III: «No debiste»

1

Su puño golpeó de lleno su rostro. Pero su fuerza, ante ese enemigo vestido de traje, no era nada.

—Tienes agallas. Me gusta —sonrió con arrogancia. Deformó su mano formando un extraño ademán y golpeó justo sobre sus costillas. Fue un golpe devastador que la hizo escupir un poco de sangre. Pero no se termino allí—. Es una lastima que tenga que arrancartelas una por una, mocosa —su sonrisa permaneció allí, inmutable.

La atrapó por una de sus coletas, alzando su cuerpo herido en el aire. Hizo otro par de ataques más, abriendo más heridas y derramando más sangre.

—Los mocosos como tú deberían aprender cuál es su lugar —expresó con cierta saña—. ¿Creíste que una mocosa como tú podría siquiera sacarme de mi lugar? De verdad que estas sumergida en la fantasía.

Conectó una patada en su torso, empujandola contra un árbol. El impacto hizo caer el tronco a sus espaldas mientras ella se sostenía con sus manos sobre el suelo. Temblaban mucho y la sangre seguía escapando al exterior hasta llegar al suelo.

—El único propósito que puedes cumplir es el de satisfacer las necesidades de los hombres más fuertes que tú. Y empezarás por mi, y así será por el resto de tu miserable existencia —su tono empezó a detonar perversión. Tras él seguían las mujeres del gremio, todas inconscientes y heridas como ella—. Las mujeres jamás debieron salir de la cocina ni de la cama. Es momento de que sepas cual es tu lugar al igual que todas ellas, mocosa.

Las lagrimas comenzaron a brotar. Se mezclaban con la sangre tan pronto como llegaban al suelo. En murmullos difíciles de comprender expresaba una o varias cosas, era difícil saberlo.
El enemigo vestido de traje posó un pie sobre su cabeza.

—¿¡Creíste que ya habíamos acabado?! ¡¡Piénsalo dos veces, maldito!!

Mirajane saltó desde atrás con enorme fuerza. Su puño fue envuelto en energía oscura, que estalló al momento de impactar contra la espalda de su oponente.
Él susodicho se alejó tras el golpe. Echaba humo de su espalda. La parte posterior del traje había quedado hecha jirones.

La albina, transformada en una de tantas formas de las que disponía gracias a su magia, se limpió la sangre de la boca y endureció más el rostro. Ardía en furia pura. No le tendría piedad a ese bastardo.

—Que débil —comentó despectivo, dándose la vuelta—. Como dije: Las mujeres no deberían salir de la cama. Ahora veras por que.

—¡¡Cállate!!

Volvió a lanzarse al ataque. Sus alas de murciélago se desplegaron a la vez que su cuerpo se dirigía contra él cargado de magia oscura.
Una esfera negra tomó forma dentro de su mano. Fue un ataque directo que desencadenó un rayo de oscuridad poderoso que consumió al sujeto por completo.

—División —fue la única palabra que dijo estando dentro del torrente oscuro.

El rayo había sido partido en dos fracciones. La mano del hombre con traje estaba en frente suya, alzada, con los dedos índice y corazón separados de los anular y meñique. Su expresión no denotaba más que desdén por la mujer que tenía delante. No tenía ni un rasguño.

—Infeliz... —gruñó la albina frunciendo el ceño.

—Diré esto solo una última vez —advirtió—: Deja de hacerme perder mi tiempo y vengan conmigo como mis mujeres o mueran. Ese será su castigo por abandonar su lugar.

Mirajane apretó los puños furiosa. Su poder mágico empezó a desbordarse. Incluso el sujeto pudo notarlo a simple vista. Pero ni se inmutó. Seguía estoico ante todo lo que sucedía.

—No quedará ni tu recuerdo, maldito engreído —espetó Mirajane dirigiendo una mirada vacía y fría contra el hombre de traje.

El suelo debajo de sus pies se agrietó y hundió. Varias rocas pequeñas y pedazos de escombro comenzaron a elevarse del suelo a causa de la presión que el poder ejercía sobre el entorno.

—¡¡Explosión del mal!!/Regresión.

De repente todo el campo quedó inundado por un silencio espectral.
El hombre vestido de traje y Mirajane seguían de pie, a metros de distancia, pero la albina había vuelto a la normalidad de forma súbita. Su cabello ondeaba con el aire y su mirada solo estaba vacía y fija a la nada. Su cuerpo fue víctima de un agotamiento fatal, un déficit mágico que la obligó a caer.

