T.2:24

Los abrahámicos, junto a Issei y Sayf, estaban sentados al otro lado del semicírculo en la sala de reuniones en el Olimpo. Al otro lado estaban los 12 dioses principales del panteón helénico: Zeus, Hera, Atenea, Ares, Hades, Poseidón, Hermes, Apolo, Artemisa, Deméter, Afrodita y Hefesto. El fuego del Olimpo ardía dando calor a la sala. El ambiente, al contrario que con los dioses egipcios, era más calmado, tranquilo. Era normal, pues Zeus se llevaba bien con Ël y, por consiguiente, con sus hijos, Arcángeles y Cadres.
Cuando los hoplitas cerraron la puerta, Andrestea se dirigió a la espalda se Poseidón, su padre. Una vez todos estuvieron preparados sentados, Zeus habló a los invitados abrahámicos con cálidas palabras.

-Bienvenidos seáis, hijos de Elohim, Κόκκινο Δράκο. -dijo el dios griego con una copa de vino en la mano.

-Gracias por tus palabras, Zeus. -respondió el Arcángel Miguel con una sonrisa.

-Y bueno, ¿cómo habéis estado? Sobre todo desde que ocurrió aquello... -preguntó esta vez la esposa de Zeus, Hera, con un claro tono de preocupación en su voz.

-Ha sido duro... Pero hemos conseguido mantener todo el Cielo en un "status quo". -le respondió la Arcángel Gabriel triste por aquello.

-¿Qué es "aquello" Ray-chan? -le preguntó el castaño a su novia pelinegra.

-"Aquello" es la muerte de Padre. Ocurrió hace un poco menos de 150 años. -le respondió Raynare seria a Issei.

-¿Debió de ser un golpe muy duro para vosotros, no? Digo, es vuestro padre... -cuestionó igualmente serio. Este era un tema que obviamente les parecía afectar mucho.

-Sí. -fue lo único que logró decir la pelinegra. Ya le estaban saliendo lágrimas de sus ojos amatista.

Issei notó que ese era un tema sensible para los hijos de Ël, por lo que decidió quedarse en silencio, simpatizando en cierta manera con Raynare y los demás ángeles. Pero había alguien que no había aceptado esa noticia. Era Sayf, que estaba sentado al lado del castaño y pudo escuchar lo que había dicho la ángel caída pelinegra.

-¿Alá está...? -dijo en voz alta el Neo-Dragon-Slayer a los Arcángeles y a los Cadres. Necesitaba una respuesta. ¿Cómo es que el Todopoderoso y Grande Alá estaba muerto?

-Por desgracia sí Sayf. Padre está muerto desde hace 140 años. -soltó la bomba el Arcángel Miguel a Sayf, el cual estaba entrando en una crisis de fé.

-Pero aunque Padre ya no esté con nosotros, sus palabras, su mensaje, sus enseñanzas siguen con nosotros. ¿Acaso el hecho de que Padre esté muerto significa que todas las Biblias, todos los Coranes y todas las Torás se desvanezcan? -preguntó la Arcángel Gabriel con voz seria, para sorpresa de Sayf.

-No señora... Claro que no... -susurró Sayf en voz baja.

El ambiente se había vuelto a tensar debido a la pequeña discusión que había tenido el Neo-Dragon-Slayer y la Arcángel Gabriel. Zeus lo vio y decidió calmar un poco la tensión tosiendo falsamente y levantando la voz.

-La hija de Elohim tiene razón chico, así que no te preocupes. -dijo Zeus a Sayf, el cual ya estaba más tranquilo.

Entonces la sala volvió a relajarse y se podía sentir un ambiente de distensión y alegría: los Arcángeles y los Cadres charlaban entre ellos amenamente, Issei y Raynare, junto con las chicas hablaban entre ellos, bebiendo el vino griego. Sayf se abstuvo de beber el vino, lo tenía prohibido por la sharía*.

