Capítulo 7
Editado: 10/ 07/ 2021
Heridas de miedo.
[Alguna parte del desierto]
Con la respiración pesada y entrecortada, Lee cerraba los ojos mostrando en su ceño fruncido el dolor que recorría su cuerpo; la sangre que había perdido había sido mucha, pero por suerte había logrado avanzar gran parte del desierto, y gracias a eso... aquella voz que lo nombraba podía escucharse cada vez más cerca, parecía poco lo que faltaba para llegar a ese chico, eso podía tranquilizarlo. Su garganta estaba seca, la mochila en sus hombros pesaba de sobremanera, sus manos estaban engarrotadas y el frío lo congelaba casi por completo...
Sin ser capaz de meter sus manos en su caída, nuevamente se veía cayendo de lleno sobre la arena entre jadeos cansados. Las Ninjas de su villa llegaron a mirarlo caer y al segundo se dirigieron una mirada preocupada para después avanzar rápidamente en su dirección, al llegar a su lado se percataron de su pérdida de conciencia.
— ¡Debemos quitarle la mochila! —Decía con prisa la rubia.
— ¡Yo curo del lado derecho y tú del lado izquierdo!
Con un asentimiento se acercaba —Debemos limpiar las heridas primero, hay arena dentro de ellas...
—Primero dale un poco de agua, parece sediento, yo me ocupare de limpiar las heridas con mi agua.
Sin dudarlo las chicas se daban una mirada y con un asentimiento comenzaban a deshacerse de sus mochilas para buscar las botellas de agua que necesitaban y dar inicio al tratamiento; mientras Ino le daba de beber un poco de agua, Sakura tomaba un termo grande y luego de abrirlo guiaba una corriente de agua por las heridas de Lee para deshacerse de la arena que infectaba su piel. Entre su inconciencia Lee fruncia el ceño con dolor ante el tratamiento de limpieza.
[Sueño de Lee]
La tarde se pintaba calmada como de costumbre, Lee había terminado sus compras del día y apenas se ponía en camino hacia su hogar podía percatarse de una presencia conocida, algo dudoso se acerco a aquel chico decaído que avanzaba por las calles de Konoha con algo de incomodidad y... bueno, el joven parecía algo perdido en su andar, no parecía tener decidido el camino que seguir; sin dudarlo un minuto más Lee avanzó con prisa hasta posicionarse algunos pasos por delante del joven, su amplia sonrisa relució, y con entusiasmo elevo la mano para ser notado.
— ¡Yaooo! Gaara... —sonríe animado inclinándose hacia él —Hola.
—Ha... —desvía la mirada en busca de algo —Hola Lee...
— ¿Ocurre algo? —se inclina curioso tapando el campo de visión del joven — ¿Has perdido algo?
Algo sorprendido por la cercanía, Gaara negó mostrando una leve sonrisa hacia el chico parecía dispuesto a ayudarle; al ver aquella leve sonrisa Lee no dudo en rodear por los hombros a su amigo para tenerlo cerca.
—Entonces, ¿Qué pasa?
—Oh, bueno... —da una mirada por la calle —Kankuro avanzaba a mi lado hace un rato, —informa apenado volviendo la mirada a su amigo —pero me distraje un poco mirando unas plantas en la floristería de Ino, —cubre levemente su boca agachando la mirada con vergüenza —sin querer termine perdiéndolo... y ahora no lo encuentro en absoluto, hasta parece que él no estaba buscándome...
—Bueno... —inclina el rostro hasta dar con la mirada ajena —quizá se encontró con una ardiente chica —bromea radiante.
La sorpresa por la cercanía hace ruborizar al menor, pero de pronto Gaara solo puede reír con diversión ante tal comentario; agradecido por la calma que le había brindado, Gaara se aparta suavemente del agarre que rodeaba sus hombros.
—O... —prosigue el más alto —pudo encontrar un buen oponente de lucha.
—Eso es... —asintiendo le da la razón —un poco más creíble... —analiza las bolsas en las manos del hombre — ¿Estabas de compras?
—Oh, —levanta levemente la bolsa —sí, sí, —sujeta su nuca con vergüenza —mi nevera está vacía en su totalidad... —desvía levemente la mirada con pena —normalmente estoy en misiones, así que siempre terminamos yendo a comer luego o durante ellas a algún lugar de comida, o mejor dicho... —confiesa hacia los ojos delante suyo —casi no como nada en casa, y por eso la nevera se vacío sin darme cuenta.
