Noche 10, parte dos [La historia]

¿Marcada? ¿De qué rayos habla? Ni que fuera una historia de omega y alfa que suelo leer. Además los puntitos ya casi desaparecieron de mi cuello –No es nada, sólo una picadura que ya sanó. –hablo pellizcando el borde de mi ropa. Estoy asustada porque aún sigo bajo su cuerpo.

–Eso es lo que tú crees. –comenta arqueando una ceja –Es lo que todos creen. –agrega mientras se levanta para quita sus botas con tranquilidad, también se deshace de su chaqueta y se acomoda en la cama colocando los brazos detrás de la cabeza. Esa es mi cama.

–¿Entonces que es? –pregunto arqueando una ceja. Milo guarda silencio con su mirada en el techo –Bien, no lo digas. –murmuro poniéndome de pie para llevar la bandeja y la taza a la cocina. Pero me detengo al escucharlo hablar.

–Estaba pensando en lo que me podría pasar si te cuento una historia. –murmura pensativo, pasando su dedo pulgar por los labios.

¿Historia? ¿Qué le pasaría a él? No lo entiendo.

–Todo estará bien. –hablo buscando sus ojos. ¿A qué se refiere? Mentiría si dijera que no tengo mucha curiosidad sobre lo que me dirá, porque así es. Quiero saber.

Milo se sienta en la cama de nuevo y rasca su nuca algo desconfiado –Bueno... Había una vez un pequeño niño al que nadie quería. Ese niño escapó del hogar de niños porque lo golpeaban, anduvo sin rumbo por un tiempo hasta que vio a un hombre junto con una mujer. Pensó que se veían muy lindos juntos y deseaba padres que lo quieran, así que los siguió por un rato, era de noche. El niño vio que otra persona también seguía a la pareja entonces se escondió. Al rato volvió a caminar en busca de la pareja y escuchó ruidos en un callejón, creyó que eran ellos y no se equivocó. Ellos estaban en el suelo, parecían dormidos, la piel de ambos estaban muy pálidas y unas marcas estaban en sus cuellos de donde salían unas pequeñas gotas de sangre.
El niño no se sintió asustado porque no sabía lo que realmente pasaba, el otro hombre estaba mirando a la pareja con una sonrisa de lado. Él se acercó y lo tomó fuerte del brazo diciéndole que sería su sirviente, pasó los años y recibió más golpes pero su amo le explicó que eran para que aprendiera a ser bueno. Hasta que un día... lo convirtió. –Milo guarda silencio luego de decir todo eso. ¿Esa era la historia? Lo convirtió, debe referirse a que lo convirtió en un asesino, porque ya descartamos la ridícula idea de que es un vampiro.

–¿Te gusta la historia? –pregunta curioso ladeando un poco la cabeza.

–No, no es gusta. Es triste. ¿Qué pasó con el niño? –hablo pensativa, creo que ya sé la respuesta.

–Lo estás viendo. P-Pero él es bueno, cuidó de mí hasta hacerme mayor. –dice acercándose un poco y mueve las manos rápidamente. Eso explica muchas cosas de Milo y su personalidad.

–Si es bueno no te golpearia. Fue por mi culpa. ¿Verdad? –me refiero a lo que pasó hace unas noches, estaba lloviendo y él apareció en mi cuarto. Milo tenía una mejilla morada y un labio partido.

–Fue porque yo te perdí de vista, debía vigilarte y... Él no te encontró. –contesta abrazandose a sí mismo –Me golpeó para que aprenda la lección. –agrega mostrándome su labio inferior que ya casi sanó. Esto está muy mal, por lo que me contó Milo, creo que él es otra víctima de ese sujeto.

En ese momento escucho mi celular sonar, se encuentra dentro de la chaqueta de Milo. Recuerdo que él lo había arrojado por la ventana –¿Puedo? –pregunto estando de pie, es mi celular pero se encuentra en su chaqueta.

Él asiente con la cabeza recordándome que ahora yo soy quien manda, así que tomo el aparato. Cuando cierro mi mano siento que un papel doblado quedó dentro de mi palma junto con el celular. Ese papel estaba en el bolsillo. Finjo que nada extraño pasa y contento la llamada, diciéndole a Milo que regreso luego.
Cuando voy bajando las escaleras apoyo el celular en mi oído y con la mano libre sostenido el pequeño papel doblado, es una fotografía un poco maltratada y vieja.

¿Hola? Lian, por favor contesta. –escucho la voz de Ruy. ¡Es él! Necesitaba mucho escucharlo. Lo extraño.

–Ruy, hola. ¿Cómo estás? –digo intentando contener mi alegría y lágrimas. Lo quiero conmigo para ayudarme a resistir todo esto. Lo quiero.

