T.4.20.

La funesta y aciaga noticia que pronunciaron los labios carmines de la sirvienta de Valerie Țepeș Elmenhilde Karnstein resonaron en los Cadres y Arcángeles, y en los demás dioses de la Alianza cuando supieron de ésta, como una bola de demolición: una horda de humanos ateos, simples y llanos humanos, estaba atacando a la facción de los vampiros. Si era cierta la información que Elmenhilde les había hecho saber, necesitaban la ayuda de toda la Alianza, incluidos los Reyes Dragones Tannin y Tiamat, con ayuda de Ladón e incluso Apophis si se pudiera.

Azazel y Namtaga habían regresado cada uno de sus respectivas ocupaciones matutinas: Azazel de ser informado por Shemhazai, el Vicegobernador de Grigory, de cómo una ángel caída de Grigory no paraba de difamar a los Cadres y a los aristócratas del lado demoníaco del Inframundo desde la comodidad de un burdel de súcubos; Namtaga de acompañar a su hija a la renovación del contrato que tenía en la Posada del Cuervo, así como de facilitar el contrato de treinta de sus hijas como camareras auxiliares del restaurante. Sin duda había sido una mañana agotadora para ambos.

Es por eso que cuando llegaron a la casa del Gobernador, Namtaga y Azazel se pusieron a preparar el almuerzo para poder comer rápidamente y descansar en la tarde. Sin duda habían pasado muchas cosas desde que la nugig y el Gobernador habían iniciado esta extraña relación: había regresado Miriam bat Yehoyaqim al Cielo, donde ahora actúa como apoyo moral de Yeshua, habían tenido un gran Torneo de Entrenamiento a petición de la propia Namtaga y, por último pero no por ello menos importante, habían ampliado la Alianza con la adhesión de dos panteones más, el nórdico y el celta. Azazel se sentía satisfecho con su gestión, o eso se jactaba de decir cuando se acostaba con ella a dormir cada noche desde que volvieron de Inglaterra...

Se sentaron a comer -una buena pata de cordero con una salsa hecha en base a tomate y especias, acompañada de arroz- amenamente. Azazel le preguntaba a la nugig de pelo carmín qué tal había pasado el día con su hija y con el actual portador de Draig Goch, a lo que Namtaga el respondió que consiguieron aumentarle el sueldo a su hija Adnigkukuda y, de paso, integrar en la sociedad de Grigory a treinta de sus hijas como camareras. El Gobernador Grigory se alegró gratamente por la noticia y, tragando un trozo de cordero mojado en la salsa, habló de su no tan agradable mañana: una de sus congéneres no paraba de escupir veneno e infamias a su persona y a sus hermanos Cadres desde la comodidad de un burdel de súcubos, así como escribir libelos en contra de los aristócratas demoníacos. Namtaga alzó la ceja extrañada ¿desde un Eš Dam?

Siguieron comiendo el almuerzo y pasaron al postre, éste cocinado por la nugig de pelo rojizo, el cual consistía en varias piezas de fruta -manzanas, granadas, dátiles peras...- bañadas en abundante miel y espolvoreadas con azúcar. A Namtaga le encantaba este platillo, lo solía hacer muy a menudo para sus hijas en su burdel (al que añadía líquido seminal, pero aquí no se lo iba a pedir a Azazel). Estaban tomando el postre, de nombre Gishbillal, cuando un círculo mágico desconocido para Namtaga y Azazel apareció en mitad del salón de la casa de Azazel. Éste era rojo intenso con los bordes negros y en su centro un murciélago con las alas desplegadas.

El círculo brilló intensamente en la sala, deslumbrado momentáneamente a la nugig y al Gobernador de Grigory. Cuando la luz se disipó pudieron ver un holograma y en este se podía ver a una mujer joven, rubia como los arcángeles del Cielo, con los ojos como dos rubíes, orejas puntiagudas de varios centímetros de largo, un vestido típico medieval del mismo color que sus ojos, y, lo que más llamó la atención a Namtaga pero puso en alerta a Azazel, tenía la piel pálida, como si no le hubiera dado la luz solar en muchísimo tiempo. Era Elmenhilde Karnstein, la sirvienta de Valerie Țepeș, y por su mirada, nerviosa e inquieta, no traería buenas nuevas precisamente.