—Para tener un buen estado físico, me sorprende que lo único que comas sea comida de calle —confiesa tranquilo.
— ¡Oh, no creas que soy como Naruto solo comiendo ramen! —niega con vergüenza —siempre intento por todos los medios variar la comida, compro cosas saludables... —eleva la bolsa con vegetales —aunque... —sonríe con pena —no sé cocinar muchas cosas.
Entre su interés en aquella platica Gaara avanza hacia las bolsas de compra comenzando a revisar los alimentos, Lee le permite hacerlo, aunque le pareciera extraño ver a ese chico así de interesado en aquello. Era una locura, desde su altura... esa leve sonrisa en los labios durazno del pelirrojo hacia latir su corazón.
— ¿Puedo... —eleva la mirada con emoción —intentar cocinar algo para ti?
—He... —nervioso asiente —cla... claro... —ríe desviando levemente la mirada hacia la derecha —claro que sí, —frota su nariz con su nudillo —realmente me encantaría —vuelve la mirada al joven delante suyo —de verdad lo haría... Mmm... entonces ¿Vamos? —cabecea mostrando el camino — ¿Vamos a mi casa?
Con un simple asentimiento el Kazekage sigue al Ninja de Konoha que avanza algo nervioso, pero muy animado en su interior; al llegar a la casa Lee se adentra primero dejando las cosas en la cocina mientras Gaara se quita los zapatos en la entrada admirando la habitación repleta de cosas para entrenar.
—Disculpa la intromisión...
—No, no es nada, pasa... —frota su nuca con pena —discúlpame a mí por tener tal desastre... voy a limpiar, la cocina... —sujeta la espalda media del chico para guiarlo —esta por allá, por allá... —señala con la barbilla —siéntete libre de tomar lo que necesites. —tragando saliva se aleja —intentaré limpiar un poco.
Mientras Gaara comenzaba colocándose un delantal de "Besa al cocinero" Lee intentaba levantar todo con rapidez mientras dirigía la mirada por momentos en dirección a la cocina.
—Es... es raro tenerte en mi casa, —confiesa con una sonrisa nerviosa —yo jamás he conocido el lugar donde vives —toma algunas pesas en mano.
—Haa... —busca los cuchillos con la mirada —vivimos sobre la torre central de Suna, —toma los vegetales para llevarlos al fregadero —hay un piso para la familia del Kazekage, cinco habitaciones con baño incluido, y... —vuelve la mirada sobre la sala —una enorme sala de estar, además de una concina con todo lo necesario.
—Wow —prosigue guardando cosas —eso suena genial, ¿Tú siempre has cocinado para ellos?
— ¿He? —con el dorso de su mano aparta unos pocos cabellos que cubren su rostro —Oh, no, no, claro que no, Temari fue la primera en aprender, yo la ayudaba mucho así que termine aprendido más rápido que Kankuro, solo Temari y yo cocinamos.
Lee volvía la mirada hacia la ventana de la cocina notando como aquel joven apartaba con molestia e insistencia los cabellos que estorbaban su visión; con una sonrisa en cara el chico tomo camino hacia su habitación con dirección a su pequeño tocador del cual saco algunos broches para el cabello; con prisa llegó al lado del chico, y sin avisarle nada comenzó a sujetar sus algo largos cabellos para evitar que le siguieran molestando, Gaara volvía la mirada de reojo para admirar el rostro del hombre a su lado que se sorprendía ante la cercanía de sus rostros, pero seguía esforzándose por no interrumpir su cocina.
— ¿Quieres ayudarme Lee? —cuestiona suavemente sin mirarlo.
— ¿He? —Decía con sorpresa —Bueno... bueno, si no te molesta... —rasca su nuca con nerviosismo —claro.
Su calma a la hora de hablar había extrañado un poco a aquel joven, Lee siempre contestaba con un tono alto y estruendoso, pero en ese mismo momento estaba tan... tranquilo, ayudándole sin hacer un alboroto.
[Alguna parte del desierto]
Dejando el agua sucia de lado, Sakura iniciaba con la curación de su lado mientras Ino proseguía a sacar la arena que comenzaba a entrar nuevamente en las heridas ante el aire nocturno. El aire frío les helaba las manos, pero no había nada que hacer.
—Esto esta siendo un problema Sakura, debemos buscar una cueva o algo... —eleva la mirada hacia la chica —si no, nunca podremos terminar de curar su cuerpo, además el agua se esta agotando, —aprieta los labios —Suna debe estar en mal estado y no hay lugares dónde...