¿Cómo estás tú? Estábamos hablando y de la nada colgaste.

No colgué, Milo arrojó mi celular lejos. Eso fue lo que pasó. Ahora recuerdo que Ruy piensa que estoy saliendo con alguien más.

–Si, es que... no podía seguir hablando. –murmuro tragando saliva, un gran nudo comienza a formarse en mi garganta –Lo siento mucho, debes odiarme. –agrego sentándome al final de las escaleras.

No digas eso, Li. No te odio... ¿Será qué puedes dejarme entrar? –él suelta una risa apenada, haciendo que me ponga de pie rápidamente y corra hacia la puerta de entrada. Dejo el celular a un lado y, justo detrás de la puerta, se encuenta Ruy con su celular junto al oído y una tierna sonrisa.

Él baja el celular y lo guarda en los bolsillos de sus pantalones mientras yo estoy paralizada sin saber qué hacer –¡Sorpresa! –habla extendiendo los brazos y con una sonrisa mucho más grande en su rostro.

Yo sonrío de igual manera y me abalanzo hacia él para darle un fuerte abrazo, no puedo controlarme y lloro escondiendo mi rostro en su pecho –No es lo que c-crees, es un malentendido. Por favor... no me odies. –le suplico sin tener los mínimos deseos de soltarlo.

–Ya dije que no te odio, yo te amo. –murmura apoyando suavemente su mentón sobre mi cabeza –Perdón por lo que te dije por teléfono, estaba molesto y le creí a un sujeto extraño en vez de confiar en ti. ¿Me perdonas? –pregunta separándose un poco de mí para mirarme a los ojos. Ahora me siento una tonta por estar llorando. Ruy limpia mis mejillas mojadas con sus pulgares mientras espera la respuesta.

–Si. –asiento con la cabeza, en ese momento siento los labios de Ruy contra los míos en un beso un poco necesitado. Yo lo necesito para calmar por completo mis nervios y olvidar mis problemas por un momento. Es maravilloso pero debo separarme por falta de aire. El beso me dejó sin aliento.

–Lo siento mucho Lian, prometo nunca desconfiar de ti. –Ruy toma mi rostro con las manos y deja cortos besos por todo mi rostro –¿Me dejas pasar? –pregunta mirando mis ojos, justo cuando voy a responder, alguien se me adelanta.

–¡No! –Dante sale de las sombras de la sala y viene hacia nosotros con el ceño fruncido –Esta no es nuestra casa y mi hermana no tiene permiso para recibir visitas en plena noche. –dice molesto mientras acaricia a Sheldon, quién está en su regazo, gruñendole bajo a Ruy. Ese gato de gruñe a cualquiera, por eso lo odio.

–Dante. –digo seria cruzados mis brazos –Ruy vino de lejos, debe estar cansado y no podemos dejarlo afuera. Eso es muy descortés.

–No, Li. Él tiene razón, estas no son horas de llegar. Dormiré en el auto, no te preocupes. –Ruy baja los escalones del pórtico pero yo le sujeto de su chaqueta para que se detenga.

–Lo siento, Dante está más celoso y sobreprotector que de costumbre. –sonrío nerviosa. Dante no debió tratarlo así de mal.

–Está bien, supongo que no quiere que su hermana se porte mal conmigo. –me lanza un guiño haciéndome sonrojar con fuerza.

–¿Mal? –cuestiono arqueando una ceja. Ruy sonríe de lado y me toma de la cintura, eso me asustó pero luego me encuentro riendo por eso. Que pena.

–Al menos dame mi beso de buenas noches. –pide sobre mis labios, a lo que yo no me niego. Nuestros labios vuelven a unirse en un beso más calmado. Nos movemos en un compaz lento y tierno hasta que, por accidente o una mala maniobra mía, él muerde mi labio inferior muy fuerte, haciendo que un poco de sangre brote de él. Ruy se aleja un momento después repitiendo mil veces que lo siente al mismo tiempo que yo lo tranquilizaba diciendo que no es nada.

Al volver a dentro ya no encontré a Dante en el pasillo, cierro la puerta y subo al ático sintiendo que estoy en las nubes. Al entrar veo a Milo parado frente a la ventana, no se acerca demasiado por los ajos pero está mirando algo allí afuera y ese algo es el auto de Ruy –No debería estar aquí. –comenta él sin despegar la mirada del coche. Pero está consciente de mi presencia en la habitación.

–Tú lo golpeaste. ¿No? Me lo dijo y hasta creyó que teníamos algo. –hablo indignada colocando las manos en mi cintura.

–Tenemos algo. Somos amigos. –corrige él volteando para mirarme. No discutiremos eso ahora, sólo asiento con la cabeza.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top