*La Sharía (en árabe "شريعة") constituye un código legal detallado de la conducta que todo musulmán debe regirse. En la Sharía se incluyen también normas relativas a los modos del culto, los criterios de su moral y de su vida, aquello que tienen permitido o prohibido y las reglas separadoras entre lo que consideran el bien y el mal.*

La reunión iba bien y el ambiente estaba tranquilo desde hace un rato ya. Entonces Hades carraspeó y habló en voz alta para que todos los presentes en la reunión le escuchasen.

-Siento interrumpir esta amena velada, pero tenemos un tema que tratar urgentemente. -dijo el dios Hades con preocupación por lo que podían hacer los demonios abrahámicos en el Tártaro.

-Cierto Hades. -habló seriamente Azazel con una copa de vino en la mano.

-Entonces... ¿Qué podremos hacer? -preguntó la Arcángel Gabriel.

En ese momento, de un momento a otro, el fuego que ardía en el medio, empezó a tomar forma. De una forma típica de un fuego, pasó a tener forma humanoide. Era Yeshua Ibn Mariy, el cual se había materializado a través de la llama gracias a la magia de Uriel, el Arcángel maestro en el fuego.

-Shalom, Zeus, dioses griegos. -saludó Yeshua bendiciendo con su mano la sala.

-¡¿Yeshua?! ¿Cómo sigues vivo? -preguntó sorprendido y alegre Zeus.

-Es una larga historia Zeus... -dijo suspirando el hijo de Ël.

-¡Te echábamos de menos chico! -exclamó alegre Hades al ver a Yeshua.

-Desde que moriste hace tanto tiempo tu padre no fue el mismo... -volvió a decir Zeus al recordar como reaccionó Ël a la muerte de Yeshua en el año 33 después del nacimiento de Yeshua.

-Ya, me lo imagino... -murmuró Yeshua para sus adentros al recordar a su padre.

-¿Y qué se supone que haces aquí, hijo de Elohim? -preguntó el dios de la guerra, Ares, a Yeshua.

-Me agrada que lo preguntes, Ares. -agradeció Yeshua al dios de la guerra, el cual iba vestido con una armadura típica de hoplita y llevaba un Dory* en su diestra.

*Dory o Doru (en griego δόρυ) era un tipo de lanza. Suponía el arma principal del hoplita y estaba compuesta por una pértiga de madera de dos metros y medio de largo, rematada por una fina punta de metal afilada en un extremo y un contrapeso en el otro, también provisto de punta para rematar al enemigo caído en el suelo.*

-Ya sabéis que los demonios de mi facción están invadiendo el Tártaro y quiero adelantar que tendréis todo mi apoyo y el de mis hermanos para expulsarlos. -empezó hablando Yeshua a los dioses griegos, los cuales prestaban atención.

-Eso yo lo esperábamos Yeshua. Pero hay una cosa de la que quiero más información. -habló Zeus al hijo de Elohim.

-¿Y esa sería? -preguntó Yeshua curioso por lo que tendría que decirle el dios griego.

-Ha llegado a mis oídos que vosotros habéis firmado una alianza con los egipcios y que, seguramente, los fenicios también se han unido. -dijo Zeus viendo por el rabillo del ojo a Γλαύξ, el mochuelo de Atenea.

-Así es. Ra ya se ha unido y Tannit y Melqart se han mostrado abiertamente a favor de la Alianza. -manifestó Yeshua seguro de sí mismo.

-Esa alianza es algo nunca antes visto en el Mundo Sobrenatural. Hemos llegado a tener relaciones comerciales, pactos de no-agresión, como mucho alianzas momentáneas como la de Júpiter con Baal para derrotarnos. -dijo Zeus recordando esa humillante derrota del año 537 antes del nacimiento del hijo de Elohim. -Pero nunca una alianza duradera entre facciones tan distintas.

-Tienes razón Zeus. Pero éste era el mensaje que quería transmitir Padre al mundo: Paz y Unión en el Mundo Sobrenatural. -confesó el Arcángel Miguel. -Y quien se oponga a la paz, ya sean demonios abrahámicos u otros dioses, ¡sentirá la ira de Padre en su carne y alma! -terminó exclamando el Arcángel Miguel con sus doce alas doradas desplegadas, al igual que todos los Cadres, las chicas e Issei.

