11.

Akeno había sido secuestrada hacía 12 años, cuando en ese momento tenía sólo 6 años. Ella estaba en el patio del templo, jugando como cualquier niña de su edad. Su madre, Shuri, sacerdotisa del templo de Kuoh, estaba barriendo el templo que estaba en su casa. Todo era normal en la vida de Akeno; hasta ese día.

Era un día normal, soleado, una agradable temperatura. Los pájaros cantaban, el agua de la fuente borboteaba... Entonces ocurrió un hecho que marcó un antes y un después en la vida de Akeno: su madre fue asesinada por uno seres con alas de murciélago. Luego, se la llevaron al infierno, a la casa de la heredera Gremory, Rías Gremory.
Allí viviría un calvario desde que tenía 6 años. Años de torturas, abusos y humillaciones que no quería recordar.

Pero hoy todo cambió para Akeno, cambió para mejor. Habia sido un día cualquiera, el caballero de Rías Gremory, Yūto Kiba, había abusado de ella, como siempre desde que tenía 12. Tras abusar de ella fue el turno para que sus dos amigas, Siris e Isabella, caballeros de Raiser Phoenix, la torturasen, como había sido costumbre desde que fue secuestrada hace 12 años. Tras la tortura, la ataron de pies y manos a la pared del sótano-calabozo que tenía la casa Gremory bajo el salón y la abandonaron ahí, como todos los días.

Pero entonces escuchó mucho jaleo afuera. Gritos de dolor, súplicas, golpes de espadas desenvainadas y ¿gemidos? De eso último tenía dudas. Cuando menos se lo esperaba, la puerta del sótano-calabozo fue abierta de un solo golpe. Entonces vió entrar a tres personas muy pintorescas: una de ellas era un chico con el pelo castaño, ojos de color ámbar y un arma blanca hecha de luz carmesí; la otra era una chica rubia, con los ojos verdes y armada con una espada y un escudo, ambos, al igual que la arma del castaño, hechas de luz, salvo que esta vez eran verdes; y por último otra chica, esta con el pelo negro, ojos amatista y armada con un sable europeo.
El castaño del grupo dio un paso adelante y le dijo a una encadenada Akeno.

-¿Eres Akeno Himejima? -preguntó el chico desintegrado su arma de luz.

Akeno, con mucha dificultad y con poca fuerza en su voz le respondió:

-Sí. Esa soy yo. ¿A qué habéis venido? -cuestionó Akeno mirando a los ojos al castaño.

-Hemos venido a rescatarte. Tu padre te espera en Grigory. -declaró solemnemente el joven castaño. -Ahora voy a intentar romper estas cadenas. ¿Sabes cómo se pueden romper? - preguntó Issei con dudas al ver las cadenas, cadenas que no estaban hechas de metal, sino de magia, más precisamente de magia de la destrucción, la magia de la casa Bael y magia que poseía la heredera Gremory gracias a su madre, Venelana Bael.

-No lo sé, mishiranu-hito-san. -dijo con pena la hija de Baraquiel.

-¡Issei-kun! ¡Si es magia de los Bael, la energía sacra de los ángeles las podrá destruir! -explicó la pelinegra Raynare a su novio. -¡Déjame qué yo las rompa! -sugirió la de ojos amatista al Sekiryūtei.

-Si tan segura estás Ray-chan, haz tu magia. -dijo Issei a su bella novia.

-¡Gracias Issei-kun! -agradeció su novia abrazándole por la espalda y dándole un beso en la mejilla.

Entonces Raynare se acercó a las cadenas y creó, con una luz blanquísima, una pequeña daga de no menos de 15 cm. Agarró con fuerza su daga y rompió las cadenas que tenían aprisionada de pies y manos a Akeno.

-¡Ya está! Ahora eres libre, Akeno. -le dijo Raynare a la hija de Baraquiel.

-Gracias... -dijo sin fuerzas Akeno mientras se desmayaba y, por inercia, cayó abrazada en los brazos de Issei.

-Mira como te han dejado esos murciélagos... Asia, llévatela al apartamento. -ordenó en voz baja Issei. -Curala y haz que descanse. -dijo en voz baja y con un tono oscuro el castaño.

-Vale Issei-san. Vamos Akeno, te voy a curar. -susurró la joven rubia de ojos verdes a una inconsciente Akeno.

-¡Rías Gremory! Te juro por El que te perseguiré a dónde quieras que vayas. ¡Podrás correr todo lo que tú quieras, pero nunca podrás esconderte! -exclamó al aire con toda la ira que tenía en su cuerpo el joven.

-[Tawelwch Aibõ! Os nad ydych chi'n rheoli'ch hun, byddwch chi'n mynd i mewn i'r wladwriaeth honno!] -rugió con suma preocupación el dragón de Gales a su compañero.

-Ya lo sé, compañero... tengo que tranquilizarme si no quiero entrar en ese estado... lección aprendida. -se relajó Issei al escuchar la grave voz de su compañero reptil.