—Hay Cactus, —señala pensativa —pero tienes razón, debemos buscar un lugar donde el aire deje de lanzar arena a sus heridas... —vuelve la mirada alrededor con inquietud —hay... un conjunto de cuevas en el cañón de más adelante, es lo más cercano que tenemos... —niega —es lo único que podríamos...
La tensión les lleno el cuerpo y dejando la curación de lado ambas kunoichis tomaron sus armas en mano siendo consientes de unas presencias cercanas a ellas, cubriendo a su compañero herido dieron un paso al frente esperando por el enemigo, pero para su sorpresa, el grupo de hombres que pasaba cercano a ellas solo ignoraba su presencia para seguir de largo.
—Eran Ninjas de Suna, —frunce el ceño entre su pensar —y justo para allá está el cañón...
—Ni siquiera se detuvieron o nos miraron, —guarda su arma entre una exhalación llena de molestia —dudo que sean amigables... ¿Ahora que haremos?
Sakura menea la cabeza entre su pensar —No creo que haya ruinas enterradas cerca de aquí... todo es arena y algunas rocas, pero... —suspira admirando el lugar —no son lo suficientemente grandes para cubrir el cuerpo de Lee... —traga grueso —bien, lo mejor será llevarlo detrás de la roca más grande, y tendremos que evitar el paso de la arena con nuestro propio cuerpo para que las heridas no terminen infectadas.
—Oye... —toma la bufanda de su paciente —podemos sujetar esto de nuestra ropa, si tú trabajas en la parte de arriba y yo en la de abajo la tela evitará el paso de la arena y... además está igual de herido por todo el cuerpo.
Sin más que hacer la Haruno accedió a la idea de su compañera y comenzaron a mover a Lee para después atar aquella bufanda de un chaleco a otro, y finalmente iniciar con su trabajo de curación.
[Cañón de Suna]
Los siete Ninjas detenían su andar mirando como un domo de energía negra rodeaba todo el cañón a la lejanía, los hombres se miraron entre si acordando un plan sin palabras, y se lanzaron cuanto antes a la acción. Habían aceptado aquella misión y delante de ellos se encontraba su enemigo, su misión.
Gaara se mantenía en el suelo sintiendo como las corrientes de arena llegaban a rozar su cuerpo, sus ojos estaban cerrados, sabía que viajando entre la brisa era la única manera para poder encontrarlo, pero... por alguna razón no podía sentir a su querido amigo, Lee estaba... desvanecido.
—Shukaku... —abría los ojos mostrando una mirada entre ámbar y negro —No logro verlo... quiero verlo...
—¡Ey! —reprendía molesto —no estás concentrado, alguien se está acercando con rapidez.
— ¿Es Lee? —erguía el cuerpo intentando ver entre el remolino de arena.
—No, son siete Ninjas... y no se siente como si quisieran invitarnos a una fiesta de té con tu amigo Lee.
Con la duda palpitando en su mente el chico se levantaba del suelo tratando de mirar al enemigo, el destello de los kunais y Surikens hacen regresar aquellas palabras malditas a su mente, las palabras de odio que lo hacen salirse de control; poco a poco la tormenta aumenta su intensidad, las marcas azules viajan de nuevo por su piel marcándose a rojo vivo en su carne, los gritos de dolor se convierten en nuevas olas de arena que inician una tormenta más fuerte.
Con el simple despliegue de su odio cae el primer cuerpo de un ninja mientras los otros son carcomidos poco a poco, los que aun permanecen con vida observan los cuerpos siendo carcomidos y al instante crean domos de arena que cuiden sus cuerpos y vidas; la furia de Gaara se eleva en un grito más intenso y los domos son atacados por las brisas recias de arena, poco a poco los domos cedían al ataque haciendo comprender al enemigo que la retirada seria su mejor opción, pero aun así uno de ellos se decidió salir a luchar... la arena lo evitaba y aunque eso le parecía extraño el hombre comenzaba su juego de manos para dar el primer ataque, pero al segundo terminaba cayendo de rodillos derrotado.
El Chakra azul que irradiaba el Kazekage había logrado extraer todo el chakra del tipo que pensaba atacarlo, el hombre estaba muerto y su cuerpo ahora era carcomido por las corrientes de arena, uno de los hombres logro admirar el suceso y entre su terror dio un aviso con la arena a su compañero mientras él ya emprendía la huida, trataban de cubrirse y aun así la arena llegaba a herir sus cuerpos.
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