T.2:29.
Había pasado una semana desde que Issei, Raynare, Kalawarner, Mitelt, los Cadres y los Arcángeles habían iniciado el viaje diplomático por el Mediterráneo Oriental, iniciando una Alianza Sobrenatural con los panteones egipcio y griego, así como la adhesión del panteón fenicio por voluntad de la diosa fenicia Tannit y de su hijo, Melqart, los únicos dioses que aún quedaban con vida del panteón. Esta Alianza no sólo era inusual para los dioses (nunca antes había habido alianzas en pos de perdurar en el tiempo, siempre eran momentáneas y por un enemigo común usualmente), sino que también era el objetivo que había tenido en vida El, quien soñaba con la paz y la cooperación en el Mundo Sobrenatural.
Por otra parte, a la vez que los abrahámicos se embarcaban en Naucratis hasta Grecia, el grupo de Élite del Cielo, compuesto por el sacerdote y exorcista ortodoxo ucraniano Ígor, la monja y exorcista católica italiana Xenovia y la exorcista anglo-japonesa anglicana Irina, viajaban hacia Gadir, actual Cádiz, donde se encontraron a Melqart, quien les dejó marchar al continente y consiguieron entrar en el Jardín de las Hespérides, con el beneplácito de Ladón, el dragón protector del mismo. En él se enfrentaron a un par de comunistas españoles, les derrotaron por los pelos, y lograron recoger las Manzanas Doradas que el dios abrahámico escribió que se necesitaba para curar la "Maldición del Mensajero", lo que padecía Asia y le había condenado a caer en estado comatoso por más de 2 meses.
Tras un viaje en barco desde Gadir hasta Jafa, en el territorio de la facción abrahámica, y pasando por Jerusalén para teletransportarse al Cielo, el trío de exorcistas entregaron las Manzanas Doradas Yeshua Ibn Mariy, el cual avisó a los abrahámicos que ya tenían la cura para Asia. En Grecia, Issei y las chicas lloraron de la emoción al saber que Asia por fin despertará. Los Cadres y Arcángeles que estaban en el Olimpo celebraron doblemente, por la cura de Asia y por haber derrotado a Marte, el cual huyó miserablemente otra vez, esta vez tuerto y manco.
Cuando estaban celebrando, un círculo mágico apareció al lado de Hades, el cual estaba celebrando junto con los demás. Del círculo mágico surgió la figura de una parca, la más fiel a Hades, de nombre Thánatos, literalmente "muerte" en griego. Ésta vestía una túnica enteramente negra, con una capa y capuchas también negras, iba descalza, con una hoz en la mano derecha. Las parcas son las mejores tropas del Inframundo, superando a demonios abrahámicos y ángeles caídos, pues un simple corte, por muy leve que éste sea, de sus guadañas, te puede llegar a desangrar rápidamente y morir en menos de 5 minutos.
La fiel parca servidora del dios griego se agachó a su oído y le susurró al oído.
-Mi Señor, los demonios abrahámicos han huido del Tártaro. -dijo la parca a Hades, el cual escupió su vino debido a su asombro por la noticia.
-¿Qué? ¿Cómo ha ocurrido? -le preguntó el dios griego sin poder contener su alegría.
-Al parecer las huestes de la Duquesa Gremory y de la Princesa Sitri sí invadieron el Tártaro, pero ante su Palacio se dieron la vuelta cobardemente. -explicó Thánatos detalladamente a Hades, el cual se levantó de su asiento y se lo comunicó a los invitados abrahámicos.
-¡Hijos de Elohim, Kατακόκκινος Δράκος, tengo una buena noticia! -llamó la atención Hades a los presentes, mientras que la Parca abandonaba el Olimpo. -¡Las huestes de los demonios abrahámicos han abandonado el Tártaro! -gritó alzando su copa de vino al aire.
Todos los invitados abrahámicos gritaron llenos de emoción y júbilo por la buena nueva. Issei y las chicas bebieron el vino a la salud de Asia, los Cadres y Arcángeles por la paz y por la extinción de los perversos demonios. Sayf no bebía vino, pero igualmente se alegraba y no paraba de repetir en árabe para sí "Alá es Grande y Misericordioso. Alá traerá la paz y la destrucción". En el clímax de la celebración, cuando Issei y Raynare ya estaban a punto de desnudarse -y por apuntárseles Kalawarner-, la llama del Olimpo volvió a tomar figura humana, la de Yeshua concretamente.
