XI
«Hada de hielo».
1
Natsu y el peli-negro siguieron con un duelo de miradas por unos minutos hasta que acordaron que la paciencia se había agotado, para después lanzarse uno sobre otro lanzando el primer golpe simultáneamente.
Los puños de ambos chocaron, creando una onda expansiva que rompió los cristales de las ventanas dentro del rango y abrió los asientos dentro del mismo rango.
Pero lo más curioso fue que una parte quedó recubierta por una fina capa de hielo y la otra parte quedó con restos negros, como si hubiese sido quemada.
—¿Magia de hielo/fuego? —cuestionaron simultáneamente.
Se separaron y retrocedieron dos pasos.
Gray frunció el ceño y colocó ambas manos en una posición específica.
—Última advertencia: Habla o esto se pondrá feo —amenazó por última vez.
—Esa es mi línea —respondió Natsu encendiendo sus puños en llamas—. Y, por lo que veo, esto se pondrá feo.
—Eso parece —concordó el mago.
Saltaron uno sobre el otro, dando inicio a la pelea.
2
—¡Te recuerdo que nuestras vidas también van a bordo de este vehículo, Erza! —gritó Mirajane después de pasar por encima de otro tope rocoso. Dada la velocidad a la que iban, topar con cualquier cosa significaba peligro.
Erza hizo caso omiso y continuó a la misma velocidad. Incluso aceleró un poco más.
Estaba siguiendo la ruta del tren en donde habían abandonado a Natsu. ¡Pero había sido sin querer! ¡Definitivamente fue sin querer!
Pasaron por otro tope rocoso, provocando otro sobresalto del vehículo y, por consecuente, del interior de este, donde estaban Mirajane, Kagura y Wendy.
Boing, Boing, Boing.
Wendy quedó con la mirada tan blanca como el papel y tan perdida como México al no sólo oír, sino ver, aquellos sonidos provenientes de... Bueno, ya saben.
Los pechos de Mirajane y los de Kagura rebotaron estrepitosamente a causa de los violentos sobresaltos causados por la conducción imprudente de la pelirroja al volante. Wendy fue testigo de sus movimientos, arriba y abajo, dentro de las ceñidas prendas de ambas mujeres. Prendas, que hacían resaltar más sus figuras, especialmente sus delanteras.
Wendy bajó la mirada, sin hallar nada. Colocó sus manos sobre su propio pecho e hizo la comparación mental.
Tan plano como una carta.
—Tranquila, Wendy, Natsu esta bien. No tienes porque llorar. Lo hallaremos sano y a salvo.
—No estoy llorando por eso —aseguró Wendy, con la mano de Mirajane sobre su cabeza en un gesto tierno y solidario.
—Por supuesto que no —afirmó la albina, para después tomar a Wendy con ambas manos y abrazarla contra su pecho—. Es genial ver que seas tan fuerte.
En cuanto Wendy quedó con el rostro entre los pechos de la albina, comenzó a llorar más fuerte.
3
Natsu evadió una masa de hielo y respondió con una patada imbuida en llamas.
Su oponente creó una barrera, pero cedió ante la fuerza de Natsu.
Recibió la patada al pecho y se alejó hasta el fondo del pasillo, chocando con la puerta de salida.
Reaccionó a tiempo y se apartó, dejando que el puño de Natsu impactara en la puerta.
Colocó las manos sobre el abdomen de Natsu y creó varios puños de hielos que golpearon simultáneamente a Natsu, enviándolo al otro extremo del vagón.
—Je —expresó Natsu, limpiando su boca con el dorso de la mano—. No lo haces mal. Eres fuerte.
—Tú tampoco lo haces mal —reconoció el azabache, también sonriendo—. Es una pena que estés en un gremio oscuro.
—¿Gremio oscuro? —preguntó sin entender—. ¿De qué estás hablando? Yo solo soy un mercenario en un encargo. Jamás me he afiliado a ningún gremio oscuro.
—Patrañas —acusó, señalándolo con su dedo—. Si no estas afiliado con Eisenwald, ¿Como sabes de Lullaby?
—Porque también es una mosca entrometida.
—¿Ah?
Ambos, peli-negro y peli-rosa, miraron a la parte central del pasillo que los separaba.