-Raynare, discúlpame, pero tengo que hacer una cosa. -dijo el joven Sekiryūtei a su bella novia de ojos amatista.

-Claro Issei-kun, tú haz lo que quieras. Yo me iré con Asia-chan y Akeno-san. -le respondió Raynare con una dulce sonrisa mientras se iba a por la moto que había dejado en el patio de la mansión.

-Bien, ahora a dar mi pequeña firma. –sonrío entre dientes maliciosamente Issei dirigiéndose hacia el pequeño templo que había en el patio de la mansión.

Una vez allí, observó todos los cadáveres que Asia había dejado a su paso: algunos sin cabeza, otros partidos por la mitad, otros con agujeros en sus gargantas... Pero lo más macabro es que Asia escribió en la pared del templo "Pagáis justo por traidores" con la sangre de los demonios asesinados. Issei sólo sonrió al pensar en su linda amiga. Cuando la encontró en ese callejón de Florencia, juró protegerla de cualquier cosa, ¿quién diría que ella se podría proteger sola? Seguramente nadie.

Issei dio unos pasos adelante, para ponerse en frente de la estatua de mármol blanquecino. Issei miró a la estatua a los ojos, hechos con preciosos rubíes, y dijo en voz baja.

–Por tu culpa nuestros hermanos siguieron a ese desquiciado de Luzbel. ¿Quién lo diría? En un mundo donde todos los Dioses de distintas mitologías de todo el mundo, tú, aquel que los cristianos, judíos y musulmanes temen, precisamente tú, no existes. ¡Patético! –gritó esto último Issei a la estatua de Satán. –Y como no existes, tendre que destruirte. –manifestó Issei con determinación mientras su pelo le tapaba sus ojos.

[Dragon Shoot!] –rugió Draig mientras se formaba una pequeña esfera de poder dracónico. A continuación, esa misma esfera fue lanzada en forma de gran torrente de energía carmesí. La estatua fue destruida al instante, al igual que todo el templo.
Justo después de destruir el templo, Issei se marchó en un círculo de teletransporte en dirección a su hogar en Grigory.

Pero, en cuanto se fue de allí, apareció a pocos metros, una despampanante belleza pelirroja, con los ojos azules celeste y prominente figura. La chica iba acompañada de otra chica, esta era un poco más baja y con una figura mucho menos voluptuosa, tenía gafas de pasta morada y su pelo era negro azabache. La chica pelirroja se detuvo al ver el destrozo.

–¿Quién ha osado de destruir este maldito* y satánico* lugar? –cuestionó al aire la chica de ojos azules celestes.

*N/A: Satánico, entre los demonios, sería sinónimo de sagrado mientras que maldito, lo sería de bendito*

–No lo sé Rías. Pero, huelo a incienso. –respondió la pelinegra.

–¿A incienso eh? ¡Benditos cuervos! –exclamó con ira la pelirroja de nombre Rías.

–Cálmate Rías. ¿Por qué no vamos a la cama y te relajo? –preguntó la pelinegra con un tono sugerente.

–Me has ganado Sona, vamos a la cama. Te haré gritar de placer... –susurró lujuriosamente Rías al oído de Sona, haciéndola estremecer.

Así que se fueron a la habitación donde ellas dos tenían sus encuentros a escondidas de todo el servicio de la Casa Gremory. Ellas dos se habían enamorado, sin saberlo, cuando eran pequeñas. Iban andando cogidas de la mano cuando encontraron en el pasillo tres cadáveres: el de Yūto Kiba, caballero de Rías Gremory, Siris, caballero de Raiser Phoenix e Isabella, la otra caballero del Phoenix.

–¡Por Satán quién ha hecho tal barbaridad! –gritó Rías asustada al ver a su caballero decapitado. –Bueno, que más da, una boca menos que alimentar. –se dijo a sí misma en voz baja.

Mientras tanto, al otro lado del Inframundo, en Grigory, Akeno estaba descansando en la habitación de Raynare. A su lado estaba Asia rezando y curándole todas las heridas que tenía Akeno de tanta tortura.
Cuando llegaron, Asia la tumbó en la cama con cuidado y suavidad, la desnudó con esmero y la tapó con las sábanas. Invocó su Sacred Gear, Twilight Healing, y empezó el ritual.

Durante el ritual Asia logró sanar con éxito todas las heridas, tanto profundas como superficiales, hemorragias internas, órganos destrozados, huesos rotos y demás daños severos que había recibido Akeno durante años y años de tortura y abusos.
Cuando terminó el ritual, Asia se quedó sentada a su lado esperando a que llegase Issei y Raynare.

Tras casi dos horas esperando llegó Raynare, vestida con su ropa de motera y dejando el casco en el recibidor de la acogedora casa.

–¡Ya estoy aquí Asia-chan! –habló en voz alta para que la joven ex-monja la escuchara.

