🐲3. El dragón fantasma🐲
Hace un poco más de doscientos años atrás, en el palacio dragón. Dos niños corrían por los jardines, ambos escapaban de sus sirvientes para evadir sus clases como era habitual.
El mayor de ellos guio al pequeño por un pasaje secreto, que se encontraba a un lado de la puerta oeste, lejos de la segunda torre de vigilancia del palacio. Aquella entrada estaba en un punto ciego de la seguridad, por lo que pudieron escapar fácilmente. Siguiendo el plan del mayor, el más pequeño de los niños entró primero grabando en su mente aquel camino. Tal vez era muy joven para recordarlo más tarde o quizá no. Los pasadizos del castillo conducían a varios lugares, entre ellos a las afueras del palacio, en donde ambos planean escapar.
Los niños llegaron al festival del dragón, rara vez podían salir, por eso, ver la carroza del festival ya era una gran hazaña para ambos. Ese día jugaron y se divirtieron al observar aquella representación gigantesca que mostraba a un enorme dragón con ojos dorados, tan brillantes como el iris de aquellos niños.
🐲🐲🐲
Kayda
Después de un día agotador caí sobre la cama rendida, pensé que me dormiría instantáneamente al sentir la almohada sobre mi mejilla, pero extrañamente no conseguía cerrar los ojos y descansar. El sonido de la tormenta con truenos y relámpagos, no ayudaba en lo más mínimo a conciliar el sueño. Además de eso, la propuesta que me hizo Sky hace poco, seguía dando vueltas en mis pensamientos. Y es que Sky, o mejor dicho Drake, insistió en que podía ayudarme a gobernar sin necesidad de casarme o tener un heredero del emperador.
Pero, tenía mis dudas. Para empezar no me sonaba muy lógico viniendo de él, un dragón que hace poco también pensaba que solo era mi amigo imaginario. Por no decir que me reveló en lo que consistía su misión y eso era para devolver los dones al reino dragón, le creía cuando dijo que me ayudaría a escapar. Ya que pensé que se había encariñado lo suficiente conmigo, como para decidir ayudarme en lo que decidiera por mi propia voluntad, pero luego de decir aquello, solo parecía que buscaba una excusa para que me acercara al emperador.
—Sea lo que sea que pienses, estás equivocada si crees que quiero unirte a la familia imperial actual —aseguró entrando a la habitación en su forma de dragón.
No era algo raro verlo atravesar la pared como hacia en mi habitación en el ducado, pero ahora que estábamos en palacio y después de saber que no era producto de mi imaginación, sino un tipo de fantasma. Sentí la necesidad de regañarlo por no respetar mi privacidad.
—La próxima vez toca la puerta —le reproché.
—¿Qué? Estás bromeando, ¿cierto?
—No es una broma.
—¿Ah no? Entonces, prefieres que toqué y los sirvientes en el palacio piensen que hay un fantasma o que estás loca por abrir cuando no hay nadie. Recuerda que solo tú me puedes ver —me reclamó en su lugar.
—Como sea, dormiré ahora, vete dragón fantasma, hablemos mañana.
—No, no me iré, quiero saber que te pasa, ¿creí que te gustaría mi plan?
—Claro, adoro ese plan —respondí sarcásticamente—. No me engañas, sé que solo quieres enviarme con el emperador.
—¿Qué? —pareció gravemente ofendido—. No sé como llegaste a esa conclusión, pero te lo aseguró, no quiero que te cases con él.
—Entonces, ¿quieres qué destrone a la familia imperial? Deja de bromear.
—Ya te lo dije, serás la única gobernante, tu poder no lo compartirás con nadie. Eso significa derrocar a los actuales monarcas.
—¿Estás loco? —casi quise reírme de sus comentarios, pero su mirada sería me lo impedía.
—Yo me haré cargo de todo, solo debes actuar un poco.
—No, no quiero eso.
—Pero, no puedes escapar ahora.
—¿Por qué? ¿Por qué no? Dijiste me ayudarías a huir si quería hacerlo. Bueno, pues quiero hacerlo.