Salutări, no tengo mucho tiempo, pero debéis informar a vuestra Alianza: estamos siendo atacados, repito, estamos siendo atacados por humanos. ―se cortó la conexión del holograma en ese momento. Parecía un mensaje pregrabado o algo así. Azazel ensombreció su rostro y no dudó ni un segundo en llamar a sus hermanos, al igual que Namtaga, quien se apresuró a llamar a su hija Adnigkukuda y al Mušlugalsa y sus mujeres. Esto era demasiado grave como para ser cierto...

Entretanto que Namtaga y Azazel estaban almorzando en Grigory, en el Sexto Cielo los Arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Zadquiel, Jofiel y Camael, junto con los humanos reencarnados Irina, Xenovia e Igor, todos congregados en torno a Yeshua ben Yosef y su Madre humana Miriam bat Yehoyaquim, estaban almorzando todos unidos en harmonía en una gran mesa en la plazoleta que conectaba las siete villae de los arcángeles. Los ángeles puros iban y venían trayendo la comida y bebida del almuerzo. Durante la espera María iba recordando pequeñas anécdotas del ministerio de su Hijo mientras vivía en la Tierra. Lo que no sería malo si no fuera porque su Madre empezó a hablar de una de sus seguidoras: Myriam la de Magdala.... a lo que el pobre Yeshua se tapaba la cara avergonzado y los arcángeles reían y los humanos -concretamente Irina y Xenovia- no podían imaginarse al Señor estar enamorado.

―Basta ya Madre... ―dijo avergonzado el de Nazareth cubriéndose los ojos sonriendo levemente.

―Pero si Tú y Myriam hacíais buena pareja... ―dijo María sobándose la barbilla recordando la buena vibra que tenía Su Hijo con su discípula, a lo que las humanas Irina y Xenovia vieron ojipláticas a Yeshua y a Su Madre.

No tardó mucho entonces en llegar el plato principal que habían preparado los ángeles puros para este convite: conejo del Jardín del Edén en salsa verde, acompañado de pan pita para quien quisiera acompañarlo, y, propuesto por Xenovia, amaretti -unos dulces hechos de galletas de almendras-, todo acompañado de copas de vino o agua para quien quisiera. Cuando empezaron a comer, Yeshua bendijo los alimentos y dio permiso luego para empezar al fin a degustar el almuerzo. Los arcángeles y los humanos se abalanzaron hacia la comida, pero María veía su plato y el plato la veía a ella. Parecía como si no le apeteciera comer lo que los ángeles habían cocinado.

―¿Qué pasa Madre? ¿No tienes hambre? ―preguntó Yeshua tragando un trocito de conejo empapado en la salsa mirando preocupado cómo su Madre no había probado bocado del almuerzo.

―Hijo sabes que esto es taref, ¿cierto? ―respondió María señalando con la mirada el conejo y las copas de vino, a lo que Yeshua recordó entonces un problema: su madre era judía, y los judíos no pueden comer ciertos alimentos como el cerdo, los conejos, el alcohol o tomar lácteos al mismo tiempo que la carne.

―No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, Madre. Sino lo que sale de la boca, eso contamina al hombre. ―pronunció Yeshua sabiamente a su Madre, la cual pareció no comprender muy bien en un principio.

―Yeshua-melech tiene razón, Miriam-malka. ―habló respetuosamente Irina, el As del Arcángel Miguel. ―¿De qué sirve seguir los preceptos alimenticios del Señor cuando después incumples todos los demás? ―preguntó retóricamente la mestiza anglo-nipona ante la atenta mirada de los arcángeles.

―Tienes razón Irina, los preceptos alimenticios de la Ley, aunque muy sabios y justos por parte de Padre, no sirven de nada si no santificas las Fiestas, si no respetas a tu Padre ni a tu Madre, si matas, si robas, si mientes... ―replicó Yeshua a Irina siendo escuchado por los arcángeles y su Madre, la cual parecía entrar poco a poco en razón.

―Bueno, si Tú lo dices... ―dijo María con los ojos cerrados llevándose a la boca un pequeñísimo trocito de conejo, ya frío. Lo saboreó un poco y su rostro pareció iluminarse ante el sabor de la carne.

Y así María comenzó a devorar el conejo que le había servido en menos de diez minutos, dejando a los arcángeles y a los humanos con muecas desencajadas. Terminó María su plato y, para bajar la comida, se tomó una copa de vino del tirón. Si con el plato dejó desencajados a los comensales, la copa de vino hizo que estallarán en risas ligeras por la prontitud de María en la comida, que exclamaba a los cuatro vientos sus felicitaciones a lo ángeles que hicieron la comida. El ambiente se relajó mucho en el Sexto Cielo después de eso y, cuando estaban tomando el postre -acompañado con un poco de café o té- algo llamó la atención de los presentes.

