T.4.2.
Volver a la rutina es un hecho universal, tanto en el Mundo Humano como en el Mundo Sobrenatural. Los ángeles en el Cielo deben volver a sus puestos de trabajo después de las respectivas fiestas, y los arcángeles no son menos. Ha pasado menos de un día desde que los Arcángeles Zadkiel, Jofiel y Camael habían regresado al Cielo después de poco menos de 150 años de haber fallecido. Sus villae en el Sexto Cielo fueron reconstruidas y habilitadas nuevamente para que se adecuasen a vivir nuevamente entre sus hermanos arcángeles, así como sus tareas asignadas en este nuevo Cielo donde Padre no está y en su lugar está su Hijo Yeshúa ben Yôsef.
Cada arcángel, Zadkiel, Jofiel y Camael, junto con Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel se reunieron entonces en la Sala del Trono del Séptimo para poner en acuerdo cómo se repartirán las tareas y obligaciones en el Cielo. También asistieron a esta reunión los humanos reencarnados, Xenovia, Irina e Igor. Una vez estuvieron todos congregados, Yeshúa sentado en el Trono y su Madre a su lado sentada en un trono igual al suyo, mientras que los Arcángeles estaban de pie frente al de Galilea. Los humanos estaban a un lado de sus respectivos arcángeles que los reencarnaron: Xenovia con Gabriel, Irina con Miguel e Igor con Uriel.
—Shalom Aleijem¹, Arcángeles del Cielo. —saludó cortésmente Yeshúa a los Arcángeles.
—Aleijem shalom, Yeshúa ben Yôsef. —respondió en nombre de los demás arcángeles Miguel.
—Después de siglo y medio de ausencia, Zadkiel-ach, Jofiel-ach y Camael-achot habéis vuelto de nuevo a la Casa de Padre, tal y como Su Voz me mandó. —dijo Yeshúa ante la atenta mirada de los arcángeles.
—¿Su Voz? ¿Hablaste con Padre? —pronunció Zadkiel con sorpresa su conmoción por primera vez desde que regresó.
—Eso creo. Escuché su voz, profunda y magnánima, mientras rezaba aquí mismo. —respondió el Hijo de Elohim a Zadkiel, quien pareció comprender.
—Entonces, ¿Qué hacemos ahora? —preguntó esta vez Jofiel a los presentes, dejando pensando a Yeshúa y a su Madre. —¿Volved a nuestros puestos como si no hubiera sucedido nada hace siglo y medio? —cuestionó retóricamente el arcángel de la sabiduría y el juicio.
—Exactamente Jofiel-ach. Sonará extraño, pero es lo mejor para el Cielo. Estamos en tiempos turbulentos, si actuamos con serenidad y sosiego, el Cielo se mantendrá firme y estable, como una roca. —respondió Yeshúa ben Yôsef con sabiduría y rectitud, como se esperaría del Hijo de Elohim.
—Amén. —respondieron escuetamente los presentes, incluidos los humanos reencarnados y su propia Madre María.
—Así que haced lo que os digo: volved a vuestros oficios y deberes, actuad con serenidad y sosiego. Esa es mi voluntad, por el bien del Cielo y de la Alianza Sobrenatural. —volvió a hablar Yeshúa haciendo un gesto de bendición a los presentes, quienes se dirigieron a sus respectivos destino.
P.O.V. Zadkiel.
Ver a Yeshúa ben Yôsef, el Hijo de Padre, sentado junto con su Madre en el Trono donde se sentaba Padre fue una escena que jamás me pude imaginar y, aún así, logró impactadme de sobremanera. Cuando Yeshúa murió en el Gólgota, la ira de Padre fue incontenible, hizo sentir su rabia y furia tanto en el Mundo Sobrenatural como en el Humano. En el Cielo llovió por primera vez, en el Inframundo hubo terremotos y fallas que escupían lava y gases tóxicos, muriendo muchos demonios y ángeles caídos a consecuencia de aquello. Ahora, dos mil años más tarde, él había regresado y estaba sentado en el Trono de Padre. No sé cómo ha regresado, pero en este momento sé que es Él quien nos dirige en este nuevo panorama turbulento por lo que nos describió.
Salí del Séptimo Cielo hacia el Sexto Cielo, donde estaba mi villae. Situada entre la de Miguel-ach y Jofiel-ach. Entré en mi hogar restaurado y me senté en el mullido sofá. Agarré un ejemplar del libro jurídico por excelencia del Cielo: Jukey-Avinu². Un compendio de las distintas leyes que redactaron los profetas humanos de Padre y que yo mismo recopilé por orden de Él. Así es, yo soy el Juez, el que imparte Justicia Divina en el Cielo entre los ángeles puros. Terminé de ojear mi antiguo compendio y me fui a trabajar al Juzgado del Primer Cielo, el Mishpat-Shamayim³.