—Eso fue antes, hay situaciones en las que no se puede huir y es mejor afrontar los obstáculo.
—No te pongas filosófico conmigo, sé que me estabas mintiendo desde el principio, pero no pensé que fueras tan descarado. Supongo que debía imaginarlo, ya que tuviste el descaro de engañarme desde la infancia. Realmente ni siquiera me considerabas tu amiga, ¿verdad?
—¿Ah no? ¿Quién arriesgo su vida para protegerte en más una ocasión? Ni siquiera los inútiles de tus padres te hubieran podido mantener segura. Si yo no hubiera estado contigo, en este momento ya estuvieras dos metros bajo tierra —gritó muy enojado.
—¿Cómo te atreves a hablar así de mis padre? Ellos me aman de verdad y para ti solo soy un peón.
—Olvídalo, volveré cuando estés más tranquila, ahora mismo resulta imposible razonar contigo.
El dragón se fue y finalmente pensé en dormir, lástima que las lágrimas eran demasiado frías y no me dejaban estar cómoda con la cabeza sobre la almohada. Salí de mi habitación para caminar sintiendo que era lo único que podía calmar mi mente. Durante la noche los jardines de palacio parecían algo desiertos, la seguridad solo vigilaba desde la torre de control, pero no molestaban, eso era una ventaja.
Realmente quería estar sola, pero a la vez seguía sintiendo la necesidad de hablar con alguien.
Después de ver las flores en capullo decidí volver a mi habitación, no me di cuenta que había caminado hasta los viejos muros de la parte antigua del castillo. Cuando algo llamó mi atención, desde un muro se podía ver el reflejo de una pequeña luz.
Me acerqué pensando que se trataba de un espejo o algo parecido, pero al tocar la pared esta se movió unos centímetros mostrando una grieta sobre salida. Era una puerta o al menos algo así, la entrada parecía antigua y se podía acceder a ella con solo empujar un poco la roca.
Una parte de mí sabía que no debía seguir por ese camino, era oscuro y sombrío, pero a la vez tan misterioso y enigmático que se me hizo irresistible querer saber más acerca de aquel pasadizo secreto. Entré y seguí el camino, había una antorcha a unos cuantos pasos de distancia dentro del pasaje, la tomé y continúe, no parecía ser peligroso, pero las apariencias engañan. Si bien no habían monstruos o cosas espeluznantes, lo que encontré me decepcionó enormemente. En medio de aquel pasaje se encontraba una pequeña gruta hecha de rocas y otras piedras brillantes que se diferenciaban de las gemas notablemente si se veían de cerca. Parecía una especie de altar, sin embargo, no era para nada un tesoro o algo parecido. Después de esa gruta, la cueva en donde me encontraba parecía completamente vacía y desolada.
Me acerqué por curiosidad a tomar una de esas rocas brillantes, cuando de pronto un fuerte ruido cerró la entrada por donde había ingresado. Intenté abrir nuevamente la puerta para salir dejando la antorcha a un lado, pero era imposible la entrada estaba completamente sellada.
Volví a la gruta y dejé la antorcha en otra esquina para poder sentarme en el suelo. Ahí no estaba cómoda, pero al menos podía estar sola, eso era algo bueno ya que no podía seguir conteniendo las lágrimas y el nudo en la garganta que me estaba por cortar la respiración.
—¡Kayda! ¡Kayda! —escuché una voz familiar llamar a mi nombre.
Cuando levanté la cabeza me di cuenta de que estaba sentada con mis rodillas sobre el pecho y mis brazos abrazando mis tobillos. Me había quedó dormida en aquella cueva, con el cuerpo hecho ovillo en busca de calor. Por suerte, alguien había llegado a mi rescate.
—Sky —pronuncié con la garganta raspándome demasiado para seguir hablando.
Algo en lo que no mentía mi padre era sobre mi frágil cuerpo, y es que cualquier cambio brusco en el ambiente podía hacerme mucho daño. Por esa razón, haberme quedado a media noche en una cueva oscura y húmeda era lo peor que podía pasarme.