-Shalom Hermanos, Sekiryūtei, dioses griegos. -saludó el hijo de Elohim a los invitados, pero se escandalizó por lo que vió: todos estaban ebrios a más no poder, Raynare Issei y Kalawarner estaban apunto de hacerlo ahí en medio; menos mal que Sayf era el único sobrio.
Yeshua no soportó lo que vio y tuvo que hacer uno de sus milagros para beneficio propio esta vez. Convirtió el alcohol, el de las tinajas y el de la sangre, en agua. Con este pequeño "milagro" los que antes estaban ebrios ahora estaban sobrios y despiertos. Yeshua se lamentó de haber tenido que hacer eso, pero no había otra opción.
-¿Pero qué ha pasado...? Ugh, me duele la cabeza... -se quejó Kalawarner al quitársele la embriaguez de golpe.
-Eso mismo me pregunto Kala-chan... -dijo Issei en el mismo estado que la ángel caída peliazul.
-¿¡Pero qué demonios hacemos casi desnudos!? -exclamó Raynare tapándose con su ropa y sonrojada al extremo.
-¡Por Padre, yo quería llegar Virgen al matrimonio! -se quejó Kalawarner vistiéndose con su típica gabardina roja. -¡Decidme si lo hacíamos o no! -agarró Kalawarner a Issei y a Raynare del cuello y los zarandeó salvajemente.
-No hicisteis nada Kalawarner-achot, Raynare-achot, Issei-aj. Pero si no hubiese llegado a tiempo, seguramente sí lo hubiérais hecho al final. -explicó Yeshua dirigiéndose hacia donde estaba la llama y colocándose enfrente de ella, mirando directamente al rostro de Zeus a través del fuego.
-¡Otra vez te vemos por aquí Yeshua! -dijo animado Zeus al ver al hijo de Elohim por segunda vez en una semana*. -¿Qué te trae esta vez por aquí? -preguntó emocionado acomodándose en su asiento de mármol.
*Los Invitados abrahámicos han pasado una semana en Grecia, no en el Olimpo. Paralelamente a Xenovia, Ígor e Irina viajando a través del Mediterráneo para transportar las Manzanas Doradas al Cielo, viaje que duró una semana desde Gadir a Jafa. Por su parte, los invitados abrahámicos se estuvieron alojando en la cercana ciudad de Farsalia desde que derrotaron a Marte, visitando a los dioses griegos cada noche.*
-Zeus, dioses griegos, Achim, guardaespaladas de Ra, Sayf Al-tiniyn y Sekiryūtei, me honra y me llena de alegría y regocijo comunicaros que al fin hemos encontrado una cura a la Maldición del Mensajero. -dijo el hijo de Elohim con su inseparable sonrisa y su voz serena y calmada.
-Eso significa que... -habló Issei con dificultad mientras que alguna que otra lágrima recorrían las mejillas de Raynare y Kalawarner.
-Así es Issei-aj, Asia podrá ser curada finalmente. -confesó Yeshua con una sonrisa tan alegre que iluminaba la sala.
-¿Entonces a qué esperamos? ¡Vámonos al hospital y curemos a Asia! -se levantó Raynare exaltada y con ganas de hablar de nuevo con su mejor amiga.
Mientras que todos los abrahámicos salían del Olimpo para dirigirse de nuevo a Grigory o al Cielo, los dioses griegos se dirigían a sus hogares, en las colinas del Olimpo, salvo Hades, que se dirigió en círculo mágico a su palacio en el Tártaro. Por su parte, justo antes de que Poseidón se marcharse, Sayf se levantó apresuradamente y se dirigió a donde estaba Andrestea, quien miró a Sayf extrañada ¿porqué se dirigía a ella tan rápido?. Sayf la agarró del hombro a la joven.
–¿Andrestea, por el amor de Alá, no me reconoces de algún lado? –preguntó Sayf a la joven griega, la cual giró la cabeza a un lado aún más extrañada.
–¿Por qué Andrestea debería reconocerle, Sayf? Plic plac... –preguntó la chica peliazul con mechas negras al hombre descendiente de Natsu.
–Puede que mi cara haya cambiado, ¿pero te suena ésto? –preguntó Sayf un poco desesperado agarrándose sus mechones rosados.