Regresé a mi despacho, donde solía pasar horas y horas trabajando atendiendo a los hermanos ángeles del Primer Cielo. Encendí las velas del menorá que tenía en el despacho, incensé el ambiente y me senté en el escritorio, dejando entrar a los ángeles que quisieran entrar en el despacho. Aunque me inundarán de alabanzas y buenas palabras por haber regresado, yo seguía siendo un juez imparcial.
—Zadkiel-Dayán⁴, Jashudel me compró un kilo del trigo que cultivo en el Segundo Cielo por una mesita de noche de madera mal pulida. —se quejó un ángel de un tal Jashudel, ambos estando enfrente mía.
—El comercio debe ser justo y equivalente, Jashudel, Metujmenetel. Cito a Padre cuando habló con Moshé-rabbenu en el Sinaí: "Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano". —cité de memoria a Padre. —Recordad que el comercio debe ser justo y equivalente: si Jashudel-ach te ofrece trigo, Metujmenetel-ach, tú debes darle algo similar: patatas, cebada, carne o pescado, no un mueble. ¿Entiendes? —cuestioné a ambos ángeles, quienes asintieron comprendiendo la Ley.
Y así seguí el resto del día, despachando cuestiones legales entre los ángeles puros del Primer Cielo. Si bien era algo pesado, este era mi trabajo en el Primer Cielo mientras vivía y ahora de nuevo. Fue de boca de un cliente que me enteré de que una diablesa, una tal Ravel Phoenix, estaba redimiéndose en el Cielo. Tarde o temprano tendré que hacerle una visita...
P.O.V. Jofiel.
Cuando salí de la Sala del Trono donde pude ver a Yeshúa Ben Yôsef junto con su Madre María, me dirigí a mi villae en el Sexto Cielo. Pintada de un amarillo agradable para la vista, entré en mi hogar recién restaurado. Me paseé por los pasillos y habitaciones de la villae, acariciando las paredes amarillas. Llegué a mi habitación, vacía, la cama hecha y mi mesita de noche con un libro y un escritorio para escribir y corregir exámenes. Sí, corregir exámenes. Soy el profesor de los ángeles más pequeños del Cielo, dándoles clases de matemáticas, lengua hebrea, árabe o latina, leyes y demás asignaturas.
Desempolvé los libros de textos que tenía en los cajones de mi escritorio. Tenía algunos ejemplares antiguos, de mediados del siglo XIX. Los temarios no son antiguos, son los mismos en todas las épocas, pero está claro que los métodos de enseñanza habrán cambiado en 150 años. Estaba ojeando el libro de matemáticas cuando mis dos hermanos, Uriel-ach y Rafael-ach llamaron a la puerta. Me dirigí a la puerta y les dejé entrar, dirigiéndose ambos al sofá. Les serví un poco de té y me senté enfrente suya.
—¿Y qué tal, Jofiel-ach? —inició la conversación Uriel-ach. —¿Preparado para dar clases nuevamente?
—Eso creo, hace siglos que no me veo a cientos de alumnos frente a mí. —dijo nostálgico y con ilusión por volver a dar clases Jofiel dando un sorbo a su té. —Pero no sé cómo aproximarme a las nuevas generaciones... —dije ciertamente alicaído al pensar en dar clases y corregir incontables folios de exámenes y tareas.
—No es únicamente a las nuevas generaciones a las que tendrás que aproximarte con cautela. —dijo Rafael en un tono entre advirtiéndome y ocultándome algo importante al parecer.
—¿A qué me tengo que aproximar con cautela, Rafael-ach? —pregunté desconfiado a mi hermano arcángel.
—Cierta diablesa que anda suelta por el Cielo con el consentimiento de Yeshúa-melech... —me dijo Uriel-ach dejándome en shock por un momento.
—¡¿Una diablesa?! ¿Aquí en el Cielo? ¡¿Con el consentimiento de Yeshúa?! —pregunté estérico a Rafael-ach y Uriel-ach.
—Así es... —dijeron ambos al unísono dando un sorbo a sus respectivos tes.
P.O.V. Camael.
—Sin dudas, estamos en un tiempo único y extraño por partes iguales. —deduje saliendo de la Sala del Trono junto con Gabriel-achot, mi hermana y mejor amiga en el Cielo.
—Así es hermana. Desde que Yeshúa-melech regresó, todo ha parecido dar un un vuelco, un giro de 180 grados. —anotó Gabriel-achot a lo que yo dije.
Ambas estuvimos caminando por el Séptimo Cielo para dirigirnos al Sexto Cielo a través del ascensor. Una vez dentro de éste, aunque el silencio no fuera incómodo, sentía como si algo estuviera mal. No conmigo, sino con todo el Cielo. Seguramente sea la ausencia de Padre lo que enrarezca el ambiente. El Cielo sin Padre es como un día sin sol o un comida sin pan. Llegamos al Sexto Cielo, donde los arcángeles residíamos y le hablé a Gabriel-achot sobre esa extraña sensación.
