CAPITULO I


Corro hacia mi cuarto y cierro la puerta con fuerza, me lanzo a la cama mientras tomo la almohada y la coloco contra mi cara, tratando de detener el llanto.

Musa se sube a la cama y hace lo posible por entrar debajo de la almohada y darme besitos en la cara para reconfortarme. Me siento en mi cama y abrazo a mi perrita poodle mientras ella sigue dándome todos los besos que puede.

— No lo entiendo Musa —dije entre los sollozos— ¿Por qué no puede ir?

Me quede un rato acariciando a Musa, eso me tranquilizaba, definitivamente ella era mi mejor amiga, siempre me entendía y me apoyaba en todo, tal vez parezca tonto pero algunas veces sentía que ella entendía a la perfección todo lo que decía, y yo siempre entendía sus respuestas.

— Se que ellos quieren lo mejor para mí, Musa, pero simplemente no puedo entender sus razones.

Estuvimos un rato acostadas en mi cama; mi mama toco la puerta y luego entro sin esperar mi permiso.

— ¿Angie?

Nunca he sido de gritarle a mis padres, llevarles la contraria o responderles. Siempre había sido muy obediente por muy molesta o injusta que me pareciera la situación.

Me gire para mirarla, se podía ver que estaba afligida también. Se sentó en mi cama y comenzó acariciar mi cabello castaño para calmarme.

— No es para tanto, cariño.

Sentí como las lágrimas amenazaban con volver a salir y apreté mis manos a la almohada para controlarme.

— ¿No es para tanto?

— No, es solo una escuela, las mimas experiencias que tengas allá, las podrás tener aquí en una universidad.

— Las universidades de aquí no me enseñaran a usar mi magia.

— No necesitas la magia, has vivido 18 años sin ella.

— Tu y papa han usado la magia para tener éxito en sus profesiones, todos los días utilizan la magia para salvar vidas, porque tengo que cohibirme de usar mis poderes si me pueden ayudar hacer el bien.

— Hay muchos humanos que han hecho grandes cosas y no son magos.

— Pero yo si lo soy, ¿Por qué me quieren negar el derecho de usar algo con lo que nací?

— Porque no lo necesitas para ser feliz, los humanos viven tranquilamente ignorantes de la magia que los rodea.

— Pero yo si se que esta ahí, y que está en mí, quiero aprender a usarla, quiero saber cual es mi Don. No es normal que sea mayor de edad y aun mi Don no se haya manifestado.

— Tal vez es otra señal de que Magdoor no es el lugar para ti.

Las lagrimas comenzaron a salir sin que pudiera controlarlas, mi madre quiso abrazarme, pero me levante de la cama alejándome de ella.

— Siempre me han dicho que puedo hacer grandes cosas, que puedo lograr lo que sea si me lo propongo, y ahora me dicen que la magia no es para mí.

— Solo queremos protegerte, Ángeles. En magdoor encontraras que los demás chicos han vivido toda su vida rodeados de magia, conocen su Don y muchos de ellos saben utilizarlos a la perfección, para ellos serás... rara, podrían burlarse de ti por no saber de magia como ellos.

— Por dios mama, no seria la primera vez que me harían bullying en la escuela, no me importa si no tengo amigos, al fin y al cabo, nunca he sido de tener muchos amigos. Solo quiero aprender a usar mi Don, y poder hacer grandes cosas, y ayudar a las personas como lo hacen tu y papa.

— Lo se cariño, pero...

— Pero no creen en mí, no creen que pueda con la magia.

Mi mama me miro afligida, sabia que odiaba verme así, aunque quisiera controlarme no podía, las emociones del momento me sobrepasaban.

— Hablare con tu padre.

Mi madre salió de mi habitación mientras volví a tirarme a la cama para llorar.

Al cumplir los 18 años todos los magos pueden ir a la escuela de magia Magdoor, claro que la mayoría vive en la isla mágica, a excepción de mí.

