Capítulo 19
No tenía ni un minuto de haberse ido y ella seguía en la misma posición. Silk entró pocos minutos después y la encontró igual, en trance hipnótico.
- Cielos, el hombre sabe lo que hace. Es un experto a juzgar por tu expresión.
- No me hizo nada.
- Ah, ¿entonces esa es tu cara de decepción?
- Más bien es de confusión.
- ¿Y qué es lo que te tiene confundida? – Quiso saber Silk quien se sentó en la cama expectante.
- Me ha besado, ha trabajado en mi pastelería por pagar una estúpida apuesta y ahora parece que está celoso... No entiendo.
- ¿En serio no lo entiendes? ¡Oh, por Dios! ¡Dime que bromeas! – Silk se levantó de golpe de la cama.
- Juro que no.
- O el amor te pone tonta o el hecho de pasar tanto tiempo en la cocina y cerca del horno te ha quemado las neuronas. El hombre es obvio que...
- ¿Me quiere de su postre?
- No. Él... -Volvió Silk a la carga.
- ¿Quiere divertirse a mi costa? Digo, es un millonario, quizás está aburrido o algo así.
- ¡Vas a dejarme hablar! – Gritó Silk.
- Ok, dime.
- Está enamorado.
- De la Barbie rosa ejecutiva ¿verdad? – Dijo Candy con pesar.
- Oh Dios mío por favor dame fuerzas y paciencia con esta mujer, que el amor la pone tonta como nunca jamás lo ha sido en su vida, te lo pido.- Silk teatralmente se arrodilló y exclamó al final un amén mientras juntaba las manos hacia el cielo.
- ¡Déjate de tonterías! – Le dijo Candy.
- ¡De ti, está enamorado de ti! – Medio gritó Silk, después de decirlo se desplomó en la cama y se puso una almohada en la cabeza. – Me has dado una jaqueca.
- ¿Tú crees? – Preguntó perpleja Candy.
- Sí, me duele la cabeza.
- No me refiero a eso, que si realmente crees que está enamorado de... Mí.
- Juro que si no es cierto, me corto el cabello. – Silk amaba su hermosa cabellera.
- Tu melena es larga y bella Silk, pero si no es cierto hago que te la cortes.
- Ahora es cuando deberías andar dando saltos de felicidad por la habitación y viendo no sé, peluches y maripositas por todos lados. – Dijo Silk apartando la almohada. Es cierto, ya termina de creerlo.
- Es que es tan... tan...
- Tan... -
- Tan irreal, llevo no sé cuánto suspirando por él y ahora que parece que soy correspondida es tan no sé, extraño. – Candy se tumbó en la cama junto a Silk.
- También se vale ser feliz ¿sabes?
Una enorme sonrisa apareció de pronto en la cara de Candy y de pronto empezó a reír a carcajadas, Silk inició una pelea de almohadas...
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No se puede decir que haya certezas absolutas.
No siempre todo saldrá como te lo habías imaginado.
Sólo que eso no quiere decir que todo haya acabado.
Siempre podrás volver a intentar cocinar...
Apasionadamente rico, K. Candy.
- ¡No he traído nada! ¡nada! – Gimoteó Candy tirando una prenda a una ya enorme pila de ropa que se apilaba en la cama. Era increíble cuanto había llevado, tomando en cuenta que no pensaba estar allí más de dos días.
- Todo lo que has descartado en perfectamente aceptable. – Silk estaba lista desde hacía media hora. – Lo que elijas estará bien.
- Lo dudo.
- A ver, que tiene de malo este - Sacó de la pila un vestido color durazno.
- Tiene mucho escote.
- Mejor, así lo dejas más bobo de lo que ya está. ¿Y este?
- Es un tono demasiado fuerte.
- Es un azul precioso. ¿sabes? Algo me dice que nada te satisfará. Sal en ropa interior y ya está, te sacará a toda prisa del comedor, se irá a la habitación y...
- Ya dame ese. – Le arrebató el vestido azul, en realidad el tono era ideal, ni fuerte ni escandaloso, pero los nervios podían con ella en ese momento, estaba más que dispuesta a ir con todo por él, Barbie rosa incluida. Se lo puso y se vio en el espejo, era de los mejores que tenía. Escote en v que no mostraba demasiado, llegaba poco arriba de las rodillas y estaba levemente plisado en la falda, sin mangas. - ¿cabello?
- Suelto, por supuesto. Toma estos pendientes. Perfecta, ¿nos vamos?
- Espera, espera... - Candy se dobló un poco agarrándose el estómago.
- ¿Qué pasa?
- Me duele el estómago.
- ¡Santo cielo! ¿Acaso es tu primera cita o algo así? Candy, tienes al hombre en tu bolsillo, tranquilízate.
- Tiene dos años mi querida Silk que no tengo una cita y la última fue desastrosa, además la única persona en el bolsillo de alguien soy yo, no hemos comprobado ese supuesto enamoramiento del que hablas.
- Ok, mírame. – Candy lo hizo. – Respira profundo, bien. Exhala, inhala... otra vez.
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