T:2.8

Sayf Al-tiniyn pertecía a un linaje que se remontaba hasta el Neolítico. Pero no el Neolítico que los humanos normales y corrientes conocían. Ese Neolítico del descubrimiento de la agricultura y la ganadería, del desarrollo del arado, de la rueda, de los megalitos, etc. Sino un Neolítico que solo conocían los seres sobrenaturales. Un Neolítico donde la magia era lo más común. Un mundo al que los dioses llamaron Earthland.

El mundo de Earthland era un paraíso terrenal. Los seres humanos vivían en armonía, en un solo estado mundial, denominado Flora Regno, traducido como "El Reino de la Flor", cuya capital es Crocus, la que en el futuro sería "Constantinopla". A la cabeza del reino se situaba un rey, que era elegido entre todos los humanos del planeta en una votación a nivel global. Aparte del rey, en cada aldea, pueblo y ciudad, había un gremio. Un gremio en lo que los trabajadores se reunían y planeaban que hacer cada mes.

Pero lo más importante de estos gremios eran los magos. Sacerdotes que dirigían los pueblos y recibían órdenes de los dirigentes de cada provincia en el reino. Éstos sacerdotes magos, eran maestros en el uso y conocimiento sobre la magia, todo tipo de magias, de control de elementos básicos -tierra, agua, fuego y aire- magia de manipulación mental, magia del tiempo, magia de control del cuerpo, etc.
Pero la magia había sido descubierta hacía poco tiempo. Hace como mucho 1000 años.

¿Cómo surgió la magia? Nadie lo sabe. Ni siquiera los más famosos científicos y sabios de Earthland lo sabía. Simplemente surgió así porque sí. Sin ningún motivo aparente. Lo que sí se sabía, y eso si era verídico, es que ahora la humanidad vivía una época dorada, nada parecía interponerse en el camino del Homo Sapiens. O eso era hasta que conocieron a los dragones.

Los dragones eran animales, más precisamente reptiles. Grandes reptiles del tamaño de edificios, que usaban magia. Eso sí que dejó a los sabios de Crocus sin palabras; "¿cómo una bestia sin la habilidad de formar palabra puede usar algo tan místico como la magia? ¡Sólo los hombres podemos usar la magia!" Fueron las palabras del rey. Uno de los sabios, Zeref, sugirió que debían amaestrar a esos maravillosos reptiles. Los demás sabios le increparon, "no se puede domesticar a esas bestias" "hay que exterminarlos" aconsejó otro sabio al rey de turno, el abuelo de la reina que llevaría a Earthland a la gloria, Hisui.

El rey reflexionó por días, incluso semanas, hasta que al fin respondió a los sabios. "Los extinguiremos" dijo el rey. Zeref se enfureció y huyó de Crocus. Se fue al medio de Europa, y fundó una ciudad donde se refugiaron muchos magos y habitantes que estaban en contra del rey. Así fundó "Álvarez" la futura Orleans, en Francia.

Por el lado del rey, decidió entrenar a unos selectos sacerdotes, magos, en magia dracónica. Estos serían los llamados "Dragon Slayers" y llevarían a Earthland a la gloria, tras casi 80 años. Esos magos se enfrentarían a muchos dragones, llevándolos casi a la extinción, pero algo ocurrió. Los dragones empezaron a entrenarles en su propia magia. ¿Por qué lo harían? Aún nadie lo sabe.

Tras casi 6000 años, los dragones siguen existiendo, salvo que ocultos, invisibles al ojo humano. Los humanos actuales solo creen que son productos de leyendas y mitologías, tales como Tiamat, Quetzalcoatl, Yu-long o Vitra. Pero los dragones existen, y los descendientes de los Dragon Slayers siguen aún caminando por el planeta. Sayf Al-Tiniyn era uno de ellos.

-Pero eso ahora nadie lo sabe. Solo los Dioses saben ese secreto... -dijo Sayf mientras montaba en camello.

El grupo de la facción abrahámica ahora mismo estaban en un viaje a camello justo al lado de la orilla del río Nilo. Habian pasado las pirámides hacia unos 20 minutos. En cada camello iba una pareja: Issei y Raynare, Mitelt y Kalawarner, Azazel y Penemuel, Baraquiel y Shemhazai, Miguel y Gabriel, Rafael y Uriel y Kokabiel junto con Sayf. Justo delante de todos estaba un hombre bereber, con su camello.

