«Presentación incómoda»

1

Todo lo que ambos hallaron fue un trozo de papel sobre una tabla de madera. Era lo último que quedaba. Estaban cansados hasta la muerte, jadeando, y con los estómagos exigiendo reabastecimiento inmediatamente.

-Natsu... -ni pudo completar lo que iba a decir. Se apoyaba sobre sus rodillas, buscando inclinarse para respirar tanto como le fuera posible.

-Si, lo se -vaya que lo sabía. Había sido su culpa. No lo podría desviar esta vez-. Bueno... Esto es todo lo que queda -aún con la respiración que parecía un globo desinflandose, Natsu tomó la hoja. Robó una gran bocanada de oxígeno a la atmósfera, y la devolvió-. Esta bien, Wendy, tu tonto hermano mayor lo arruinó esta vez. De verdad lo siento. Pero esta, en cuanto termine este trabajo, te llevaré a donde quieras ir. ¿Ves? La paga es muy buena. Volveré tan pronto como pueda.

Volvió a ponerse de pie -se había puesto a la altura de Wendy para hablarle- e intentó emprender la huida. Sin embargo, y como ya sabía dada experiencias pasadas, la pequeña peli-azul con coletas se le apareció por delante. Le daba gusto saber que los entrenamientos estaban rindiendo frutos, pero odiaba que se los echara en cara de esa manera.

-Natsu-nii... Yo no iba a decir eso -afirmó molesta. Sus manos se posaron en sus caderas a la vez que fruncia el ceño-. Iba a decir: Al mal tiempo darle prisa, ¿no? -concluyó cambiando radicalmente su rostro.
La sonrisa tierna e inocente, que irradiaba pureza genuina, no pudo iluminarlo más.

Natsu sonrió también, aún que derrotado.

-Si -la apoyó-. Al mal tiempo darle prisa.

Ambos chocaron puños de manera fraternal. Era su manera de mostrarse el cariño que se tenían. Eran hermanos y compañeros después de todo. Eran ellos contra el mundo, y así sería hasta el final.

Se pusieron de nuevo en marcha.
Iban caminando por el túnel, conformado por árboles y arbustos. La luz se filtraba entre las rendijas de las hojas verdosas. Era el apogeo de la primavera, así que tendrían mucho de eso por algún tiempo.

Natsu echó otro ojo a la hoja.
Leyó atentamente su contenido: "Solicitamos apoyo de cualquier tipo para una misión especial. Favor de presentarse personalmente en el menor tiempo posible de leído este anuncio".

-¿Que dice? -preguntó Wendy a su lado.

-Que nos movamos o no comeremos -respondió rápidamente antes de lanzarse a correr, disparado como una bala.

-¡Hey, Natsu-nii! ¡Moo~! ¡Eso no es justo! ¡Mis piernas son mucho más cortas que las tuyas! -gritaba la linda peli-azul, también lanzándose a correr detrás de su hermano mayor.

Salieron del túnel y siguieron corriendo hasta la estación de trenes. Odiaban ese lugar, pero la ciudad que estaba imprimida en el papel no era un sitio al que llegarían rápido si caminaban. Odiaba decirlo, pero... Necesitaban usar un vehículo.

2

-Creo que... Creo que voy... -se cubrió la boca dando una arcada. Pudo contener el vómito, por ahora.

-N-Natsu-nii... Resista... Yo te... -Wendy era mucho más delicada, lo cual no era bueno. Ella no pudo aguantar. Dio la arcada y vació el contenido de su estómago sobre el piso, y las botas de su hermano-. Lo... Lo siento...

-No te... preocupes... -pudo decir a duras penas.

Caminaron cuáles zombi es buscando raciones alimenticias. Cada persona, hombre, mujer, niño, perro, gato, pulga y garrapata volteó la mirada al pasar de los turistas. Suponían que eso debían ser.

-Llegamos... -suspiró con náuseas. Como odiaba que el tiempo se fuera de vacaciones apenas ponía los pies fuera de algún vehículo. Definitivamente no le pasaba tan seguido, pero odiaba que fuera así cada vez que lo hacia-. Es aquí...

-Mermaid... -esta vez si alcanzó a retener con su mano las ganas del vómito. Pero por si acaso optó por mirar al lado contrario. Cuando salió de su asco regresó al letrero sobre la entrada-. Mermaid Heels -leyó el nombre del gremio donde debían, al parecer, prestar asistencia.

¿Que como sabían que era el lugar? No había más gremios en la ciudad. Bueno, a menos que fueran invisibles, no veían ningún otro.

-Habrá que tocar.


3

L

as corrientes de aire se disiparon lentamente y el polvo volvía a su lugar en el suelo.

Wendy tenía los ojos bien abiertos; Natsu se apoyaba sobre una mano y una rodilla, tratando de recuperar aire, de resistir el dolor y de no expulsar el contenido de su estómago mezclado con el de sus venas de una sola arcada. Todo eso a la vez.
Y el puño que recién había originado este monumental desastre seguía humeando.

-N-N-N-Na-Nat... -las palabras no le salían. Todo había sido tan rápido.

-Tranquila, ya estas a salvo, pequeña -dijo la mujer, dueña del puño que hace unos instantes, apenas se abrió la puerta, había puesto a Natsu como tigre de circo después una función-. Ese tipo ya no te pondrá las manos encima -observó a Natsu con desprecio e ira. A su vez, ponía a Wendy bajo su resguardo.