-Ahora bien, ¿quién está aquí a favor de unirse a la alianza promovida por el hijo de Elohim ? -preguntó Zeus a sus compañeros dioses griegos. -Yo sí. -terminó hablando Zeus para volverse a sentar en su asiento.

-Yo también. -se levantó su esposa Hera. Aunque no se llevaban del todo bien debido a las infidelidades que su esposo cometía, en un momento como este tenían que aparentar ser un matrimonio unido.

-Y yo. -pronunció Atenea alzando su lanza al cielo. Era lo justo en estos tiempos tan convulsos que vivía el Mundo Sobrenatural

-Yo también acepto estar en esa alianza. -declaró Hades firmemente. -Así podríamos formar una coalición entre los Cadres y mis subordinados para atacar a los demonios. -aconsejó Ares a los invitados abrahámicos.

-Claro que sí Hades. Cuando estemos en Grigory firmamos esa coalición. -le respondió Kokabiel decididamente.

-Yo también firmo para unirnos a esa alianza. ¡Así puedo estar más tranquila en mi casa maquillándome para estar más bella! -habló en un tono infantil Afrodita, la diosa del amor, la sensualidad y la belleza.

-Tan infantil como siempre... Bueno, yo también acepto la alianza. -dijo esta vez Hefesto, el marido de Afrodita. Al igual que Zeus y Hera, estos dos tampoco estaban unidos, pero se llevaban relativamente bien.

-Yo también lo firmo. Siempre viene bien tener amigos. -dijo ahora Apolo, el dios del sol, las artes, la armonía y la verdad.

-Digo lo mismo que mi hermano. Si así me dejan sola en mi bosque, yo no tengo problemas. -habló justo después de Apolo su hermana, Artemisa.

-Las plantas y cultivos estarían más seguros si hubiese paz... Yo digo que sí. -habló en un susurro casi inaudible Deméter, la diosa de la agricultura, apodada "Madre Distribuidora".

-Yo también firmo por la alianza. Los comerciantes lo agradecerán. -manifestó Hermes, el dios del comercio y de los ladrones.

-Solo quedo yo y Ares... -dijo Poseidón al ver que todos habían dicho que sí a la propuesta que los abrahámicos tenían. -¿Tú que opinas, hija mía?

-Andrestea piensa que la paz siempre es preferible a la guerra. -dijo la peliazul, que ahora estaba al lado de su padre.

-Entonces digo que sí. Firmo la alianza. -manifestó solemnemente Poseidón dando un golpe en el suelo con su tridente, el Triaina.

-Solamente quedas tú, Ares. ¿Qué opinas de todo esto, hijo? -preguntó Zeus a su hijo Ares.

Ares entonces colocó su puño sobre su mentón y empezó a reflexionar. La paz siempre es beneficiosa, pero él era de naturaleza agresiva y beligerante. Siempre necesitaba estar luchando para no perder su toque. Pero, mirándolo por otro lado, siempre habría con quien pelear: los Cadres, los Arcángeles, los dragones, incluso podría luchar con otros dioses que quisieran unirse a la alianza. Así que tras pensarlo, habló para todos.

-Sí. Firmo también por la paz. Contad conmigo para las peleas eso sí. -declaró sonriente el dios de la guerra.

-Claro que sí Ares. Ahora me tengo que ir. Tengo papeleo pendiente... -dijo Yeshua volviendo a transformarse en llama para regresar al Cielo.

-Menos mal que nosotros no tenemos papeleo desde hace mucho tiempo jajajaja. -rió a carcajadas Zeus al recordar que ellos ya no tenían que cumplir plegarias de sus fieles porque ya no tenían.

Entonces el Arcángel Miguel invocó un papel en el que estaban las firmas de los Arcángeles, los Cadres, los dioses egipcios, los dragones y el del Sekiryūtei. Lo pasó a Zeus para que los dioses firmasen formalmente su adhesión a la Alianza Sobrenatural. Zeus agarró una pluma y firmó en el papel. A continuación se lo pasó a los demás dioses para que firmasen. Todos firmaron excepto Dionisio, por obvias razones.