–Pelo rosa... Sayf Al-tiniyn... ¿Dragón de Verano? –balbuceaba cosas sin sentido aparente Andrestea.
–Sí, así me llamo Andrestea. ¿Te sueno de algo? –preguntó Sayf esperanzado de que, con el aparente incomprensible balbuceo de Andrestea, ella supiera quién era, o más bien de quién era descendiente.
Lo que Sayf no sabía, o no veía, era que Mavis estaba detrás de Andrestea, a la altura de sus muslos, abrazándola, como si se tratase de una niña pequeña perdida agarrándose a su madre. Lo que de verdad ocurría era que la Vieja Maestra del Gremio estaba, de algún modo incomprensible, transmitiéndole todos los recuerdos de su antepasada, Juvia Locksar, poco a poco a la joven griega. Desde que desertó del Gremio de Phantom Lord junto con Gajeel, de su enamoramiento con Gray Fullbuster, sus aventuras con el Gremio de las Hadas, su embarazo tras la guerra contra Álvarez, del nacimiento de su primer hijo, Greige, etc...
Tras transmitirle todos los recuerdos de Juvia, la joven Andrestea pareció "despertar" y esas orejas que Sayf le vió cuando la conoció en Atenas fueron desapareciendo poco. Al final, Sayf pudo verle la marca del Viejo Gremio en el mismo lugar que la tenía su antepasada, en el muslo izquierdo. Fue entonces cuando Andrestea se percató de la presencia de Mavis y de quién era descendiente el hombre que tenía enfrente suya.
–¿Así que eres descendiente de Salamander y Andrestea lo es de la Mujer de Agua? –preguntó la chica peliazul a Sayf, quien le asintió sonriendo agarrándola del hombro en señal de confianza.
–Así es Andrestea. Ahora me toca irme de aquí e ir a Grigory con los demás. –dijo Sayf dándose la vuelta dirigiéndose hacia las puertas del Olimpo.
–Ankaŭ mi devas iri. Mi ne volas maltrafi la vekiĝon de tiu knabino, pri kiu Jeshua tiom zorgas! –chilló alegremente Mavis teletransportándose mediante un circulo mágico que tenía inscrito el símbolo de las Hadas.
–Supongo que Andrestea se lo tendrá que decir a Poseidón-Μπαμπάς... –suspiró con resignación Andrestea yéndose a donde vivía Poseidón, en una isla en medio del mar Egeo.
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Todos ya estaban ahí, en la sala de cuidados intensivos del Hospital General de Grigory. Los Arcángeles Miguel, Gabriel, Rafel y Uriel; los Cadres Azazel, Shemhazai, Penemuel, Kokabiel y Baraquiel. Issei, Raynare, Kalawarner y Mitelt, junto con Donasheek y su esposa Claudia. También estaban a modo de embajadores Sayf y Hathor, junto con Isis y Osiris para la operación. Por el Panteón helénico estaban Zeus, Poseidón, Hades y Andrestea. También estaban Tannit y Melqart, como "familiares" de Yeshua (tía y primo respectivamente). Y por último, pero no por ello menos importante, Ravel Phoenix, la cual desde la distancia y atada con unas esposas de luz dirigiría la operación. Escoltándola estaban el trío de exorcistas, Ígor, Xenovia e Irina.
La sala de operaciones era un quirófano donde sólo estarían el dios Isis, Osiris, Yeshua y Ravel dirigiéndolo todo. En la sala de espera estarían todos los demás. Impacientes y rezando para que la solución que le había dado el demonio Phoenix funcionase. Porque si no fuese así, Dios sabrá que le haría Issei o Raynare.
–Ya estamos todos aquí reunidos. ¿Preparados para la operación? –preguntó Ravel midiendo cuidadosamente sus palabras. Cualquier cosa que decía podía ser usada en su contra si salía mal.
–Sí, todo listo. –dijeron todos los presentes al unísono.
–Perfecto. En el libro de Elohim, éste decía que el primer paso para curar la maldición es saber si el afectado era puro o no. –dijo Ravel recordando el libro que su padre se había "tomado prestado" de Ël.
–¿Cómo puro? ¿En qué sentido? –dudó Yeshua al escuchar el primer paso. –Era una humana reencarnada en ángel caída. Aparte de eso no sé nada. –apuntó Yeshua lo que sabia acerca de Asia Argento.