—Con mi magia soy capaz de manipular el ethernano de mi cuerpo, lo que me permite crear ráfagas o rayos de energía a base de ethernano. Pero también me permite rastrear cantidades acumuladas, como los que hay en el cuerpo de los usuarios mágicos —explicaba con cada paso que daba, dirigiéndose a Mirajane—. Pero... Mi otra habilidad, mi habilidad banal, me permite acceder a tus memorias y hacerte revivir física y mental cualquier momento de tu vida, siempre y cuando la recuerdes, por supuesto —río poniéndose de cuclillas—. Era imposible que me derrotaras. Después de todo, tu lugar es en la cama. Y ahora estas a punto de volver a ese lugar. Se agradecida.

Comenzó a llorar. Se negaba a hacerlo, pero inevitablemente lo hizo. Los recuerdos del principio de su vida la atropellaron de golpe, inundando su alma en una profunda angustia y frustración. Había sido tanto esfuerzo para nada.

2

Wendy era su querida hermana menor. A donde quiera que él fuera debía ir ella. Eran inseparables. También eran compañeros, así que el trabajo de uno era el trabajo del otro. Así había sido desde que iniciaron en el negocio y así seria hasta que murieran.

Dicho eso, ¿Por que...?

—¿Quieres, Wendy-chan? —preguntó la mujer de cabello castaño extendiendo una bolsa de chocolates hacia la peli-azul.

—S-Si, gracias —aceptó con timidez.

Natsu caminaba hasta adelante, seguido de cerca por Mirajne, y detrás de ellos iban Millianna, la mujer que casi le provocó un infarto a Natsu, Wendy y Juliet, el soporte médico.

Iban en dirección a la montaña del calor, una localización perfectamente bien conocida por ser un área de actividad volcánica. No existía un riesgo alto de filtraciones de magma a la superficie, pero ciertamente era un sitio que muy pocos podían visitar a causa de las emisiones casi infernales de calor que de ahí procedían.
Fue ahí cuando Natsu se preguntó: ¿Que estaban haciendo allí?

—La misión en sí misma era recolectar especies de rocas para un científico en uno de los pueblos en las inmediaciones —le explicó Juliet a su lado—. Pero parece que las temperaturas sufrieron un cambio drástico que afectó su estado. Al parecer fue más de lo que podían soportar con el equipo que llevaban.

—En fin —suspiró—. Solo espero poder comer bien cuando esto termine.

—Oye —lo llamó la albina detrás suyo—. Deja de decir cosas raras —espetó con su ceño notablemente fruncido.

—Hai Hai —dijo sin poner mucha atención. Algo que aprendió de inmediato era nunca hacer enojar a personas que fácilmente podían cambiar tu corazón de sitio con un solo golpe.

Tardaron varias horas, pero finalmente llegaron al pie de la montaña, y no mentían: El calor era como estar en el infierno. Y apenas estaban al pie.

3

La noche llegó más rápido al haber realizado el trabajo.
Las chicas, un grupo pequeño de cuatro, habían ido y vuelto con su recompensa bien cobrada y ganada. Ahora todos, alejados de la entrada al infierno, yacían acostados en sus futones, listos para dormir.
O al menos casi todos.

—Buenas noches, Natsu-nii —se despidió la peli-azul de manera atenta, y algo apenada.

—Buenas noches, Wendy. Descansa —respondió Natsu de vuelta, recostado fuera del área de campamento, recargado en un tronco.

Al menos más de una entre el grupo femenino admitía que era exagerado hacerlo dormir fuera, pero estaba bien para él. Era un precio que estaba dispuesto a pagar. Honestamente le importaba más que Wendy estuviera cómoda.

4

Se despertó sintiendo su vejiga a punto de estallar. No quería incomodar a nadie entre sueños, así que se alejó lo suficiente, al menos hasta que ya no pudo seguir el olor de ninguna de ellas.
Suspiró aliviado y se dejó llevar por la madre naturaleza.

—Eso es... Que fluya el río, el fluya —comenzó a jugar con su pene mientras la micción seguía andando. Lo sujetaba y veía que tan lejos podía llegar o simulaba que estaba regando las plantas.

Al terminar se sacudió y guardó lo que lo hacía hombre dentro de sus pantalones nuevamente.
Apenas tuvo tiempo de subir su bragueta cuando sintió una presencia desconocida detrás suyo. Todo lo que había alcanzado a ver fue una silueta en la oscuridad que hizo un movimiento con su brazo.

—¡¡Aaargh!! —gimio adolorido.
Una herida larga y profunda se abrió sobre su abdomen. La sangre brotó como un estallar, y antes de poder intervenir fue golpeado en el rostro por una explosión.

—Ya no será un estorbo —dijo el hombre saliendo de las sombras. Vestía un traje formal—. Es tiempo de que esas mujeres sepan cuál es su lugar —masculló por lo bajo. La emoción lo comenzó a inundar de repente.