Mi familia se ha caracterizado por generaciones por ser los únicos magos que se mudan para vivir entre los humanos y ayudarlos con sus Dones. Jamás he convivido con otros magos a excepción de mis padres y mi hermanita.

A veces pienso que hay algo mal en mí, incluso mi hermana, que aún es una niña, ha presentado manifestaciones de magia constantemente, ya ha incendiado sus juguetes tres veces por accidente; y yo, bueno, además de tener sueños extraños, no me ha pasado nada interesante; tal vez sea simplemente una clarividente, como la mayor parte de mi familia, pero eso era lo que necesitaba descubrir, desde pequeña solo he pensando en tener un gran Don, y ahora mis padres, de la nada, me negaban ir a la escuela de magia.

Lo admito, era de las personas que prefería refugiarse a esperar que terminara la tormenta antes de enfrentar los problemas, lo bueno era que me permitía meditar y encontrar el lado bueno de las cosas, llenándome de optimismo, pero esta vez era diferente, mis padres me negaban irme solo porque tenia miedo de... no se muy bien a lo que le tenían miedo, tal vez simplemente ningún padre quiere que sus hijos dejen el nido.

Toqué el anillo que llevaba en mi mano derecha, en el dedo anular, lo hice girar en mi dedo sin sacarlo mientras sonreía. Era un anillo que mis padres me había regalado cuando era una niña, me causaba gracia ver como ya me quedaba más pequeño y debía usarlo en la mitad del dedo, ya que no bajaba completamente. Tenía un significado especial para mí, cuando me lo regalaron, mis padres me dijeron que el anillo me protegería del mal y siempre me conectaría con ellos, que jamás me lo sacara o podría perderlos; por eso, aunque el anillo me quedara pequeño, era mi fiel acompañante protector.

Me levanté de la cama y me dirigí a la sala, donde estaba mi hermanita jugando con sus muñecas y mi padre leía el periódico.

─ Eres una dramática ─dijo mi hermana mirándome.

Seguramente debía tener el rostro demacrado por llorar.

Mi padre dejo de leer para mirarme, tenia el rostro serio, ambos nos miramos por varios segundos sin decir nada. Con la mano izquierda hice el ademán de sacarme el anillo mientras mi padre fruncía el ceño

─ Si me quedo aquí, tal vez sea demasiada protección para mi seguir usando esto.

─ Prometiste que jamás te lo sacarías ─dijo mi papa serio.

─ Y ustedes me prometieron que iría a la escuela.

─ ¿Me estas chantajeando, señorita?

─ Te estoy recordando que nada me pasara, porque siempre ustedes estarán conmigo.

Ambos nos seguimos mirando en silencio.

─ Uy, que dramática es esta familia ─comento mi hermana saliendo del salón.

Mi padre vio como mi hermana salia de la habitación para volver a mirarme a mi.

─ Los demás magos son diferentes a nosotros, y tu no estas acostumbrada a usar tu magia.

─ ¿Crees que no puedo con eso? Nunca he encajado aquí, tampoco encajare allá, ¿Y eso que?

─ ¿De verdad crees que necesitas la magia?

─ Lo que creo es que, con ella podre salvar vidas, así como mi madre utiliza su Don para sanar personas y tu lo usas para rescatar personas en el mar. Siempre me han dicho que en nuestra familia han salido los magos más poderosos y que han hecho grandes cosas. ¿Por qué no me quieren dejar ser unas de ellas?

Mi padre se quedo unos segundos en silencio, pensativo.

─ Si lo único que buscas es demostrarnos lo excepcional que eres, nosotros lo sabemos, Angie. Ya eres una persona excepcional.

─ Muchas gracias, papa, pero quiero ser más, y se que puedo dar más de mí.

Mi madre nos llamo a cenar y mi padre se levanto sin decir mas nada para dirigirse al comedor.

Cuando llegamos a la mesa ya estaba servida; había lasaña y ensalada cesar, la típica comida para momentos especiales.