La alianza se acababa de fundar formalmente, aunque faltaban las firmas de Tannit y Melqart y de los dragones Ladón y Apophis. Aunque dudaban que Apophis firmase por la paz.

Pero algo ocurrió. Los dioses griegos y los abrahámicos empezaron a escuchar trompetas y tambores, como si marcharan unos soldados. No sabían quiénes, pero Sayf, gracias a su avanzado oído sí pudo escuchar algo. Algo que le puso los pelos de punta.

-Roma, Roma, O Roma!

Legio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)
Legio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)

-Verti est sua aeterni (Destinada a ser eterna)
Corda nostra solum tibi (Nuestros corazones son sólo tuyos)
V

erti est sua aeterni (Destinada a ser eterna)
Vita nostra solum tibi (Nuestra vida es sólo tuya)

-A ferventi aestuosa Libya (Por la ardiente y calurosa Libia)
V

olat aquila legionum (Vuela el Águila de las Legiones)

Supra terra Britannorum (Sobre las tierras de los britanos)
Volat aquila legionum (Vuela la Águila de las Legiones)

-Sit italica sua vis (Si su fuerza es itálica)
Nostrum munus patri Marti (Nuestro deber será servir a Marte)

Sit italica sua vis (Si su fuerza es itálica)
Nostrum munus patri Marti (Nuestro deber será servir a Marte)

-Roma, Roma, O Roma!
Legio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)
L

egio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)
Legio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)
Legio, aeterna, aeterna, victrix! (¡Legión, eterna, eterna, victoriosa!)

Legiones romanas. El ejército más temido del Mediterráneo durante la edad Antigua. Su imperio abarcó desde las islas británicas al norte, hasta los desiertos de Libia y Sudán el golfo al sur. Desde Lisboa al oeste hasta Bagdad al este. El Imperio Romano duró más de 400 años (27 a.C - 476 d.C). Aunque su etapa final fue en declive desde el tercer siglo después del nacimiento de Yeshua, seguía siendo una potencia a tener en cuenta.

Y lo peor de todo: no estaban siendo comandadas por un humano, como cabría de esperar, sino por un dios etrusco convertido en romano. Marte, cuyo nombre etrusco era Maris. Tinia y su hija y esposa no fueron los únicos dioses etruscos que se cambiaron de nombre. Había muchos más, algunos se negaron a la decisión de Tinia, los cuales no tuvieron suerte, y otros aceptaron la decisión de Tinia. Uno de ellos fue Maris, quien decidió cambiarse el nombre a Marte.


-

¡Legiones! ¡Es hora de conquistar el Olimpo de una vez por todas! -exclamó vehemente el dios Marte con su gladius levantado. -¡Al ataque! -ordenó el Dios de un momento a otro.

Mientras, en el Olimpo, estaban viendo ese ataque a su facción como una declaración de guerra. Los griegos fueron a prepararse para la guerra, Ares y Atenea agarraron sus hoplones y lanzas, los abrahámicos invocaban sus armas de luz.
La primera batalla de la Alianza por la paz había comenzado.

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El trío de exorcistas había partido del palacio de Melqart, en Gades, hacia el Jardín de las Hespérides. Éste estaba situado, según Melqart les había indicado, en la Península Ibérica, a unos kilómetros de la costa. El trío tuvo que zarpar en otro barco, este más pequeño, para poder desembarcar en la costa de la Península.

Cuando al fin llegaron a la costa, tras un trayecto de una media hora a lo sumo, ya era de noche, y no tenían ningún medio para poder alumbrar por donde iban. Así que tuvieron que invocar armas de luz para poder alumbrar algo. Las armas de luz, aparte de actuar como armas blancas, también emiten un fino brillo, no muy potente, pero suficiente para poder alumbrar unos metros.

Los tres exorcistas invocaron sus armas de luz para que actuaran como antorchas. Entonces, con estas "antorchas" empezaron a andar por los campos ibéricos, teniendo cuidado de no pisar alguna que otra rama que les pinchase los pies o las piernas.
Irina y Xenovia iban quejándose de lo accidentado del terreno, mientras que Ígor andaba sin problemas hacia delante.