—¿Gabriel-achot, acaso no sientes lo mismo que yo? —pregunté a mi hermana, la cual me dirigía a mi villae recién restaurada.
—¿El qué sientes, Camael-achot? —me preguntó preocupada mi hermana Gabriel. Ella me quería como si fuera mi hermana mayor, y como tal, es obvio que se preocupara por mi.
—Un vacío en el pecho... como si el miedo y la angustia se apoderaran de mí. —confesé a mi hermana, la cual me miró preocupada y consternada.
—¿Un vacío? —cuestionó Gabriel alertada por lo que le dije.
—Tal vez. ¿A lo mejor sea solamente la ausencia de Padre, no crees? —intenté calmar a mi hermana, la cual me miró un poco más relajada.
—Seguramente sea eso. Desde que Padre no está siento lo mismo. Solamente Yeshúa ha conseguido rellenarlo un poquito. —me confesó Gabriel entrando en mi villae, diseñada como una copia de la de mi hermana salvo que con un predominio del color rosado.
Paseamos por mi villae, la cual estaba decorada con motivos militares. A diferencia de mi hermana, que es más tierna y suave, yo soy la suboficial del Tzvashamayim⁵. Junto con mi hermano Miguel-ach solíamos hacer incursiones al inframundo demoníaco, con ayuda de nuestros hermanos Cadre de Grigory. Nos sentamos en el sofá para tomar un poco de té para hablar entre nosotras, ponernos al día luego de siglo y medio sin vernos.
—Vi en la Sala del Trono a una humana a tu lado. —resalté a mi hermana ese pequeño detalle.
—¿Xenovia? Sí, es una humana reencarnada. Era una monja en un convento de Benevento. —me aclaró Gabriel-achot sobre el origen de esa humana de pelo azul.
—Ah, supongo tendrá algo especial para que decidieses reencarnarla. —dije con un deje de desinterés.
—Umh... sí. —fue lo único que me dijo. —Es la portadora de Durandal y de un Fragmento de Excalibur, una espadachina nata. —me confesó Gabriel-achot, haciendo que escupiese un sorbo de mi té.
—¡¿Qué?! —exclamé sorprendida sin poder creérmelo.
Mientras que Camael, Jofiel y Zadkiel hablaban con sus hermanos arcángeles, en Grigory, los dos nuevos Cadres, Tamiel y Sahariel habían llegado al Mekom-Heskemim. Fueron recibidos por Azazel, sentado en su despacho junto con Namtaga, su nueva secretaria, a su espalda. Sahariel y Tamiel miraron extrañados a la nugig, vestida con un traje de chaqueta que resaltaba su generoso busto, con una corbata de color burdeos, camisa blanca con el escote casi al aire, una faldita gris y unos zapatos elegantes negros.
—Shalom Aleijem, Tamiel-ach, Sahariel-achot, bienvenidos nuevamente a Grigory. —saludó Azazel a sus hermanos.
—Aleijem Shalom, Azazel-ach. —respondió cortésmente Sahariel viendo de reojo a Namtaga.
—Veo que sigues siendo el mismo holgazán despreocupado de siempre, ¿no es así Azazel-ach? —preguntó con cierta sarna Tamiel viendo como Azazel se recostaba en su silla con los pies sobre el escritorio y las manos a modo de almohada sobre su cabeza.
—¿Para qué cambiar? Las cosas están yendo relativamente bien por aquí... —pronunció confiado el Gobernador General de Grigory.
—Si vis Pacem, para Bellum... —dijo Tamiel a modo de correctivo a su hermano Azazel, quien gruñó molesto.
—Tú y Kokabiel-ach sois tal para cual, como dos gotas de agua. —resaltó Sahariel ante el carácter belicista de Tamiel.
Y tenía razón. Tamiel era junto con Kokabiel y Baraquiel los encargados de formar, entrenar y dirigir a las tropas del ejército de Grigory en las distintas campañas militares. Mientras que Baraquiel los entrenaba físicamente y Kokabiel los comandaba en el campo de batalla, Tamiel seleccionaba, reclutaba y entrenaba en aspectos estratégicos a los soldados. Era pues el primer filtro para un ejército de ángeles caídos óptimo. Al contrario que Tamiel, Sahariel era más parecida a Penemuel. Una ángel caída más encerrada en su despacho que abierta al campo de batalla. Su especialidad era la magia y la hechicería, pero no como Penemuel, que la enfocaba al ataque y la guerra, sino a la defensiva, en la sanación y el apoyo.