─ Gracias corazón por esta hermosa cena ─se dirigió mi Padre a mi madre dándole un beso en la mano─ dedicamos esta noche especial a nuestra hija, Angie, que mañana comenzará una nueva etapa en su vida, deseamos que encuentres tu Don, que sabemos que será maravilloso, al igual que su portadora; que los guardianes, te protejan y te guíen mientras estes lejos de casa, y disfrutes tu estadía en Magdoor

Mire con la boca abierta a mis padres mientras ambos me respondían con una sonrisa, rodee la mesa para correr hacia ellos y abrazarlos.

─ Gracias.

Ambos me dieron un beso y cada uno tomo su puesto en la mesa.

─ Que emoción que mi pequeña vaya a Magdoor, es de las mejores experiencias que viví en mi vida ─dijo mi madre rompiendo la tensión que había en la mesa─. Recuerdo ver a su apuesto padre sentado en aquella banca esperando a que pasara...

─ Qué asco mama, no otra vez esa historia.

Admiro que Angélica siempre dice lo que yo no me atrevo a decir. Mi mama siguió comiendo indignada.

─ Lo que quise decir es que aprendí muchas cosas, conocí nuevas amistades, y descubrí mi Don de sanar a las personas, lo que afirmo mi decisión de vivir con los humanos ayudándolos discretamente como "doctora", por lo cual estoy muy contenta que Angie vaya y pueda establecer sus metas en la vida como yo lo hice.

Es verdad que debemos nuestra cómoda vida a la exitosa carrera de mama como doctora, todos sus pacientes sanan rápidamente sea cual sea su caso gracias a su Don mágico; claro que, estudio medicina en la universidad, pero todo eso es una fachada para la verdadera causa de su éxito. Y mi papa para no quedarse atrás, se unió al cuerpo de rescatista de alta mar; nunca nos preocupamos ya que mi papa domina muy bien el agua. Desde que papa se unió han estado en su mejor racha, lo cual también me asusta por no poder cumplir con las expectativas de mi familia.

Lo que me extraño fue la parte en la que estaba "muy contenta" por qué fuera a la escuela, tal vez ya entraron en razón.

Desde pequeña estuve muy emocionada por descubrir mi Don mágico, el de mi madre me parecía tan hermoso, pero, aunque influye la genética, mi padre siempre me ha dicho que mi don podría ser cualquier cosa, la magia curativa de mama, la magia elemental del agua de papa, una combinación de los dones de mi familia, o incluso algo totalmente diferente a lo que se haya visto en mis ancestros, aunque esos casos son muy poco probables.

En lo que quedo de cena las conversaciones fueron mas triviales; mis papas hablando de cómo les fue en el trabajo y cuántas vidas salvaron, mi hermanita comentando sobre los nuevos juguetes de su amiguita Margaret que ella aun no tenia, y yo, solo escuchando.

Al terminar de cenar dimos las gracias por la deliciosa comida y mi padre me recomendó que subiera a terminar de empacar.

Subí a mi cuarto en donde aún estaba una maleta abierta y una pila de cosas sobre la cama sin empacar, aun siento nostalgia recordar que mi padre dijo que dejara de empacar porque no iría a la escuela. Por suerte todo salió bien. Aunque tengo la sensación que mis padres tenían otras razones para no dejarme ir, no entendía sus cambios repentinos.

Al terminar de empacar me acosté a dormir para estar bien descansada para el día de mañana.

De la nada una ola de calor me recorrió el cuerpo, y en un instante una explosión hizo desaparecer la oscuridad de mi cuarto para mostrarme un incendio y escombros cayendo a mi alrededor, escuchaba gritos, pero no veía a nadie, sentía una fuerte presión en mi cabeza que no me dejaba levantarme de mi cama.

Me deslice hasta caer de la cama y como pude llegue a la puerta en medio del fuego y los escombros, al abrir la puerta no se encontraba el pasillo de mi casa; me encontraba en el exterior, en un bosque y podía ver como una cabaña se incendiaba mientras se seguían escuchando gritos. El dolor se intensifico haciéndome caer al suelo, hasta que solté un grito ahogado.