–Por eso he ordenado traer, con su permiso claro está, a Isis y a Osiris. –dijo Ravel. –Al parecer Elohim era increíblemente astuto. Él escribió "puro" en el sentido de alma. No si había pecado o no. Y la única manera de saber de si Asia era pura es... –dejó caer Ravel a los presentes.
–El Juicio del Maat... –respondió Osiris al intuir lo que quería decir la demonio.
–Exacto. Hay que juzgar su corazón, literalmente. –expresó Ravel con seriedad. –Por eso os he traído aquí, Isis, Osiris. Vosotros llevaréis a cabo el juicio a su corazón. –ordenó la demonio rubia a los dioses egipcios, los cuales asintieron.
Al otro lado del quirófano, en el pasillo, los invitados egipcios y helenos, así como los Cadres, Arcángeles e Issei y su grupo se quedaron boquiabiertos al escuchar a la demonio Phoenix. Los Egipcios ya entendieron porqué los abrahámicos los querían en la Alianza (aparte de para cumplir el sueño de Ël). Los griegos en cambio ya lo sabían de antemano, pues las Manzanas Doradas estaban en su territorio. En cuanto a los fenicios, éstos aún no sabían exactamente qué hacían en la operación.
De vuelta al quirófano, Isis agarró una daga ceremonial, a modo de bisturí, para abrir la caja torácica de Asia y extirparle el corazón, mientras que Osiris invocaba la balanza que usa en sus juicios a las almas de sus fieles. Si la pasabas, iba al Aaru, si no, eras devorado por el Ammyt. Debido a la complejidad de la situación actual, muchos procedimientos del Juicio de Osiris se iban a saltar e iban a ir directamente al pesado del órgano. Con sumo cuidado, Isis usaba la daga para ir abriendo el pecho de Asia, con su piel y músculos. Una vez la caja torácica era abiertamente visible, usó la daga para cortar las costillas con precisión y cuidadosamente.
Retiró el esternón y el corazón de Asia, palpitante y rojizo, que ya estaba al aire libre. A continuación cortó las venas que suministran la sangre al órgano. Primero cortó las venas y luego las arterias. La sangre empezó a salpicar, pero Yeshua les ayudó cerrando las venas y arterias para evitar que saliese más sangre y Asia muriese en el proceso. Una vez el corazón fue extirpado, Osiris lo agarró de las manos de su esposa Isis, la cual se dirigió al lavabo del quirófano para lavarse las manos de la sangre. Por su parte, el dios egipcio colocó en la balanza el corazón y le comenzó a preguntar en copto, el idioma sagrado, diversas preguntas.
Con cada pregunta, el corazón "respondía" a las preguntas que Osiris le formulaba de una forma muy curiosa: palpitando. Tras las preguntas, el corazón de Asia quedó por encima de la pluma, es decir, el corazón era más ligero que la pluma de Maat, por lo que el corazón era puro. Es más, era el más puro que Osiris había juzgado: la mayoría de corazones se elevaban por encima de la pluma por muy poco, pero el de Asia se elevó por encima hasta el tope, haciéndolo el corazón más puro hasta la fecha. Todos los presentes se sorprendieron, incluso Yeshua, pues estaba convencido de que un corazón más puro era imposible de que existiese. Ravel también se sorprendió muchísimo, pero lo ocultó detrás de una sonrisa confiada.
En cuanto a los impacientes invitados, éstos no cabían en su asombro. Asia tenía el corazón más puro del que se tenía. Issei y Raynare se emocionaron de que su novia y amiga fuese tan pura y amable. Los Arcángeles y los Cadres no cabian en su asombro, pero se acordaron de algo preocupante "Luzbel también era así de puro" pensaron todos a la vez. Los helenos y egipcios se sorprendieron de que una humana normal y corriente fuese tan pura, aún por encima de su trágico pasado, según habían escuchado. Los fenicios aún pensaban qué estaban haciendo ahí.
Una vez juzgado el corazón de Asia, éste volvió a ser colocado en su lugar, gracias a la magia de Yeshua, quien unió el órgano a las venas y arterias y las abrió una vez estuvieron éstas conectadas al corazón. En unos pocos segundos volvió a palpitar de forma normal, sin arritmia, lentitud o sobreexcitación. Gracias de nuevo a la magia de Yeshua, las costillas y el esternón volvieron a unirse, así como la piel, los músculos, carne y nervios.
La primera parte de la operación ya estaba hecha.