Lo que llamó la atención de los presentes en el Sexto Cielo no era otra cosa que un círculo mágico de color rojo intenso con el borde negro y en su centro un murciélago. Brilló intensamente, cegando momentáneamente a los arcángeles, humanos reencarnados y a Yeshua y a Su Madre. Del círculo mágico se materializó un holograma de una chica joven, rubia de ojos como rubíes y orejas puntiagudas que vestía un traje elegante de la Edad Media. Era Elmenhilde Karnstein, la sirvienta personal de Valerie Țepeș. Su rostro, pálido como si no hubiera visto la luz solar en años alarmó a María, pero Su Hijo y los arcángeles no parecían alarmados por eso, sino más bien por el aura que trasmitía a través del holograma: inquietud, emergencia, preocupación... Y eso pudieron confirmar cuando la figura del holograma les habló.

Salutări. No tengo mucho tiempo, pero debéis informar a vuestra Alianza: estamos siendo atacados, repito, estamos siendo atacados por humanos. ―pronunció inquieta la vampira antes de que se cortase la conexión inmediatamente, pues parecía un mensaje pregrabado. Yeshua y María no sabían cómo reaccionar ante tal información, pero los arcángeles y los humanos, especialmente el ucraniano Igor, ensombrecieron la mirada a tal punto que incluso María intuyó que lo que había dicho Elmenhilde no era para nada bueno.

―Iré a avisar a Zeus... ―pronunció Miguel seriamente invocando un círculo mágico del Cielo para trasladarse al Olimpo más rápido.

―Yo iré a Egipto, Ra y los suyos necesitan ser informados... ―dijo Gabriel seriamente haciendo lo mismo que su hermano mayor.

―Madre, quédate aquí en el Séptimo Cielo y no te muevas, avisaré a Pedro para que te ayude en lo que sea, al igual que mis demás hermanos. Debo avisar a Melqart y a Tannit... ―dijo Yeshua severo tomando su túnica y, haciendo tres cuartos de lo mismo que sus hermanos arcángeles, se dirigió hacia Tiro y Cádiz a la vez, gracias a la omnipresencia heredada de su Padre.

A la vez que esto ocurría en el Sexto Cielo, donde el holograma de Elmenhilde arruinó un buen almuerzo en comunión entre los arcángeles y los humanos reencarnados, en Grigory puso en alerta al Gobernador, el cual logró congregar a sus hermanos Cadres, al actual portador del Draig Goch, a su sobrina Akeno y a su sobrino Abhainn. Todos se reunieron con el Gobernador y su secretaria Nugig en su despacho. Con semblantes fríos y serios, preocupados y alarmados, si esa información era cierta, los vampiros ciertamente estaban en lo cierto en salir de su aislamiento y pedir ayuda.

―Azazel-ach, si esto es verdad tendremos que avisar a Odín, Dagda, Zeus, Ra y a Tannit. ―advirtió seriamente Baraquiel a su hermano Gobernador, el cual asintió con la cabeza aunque su corazón se negaba a creérselo.

―Si es cierto Baraquiel-lugal, yo estuve con él cuando esa vampiresa nos avisó. ―juró Namtaga también preocupada al escepticismo del Rayo de Dios.

―Entonces yo iré a Asgard a avisar al Padre de Todo... ―dijo Kokabiel invocando un círculo mágico de teletransporte violeta con una estrella de David en su centro, en el cual se metió su hijo Abhainn también.

―Nosotras iremos a Cénabo a avisar a Dagda y a los celtas... ―dijo Sahariel firme a su hermano Gobernador, pero sucedió algo que ninguno de los Cadres, ni siquiera Issei, se esperaba: su hermana Penemuel se abalanzó contra el castaño nipón y lo besó en los labios.

―¿Pero qué...? ―musitó Issei cuando Penemuel lo besó y se dirigió con su hermana al círculo mágico que ésta había preparado ya.

―Creo que Penemuel-achot siente cosas por ti, Hyōdō... ―dijo Baraquiel intentando sonreír en una situación como ésta, cosa que logró cuando Raynare clamó amargamente "¿Otra?"

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P.O.V. Arcángel San Miguel.