Musa subió a mi cama para despertarme con besos; sobresaltada por el sueño me senté en mi cama hiperventilándome.

─ Fue un sueño muy real Musa, hace mucho tiempo que no tenía uno así ─dije mientras la acariciaba para tranquilizarla, ella me respondió de la misma manera.

Son raras las noches en las que no tengo sueños, después de todo según la ciencia uno siempre esta soñando, solo que, al levantarse, se olvida. Aunque la mayoría los recuerdo muy bien.

Sin embargo, mi madre un día me dijo que cuando tuviera un sueño que me produjera emociones diferentes a los otros, los anotara en un diario. Al parecer un Don común en mi familia es la clarividencia, y las primeras experiencias eran a través de los sueños; aunque con este sueño que tuve espero que no sea mi Don.

Tomé mi diario y prendí la lámpara de noche, escribí el sueño tratando de recordar cada detalle, aunque no podía recordar mucho ya que estaba casi completamente cubierta en fuego. Menos mal que había tenido ese sueño o no me habría acordado de guardar mi diario en la maleta.

El despertador sonó y me levante de la cama, me sentía mas cansada que en la noche, había tenido un sueño tras otro, aunque algunos no los recordaba del todo bien; en un sueño había ido a la escuela desnuda, en otro me había perdido y no encontraba el camino de regreso a casa, y toda clase de sueños traumáticos para comenzar clases.

─ Rápido cariño, el vuelo sale en dos horas ─dijo mi madre desde el otro lado de la puerta.

Me di un baño rápido con agua fría para lograr despertarme, tomé rápido mis cosas y corrí al garaje.

─ ¿Y Angélica? ─dije al notar que solo mis padres estaban esperándome en el auto.

─ Sigue durmiendo cariño, le daremos un abrazo de tu parte ─dijo mi madre mientras mi padre subía la maleta al auto.

─ ¡Aaaangiee! ─me volteé para ver a mi hermanita saltando a mis brazos, Musa se unió dando saltitos, supongo que ella la despertó─. Suerte mono.

─ Gracias Rana.

Casi se me sale una lagrima al recordar cuando en la televisión estaban pasando un documental sobre las lorias, una especie de lémur con grandes ojos rojos. Angélica que aún no conocía muchas palabras dijo emocionada "mono, mono" al ver la televisión, luego se me quedo mirando y me dijo que era un mono; inmediato entendí porque lo decía, había relacionado aquellos animales conmigo por mis grandes ojos y solo se me ocurrió regresarle el favor diciéndole el primer animal feo que se me vino a la mente "rana". Para ese tiempo tenía un complejo por el tamaño de mis ojos, aunque a medida que fui creciendo fueron entrando en armonía con el resto de mi rostro, aunque se seguía considerándolos muy grandes.

Deje a mi hermana en el suelo y me despide con un gesto de la mano mientras me subía al auto.

Cuando llegamos al aeropuerto mis padres me acompañaron hasta que llegó el momento de tomar mi vuelo. No era un vuelo común y corriente, ya que viajaría en un jet privado "ulala señor francés".

No era que fuéramos personas exclusivas, es solo que no había ningún vuelo que viajara al centro del triángulo de las bermudas, así es, en el medio del misterioso triangulo, había una isla llena de magia.

─ Ya sabes, cuando llegues al aeropuerto, el autobús de la escuela te estará esperando ─dijo mi mama con dificultad, creo que estaba a punto de llorar.

─ ¿Autobús? Pensé que iría en un pegaso o tal vez un hipogrifo.

─ Ya te había dicho que un autobús pasa recogiendo a todos los estudiantes, así puedes ir conociendo a alguien en el camino, utiliza tu intuición.

─ Lo se papa, estaba bromeando ─nos despedimos con un abrazo grupal resistiendo las lágrimas, y me dirigí a mi vuelo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top