T.2:13
En todas las mitologías y panteones siempre ha habido, y habrá, antagonistas y villanos que van en contra de los dictámenes del dios principal de sus respectivos panteones. Ejemplos hay muchísimos: Lucifer y los demás demonios en las religiones Abrahámicas, Loki en la mitología nórdica, Angra Mainyu y Aži Dahāka en el Panteón persa, el dragón Vitra en la hindú, entre otros antagonistas. Pero el más despiadado, el más cruel si cabe, es Seth.
Seth, el dios de la oscuridad y el desierto es, junto al dragón Apophis, los antagonistas y villanos respectivamente de la facción egipcia. A diferencia de Apophis, el cual es un dragón maligno que lucha con Ra cada noche, Seth era un dios más que traicionó al panteón egipcio por estar descontento con el reparto que hizo el dios solar egipcio sobre su reino.
A Osiris, su hermano, le tocó las orillas del río Nilo y el delta, mientras que a Seth le tocó lo demás: arena y más arena. A Seth le había tocado gobernar el desierto, una zona sin humanos y sin recursos naturales. Seth se enfureció por la decisión y mató a su hermano Osiris, pero su cuñada, Isis, recolectó los miembros amputados y los unió con magia para resucitar a Osiris. Seth huyó para no ser condenado y ya no volvió a Egipto. Hasta ahora.
En la sala donde se había llevado a cabo la conferencia de paz, estaba Seth, sobre la mesa en la que estaban sentados, con su bastón y su cruz egipcia sobre su pecho. El dios Ibis vió con desprecio a los invitados de la facción abrahámica y reprochó al dios solar egipcio.
–Padre, ¿se puede saber porqué ha invitado a la escoria nómada? –preguntó Seth a Ra con un tono de preocupación e ira.
–Es lo mejor para el Reino. Tantos milenios de guerra han de acabar. Y tú no vas a impedirlo. –declaró severo el dios halcón a Seth, el cual parecía decepcionado por la respuesta.
–Parece que no me has entendido. No he venido a preguntar el porqué, ¡sino a detenerlo yo mismo! –exclamó Seth alzando su bastón, invocando con este una gran nube de oscuridad.
La nube de oscuridad se dividió en dos: una de las ramificaciones se dirigió a las ventanas de la sala, tapándolas y evitando que los rayos del sol penetrasen a través de ellas; la otra nube se dirigió a Ra, y atravesó su pecho, debilitándole hasta un punto en el que no podía ni tenerse en pie.
Los invitados de la facción Abrahámica no podían creer lo que acababan de ver: un dios menor del panteón egipcio casi había derrotado de un golpe al dios más fuerte de África.
–¿Y ahora qué vais a hacer, eh.? La única persona de esta sala que me podía haber derrotado está moribunda y vosotros no me llegáis a la altura de los talones en nivel poder. –desafió chulesco Seth señalando con su bastón a un Ra sentado en su trono casi desmayado.
–Dudo que Ra esté tan débil... es un dios mayor que cada noche se enfrenta a un dragón maligno. –dijo de repente Yeshua desde el holograma que estaba en la mesa. –Una simple nube de oscuridad en su pecho no lo va a matar. –declaró con firmeza el hijo de Ël.
–¿Yeshua Ibn Mariy? ¿Sigues vivo aún tras dos mil años? –preguntó Seth incrédulo y con un poco de temor. –Si ese legionario te clavó esa lanza en tu pecho y te mató. ¿Cómo has resucitado? –cuestionó Seth curioso.
–Es una larga historia... pero si quieres saberla, ¡tendrás que pasar por nuestros cadáveres! –exclamaron los Arcángeles y los Cadres invocando sus armas de luz protegiendo a Issei.
–Ah, al final vais a enfrentaros contra mí, ¿eh? –dijo Seth tranquilamente, demasiado tranquilo y relajado. –¡Pues venid a por mí, hijos de Ël! –gritó Seth golpeando con su bastón el suelo creando seres de arena y oscuridad.
–¡Sekiryūtei! ¡Ve y ayuda a Ra como puedas! –ordenó Kokabiel invocando su Zweihänder de luz.
–¡Sí mi general! –dijo Issei invocando sus seis alas, dos de dragón y cuatro de caído, para dirigirse volando a donde estaba Ra.
Issei voló agilmente por toda la sala, ayudando a los Arcángeles y a los Cadres lanzando flechas de luz carmesí a los seres de arena y oscuridad que Seth había invocado con su bastón. Escorpiones, cocodrilos, golems, y criaturas antropomorfas, todas hechas de arena, atacaban a los Cadres y Arcángeles.
Mientras, Issei había llegado a donde estaba Ra, alicaído y sin fuerzas, pero nada grave.
–¿Ra-sama, está bien? –preguntó Issei respetuoso, poniendo un colchón, el cual estaba en el suelo y se usaba como asiento, en su cuello, para mayor comodidad.
–Me siento débil... –dijo con dificultad Ra. –Sin la luz del Sol estoy debilitado y no podré luchar. –confesó el dios solar muy a su pesar
–No se preocupe Ra-sama. Yo le ayudaré. Repose y relájese. –dijo Issei con un tono casi paternal.