-¡Asafu! ¿Cuánto queda hasta que lleguemos? -preguntó Sayf en un tono de voz animado e infantil.

-No mucho señor, casi una hora. -le respondió el guía, Asafu.

Asafu era un hombre mayor bereber, de Libia. Tras el asesinato de Gadafi y el comienzo de la guerra civil en su pais, decidió cruzar el desierto e ir a Egipto. Allí podría vivir medianamente bien como guía y jinete de camellos. Conoció a Sayf hace unos años y ahora trabaja para él. Con una paga decente, ahora tiene algo que nunca pensó en tener: una casa y un techo.

-Entonces seguiré hablando con mis queridos invitados. -dijo Sayf con una sonrisa. -¡Si a ellos no les molesto, claro está! -dijo en voz alto para que el resto se enterase.

Siguieron marchando a las orillas del Nilo montados en los camellos. Asafu guiaba a los camellos, mientras que Sayf hablaba con el grupo de cosas muy importantes.
Sayf dijo que él tenía el olfato muy desarrollado, siendo capaz de distinguir seres humanos de seres sobrenaturales, incluso distinguir especies de éstos últimos.

-Una cosa de la que me he enterado durante vuestra estancia en el hotel. -empezó a hablar Sayf con un tono de voz curiosa. -Cuándo os vi en la recepción, olí a incienso y a azufre. -explicó el egipcio. -Y demonios no sois, porque no oleis a huevos podridos... -se burló Sayf de los demonios. -Pero lo que me intrigó en la recepción es que uno de vosotros, ¡no! Dos de vosotros oleis a dragón... -reveló Sayf a los visitantes.

Issei y Raynare, que estaban justo en el camello de detrás, se sorprendieron por la gran capacidad de Sayf a la hora de detectar olores. Raynare y su novio castaño no tenían tanta capacidad. Ellos solo eran ángeles caídos con Sacred Gears con dragones en su interior. Pero al parecer, de alguna manera, Sayf poseía las habilidades sensoriales de un dragón de verdad.

-¿Cómo supiste que teníamos algo que ver con dragones, Sayf-san? -preguntó el castaño al pelinegro de puntas rosas.

-Vosotros dos desprendíais un aroma que solo otro dragón puede oler... -respondió Sayf oliendo el aire. Un gesto bastante inútil ahora, al parecer.

-Feromonas... Los dragones producen feromonas para indicar a los demás machos que están en su territorio. -explicó Azazel a su pupilo.

-Pero si los dragones son reptiles... ¿Cómo pueden producir feromonas? -preguntó Mitelt desde atrás del todo.

-Aún nadie lo sabe, pero es el caso es que los dragones las producen para varias cosas: para traer a las hembras, para marcar el territorio y para advertir a otros machos. -explicó Azazel a los demás. Sayf asintió.

-¡Exacto viejo cuervo! Ahora, si me disculpais... -desplegó Sayf sus alas dracónicas. -¡Me voy a hablar con los dos dragones presentes! -exclamó Sayf volando hacia donde estaban Issei y Raynare, haciendo el Dragon Slayer como guía, dejando a Kokabiel solo, otra vez.

Sayf agarró la cuerda que tenía el camello en el cuello y empezó a caminar justo al lado de la joven pareja, la cual estaba sentada en las jorobas del camello, Isse delante y Raynare justo detrás suyo, abrazándolo por la espalda. Sayf vió a la joven pareja y les habló.

-Entonces, ¿cómo que sois dragones? No parecéis dragones ni tenéis ojos draconianos... -preguntó con curiosidad Sayf. Issei contestó.

-Pues porque yo soy el Sekiryūtei, y mi novia, la pelinegra, es la portadora de Fafnir. -dijo Issei mostrando el guantelete rojo y Raynare enseñó su puñal dorado.

-¡¿Eres el Sekiryūtei?! El Sekiryūtei no ha aparecido en el panorama sobrenatural desde hace más de 80 años... -confesó el descendiente de Natsu. -El último murió en la Primera Guerra Mundial, en el frente occidental, contra el Hakuryūkõ. El portador de Albion era alemán y el de Draig era, casualmente, galés. ¿No es así, Draig? -explicó Sayf a la pareja.

