrededor, guiada por los movimientos de su varita. 

Era la cuarta reunión que dedicábamos a aprender aquel encantamiento, eché un vistazo a mi alrededor, casi todos habían conseguido invocar un patronus corpóreo. El de Alison era un delfín, el de Bonnie un pavo real, el de Ginny un caballo y el de Hannah un águila. Yo aún seguía intentándolo, hasta ahora solo había logrado unas pequeñas volutas de luz azul que tomaban la forma de una mariposa algo deforme.

Cerré los ojos y me concentré, el recuerdo de la llegada de mi carta a Hogwarts no era suficiente, y el de mi reconciliación con las chicas tampoco. Esta vez probé a pensar en Neville, en seguida decenas de recuerdos felices inundaron mi mente. Entonces, cuando realicé el hechizo, no solo apareció una mariposa bien formada, sino una bandada entera que volaba a mi alrededor.

Todos en la sala dejaron lo que estaban haciendo para mirar mi patronus, pues sabían que era a la que más le estaba costando aquel hechizo. Al terminar Harry se acercó para felicitarme y me hizo sentir muy orgullosa.

Al final de la clase, Neville y yo nos quedamos recogiéndolo todo. 

-Tu patronus ha sido genial- musitó.

-¿Cómo lo llevas tú? ¿Has conseguido hacer el hechizo?- pregunté.

-No termino de hacerlo bien, creo que el problema está en el recuerdo.

-A mí no me ha salido bien hasta que me concentrado en un recuerdo nuestro- dije tratando de animarlo.

Guardé lo que quedaba en mi mochila y me acerqué a él.

-Piensa en la tardes ayudando a la profesora Sprout, en nuestro primer beso, en el baile del año pasado...

Él cerró los ojos concentrado y asintió levemente. Pasados unos instantes, dijo el hechizo y las volutas de luz azul tomaron forma de león. Observé como recorría la habitación hasta que se desvaneció en el aire.

Neville, sin embargo, parecía confuso.

-No debería extrañarte, eres de Gryffindor y aunque no lo creas, eres muy valiente, como un león- comenté con una sonrisa.

  ϟ  

Narra April:

Semanas más tarde, nos encontrábamos al final de nuestra última reunión antes de las vacaciones de Pascua. En la Sala de los Menesteres solo quedábamos Harry, Neville y yo. Terminé de recoger mis cosas y me acerqué a ellos. Ambos contemplaban una fotografía, pero no llegaba a atisbar a los integrantes de la misma.

-Haremos que se sientan orgullosos, te lo prometo- le dijo Harry en voz baja.

Tras estas palabras, se despidió de mí y se marchó. Neville tenía un aire melancólico, no soportaba verlo triste.

-Es la Orden del Fénix, ¿verdad?

Él asintió ligeramente.

-Y, ¿cuáles son tus padres?

El muchacho señaló con el dedo a una joven pareja de mediana estatura, que miraban sonrientes a la cámara.

-Estoy segura de que se sentirían muy orgullosos de ti si te vieran en estos momentos, pero no creo que les gustara verte triste- dije cogiendo sus manos.

-A veces es inevitable.

-Lo sé, pero aquí estoy yo para animarte- dije antes de abrazar a Neville con fuerza.

-No me sueltes todavía- murmuró al ver que pasados unos instantes aflojaba mi abrazo.

Pasamos unos minutos así, disfrutando de aquel silencio. Cuando alcé la vista, pude ver unas lágrimas escapar de sus ojos. Besé su nariz con ternura y tras sacar un pañuelo de mi bolsillo, limpié sus mejillas con cuidado.

-¿Mejor?– pregunté.

-Sí, mucho mejor.

-¿Te apetece que demos un paseo por los jardines? Aún queda mucho para la cena

Tras su asentimiento salimos de la Sala de los Menesteres y pasamos la tarde juntos, me esforcé mucho para hacerle reír y conseguí que dejara a un lado la melancolía, al menos por un rato.

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