Capítulo 20


Cinco minutos después las dos se dirigían a la cena, no había tenido oportunidad de explorar la casa pues se había pasado en la cocina, pero la verdad es que tenía un gusto exquisito, antes de ir hacia al comedor las hicieron pasar a un salón donde había un pequeño grupo de personas vestidas para una cena de gala.

- Menos mal que me puse el mejor de mis vestidos. –Susurró Candy.

- Y yo que quería venir en vaqueros. – Rió por lo bajo Silk. – Afortunadamente no desentonaremos, así que esta es la vida de los ricos y famosos eh...

- Hablas como si no supieras de ello, has probado esto al lado de tu esposo.

- Bueno, sí. Pero no somos de salir demasiado tampoco. Además creo que tus carruajes serán mejores que los míos mi querida Lizzie. – Ambas prorrumpieron en pequeñas risas en el momento que Silk recitó ese dialogo (distorsionado por supuesto) de la película favorita de ambas "Orgullo y Prejuicio".

- Oh, calla Jane. No creo que Darcy sea dado a tantos lujos.

- ¿Entonces esto que es?

- Una agradable cena en el campo. – Dijo una voz femenina a sus espaldas y las dos dieron un respingo.

- Barbie... - Dijo Candy en cuanto vio de dónde provenía la voz. La rubia les sonreía con... ¿diversión en el rostro?

- ¿Barbie? Hace tiempo que nadie me llama así, Bárbara es mi segundo nombre y a decir verdad lo odio. ¿Cómo sabías como me llamaba?

- Seguro lo oímos por allí. – Intervino Silk.

- No pude evitar oír su conversación hace unos minutos.

- Dios... -empezó a decir Candy.

- ¿Quién es Darcy? – Preguntó la rubia con curiosidad.

- No vino. – Dijo Candy de inmediato.

- ¡Ah! Así que es un invitado.

- Sí, pero no vino. –Insistió Candy.

- Bueno, aun no has visto a todos los invitados. ¿Quién es? Dime y te ayudo a buscarlo. – Parecía más que dispuesto a ponerse a ello.

- Gracias, pero mejor espero a que me llame.

- Si le comparas con Darcy seguro que es todo un caballero y no tardará en avisarte si vendrá o no, espero lo haga.

- Gracias. – La rubia fue requerida por otros invitados y ellas se alejaron presurosas.

- No parece tan tonta o mala. – Dijo Silk.

- ¡Pues que esperabas! Además no dije que fuera tonta.

- No sé, esperaba una talla más de pechos, lunar en la boca y cabello rubio platino, quizás mascando un chicle o algo así. –Bromeó Silk.

- Graciosa.

- Simplemente, lo que no esperaba es que fuera agradable.

- Sí, yo también tuve esa sensación. Él no está por ningún lado ¿Qué no se supone es el anfitrión? – Candy repasó el lugar lo más discretamente que pudo. Se topó con la mirada de la rubia quien le sonrió y elevó el pulgar como animándola. – Solo espero que no tenga nada que ver con ella, casi me cae bien.

- Llegamos tarde, él ya debe haber recibido a los invitados. Oh, ahí está.

- ¿Por qué tiene que ser tan apuesto? ¿Por qué? – Gimoteó Candy al verlo avanzar por la sala, saludando a sus invitados y repartiendo esas sonrisas capaces de derretir un iceberg... ahí iba ella de nuevo con frases sacadas de una novela romántica. Tenía que...

- ¿En serio te estás quejando de eso? – Preguntó Silk.

- Sí ¿Y qué? – Atinó a decir. Aunque lo cierto era que de una manera irracional quería salir de allí. – Tengo sed.

- Te acabas de tomar una copa de vino.