—¿Kayda cómo llegaste aquí? No más importante, hay que irnos —dijo para tomar forma humana y cargarme hasta la salida.
El trayecto hasta mi habitación estaba borroso en mi memoria, lo cual atribuía a mi fiebre alta y a que me faltaban horas de sueño. Cuando llegamos Sky no volvió a tomar su forma de dragón y en su lugar se quedó como humano. Trajo agua y para ayudarme utilizó compresas de agua fría colocándolas en mi frente, para así poder bajar mi temperatura.
—Lo siento, creo que me excedí antes. No debí decir eso sobre tus padres, sé cuando se esfuerzan por impedir la boda y cuando se preocupan por ti, lo lamento —se disculpó él, en algún momento cuando me sentía mejor y pude oírlo claramente.
—Yo también lo siento, no te deje hablar y tú querías darme una explicación sobre ese nuevo plan que ideaste —respondí queriendo saber sus motivos.
—Eso ya no importa, te sacaré de aquí en cuando mejores —prometió, parecía decidido, pero a la vez presentía que no era lo que él deseaba.
—No, está vez quiero escucharte. Quizá esto ayudé a mis padres más de lo que mi huida podría causar. Si hay una forma de que nadie salga herido quiero saberla —propuse siendo clara en que no dañaría a nadie de la familia imperial.
—No hacer daño es difícil. Por eso te dije que lo dejarás en mis manos, pero ya está en el pasado, de todos modos era un plan inútil. No lo haré más, solo duerme.
—¡Sky! ¿Por qué odias a la familia imperial?
—Porque son unos traidores.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso? ¿Acaso no son descendientes reales de la familia original? —pregunté realmente curiosa por su respuesta.
—Lo son, ese es el problema.
—¿Cómo puede ser ese el problema? Está bien si son descendientes del sagrado espíritu dragón, ¿no?
—No, porque para el dragón espiritual no existen descendientes directos del verdadero linaje imperial —afirmó, pero no entendía como era posible, debió ver la confusión en mi rostro porque continúo hablando—. El espíritu dragón me envió con una misión para protegerte, porque tú eres la nueva heredera del don, ya que hace doscientos años murió el último heredero a la corona del linaje del dragón.
—Pero, eso es imposible. Dijiste que ellos si son descendientes directos. No lo entiendo, ¿te estás contradiciendo?
—Son traidores que por alguna razón poseen la misma sangre que el linaje original, pero no son los verdaderos herederos —aclaró con un tono de voz fuerte y decidido—. Antes pensaba, que solo eran súbitos fieles que se vieron obligados a tomar el cargo y soportar la maldición, pero estaba equivocado. Los actuales monarcas son descendientes de unos traidores, que armaron una conspiración muy elaborada hace doscientos años.
Las expresiones en su rostro eran muy marcadas, percibía el resentimiento, rabia, tristeza y confusión a la vez. Antes pensaba que conocía todo sobre Sky por ser mi amigo dragón imaginario, pero verlo ahí con su verdadera forma humana, me hacía ver que realmente no sabía mucho acerca del verdadero Sky, mejor dicho Drake como dijo que se llamaba. Había pasado una vida entera a su lado y comprendía algunas cosas, pero me faltaba mucho para poder entenderlo y aún así quería intentar averiguar todo lo que pudiera acerca de su pasado. Pensé por ese momento, que si él tenía un plan y un resentimiento tan grande, quizá podía ayudarlo a sanar, y no necesariamente con venganza.
—Los desterraré —propuse como una medida más indulgente y compasiva para los que llamaba traidores.
—Sería un error ser tan misericordioso, podría traer problemas a largo plazo.
—No lo haré de otra forma, quiero proteger a mi familia, al reino y a ti, lo más que pueda.
—Si quieres proteger a alguien deberías ser más decidida, pero está bien. Será como tú prefieras, pero no quiero obligarte. Toma la decisión cuando te sientas mejor, ir por el trono no será un juego.
—Lo sé, pero estoy arriesgando todo para ganar —aseguré porque sabía el peligro que tomaría, pero también la gran recompensa que venía con la corona.