La noticia de que la facción de los vampiros estaba siendo atacada, no, invadida por una horda humana armada nos pilló a mis hermanos, a los humanos reencarnados y a Sus Majestades Yeshua ben Yosef y Miriam bat Yehoyaquim de sopetón, como un balde de agua fría. Si era cierto necesitaríamos todo el arsenal disponible de la Alianza para enfrentarnos a ese peligro. Diría incluso que necesitaríamos ayuda de los Reyes Dragones, y del Portador de Draig Goch. Es por eso que me trasladé rápidamente hacia el Olimpo, para hacer saber a Zeus y a los olímpicos.

Llegué al Olimpo gracias al círculo mágico de teletransporte del Cielo y ahí estaba Zeus solamente, al que notifiqué con gran pesar la funesta noticia: los humanos estaban asaltando a la facción de los vampiros. Zeus se quedó en shock, como si no supiese como reaccionar. De un momento a otro avisó, con ayuda del Glaux, el mochuelo de Atenea, a los demás olímpicos. Llegaron en un santiamén y les volví a comunicar a todos la noticia. Ares se levantó empuñando su xyston y su xyphós en la cintura y no dudó en hablar.

―No dudéis que los olímpicos siempre estaremos dispuestos a ayudaros, a vosotros abrahámicos y a los demás aliados. Contad conmigo. ―dijo el dios de la guerra con un semblante serio.

―Y conmigo. ¿Tendré que poner la estrategia, no? ―dijo Atenea levantándose de su asiento también.

Y así conseguí que los olímpicos prestaran su ayuda en esta difícil misión para la Alianza. Por su parte, Ares y Atenea reclutaron varios miles de hoplitas, toxotas, hippoi y demás tropas griegas paganas. En cuanto a Zeus, éste avisó también a Hermes para que trasladara la petición de ayuda a Ladón, que se encontraba en el Jardín de las Hespérides. Esperemos que Padre nos asista y nos guie en lo que se viene...

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P.O.V. Arcángel San Gabriel.

Cuando el pálido rostro de la sirvienta de Valerie comunicó que su facción estaba siendo atacada por humanos, mi rostro se ensombreció a tal punto que asusté a mi As Xenovia. Necesitábamos ayuda urgente, estaba clarísimo, por eso decidí irme a Egipto rápidamente a avisar a Ra y los suyos. Cuantos más dioses nos enviasen apoyos para ayudar a los vampiros mejor que mejor. En un círculo mágico del Cielo me trasladé hasta el Palacio donde se fundó la Alianza hace casi un año. Allí pude ver a Ra y a Thot a su lado. Mi rostro ensombrecido preocupó de sobremanera al dios solar del Khêmi, el cual preguntó qué es lo que estaba pasando.

―Su Majestad del Khêmi, la Alianza precisa de vuestra ayuda... ―dije seriamente, a lo que Thot estuvo listo para anotar en el papiro lo que iba a decir. ―La facción de los vampiros está siendo atacada por humanos y necesitan de toda la Alianza... ―manifesté solemnemente a Ra, el cual no dudó en llamar a su nieto Horus y a su guardaespaldas Sayf.

―Yo me quedaré aquí, pero Horus y Sayf os podrán ayudar. Anubis también os ayudará con varios miles de tropas si así precisáis. ―anotó Thot lo dicho por Ra, a lo que mi rostro sonrió complacido pero sin dejar el semblante serio.

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P.O.V. Kokabiel.

¡Guerra! ¡Guerra contra los humanos que se han atrevido a atacar a una facción amiga! Eso es lo único que se repetía en mi mente cuando Azazel-ach nos contó sobre la funesta noticia que Elmenhilde Karnstein les comunicó a través de un holograma. Miguel-ach fue a avisar a los olímpicos y Gabriel-achot fue a Egipto a hacer tres cuartos de lo mismo pero con Ra y los suyos. Yo me ofrecí junto con Abhainn en ir a Asgard y solicitar ayuda a los recién adheridos Æsir. Solamente Dios sabe si querrán o no ayudarnos, pero no se pierde nada por intentarlo.
Mediante un círculo mágico de Grigory llegamos Abhainn y yo al Valaskjálf, donde nos recibió Odín y Frigg cordialmente. Yo me encargué de informar a Odín y a Frigg sobre lo que le comunicó Elmenhilde a Azazel-ach, a lo que Frigg me miró como si me hubiera vuelto loco, pero Odín pareció estar de acuerdo conmigo. Cierto, él es capaz de ver todo lo que sucede más allá del Yggdrasil gracias tanto a Hugin y Munin como a su ojo tuerto. Tomó a Gungnir y dio nueve toques al suelo.
―He visto lo que pasa en esas tierras... ―susurró Odín llamando a Thor y a Baldr con un círculo mágico, así como a Rossweise su guardaespaldas y a Erik Grattson, el guardaespaldas de su esposa. ―Os ayudaré, lo juro por los siete días que estuve colgado del Yggdrasil... ―manifestó solemnemente Odín con una sonrisa confiada en sus hijos y en sus guerreros.
―Yo me encargaré de llamar a las valquirias para que os ayuden también. ―dijo decidida la guardaespaldas de Odín, Rossweise.
―¡Barreremos con esos debiluchos humanos! ―exclamó Thor alzando su Mjölnir al aire, llenando de esperanzas nuestros corazones.