Un punto negro allí apareció y comenzó a elevarse, adoptando lentamente una forma humanoide hasta convertirse en una persona.
—¿Quien eres tú? —interrogó el azabache.
—Me llamo Kageyama, y formo parte de Eisenwald —reveló.
Ambos magos quedaron atónitos ante la información—. Y ahora... Adiós.
Todo el pasillo de tornó negro y comenzó a temblar.
Varias lanzas y puños emergieron del suelo negro, golpeando y lanzando a ambos magos fuera del tren por medio de la pared que se hizo añicos.
4
El vehículo donde las chicas iban seguía a una marcha veloz.
Erza tenía ojeras y se veía cansada. Ese el problema con los vehículos mágicos, que absorbían la magia del usuario para funcionar. Aun que, siendo justos, Erza era demasiado terca para ir a velocidad regular.
Dicho justamente: Se lo estaba buscando.
Erza contempló como una de las paredes de uno de los vagones reventó repentinamente en añicos.
Y para rematar, Natsu y un chico desconocido, por alguna razón sin camisa, salieron volando de allí.
Golpearon a Erza, haciendo que el vehículo se detuviera en un derrape.
—¡Erza, por enésima vez, ya deja de intentar matarnos! —Mirajane salió del auto, hecha una furia.
Pero, además de Erza, encontró a Natsu y a un desconocido sin camisa—. ¡Hey, es Natsu!
—¡Natsu-nii!
Wendy salió del auto y corrió a abrazar a su hermano mayor. O lo habría hecho, de no estar este tumbado sobre el suelo, junto a un desconocido sin camisa.
Wendy se sonrojó de vergüenza al ver a este último, y se tapó el rostro con las manos.
—Ah, miren, es Natsu —señaló Kagura al bajar del vehículo. Después vio al desconocido sin camisa—. Y, por alguna razón, un mago de Fairy Tail.
Ambos se levantaron poco después, sobando cada uno su nuca y emitiendo quejidos de dolor.
—Maldita copia barata de Shikamaru —maldijo Natsu—. En cuanto le ponga las manos encima, lo voy a...
—Si sobrevives.
Natsu miró hacia arriba, encontrando a un demonio escarlata.
—Tengo miedo. No se porque, pero tengo miedo —masculló por lo bajo, temblando y asustado de repente ante lo que veía.
—Calma, calma —intervino Mirajane poniéndose entre ambos—. Podemos matar a Natsu después, por ahora tenemos un trabajo que hacer, ¿recuerdas?
Erza suspiró. Tenía razón.
—Bien —dijo—. Me alegra que estés bien, Natsu. A propósito —pasó su vista al mago de Fairy Tail, que se había levantado y comenzado a estirar—. ¿Quien es tu amigo?
—No somos amigos —aclaró el propio mago de Fairy Tail, volteandose a ellos—. Mi nombre es Gray Fullbuster y soy un mago de Fairy Tail. Estoy investigando, por orden de mi maestro, al gremio oscuro Eisenwald. Se corre el rumor de que en su poder tienen a la flauta maldita Lullaby.
—El rumor es cierto —expuso Mirajane—. Y que coincidencia, nosotras también vamos tras ellos. No tenemos tiempo para pelear; únete a nosotras por ahora o vete al diablo.
—«Que agresiva» —pensó con una gota bajando por detrás de su cabeza. Pero, respecto a sus palabras, no había mucho que pensar—. De acuerdo. Unamos fuerzas por ahora —accedió asintiendo—. ¿Saben a donde se dirigen?
—De hecho, si —contestó Erza, cruzada de brazos—. Todos dentro del vehículo. Yo conduzco.
—Conducirás, pero a la verga —espetó Mirajane—. Estas locas si crees que vas a poner tus manos en el volante de nuevo. Yo conduzco.
—Me lleva la chingada —maldijo Natsu al oír que tendrían que viajar nuevamente en un vehículo.
—Sin malas palabras —lo regañó Erza.
—Chinga tu madre —espetó contra ella.
Una razón más para castigar a Natsu nada más termine la misión.
_______________________________________________
¡Gracias por el tiempo de tu vida. Sintoniza para más pendejez en el próximo capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top