La esfera de los dragones negros.

Tras las montañas había una especie de cúpula parecida a la que él mismo había abandonado.

Se acercó para ver mejor de qué se trataba. Entonces se paró a un costado de la esfera, y miró a través del cristal transparente. Así pudo ver una multitud de dragones. Y aunque él podía verlos a ellos, se dió cuenta que estos desde dentro no podían verlo a él.
Todos los dragones eran de color negro. Le extrañó ver dragones tan oscuros, pues de donde había salido todos eran blancos, a excepción de si mismo que era blanco y azul por aquel entonces, antes de su magnífica transformación.
Después de tanto tiempo volando sin rumbo, decidió de momento quedarse en aquel lugar, observando a los dragones negros pues ya no quería ni podía regresar a su lugar de origen.
Así que se quedó fuera de la esfera de cristal durante un día entero. Al día siguiente se le ocurrió la idea de que quizás podría intentar unirse a ellos y acabar al fin con su soledad. Pero antes de tomar tal decisión prefirió seguir observando un tiempo más, para ver qué clase de vida tenían los dragones allí. Y aunque pareciera increíble, no solo podía ver sino también oír las conversaciones que tenían los dragones dentro de la bóveda acristalada, sin ser descubierto.
Al seguir mirando y escuchando durante un tiempo, no tardó en darse cuenta de que era un lugar donde imperaba la disciplina y la rectitud. Todo eran prohibiciones, reglas y tradiciones, además con sus temibles castigos y amenazas.

Le recordaba mucho a su lugar anterior, salvo con algunas peculiaridades.
Así que no intentaría entrar en un lugar así aunque pudiese. Aunque tampoco hubiese sido fácil el haber hecho aquello, porque la entrada estaba custodiada por fuertes y grandes dragones que impedían la salida de aquel lugar. Y creyó que tampoco aceptarían ningún intruso como él.
Reflexionó que al fin y al cabo había huido del lugar donde había nacido y se había criado buscando libertad y una nueva vida, así que estaba decidido a que no iba a cambiar una clase de esclavitud por otra. Estaba a punto de partir cuando divisó alguien diferente en aquel lugar. Una hermosa dragona, blanca y azul como él había sido.
Así que de momento pospuso su partida.
Cada día la buscaba y cuando la encontraba se quedaba cerca de ella desde afuera de la cúpula.
Sorprendido vio como frecuentemente era rechazada, ridiculizada por sus ideas ante sus congéneres. Y tambien era humillada o castigada a menudo.
Cuanto más la conocía, más veía que era muy parecida a él mismo en muchas cosas, aunque también diferente en algunas otras.
A medida que pasaba más tiempo observándola más se enamoraba de ella.
Se preguntaba a menudo qué pensaría ella si pudiera conocerlo a él.

Se quedó pensando en el dilema, si intentar entrar para poder conocerla aunque volviera a ser un esclavo de las ideas y férreas costumbres y tradiciones de otros dragones, y sin tampoco tener la seguridad de si ella se fijaría en él o le gustaría, o por otro lado seguir buscando para ver si había otros lugares con otros dragones que fueran libres. Quizás hasta podría volver para intentar rescatar a la dragona si acaso encontraba un lugar mejor donde vivir ambos.
Pero también pensó en la posibilidad de que en el mundo solo hubiera más esferas con dragones esclavizados dentro de ellas dirigidos por líderes ansiosos de poder y prominencia.
Así que por fin decidió partir, pero esta vez no volaría en horizontal, sino en vertical para tener una mejor perspectiva.
Así que subió y subió cada vez más alto. Estuvo ascendiendo hasta que le faltó el aire, pues estaba llegando casi al espacio exterior, y era más oscuro y frío el ambiente.
Por fin paró su ascenso y miró hacia abajo.
Desde la lejanía descubrió que el mundo estaba repleto de esferas como la que él había huido y como la que estaba su amada e incógnita dragona.
Eligió su viaje a otra de esas esferas y emprendió el vuelo en picado, hacía allí...

GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTE SEGUNDO CAPITULO.
ESPERO QUE OS ESTE GUSTANDO LA HISTORIA.
YA ME CONTAREIS.

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