–Ahora que el corazón de Asia ha sido juzgado y nos ha dado un resultado inaudito, podemos proseguir. –habló Ravel ocultando muy bien su asombro.
–¿Y ese sería? –preguntó Yeshua, en cierta medida, impaciente.
–A continuación, juzgado el corazón del que sufre la Maldición, usamos las Manzanas Doradas, las más puras frutas del Mundo Sobrenatural. –dijo Ravel citando el libro de Elohim. –Para ello las trituramos hasta el punto de que sea un puré con cierta
–¿Enserio escribió Elohim eso? –preguntó Zeus a fuera del quirófano.
Cabe resaltar que toda la operación era vista a través de un cristal que permitía ver de fuera para adentro, pero no de adentro para afuera. Por lo que los invitados podían verlo todo en directo.
–Pues sí. Padre era a veces... raro. –habló Miguel Arcángel en respuesta a Zeus.
Mientras tanto, en el quirófano, Yeshua agarró las Manzanas Doradas, y se dirigió a un rincón del quirófano donde había una batidora, un cuchillo, un pelador de patatas y un cuenco para verter el puré de las Manzanas Doradas. Yeshua peló las Manzanas Doradas, las cortó en trocitos pequeños, no más de 5 centímetros cada uno; tiró los trocitos a la batidora y los pasó hasta que estos se convirtieron en una papilla parecida a un puré de manzana, el cual tenía un color entre dorado y beige. Una vez el puré estuvo preparado, Yeshua se acercó a la camilla donde estaba Asia anestesiada.
–¿Y ahora? –preguntó el hijo de Elohim a la demonio Phoenix, la cual asintió en señal de que estaba bien hecho el puré.
–Para terminar, con el puré de las Manzanas Doradas, escribir mi verdadero nombre. –terminó de citar el libro de Elohim. –En cuanto a su verdadero nombre, yo no lo sé. –confesó Ravel suspirando de no saber el verdadero nombre de Elohim.
–¿El verdadero nombre de Padre? ¿Entonces no es Ël o Elohim? ¿Ni siquiera Alá? –preguntó Issei desde el pasillo, dejando sorprendido a Sayf.
–¿El nombre de Alá no es Alá? Estoy muy confundido ahora mismo... –dijo el descendiente de Natsu tumbándose en las piernas de Hathor.
Pero fue en ese mismo instante cuando los dioses fenicios, Tannit y Melqart cuando supieron el porqué estaban ahí. Sólo ellos sabían su verdadero nombre. Pues eran familia directa de Ël. Tannit era su cuñada y Melqart era su sobrino. Fue entonces cuando, a través de un círculo mágico de comunicación, Tannit habló con Yeshua, que estaba en el quirófano.
–Yeshua, sobrino mío, el nombre de tu padre no era Ël, Elohim o Alá. –confesó Tannit a Yeshua, quien se sorprendió.
–¿Cuál era el nombre de Aba, tía Tannit? –preguntó Yeshua mirando al puré de las Manzanas Doradas y el rostro de Asia, dormido y tierno.
–Su verdadero nombre era Yahveh. Ese era el nombre que se dio tras la independencia de la facción mesopotámica. Tu padre y Baal eran hermanos que ambos servían primero a An y luego a Aššur. –confesó Tannit con algunas lágrimas al recordar a su esposo. –Tu padre se asentó en Canaan unos siglos antes que mi marido, quien se asentó al norte, en Levante, Fenicia. –explicó Tannit también la historia sobre el origen de Baal y de Elohim, o Yahveh, según su verdadero nombre.
–Gracias Tía, muchas gracias por todo. –respondió Yeshua contento de saber más sobre la historia del pasado de su Padre.
Una vez conocido el verdadero nombre del Dios abrahámico, los presentes invitados hablaban entre ellos sobre la impactante noticia que Tannit había contado. Issei y las chicas sabían un poco más del Dios abrahámico. Los Arcángeles y los Cadres sabían ahora sobre el oscuro pasado de Padre. Los helenos y egipcios acababan de enterarse del porqué estaban aquí los Dioses fenicios: eran la única familia directa que le quedaba a Yeshua.