- Eso me dio más sed. Vamos a buscar algo que tomar. – Insistió, estaba que se moría de los nervios. Estaba convencida más a cada momento que lo dicho por Silk eran puras especulaciones descabelladas y que estaba haciendo enormes castillos en el aire. La rubia siendo una probable rival le caía bien y eso indicaba que era más que posible que tuviera algo que ver con Drake. A él le gustaban las mujeres con sentido del humor ¿no? Y el de ella no era precisamente bueno, le acababa de lanzar mermelada y prácticamente corrido de la habitación ¿eso dónde la dejaba a ella? La dejaba como una neurótica y nada más. Drake la vio y ella emprendió la retirada ¿cobarde? ¡Oh sí!

- ¡Oh ahí viene! – Le dijo Silk a la nada. – Luce normal, fresca, desinhibida... – Volteó a su lado al no tener respuesta. - ¡Diablos! – Dijo al ser consciente de la escapada de su amiga.

- ¿Por qué tu amiga te ha dejado sola? – Le dijo Drake a Silk.

- Tenía sed. – Silk suspiró ruidosamente.

- Al parecer demasiada. – Bromeó él.

- No tienes idea. Quizás fue a la fuente que está en el patio trasero o algo así...

- ¿Me estás diciendo que fue a beber agua de la fuente? – Rió Drake.

- Estoy diciendo que es capaz de cualquier cosa con tal de...

- ¿Alejarse de mí?

- Yo no he dicho nada...

- No es necesario. ¿Realmente crees que fue allí?

- Es posible, no lo sé. Drake...

- Dime.

- ¿Qué es de ti la Barbie rosa chicle?

- ¿Perdón? – La cara de confusión de Drake dio paso a una enorme sonrisa. - ¿Te refieres a Bárbara? – Al ver el asentimiento de Silk le dijo:- Es una amiga de muchos años, eso y nada más.

- Te creo. Ve a buscar a Candy. – Sin saber por qué sintió que había pasado una especie de test, corrió en busca de su escurridiza pastelera.

¿Desde cuándo era más entretenido intentar lanzar piedras a un estanque (muy reducido por cierto para tal actividad) que estar con el hombre que te encantaba? Después de su huida, Candy no tenía idea de por qué había escapado cual damisela avergonzada y se había detenido en el estanque, recogido unas piedrecillas de una macetera y empezado a lanzarlas. Escuchó pasos atrás y se imaginó que era Silk que venía a reñirla.

- Voy en un momento. – Le dijo con un suspiro. Al no escuchar contestación siguió hablando. – Prometo que iré, tan solo quería... No sé lo que quiero en realidad. – Se rio algo triste, por supuesto que sabía que quería a Drake, pero la incertidumbre de no saber con seguridad lo que él sentía le hacía preferir su vida simple y sin complicaciones, además estaba la rubia. ¡Cobarde! Se encogió dispuesta a oír esa palabra de labios de Silk.

- Necesito ayuda en la cocina.

Candy se giró sorprendida y para ser honestos aterrada cuando escuchó la ya tan inconfundible voz de Drake.

- Dije que necesitaba ayuda en la cocina, no para que me brindaras apoyo en un asesinato. – Bromeó él.

- ¿Tú... ayuda? ¿No tienes personas para eso? – Se alegró de no tartamudear.

- Por supuesto, pero necesito que la creadora de los postres le de el visto bueno a todo antes de que sea servido.

Él estaba calmado, tranquilo, demasiado tranquilo. Y ella sintió que las alarmas se disparaban en su interior ¿Qué rayos pasaba? ¿Había decidido dejarla por la paz? ¿Había tomado la decisión de que tener algo con ella era simplemente cosa del fin de semana y previo a que llegara la Barbie? Lo cierto es que no podía esperar más de alguien como él: un hombre de negocios, con dinero acostumbrado a obtener lo que deseara por capricho, solo por jugar, por... ella había olvidado que estaba allí por trabajo, el asistir a la cena era un plus. De repente se sintió tonta, y furiosa, pero más furiosa que tonta. Ya habría tiempo para sentirse estúpida y miserable.


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