Natsu, con extremo cuidado, se puso de pie. Seguía tambaleándose y la vista la tenía aún nublada.

-¿Y vienes de nuevo? Los pervertidos como tú me dan asco. Siempre detrás de la misma pobre mujer. ¿Por qué no son capaces de aceptar un no por respuesta? -habló todavía más molesta y asqueada que hace un momento.

Soltó a Wendy y chocó su puño contra su palma. Ahora si lo iba a lamentar. No más de contenerse y ser linda, gentil y amable. Se desharía de la basura esta vez.

-Espera, espera... -elevó el brazo, apuntandolo hacía ella, mientras retrodecía los mismos pasos que esa mujer loca avanzaba-. ¿De qué hablas? Ella es mi hermana y vinimos por cuestiones de trabajo -rápidamente extrajo el papel de su mochila y lo extendió delante de su cara-. Como este es el único gremio en la ciudad supusimos que era aquí.

La mujer lo arrancó de su mano. Leyó el contenido y luego la localización.
En ese papel había un error. Y ahora misma también habían muchos errores.

-Esa gata idiota... -masculló empezando a enojarse. Arrugó el papel entre sus manos mientras se encogía de hombros, convulsionando levemente-. ¡¡¡AQUÍ NO SE ADMITEN HOMBRES!!!

Ese grito lo no pudo ser más claro. Natsu empezaba a sospechar que se había quedado sordo de un oído. Pero al menos ya veía bien de nuevo.

-Cielo santo, pero que clase de barbaridades suceden aquí.

Aquella voz como encontrar un oasis en medio del desierto luego de caminar tres días sin recursos.
Era angelical, era maternal, era... Hermosa. Pero la voz que era dueña de la voz, lo era todavía más. Mil veces más.


Cuando escuchó esa voz la mujer loca sonrió y apuntó tan acusatoria como groseramente a Natsu con su dedo.

-¡Este hombre tiene a esa pobre niña como su prisionera. Y encima tuvo el atrevimiento de venir, seguramente creyendo que podría echarnoslo en cara!! -eso estaba lejos de toda realidad factible. Y lo decía con una sonrisa tan triunfante y una cara tan linda.

La recién llegada, una mujer de cabello púrpura, ojos rojos y una figura tallada a mano por Afrodita, notó de inmediato el papel arrugado dentro de la mano de su querida niña. Sonriente, señaló ese objeto y luego abrió la mano. Con doblar los dedos dos veces fue más que suficiente.

-Definitivamente ha sido un error de imprenta -dijo al observar el error en la hoja. Natsu y Wendy tenían las mandíbulas hasta el núcleo de la tierra viendo lo calmada que estaba esa mujer-. Mis más sinceras disculpas, viajeros, pero esto ha sido un error. El logotipo de nuestro gremio debería estar impreso aquí y no es así. Lamento mucho esta confusión que dio pie a este... -miró por el rabillo a su niña, con desaprobación-. Percance -había muchas más y mejores palabras para describir esto, pero la recién llegada se estaba tocando el corazón-. Sin embargo, y en vista de los recientes sucesos, quiero invitarlos cortésmente a comer y a tratarte. Debes estar agonizando por dentro, ¿no? Es lo menos que puedo hacer para responder como representante de este gremio. Les aseguro que no todas reaccionan tan explosivamente. Mi gremio y yo los invitamos a comer. Insisto -se inclinó en una reverencia respetuosa que reflejaba lo apenada que se sentía.

La mujer loca estuvo a nada de reclamar, sin embargo, por el rabillo del ojo, la representante del gremio lanzó una mirada fulminante sobre ella. Eso provocó que se encogiera del miedo y cerrara la boca.

En una situación normal dirían que no; que no había problema y que lamentaban quitarles su tiempo. Pero, honestamente, así como iban, no sabían cuanto podrían seguir durando allá afuera. A Wendy le gruñía tanto el estómago que casi sentía que se estaba comiendo a sí mismo. Y Natsu sabía que pronto sus piernas lo mandarían a la mierda pronto. Necesitaba sentarse.

-Muchas gracias, señorita. Mi hermana y compañera y yo le tomaremos la palabra. Disculpe las molestias -incluso con su cuerpo a punto de estallar como un globo cuya aguja era el dolor, Natsu se inclinó haciendo una reverencia en pos de una disculpa.

-Eso debería decirlo yo, joven aventurero. Pasen por aquí -abrió la puerta tras de ella, no sin antes girar la cabeza y ver a Natsu de costado-. Y gracias por el cumplido, por cierto -dijo risueña.

-¿Eh?

-Es que tengo 40 años -fue lo último que dijo, soltando una risita pícara, antes de ingresar al lugar.

Los demás la siguieron, aun que Natsu no podía procesar bien esa última frase.











































































































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Aquí inicia la aventura, chicos y chicas. ¿Que sorpresas le esperan a Natsu, uno de los muchos en el mundo que sufrió la desgracia de nacer con pene? Será mejor si lo averiguamos juntos.

¡Gracias por el tiempo de tu vida.
Hasta la próxima vuelta, vil alma pecadora!

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