En el quirófano, Ravel tenía todo preparado para el paso final. Éste consistía en escribir el verdadero nombre de Elohim sobre la cabeza, pecho y vientre de Asia y, una vez hecho, rezar y esperar durante unos 10 o 20 minutos. Una vez Ravel lo dijo, Yeshua untó su dedo índice en el puré de las Manzanas Doradas y escribió el nombre del Dios abrahámico en los tres lugares señalados por la demonio Phoenix. Pero no lo escribió en hebreo, en árabe o en latín, sino en el alfabeto que escribía Ël personalmente: la escritura llamada "cananea", una escritura que Elohim usó para que ningún dios coetáneo a su independencia supiese que estaba diciendo.
Yahveh (leído YHVH) en alfabeto cananeo
Una vez escrito el verdadero nombre de Dios en la frente, pecho y vientre de Asia, Yeshua ordenó a los dioses egipcios que ahí estaban, así como a Ravel, que se retirasen del quirófano. Los dioses egipcios irían a Egipto y Ravel volvería a su habitación en el 1er Cielo. Y dicho y hecho, los dioses egipcios se fueron, quedando sólo Hathor y Sayf, y Ravel fue escoltada de nuevo por el trío de exorcistas humanos reencarnados en ángeles. Por su parte Yeshua se quedó rezando y ordenó a los abrahámicos rezar. A todos excepto a Issei, que aunque estaba empezando a creer en Padre. Sayf también se puso a rezar, aunque no tuviese su querida alfombra, que se había quedado en El Cairo.
Pero mientras todos rezaban, ya sea a la manera cristiana (Kalawarner, Mitelt, Donasheek, su esposa Claudia, Azazel, Kokabiel, Penemuel, Miguel y Gabriel) o a la manera judía (Raynare, Shemhazai, Baraquiel, Rafael y Uriel). O a la manera musulmana (Sayf solamente), algo estaba pasando, no en el exterior, sino en el interior de Asia, más concretamente en su mente.
Mente de Asia Argento.
En un espacio en blanco, infinito y palpable, Asia Argento estaba sola, de pie, con las manos sobre su pecho y mirada al cielo, o lo que parecía ser el cielo de ese espacio.
–¿Dónde estoy? –se preguntó a sí misma. –La última vez que estuve aquí, una voz me guió hacia un ser de pesadilla... –recordó Asia a ese ser, el cual era básicamente varias ruedas de oro con muchos ojos y una luz resplandeciente en el centro.
Entonces Asia decidió echar a andar, a través de ese inmenso espacio mental en blanco. Iba caminando, pensando en sus cosas, pensando en el Padre Freed, Dios lo tenga en su gloria, pensando en Issei Hyōdō, su novio, quería verlo de nuevo, abrazarlo, besarle, hacerle el amor toda la noche, también pensó en su amiga Raynare y en sus compañeras caídas, Kalawarner y Mitelt, también les echaba de menos.
Fue en ese mar de pensamientos y recuerdos cuando la espada que había recibido de la Caballero de Diodora, Cristina, salió de la nada de un compartimento mágico que, al parecer, Asia tenía consigo. La espada sobrevoló el espacio y, como una señal, apuntó hacia una dirección en concreto. Asia miró a la espada detenidamente, una espada típica europea de la Edad Media pero que, por azares del destino, fue portada por el héroe castellano Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, y transformada en Sacred Gear por la voluntad de Dios al morir el portador, a finales del siglo XI.
Y para allá que fue Asia, caminando lenta pero segura. Sus manos en el pecho, cabeza gacha, rezando todo lo que sabía, y con el presentimiento de que lo que sea que vaya a ocurrir ahora, la cambiará para siempre. Y para bien o para mal, tenía razón. Tras casi 15 minutos andando, encontró a lo lejos una silueta de alguien montado a caballo. El jinete se dirigía hacia ella al trote. En cuanto el jinete estuvo a su lado y se bajó de su montura. Asia se extrañó pero saludó.
–¿Disculpe caballero, quién es usted? –preguntó Asia al misterioso caballero con armadura típica de finales de la Edad Media.
–Disculpe hermana, no la había visto. –dijo el caballero haciéndole una reverencia a Asia besándole la mano. –Me presento, soy Gonzalo Fernández de Córdoba, pero todo el mundo me llama "El Gran Capitán". –se presentó el caballero, de nombre Gonzalo.
–Un placer, soy Asia Argento, novicia del convento de Santa María de la Novella, de Florencia. –se presentó Asia amablemente ante el caballero.
