Prólogo

Vives para comer y comes para vivir.

Ese se había vuelto la frase del día, o en mi caso de la vida.

Lo cierto es que ser un huérfano pobre tiene sus ventajas. Una de ellas es la facilidad de encontrar refugio; otra es el desarrollar un estómago capaz de digerir casi lo que sea sin matarte; y otra, aún que menos útil por comparación, es la capacidad sensorial superdesarrollada. Se me da bien leer a la gente: Su carácter, su ánimo, sus intenciones... Esta última es la que más a menudo utilizo.
No creerán cuantos idiotas en esta ciudad se les da por matar niños callejeros con veneno dentro de la comida. Ese es otro factor: Distingues lo bueno de lo malo, en toda la extensión de la frase.

No recuerdo mis primeros meses de vida. Es más, hasta donde se, he vivido de callejón en callejón y de canasta en canasta toda mi corta vida.

Me gusta caminar por la ciudad, saludando a todos con una sonrisa y mucha alegría. Nadie me responde; solamente me ven por encima del hombro con asco y desdén. Honestamente no podría importarme menos. Yo sigo mi ruta, siempre con mi mano arriba y sonrisa desenfadada.

Sin embargo, no fue hasta que alguien más llegó a mi vida. Mi querida hermana menor, Wendy.

No se calcular edades. Solo se que era una bebe cuando halle la canasta que la contenía al fondo de un callejón impregnado de suciedad. Mucha suciedad.
Ese día la tomé entre mis brazos y unas lágrimas salieron de mis ojos, aun que no sabía por qué.

—No te preocupes —había empezado a llorar, así que la empecé a mecer para calmarla. Al menos eso fue lo que vi de una de las dueñas de las tiendas en el mercado cuando su bebé empezó a llorar. Antes de que la dueña, amablemente, me lanzará agua con todo y cubeta—. Yo también se lo que es estar solo. Pero supongo que por eso existimos nosotros los solitarios, ¿no? Para darnos compañía mutua. Eso significa que realmente ni estamos. Nosotros no estamos solos; nos tenemos el uno al otro, y será así a partir de ahora y para siempre... —se agachó para ver la canasta—. Wendy —repitió lo que leyó en la hoja pegada a la canasta—. A partir de ahora tu y yo somos hermanos. Yo te cuidare y jamas estarás sola. ¿Eso te parece bien? ¿Aceptas a este pobre y marginado huérfano como tu hermano mayor?

La bebita, con hebras de cabello azul sobre su cabeza, paró de llorar. En cuanto vio la sonrisa que la figura ante sus ojos podía distinguir, comenzó a reír y a aplaudir.
Los ojos de Natsu brillaron al ver lo que hermosa que se veía haciendo eso.

—Supongo que eso es un si —afirmó para si mismo sin deshacer su sonrisa.

Wendy y yo hemos vivido muchas cosas. Algunas veces a duras penas pudimos salir de la situación de estar enfermos. Pero al igual que todo lo demás, lo superamos y se volvió historia. Algo que seguramente recordariamos mientras nos reíamos.

No se que nos depara el futuro.
Podría ser más pobreza o grandes riquezas; realmente no lo se.
Pero si Wendy viene conmigo, me muero por saberlo.













































































________________________________________________

Quiero aclarar, antes que nada, que esta historia es del tipo "Natsu-y-un-gremio/academia/mundo/-solo-para-chicas. En mi caso es gremio; no nos vayamos tan lejos, no mamen.

No se realmente que me impulsó a incursionar en esa clase de historias. Fue un mero impulso. Le pregunte a mis huevos y dijeron que simon. Aún que dudo que sea buena idea. La última vez que mis huevos dijeron que simon, me empezaron a preguntar que paso con todas las historias publicadas :v.
Pero aquí estamos, esperando ver como resulta este engendro literario.

¡Gracias por el tiempo de tu vida.
Nos vemos en la vuelta, vil alma pecadora!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top