–{Draig, ayúdame. ¿Podrías darme unos cuantos aumentos?} –dijo en su mente para que el dragón rojo lo pudiese escuchar.
–[Cadarn ie, Aibõ.] –respondió el dragón asintiendo con su cabeza, aunque Issei no lo pudiese ver. –[Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost, Boost!] –aumentó el poder Draig cincuenta veces a su portador, el cual colocó su mano con el guantelete en el pecho del dios egipcio. (Claro que sí, Aibõ.) –[Transfer!] –se escuchó la voz de Draig en toda la habitación, llamando la atención de los Cadres y Arcángeles.
Pero ese Transfer llamó la atención de alguien no tan deseado: Seth, el cual se situaba escoltado por, no uno, sino dos Ammyt. El Ammyt, también llamado "El devorador de los Muertos", era el ser que devoraba a aquellos espíritus que no pasaban la Duat. Era descrito como un ser con cabeza de cocodrilo, patas traseras de hipopótamo y melena, torso y patas delanteras de león.
Seth, alertado por el aumento repentino de poder de Ra, creó aún más monstruos hechos de arena, y les ordenó acabar con el dios solar, el cual estuvo a punto de reaccionar, pero de repente ocurrió algo que no se esperó ninguno de los Dioses.
Los Cadres y los Arcángeles se pusieron delante de Ra mientras desvainaban sus respectivas armas: Issei una Katana carmesí, Raynare su espada Ropera, Kalawarner su Bardiche, Mitelt su sable curvo. Los Arcángeles, Miguel un Lucero del Alba*, Gabriel unos puños americanos, Uriel prendió sus manos en Fuego Sacro, el mismo fuego que Issei, y Rafael unos aros de luz. En cuanto a los Cadres, Azazel invocó una Kopesh*, en señal de solidaridad con Ra, Penemuel unos látigos de luz, Kokabiel su Zweihänder, Shemhazai una Alabarda y Baraquiel creó rayos eléctricos en sus manos. Todos plantaron cara a Seth.
–¿Así que los hijos de Ël se atreven a mirar plantar cara ante mí, eh? –pronunció desafiante Seth mirando como los anteriormente mencionados le plantaban cara. –¡Pues que así sea! –exclamó Seth apuntando con su bastón a los hijos de Ël y a Issei.
En ese momento, todas las criaturas que antes había creado, escorpiones, hienas, cocodrilos, golems, seres amorfos, y seres antropomorfos, junto con los Ammyt, cargaron hacia el grupo de protagonistas. El primero en responder fue Issei, quien decapitó con un rápido movimiento de su Katana a una de las criaturas, una antropomorfa. Entonces, Issei levantó su Katana al aire y exclamó en honor a Asia.
–¡Deus Vult, Allahu Akbar, Elohim Ne'edar! –gritó al aire apuntando con su arma a Seth.
En ese momento empezó una batalla sin cuartel en la que cada uno se enfrentaba a las criaturas de arena: Miguel aplastaba las cabezas de todo lo que le atacaba, Azazel blandía el Kopesh con una destreza inusual, Gabriel y Penemuel hacían equipo para combinar sus ataques, la Cadre ataba con sus látigos, dándole la oportunidad a Gabriel para atacar con sus puños americanos de luz; Uriel y Baraquiel combinaban el Fuego Sacro y los relámpagos en una combinación letal, Rafael lanzaba sus aros, siendo apoyado por Issei con su Katana.
La batalla fue intensa, pero Seth no se preocupaba: tenía un as bajo la manga, pero aún no era momento para usarlo por ahora, o eso creía él...
Ra se estaba recuperando, poco a poco notaba como su luz estaba ganando terreno a la oscuridad que le había inducido Seth.
El dios solar estaba preocupado, hacia ya casi una hora que no sabía nada de los demás dioses egipcios, así que decidió comunicarse con Sayf Al-tiniyn, su guardaespaldas. Creó un círculo mágico en su oído para hablar con él.
–{¡¿Sayf, cómo estáis?!} –consiguió contactar Ra con su guardaespaldas, pero éste estaba un poco ocupado.
–{No estamos muy bien, viejo. ¡Temo comunicarte que los demonios nos asaltan!} –dijo con desesperación Sayf al ver frente a él y los demás dioses a más de 80.000 demonios del clan Phoenix, junto a 4.200 de Gremory y otros 4.200 de Sitri.
–{Entendido} –susurró Ra furioso, lo habían emboscado a espaldas de los invitados. {Ahora mismo vamos}
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Palabras: 1546.
Los demonios atacan Egipto. La delegación abrahámica intenta defenderse de Seth. ¿Seth y los demonios estaban aliados?
*PD: Últimamente no estoy teniendo muchos ánimos con la historia, como podéis ver en el número de palabras. Pero si veo que la historia está siendo apoyada, seguiré con ella. ¿Creeis que podemos llegar en este capítulo a 15 estrellas en menos de una semana? ¡El autor se lo agradecerá con un nuevo capítulo en menos que canta un gallo!*
Atte.
E.S.Z.
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