–¿Así que de Florencia, eh? Últimamente Italia es un campo de batalla entre los ejércitos del príncipe Carlos y del rey de Francia, Luis. ¿Cuánta sangre habrán derramado los reyes y príncipes del Globo por riquezas o gloria? –dijo el caballero con un tono filosófico, intelectual incluso.
–Sólo Dios lo sabe Señor. Sólo Dios lo sabe... –suspiró Asia Argento al igual que el caballero, el cual había desenvainado su espada, una larga y aparentemente pesada espada.
–¿Dijo que era de Florencia, no? –Asia asintió a lo que dijo el Gonzalo Fernández de Córdoba. –Yo he estado ahí muchas veces, también en Milán y Venecia. Mis campañas por la Italia me han hecho viajar mucho. –destacó el caballero el hecho de que había estado en el norte de Italia.
–Me lo imagino. Dirigir a un ejército debe ser duro. –señaló Asia, a lo que el caballero de Córdoba asintió pesadamente. –Por fortuna, o por desgracia, yo también lucho junto a mis compañeros en duras batallas. Hasta que caí en la última gran batalla. –confesó Asia al caballero, sin saber exactamente porqué lo dijo.
–¿Lo sé, joven hermana, o más bien... Asia Argento? –dejó sorprendida a Asia el hecho de que ese hombre supiese su nombre y apellido.
–¿Cómo sabes mi nombre, Gran Capitán? –preguntó Asia boquiabierta.
–¿Qué cómo lo sé? No sé, supongo que un padre reconoce a su hija a pesar de pasar siglos. –dejó caer Gonzalo Fernández de Córdoba a Asia de que éste era su antepasado.
–¿Eres mi antepasado? ¿En serio? Eso explica el porqué una espada castellana me eligió a mí como su portadora... –dedujo la rubia ángel caída susurrandose a si mismo eso último.
–No solo eso hija mía. Ella te eligió porque eres distinta a su antigua portadora. Un demonio, por muy humano que fuese antes no puede portar un arma sagrada como es Tizona. –explicó el Gran Capitán a Asia, la cual le escuchaba atentamente. –Tú eres un ángel, aunque caído de la Gracia de Dios, y aunque antes también eras humana como su antigua portadora. –alagó Gonzalo Fernández de Córdoba a la joven novicia rubia de ojos verdes.
–¡Entonces me volveré una buena dama fuerte y guerrera que defienda su fé contra los demonios! –exclamó al aire Asia alzando a Tizona al Cielo.
–Así se habla hija mía. Una cosa antes de irme, deja de comportarte como una bárbara salvaje cuando te enfrentes a los demonios y a otros enemigos. Actúa como una buena mujer y descendiente de mí que eres: con caballerosidad, humildad, elegancia y gracia. Que la ira y la lujuria no guíen tu espada, sino la fe y la justicia. –aconsejó el Gran Capitán a Asia mientras se montaba en su montura. –Ahora sí, es hora de que parta hacia Italia de nuevo, tal vez sea mi última campaña... ¡Adiós Asia! ¡Qué Dios esté contigo! –exclamó el Gran Capitán galopando hacia donde había venido, en ese mismo espacio en blanco.
En ese mismo instante, el espacio en blanco donde estaba Asia parecía comenzar a desquebrajarse, los techos, los suelos, las paredes, todo parecía desquebrajarse poco a poco al principio, mucho más rápido violentamente después. El espacio en blanco acabó rompiéndose por completo y Asia, tras más de dos meses en coma, se despertó al final.
Fuera de la Mente de Asia Argento.
En el quirófano donde había operado a Asia, Yeshua estaba de rodillas, con los puños entrelazados, rezando a Padre desde hacía más de 20 minutos. Cuando estaba a punto de rendirse, los ojos verdes esmeraldas de Asia se abrieron, ante la atenta mirada de Yeshua y los demás que estaban en el pasillo.
–¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? –preguntó erraticamente Asia al verse en una camilla, con Yeshua a su lado rezando.
–Por fin despiertas, Asia-achot... –susurró Yeshua alegremente.
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Palabras: 4676.
Y por fin, tras 29 capítulos se acabo la 2da temporada de mi historia. Ahora escribiré entre tres y cuatro O.V.A.s (una tendrá Lemon) y después de las O.V.A.s empezaré a publicar la 3ra temporada de esta misma historia.
Espero que os esté gustando esta historia y ya sabéis. Nos vemos en los O.V.A.s
Un cordial saludo.
Atte.
E.S.Z.
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