-[Mae hynny'n iawn... Roedd Llewellyn yn nwylo'r cludwr gorau. Gorchfygodd Albion a bu farw'n heddychlon yn ei gartref yng Nghaerdydd.] -habló con orgullo el dragón galés recordando a su mejor portador, Llewellyn. (Así es... Llewellyn fue, sin duda alguna, el mejor portador. Venció al portador de Albion y murió tranquilamente en su casa en Cardiff.)

-¿Entonces, por qué tardaste tanto en elegirme a mí? -preguntó Issei al dragón de su interior.

-Normalmente los dragones Celestiales tardan en elegir un nuevo portador. Suele haber uno por siglo. Tú eres el Sekiryūtei del siglo XXI, pero el Hakuryūkõ de este siglo aún no aparece... -explicó Sayf a Issei, el cual se quedó dudando.

-¿La lucha entre Draig y Albión es inevitable? ¿No hay manera de evitarla? -cuestionó Raynare con preocupación por la integridad de su novio.

-Así es, yasqut. Así ha sido desde que Ël selló a ambos en las Sacred Gears, y así será por la eternidad. -contestó contundente Sayf a la pelinegra, la cual se deprimió. -¡Pero no pasa nada! Si aún no ha aparecido el Hakuryūkõ, aún quedan un poco más de 80 años por aparecer... -dijo Sayf relajadamente. -80 años en los cuales podéis relajaros, entrenar, ¡incluso formar una familia si quisierais! -exclamó alegremente Sayf, haciendo que Raynare e Issei se sonrojasen.

-¿Una familia? ¿Niños? ¡Ay Padre, dame fuerzas! -exclamó Raynare desmayandose al imaginarse a ella misma con un bebé en brazos, con pelo negro y ojos de color miel.

-¡Ja ja ja ja! ¡Qué hembra más delicada tienes, Sekiryūtei! -chilló de risa Sayf al ver como Raynare se desmayaba.

-¿Crees que ésto es gracioso, Sayf? -interrogó Issei indignado con el Guardián personal de Ra.

-Mira Sekiryūtei, entre dragones, hay tres temas que son inevitables. Uno: nuestros territorios; Dos: medir nuestras fuerzas y Tres: nuestras hembras. -explicó Sayf haciendo el gesto de contar con las manos, mientras miraba a los ojos al castaño.

-Vale, entiendo que sabes más que yo sobre los dragones... -dijo Issei cabizbajo con un leve tono de tristeza.

-Pero no te pongas así Sekiryūtei, tendrás tiempo para aprender. - aconsejó Sayf al castaño. -Yo tardé casi 30 años en aprender sobre este maravilloso y peligroso mundo... -confesó Sayf con una voz melancólica.

Tras terminar de hablar Sayf, el Dragon Slayer despegó sus alas de nuevo y se dirigió a donde estaba antes. Se sentó delante de Kokabiel en el camello y siguió el viaje.
Tras casi 30 minutos, Sayf volvió a preguntar a Asafu, el que guiaba a los camellos.

-¿Asafu, cuánto queda? -preguntó Sayf a Asafu, el cual se paró un momento.

-Ya estamos aquí, Sayf-Sayid. -dijo Asafu soltando las amarras de los camellos. -Bienvenidos al hogar de mi señor Sayf. -dijo el bereber mostrando a los Cadres, Arcángeles, Issei y las chicas, el hogar donde vivía Sayf y su mujer.

-¿¡Vives en el Valle de los Reyes!? -preguntó asombrado Issei mientras se bajaba del camello.

-¡Impresionante! -exclamó Raynare, la cual se quedó con la boca abierta.

-Esperad un momento... -dijo Sayf extendiendo sus manos al frente, recitando en egipcio antiguo un hechizo.

Entonces, de recibido, el paisaje cambió drásticamente. Las ruinas del Valle de los Reyes se reconstruyeron a como eran hacia 3000 años. La gente volvía a caminar por las calles, hombres mujeres y niños. Parecía que habían viajado en el tiempo.
Todos se quedaron mudos al ver el panorama.

–¿A qué estáis esperando? ¡Vamos! ¡Mi esposa está en mi casa! –exclamó Sayf a los visitantes.

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PALABRAS: 1895.

Al fin han llegado a Egipto, y la esposa de Sayf les espera. ¿Quién es su esposa? ¿Qué les deparará en Egipto?
Atte.

E.S.Z.

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