No solo sería una gobernante, yo sería libre de decidir mi propio futuro, no más boda y no más prisión en casa. No más destino previamente decidido.
—Duerme un poco, la mañana está cerca —avisó él, posando una mano con delicadeza sobre mis ojos para que los cerrara.
Debió usar algo de su magia o el don del que tanto hablaba que debía recuperar, porque me quedé profundamente dormida después de sentir el leve roce de sus dedos sobre mi rostro.
Lo que sucedió después fue despertar con la noticia de que la emperatriz viuda había organizado otro baile, esta vez era un banquete para celebrar que no había resultado herida y que los rebeldes fueron castigados. No tuve noticias específicas de quienes me atacaron o el castigo que les dieron, pero ya suponía algo. Sky se había encargado de ellos o quizá fueron los guardias reales, realmente no me importaba. Tenía algo más importante en lo que ocupar mis pensamientos.
Durante el baile, sería mi presentación oficial y debut social en que sería presentada como candidata a esposa para el joven emperador. Eso también significaba que Sky iniciaría su estrategia para otorgarme el trono. Aunque, no me había dado detalles hasta ese momento, confiaba lo suficientemente en él para esperar que se acercará primero. Y así lo hizo, apareció después de que le pidiera a mis doncellas estar sola.
—¿Estás lista? —preguntó Sky quedándose a mi lado en todo momento.
—Te lo prometo, tomaré este Imperio en mis manos —le aseguré tomando la mano del chico dragón fantasmal.
—Este Imperio será solo tuyo, mi querida princesa —prometió besando el dorso de mi mano para luego dejarme ir por el pasillo, hacia el salón de baile.
Había olvidado lo espantosamente irritante que era estar parada en medio del salón luego de ser presentada como la hija del duque Galar, candidata al puesto de emperatriz. Habían muchos murmullos y el rumor de que el emperador había elegido a Abby para ser su emperatriz, lo cual ya era bastante malo, pero a la vez incómodo.
De algún modo no tenía muchas expectativas cuando el emperador se presentó. Podía ver claramente que su atención estaba puesta en cierta chica rubia de ojos escarlata, el emperador realmente parecía interesado en la princesa Abby. Por eso, después de su presentación, no me sorprendió que caminara hacia ella para pedirle ser su pareja en el primer baile, me aparte de su vista en ese instante y pensé en que tendría que buscar otra forma de revelar el complot de la familia real para tomar el trono, en lugar de insistir en acercarme a él.
—Princesa Galar, ¿me concedería esta pieza? —preguntó el emperador.
No sabía exactamente porque estaba parado frente a mí en lugar de estar con Abby, pero un brillo único en sus ojos respondería mis dudas. Tomé su mano y acepté el baile sin decir una palabra.
La primera vez que me encontré con el emperador estaba segura de que sus ojos eran grises, había un destello oculto, pero su mirada era opaca por naturaleza y, muy diferente a los ojos dorados de la persona que ahora tomaba mi mano y bailaba conmigo.
—¿Sky? —la pregunta salió de mis labios incluso antes de que pudiera pensar con claridad.
—Solo confía en mí —sonrió confirmando mis sospechas.
Sky había poseído de alguna manera el cuerpo del emperador y lo estaba controlando durante nuestro baile juntos. No sabía exactamente cómo lo había logrado, pero ya suponía sus razones pues los murmullos y la gente a nuestro alrededor empezaría a cambiar de opinión sobre los sentimientos que el emperador tenía por Abby.
Sin embargo, para mí eso era lo de menos, mientras bailaba solo pensaba en que era la primera vez que podía estar junto a Sky en forma física, era la primera vez que sentía su tacto tan vivamente y lo podía tener al frente mío siendo observado por todos a nuestro alrededor y ya no solo por mí, esto me confirmaba nuevamente que ni se trataba solo de un amigo imaginario. Aunque ese no fuera realmente el cuerpo o la apariencia de Sky, si era su alma y estaba bailando con él frente a todos esas personas durante el banquete del palacio.
Continuará…
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