–Estoy aquí en tu habitación con Akeno-san. –respondió Asia con voz calmada.

–¡Ya voy! –dijo Raynare casi corriendo para ir a su habitación.

La casa donde vivían Asia, Issei y Raynare era un unifamiliar de dos plantas, a las afueras de Grigory, en un barrio residencial donde vivían los ángeles caídos que trabajaban en Grigory. Raynare lo compró hace 150 años, en años humanos hace 27 años.

–¿Cómo está la hija de Baraquiel, Asia? –preguntó la pelinegra al ver a Asia sentada en una silla rezando y a Akeno tumbada en su cama.

–Mucho mejor que cuando llegó. Ahora respira con más tranquilidad. Cuando llegó respiraba muy erráticamente. Ahora duerme como una niña pequeña. –sonrió Asia al ver la cara tranquila y con una sonrisa de Akeno.
Padre Freed hice lo que me enseñaste, ayudar a las pobres almas que han sido atormentadas por los demonios. Espero que me reconozcas como tu discípula...  –pensó Asia al recordar al sacerdote de su convento, Freed Sellzen, un clérigo alemán católico de Baviera que fue trasladado a Italia por orden del mismísimo Santo Padre.

Las dos amigas siguieron esperando a que Issei llegase de lo que quiera que estuviese haciendo en la mansión Gremory. Estaban hablando de sus cosas cuando Raynare le preguntó a Asia sobre ese sacerdote que ella tanto mencionaba.

–¿Asia quién es ese tal "Padre Freed" que tanto hablas y alabas? –le preguntó Raynare a la joven rubia.

–El padre Freed es el mejor sacerdote que jamás ha tenido la iglesia. Además fue quien me introdujo a la Fé cuando era una niña recién abandonada en el convento. Él me enseñó todo lo que sé. –respondió Asia con sinceridad. –Ahora no sé donde estará. Lo único que sé es que, cuando cometí el error de curar a un murciélago, él me dijo que un error lo comete todo el mundo y también me aconsejó de que los demonios se camuflan como seres inocentes y tiernos cuando, en verdad, no son así. –dijo recordando aquel momento hace 2 años.

–Tuvo que ser alguien muy importante para ti, ¿no Asia? –dijo de repente Issei apareciendo por la puerta de la habitación.

–¡Ah! ¡Issei me has asustado! –recriminó Asia al castaño que estaba apoyado en la puerta de la habitación.

–¡Perdona Asia por asustarte! ¡Pero déjame de tirarme de las orejas! –exclamó adolorido Issei con una de sus dos orejas rojas como un tomate. Asia dejó de estirarle la oreja cuando lo escuchó quejarse. –Gracias Asia. Bueno, ¿cómo está nuestra inventada? –interrogó Issei viendo a Akeno.

–Mucho mejor que cuando llegó. Ahora está descansando. Habrá que dejarla tranquila un par de horas. –aconsejó Raynare a Issei y a Asia.

–Perfecto. Voy a llamar a Baraquiel para decirle que ya hemos rescatado a su hija. Seguramente se pondrá muy alegre. –dijo Issei creando un círculo mágico de comunicación.

–{¿Diga? ¿Quién es?} –habló Baraquiel al ver que alguien le llamó.

–{Soy yo Baraquiel-sama, Issei Hyōdō.} –respondió Issei a través del otro lado del círculo mágico.

–{¡Ah! ¡Eres tú, Issei! ¿Para qué me llamas chico?} –le preguntó el Cadre, apodado "Rayo de Dios", al joven castaño.

–{Baraquiel-sama, tenemos a su hija. Ya puedes venir a verla, está bien, ahora mismo se encuentra durmiendo.} –declaró Issei a Baraquiel.

–{Ahora mismo voy Hyōdō.} –manifestó el Cadre con voz seria.

Entonces, al cabo de muy poco tiempo, Baraquiel llegó a través de un círculo mágico de teletransporte al apartamento donde vivían Issei, Asia y Raynare. Él llegó a la casa y lo único que hizo fue ir a ver a su hija tras tantos años sin verla.

–¡Akeno-chan, mi pequeña Akeno! ¡Estas viva y salva! –exclamó el Cadre con lágrimas en los ojos abrazando el dormido cuerpo de su hija. –¡Juro por Padre que destruiré a todos los demonios que se atrevan a hacerte daño otra vez! ¡Lo juro por Shuri! –gritó el Cadre con el puño derecho al aire.

–¿Otō-chan? ¿Eres tú, Otō-chan? –preguntó Akeno con voz temblorosa a punto de llorar de felicidad.

–Sí hija, tu Otō-chan está aquí contigo y nunca más te dejaré sola. –lloró Baraquiel al recordar ese fatídico día hace 12 años.

_______________________________________________________________________________

PALABRAS: 2225

Muy bonito el final, ¿no creen?.
Nos vemos en el próximo episodio.
Me despido de ustedes.

E.S.Z.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top