-¿Queda mucho? -preguntó quejambrosa Irina a sus compañeros, los cuales no sabían nada.

-No tengo ni idea, luterana. -respondió Ígor a la castaña de coletas.

-Eso no ayuda Ígor *sob* -recriminó Xenovia con lágrimas de cocodrilo por la seca respuesta del ucraniano.

-Pues eso es lo único que sé, así que silencio y seguirme. -ordenó severamente Ígor esquivando una rama que le iba a la cabeza. -Cuidado con la rama. -advirtió Ígor, pero era muy tarde. Ya se habían hecho un chichón en la frente. -Os lo avisé... -dijo susurrando Ígor al ver a las dos exorcistas sobandose la cabeza.

Tras ese pequeño incidente, el trío de exorcistas siguieron caminando por el campo a oscuras, evitando chocarse con ramas o rasparse los pies con las malas hierbas que había, todo mientras alumbraban con sus armas de luz y rezaban en voz baja.

Estuvieron caminando una media hora más cuando vieron una especie de puerta que verías en un cementerio. Eran dos columnas de mármol con dos fuegos encendidos. En las columnas estaba escrito en griego clásico "Jardín" y "Hespérides". Las Hespérides eran las ninfas que cuidaban el jardín de los intrusos. Eran tres hermanas de nombre Egle, Eritea y Hesperia, la que daba nombre al jardín.

-Bueno... ya estamos aquí. -dijo Ígor contemplando los fuegos y la entrada de mármol.

-¿Entramos? -preguntó Xenovia a sus compañeros, los cuales asintieron.

-Vamos. -le respondió Ígor dando un paso adelante.

Pero algo le impidió dar el siguiente paso. Era un rugido de dragón. Un rugido que nunca antes habían escuchado. Ninguno antes habían visto a un dragón y al escuchar a uno, les había puesto los pelos de punta. El dragón entonces aterrizó al suelo detrás de ellos, provocando que el grupo saliese despedido unos metros.

El dragón que estaba contemplando era gigantesco: media 40 metros de alto y casi 100 metros se largo. Tenia plantas y hierbas por todo el lomo, ramas le crecían como las cornamentas de los ciervos. Unos ojos reptiloides verdosos miraban al trío de exorcistas con sana curiosidad.


Ουάου, ουάου... Αλλά κοίτα ποιος ήρθε εδώ! Αν είναι άνθρωποι μετενσαρκωμένοι σε αγγέλους. Τι θέλεις να κάνεις εδώ? –rugió el dragón protector del jardín de las Hespérides. (Vaya, vaya... ¡Pero mira quién ha venido para acá! Si son humanos reencarnados en ángeles. ¿Qué queréis hacer por aquí?)

Ígor, el único de los tres que sabía griego le respondió que estaban buscando las Manzanas Doradas que el dragón custodiaba junto a las ninfas. El dragón respondió inquisidor "¿Por qué querríais las manzanas?" A lo que Ígor le replicó que las necesitaban para sanar a una humana reencarnada en ángel caído que había entrado en la llamada "Maldición del Mensajero" y que el dios abrahámico había anotado que la única cura eran las Manzanas Doradas.

Ladón, que así se llamaba el dragón protector del Jardín de las Hespérides, se acostó en el suelo, pegó su cabeza al suelo, y pensó qué hacer con estos humanos. Se notaba que hablaban en serio, por lo que era cierto lo de esa otra humana. Él era el protector, por lo que tenía que proteger las Manzanas, pero estaba ante un debate moral.

Γνωρίζει ο Ζεους για αυτό? Γνωρίζετε ότι τρεις άνθρωποι που μετενσαρκώθηκαν ως άγγελοι είναι εδώ? –rugió suavemente el dragón griego con preocupación de que Zeus lo mandara al Tártaro. (¿Zeus sabe de esto? ¿Sabe que tres humanos reencarnados en ángeles están aquí?)