5

—¡¡Mirajane-san!!

Wendy volvió a arremeter con todo lo que tenia. Esta vez voló cortando el viento y con su magia de apoyo, más el viento que conformaba su magia ofensiva, cargó un golpe en torno a su pie, dando como resultado una demoledora patada que dio justo en la parte posterior de la cabeza del hombre rubio con traje.

—Como dije antes, eres poca cosa comparada conmigo —dijo despectivo. Otra vez uso un golpe explosivo, ahora más poderoso, que hizo a Wendy tocar el suelo—. Si tanto lo deseas, tomarás su lugar, mocosa.

—«Lo siento...» —pensó impotente. Tenía el pie del sujeto sobre su cuello, haciendo presión, cortando el paso del oxígeno—. «Yo solo... Yo sola no pude... Quería hacer algo, pero no pude... Yo... No soy tan fuerte... Para ayudar a otros... Por favor, espero que puedan perdonarme...»

—Ahora, es tiempo de que cumplas con tu propósito, mocosa. Luego seguirán todas ellas. Ya se los había dicho: No debieron salir jamás de la cama!!

—Lo hiciste bien, Wendy.

—!!!

Los ojos tomaron la forma de platos dentro de sus cuencas. Bajó el pie y lo puso en el suelo. El viento movía ligeramente su ropa en la dirección posterior a la suya. Volteó sobre su hombro, y pudo ver su espalda.

—Natsu-nii —musitó algo débil, pero incluso así denotaba alegría y alivio.

—Demonios... ¿Cuando dejare de ser tan inútil y llegare a tiempo para variar? —se reprochaba a sí mismo rascando su nuca, con voz desaprobatoria—. Oye, Wendy, ¿Por que no le haces un favor a tu idiota hermano y ayudas a Mirajane con sus heridas? Una vez que lo hagan, saquen a todas de aquí. Eres muy fuerte y lo has hecho bien. Todas están agradecidas. Pero ahora dejame ser útil para variar —dijo mirándola directamente a los ojos. Su mirada la llenaba de paz y sus palabras eran un cálido confort que amaba poder abrazar. Finalmente, con Wendy entre sus brazos, esbozó una sonrisa. Era su sonrisa, su marca personal que sin importar la situación o el momento, siempre dejaba más que claro el mensaje: "Todo estará bien. Deja que te ayude"—. Tu Onii-chan se hará cargo.

—Si. Gracias, Natsu-nii —dijo sin contenerse más. Había comenzado a lagrimear por la alegría.

—Gracias a ti por ser tan valiente y protegerlas a todas —respondió cerrando los ojos y ampliando su sonrisa. Wendy se sonrojó solo con verle—. Ahora pongamos manos a la obra. Al mal tiempo darle prisa.

El rubio vestido con traje se dio la media vuelta. Estaba listo para matar a ese idiota. ¿Como se atrevía otro hombre a interferir? ¿Por que defendía a esas mujeres? Lo que debería estar haciendo es darle su apoyo. Cualquier hombre estúpido que defendiera a las mujeres caería, y su cabeza estaría colgada en su pared de trofeos. Así, cuando estuviera haciendo suya a las mujeres que intentó proteger, se sentiría horrible estando en el infierno. Desearía haberse unido a él cuando tuvo la oportunidad.

—¡Oye, Mirajne, ¿Me escuchas? —gritó Natsu, mirando sobre el hombro de ese sujeto rubio y vestido con traje, pasando de su expresión que intentaba intimidarlo, hacia donde yacía la albina—. Deja de sentir lastima por ti, ¿Quieres? Te ves más hermosa cuando rompes costillas —afirmó sonriendo. De repente su rostro cambió abruptamente. Sobraba mencionar que expresión estaba cargando cara a cara con este tipo—. ¡Voy a sacarte de aquí! —afirmó, con las manos en los bolsillos y una sonrisa de lo más arrogante, acercando su rostro, casi chocando su frente con la de ese bastardo delante suyo.

Estaba enojado, y se lo haría saber de la manera más sincera que conocía: Con acciones.

—Entonces... ¿Serías tan amable de repetir en mi cara lo que le dijiste a mi hermanita?































































































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A ver, ¡empiecen a hacer sus ofertas! ¿A quien quieren para el Harem oficial? Haremos espacio para doce, no más, no menos. Pónganse de acuerdo y elijan sabiamente, ya que después no habrá cambios. Ya dije y están avisados.

¡Gracias por el tiempo de tu vida.
Nos vemos a la vuelta, vil alma pecadora!

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