—Sea como sea Sahariel-achot, sabes que al final yo y Kokabiel-ach tenemos razón. —corrigió Tamiel a su hermana, haciendo que esta bufe molesta.
—Entonces, Tamiel-ach, te gustará saber que entre las filas de Grigory tenemos a un individuo particular. —dijo de repente Kokabiel entrando por la puerta del despacho junto con su hijo nephilim, Abhainn.
—¡Hermano! —se giró Tamiel alegre al ver a Kokabiel otra vez. —¡Veo que el pequeño Abhainn ha crecido! —dijo el ángel caído sacudiéndole el pelo a su sobrino como si fuera un niño pequeño. —¿Y cómo que un individuo particular aquí en Grigory? —preguntó interesado Tamiel dejando de lado a su sobrino Abhainn, agradeciéndole éste a su Abuelo de que su tío le dejara en paz.
—Así es Tamiel-ach... Tenemos al portador del Draig Goch de este siglo en nuestras filas. —manifestó Kokabiel con aura de superioridad a su hermano, quien se le desencajó la mandíbula de la sorpresa.
—No puede ser... —dijo Tamiel con un tono de abatimiento.
Ante el abatimiento aparente de Tamiel, Kokabiel le miró con un aire de superioridad. Aunque ambos eran belicistas y se llevaban bien, tenían una competición implícita: encontrar al mejor soldado para Grigory y su Ejército. Kokabiel había vencido a su hermano debido a la ausencia de éste por siglo y medio. Aunque alguien en la sala tenía una idea que, creía, contentaría a todos en el lugar.
—Con su permiso, Azazel-lugal⁶. —habló la secretaria de Azazel, Namtaga, llamando la atención de los ángeles caídos presentes.
—¿Quién te ha dado vela en este entierro, nugig? —habló con voz venenosa Sahariel, recibiendo una mirada de condena por parte de Azazel.
—Tamiel-lugal dijo que si queremos Paz, tendremos que prepararnos para la Guerra, ¿no es así? —inició la conversación Namtaga, captando la atención del ángel caído belicista, siendo correspondida con un asentimiento de cabeza del mencionado.
—Y Kokabiel-lugal mencionó que el Mušlugalsa está en Grigory. Es más, él nos salvó a mí y a mis hijas de las tropelías de su propia tropa. —se acordó Namtaga, dejando a los Cadres sorprendidos por la acción que hizo Issei, un gesto de bondad infinita, pensó Sahariel.
—¿Entonces qué planeas, Namtaga? —cuestionó Kokabiel inquisitivo a la nugig. Aún no podía creerse que Azazel hubiera desplazado a Penemuel por una ramera pagana.
—¿Qué tal si entrenamos a todos en una especie de combate? Al Mušlugalsa y sus chicas, a Abhainn-mussatur⁷, y a Akeno-égia⁸, a los humanos reencarnados por los Arcángeles que vi estando en el Cielo y a los mago esos. —aclaró Namtaga a los Cadres, quienes vieron a la nugig anonadados.
—¿Sugieres una especie de combate hasta que quede el último en pie? —preguntó confundido Azazel. Namtaga no era de tener ese tipo de ideas precisamente.
—Algo así. De esta manera entrenan. —explicó Namtaga un poco más reservada. Temía haberse equivocado delante de los nuevos Cadres y de su Jefe -y amante-.
—¡Es una idea genial! —exclamó al poco tiempo Tamiel, haciendo que los presentes se echaran las manos a la cabeza. —¡Así podré ver qué tan fuerte es el portador de Draig Goch de este siglo! —dijo ilusionado Tamiel yendo a sus aposentos para preparar el torneo junto con Kokabiel.
—Creo que iré avisando a nuestros hermanos del Cielo a ver qué tal les parece la idea... —dijo Azazel con esperanzas de ver un buen combate por parte del actual Sekiryūtei.
—Creo que avisaré a Baraquiel-ach y al Portador de Draig Goch y sus hembras. —dijo por su parte Sahariel saliendo del despacho de Azazel dejando a Azazel y a Namtaga a solas.
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Palabras: 2700
1.- Shalom Aleijem significa "La Paz sea con Vosotros".
2.- Jukey-Avinu, en español "La Ley de Nuestro Padre".
3.- Mishpat-Shamayim, en español "Tribunal del Cielo"
4.- Dayán, en español "Juez". Zadkiel-Dayán es el título que recibe Zadkiel por los ángeles puros de a pie.
5.- Tzvashamayim, en español "Ejército Celestial". Son las huestes conjuntas de los Siete Arcángeles.
6.- Lugal, en español, "Señor". En este contexto una señal de respeto de Namtaga a Azazel.
7.- Mussatur, en español, "Sobrino". Namtaga considera a Abhainn su sobrino.
8.- Égia, en español, "Sobrina". Lo mismo que con Abhainn.
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