–Sí. Lo sabe y lo alienta. Es más, los Cadres y los Arcángeles están en el Olimpo firmando la adhesión de la facción helénica a la Alianza Sobrenatural. –explicó Igor al dragón, quien abrió los ojos sorprendido.

Δεν είναι αυτό που περίμενα.  Τότε μπορείς να περάσεις.  Πάρε το Χρυσό Μήλο και πήγαινε να γιατρέψεις την αδερφή σου.  Έχεις την άδειά μου.  Αυτό θα είναι αρκετό για να πείσει τους Εσπερίδες. –dijo el dragón levantándose y dejando pasar al trío exorcistas. (Eso no me lo esperaba. Entonces podéis pasar. Coged la Manzana Dorada y marcharos a sanar a vuestra hermana. Tenéis mi permiso. Con eso bastará para convencer a la Hespérides.)

–Gracias Ladón. Que Dios te bendiga. –dijo ahora Xenovia pasando por el lado del dragón.

Παρακαλώ. Είθε ο Ελοχίμ να είναι μαζί σας όπου κι αν πάτε. –agradeció Ladón a los exorcistas, los cuales ya habían entrado al Jardín de las Hespérides. (Gracias. Que Elohim os acompañe allá donde vayáis.)

Dejando atrás al dragón, el trío de exorcistas entró al jardín de las Hespérides, buscando el árbol donde éstas crecían y eran custodiadas por las ninfas del jardín. Xenovia iba diciendo que le recordaba al Jardin del Edén, salvo que en vez de estar en el Cielo, este estaba desprotegido dentro de lo que cabe. Ígor e Irina andaban también por el jardín llamando a las ninfas por sus nombres propios, esperando a que le respondieran, pero no recibían respuestas. Y eso les preocupaba. ¿Los demonios habrían asaltado el Jardín? No puede ser, pues Ladón les habría atacado en el acto.

–Esto es preocupante Ígor. –habló Xenovia al ucraniano.

–Ni que lo digas Xenovia. –respondió Ígor a la peliazul.

–Ey chicos... Venid aquí... –escucharon ambos a Irina, la cual sonaba rota.

–¿Qué quieres Irina? –preguntaron ambos, pero se quedaron boquiabiertos.

Lo que veían era algo horrible: las tres ninfas estaban ahorcadas. Sangre salpicaba el suelo desde sus partes íntimas. Tenían una expresión pálida en las caras y los vestidos estaban desgarrados.
El trío de exorcistas se santiguaron y no cabían en su asombro ¿Qué clase de monstruo había hecho esto?

Entonces vieron a dos personas, cuanto menos raras. Uno era un chico joven, con gafas, escuálido, y con un libro en la mano leyendo mientras está a la sombra de un árbol. El otro era lo contrario: un chico fuerte, macizo, jugaba con una pelota de tenis lanzándola a un árbol y regresándola. Lo más llamativo era que tenía un subfusil colgado al cuello.
El chico escuálido se fijó en los exorcistas y dejó de leer para "darles bienvenida".

–Pero gueno... ¿Qué tenemô aquí? ¡Umanô reencânnáô en ánhelê! ¿Podeî deçînnô a mi camará Çerhio y a mí que açéî aquí? –dijo el chico escuálido con un cerrado acento.

–¿Quieres dejar de hablar así, Guillermo? ¡Me estás taladrando el cerebro! –se quejó el otro chico con un tono molesto.

–¡No! ¡Ê mi forma de ablâh, y no la cambiaré por ná der mundo! –replicó el que tenía un fuerte acento al otro chico.

Mientras, el trío de exorcistas estaba a cuadros. Al parecer esos chicos eran los culpables de asesinar a las ninfas, pero había algo raro. Eran humanos sin, aparentemente, no tenían Sacred Gears. Ígor entonces se fijó en algo que le hizo temblar. Ambos tenían en sus brazos una banda roja con un símbolo que se le hacía terriblemente conocido: una hoz y un martillo.

–Comunistas... –susurró Igor apretando sus puños lleno de ira.

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Palabras: 3651.





















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