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P.O.V. Penemuel.

La preocupación inundó mi alma cuando Azazel-ach nos comunicó que una horda de humanos estaba atacando los dominios de Valerie, según le había contado la sirviente de Valerie Elmenhilde Karnstein. Esa preocupación me llevó a imaginarme que Issei acabaría muriendo en Rumanía y que jamás lo volvería a ver. Atemorizada por esa preocupación hice lo único que me parecía calmaría mi corazón momentáneamente: le besé en los labios. Ni mis hermanos Cadres ni el propio Issei supieron cómo reaccionar, y aprovechando ese momento de estupor me escabullé a través del círculo mágico que había invocado Sahariel-achot. Ojalá cuando todo esto acabe pueda sentarme a hablar más sosegadamente con el portador de Draig Goch.

A través del dicho círculo mágico nos trasladamos en un santiamén a Cénabo, donde residían los dioses celtas, entre ellos la Neo-Dragon-Slayer Eileen. Cuando nos presentamos ante Dagda, éste nos miró intuyendo que algo no iba bien, sobre todo por nuestros semblantes serios y fríos. Yo misma me encargué de informar a Dagda y los suyos el espinoso asunto. Todos nos miraron preocupados y alarmados, ¿Cómo podían unos humanos suponer siquiera una amenaza? Dagda pareció negar con la cabeza y nos habló. 

―Ya veo... nos hemos recién adherido a la Alianza, pero no dudéis en nuestro apoyo. Lugh, Beleno, Camulos, ayudad a los abrahámicos. ―ordenó Dagda con firmeza al dios del sol, al protector y al dios guerrero. 

―Supongo que el descendiente del aprendiz de Salamander irá... ―dijo de repente Eileen tomando su nuevo báculo con su garra dracónica creada por Gran Rojo. ―En ese caso yo iré también... ―manifestó solemnemente la Neo-Dragon-Slayer, para más regocijo nuestro. Con dos Neo-Dragon-Slayers en nuestro bando un pequeño haz de luz se nos abre. 

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P.O.V. Yeshua.

Algo anda mal. Siento como que algo está mal en el ambiente. No es solamente por el anuncio de la sirviente de Valerie Țepeș, sino por algo más... Anuncié a la vieja Mavis que notificase a sus amigos descendientes de esos magos mientras que yo fui a avisar a mi tía Tannit y a mi primo Melqart, así como a Tannin. ¿Cómo pude avisar a tres seres sobrenaturales que están tan alejados entre ellos? Haciendo copias holográficas de mi mismo mientras que yo personalmente iba a Tiro. Así que creé dos copias que se dirigieron al Territorio de los Dragones en el Inframundo y a Cádiz. Invoqué los círculos mágicos y en un momento ya estuvimos en las tres localizaciones. 

El Yeshua que llegó a Cádiz, al Palacio de Melqart concretamente, no tuvo ninguna dificultad en conseguir el apoyo de mi primo, materializado en varias naves de guerra y mercenarios íberos y ciudadanos fenicios armados de las ciudades de la Península Ibérica, el Norte de África, así como las islas de Baleares, Cerdeña, Córcega y Sicilia. Con Tannin tampoco tuve problemas, consiguiendo más naves de guerra, así como un batallón sagrado por cada ciudad fenicia del Levante (Tiro, Sidón, Biblos, Beritos,  Arwad, entre otras). Por último con Tannin, el dragón rugió lleno de ira cuando mi clon le informó acerca del "problemilla" en tierras de vampiros, y no dudó en avisar a Tiamat y a su hijo Bova para auxiliarnos. 

Sólo espero que con la ayuda que consigan los Cadres y los Arcángeles entre nuestros panteones amigos, así como la ayuda de ángeles puros y caídos de a pie podamos combatir a lo que sea que haya atemorizado a los vampiros. Estoy seguro que podremos enfrentarnos a salir victoriosos. Sólo Padre sabe, claro está...

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Palabras: 3494.





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