Capítulo 6

Editado: 10/ 07/ 2021

Ayuda

Los equipos se movilizaban con rapidez, los niños y personas mayores iban a mitad de camino hacia Konoha con ayuda de las mujeres de su villa, pero se detenían al percatarse de la presencia de dos ninjas de konoha, dos jóvenes que por igual detenían su andar llamando la atención de la mujer que los guiaba.

— ¡Son... son de Konoha!

Todos mostraron el alivio en la mirada, sus palabras de alegría brotaban sin poder detenerse; Ino y Sakura se dirigieron una mirada para después avanzar un poco más hacia la que parecía ser la líder.

—Por favor, —indica Ino —sigan avanzando hacia Konoha, equipos de búsqueda y rescate están en camino por ustedes y su gente.

—Tendrán refugio en Konoha, —menciona con calma Sakura —así que sigan avanzando sin detenerse.

Las mujeres asintieron a las indicaciones y siguieron el camino con el alivio plasmado en su pecho, pero una joven enfermera se quedo atrás del grupo para poder detener a ambas kunoichi, Ino la analizo con duda percatándose de la mirada de aquella chica sobre toda su cara.

— ¿Qué ocurre?

Sobresaltada agacho el rostro —Los ancianos... ellos dieron una orden a unos cuantos Ninjas... ahora mismo algunos están yendo tras Gaara sama.

Las chicas se miraron con inquietud y dando un asentimiento hacia la mujer solo posaron las manos en los hombros de ella.

—Vamos a hacernos cargo.

Aunque con la inseguridad aun pintada en su rostro, la mujer da un leve asentimiento y continua su camino detrás de su gente mientras las Kunohichis avanzan por la ardiente arena de una tarde nublada; era extraño, y lastimoso, las nubes de arena bloqueaban el sol, pero seguía sintiéndose un calor infernal además de un frío atroz que lograba helarles los dedos.

Una y otra vez aquel nombre era mencionado por el viento que aun trasportaba arena, y con cada uno de los nombramientos Lee sentía su pecho arder en fuego lleno de entusiasmo, debía seguir, su mente, su corazón le pedían seguir, pero... su cuerpo estaba débil y desgastado, había perdido bastante sangre y ante eso sentía como sus fuerzas huían de su ser. Deteniendo su andar sujeta su costado.

— ¡Agh! Falta poco... falta poco... ¡Mng! —cae de rodillas sobre la arena encogiéndose con dolor —La noche se acerca, mis heridas son graves... apenas y puedo ver delante de mí, y mis piernas apenas pueden avanzar... —jadeante eleva la mirada — ¡Gaara, no sé como lo estés haciendo! ¡Pero necesito que sigas llamando mi nombre! ¡Voy a llegar...! Lo prometo, yo voy... voy a llegar, pero... pero necesito que me ayudes para encontrarte... ¡Sigue... sigue llamándome! ¡Agh! Háblame...

Su cuerpo entero temblaba mientras caía rendido sobre la arena, estaba exhausto, herido, pero... debía seguir, debía seguir. Posando las palmas sobre la arena comenzaba a arrastrarse para seguir su camino mientras seguía el llamado de su nombre, esta vez el viento lo guiaba por un lugar preciso para llegar hacia si amigo.

[Alguna parte del desierto]

Las Kunoichis avanzaban corriendo a su mayor velocidad, y al pasar frente a Suna los ojos jade de la Haruno se detenían con preocupación sobre la aldea de Suna, sabía que no podían dirigirse hacia allá, aunque hubiese heridos, pero le molestaba el hecho de ni siquiera haber cuestionado a los aldeanos si había más gente en aquel lugar, eso era obvio, la gente que avanzaba en dirección a Konoha era muy poca, pero debió preguntar al menos.

—Sakura, —extendía el brazo frente a su compañera deteniendo su andar —mira allá... —señala con la barbilla —en la arena.

—Eso... —avanzaba unos pasos entrecerrando los ojos —es sangre... Ino...

Avanzando con prisa, ambas se detuvieron y fue Sakura la primera en agacharse para comprobar de mejor forma aquel líquido que se mezclaba con la arena.

— ¿Crees que sea de Lee? —cuestiona preocupada ante la idea.

—Oh... no puedo dudarlo...

Al regresar la mirada sobre su compañera, Sakura se percataba del lugar que atraía la atención de su amiga, una roca, una roca llena de sangre y ropajes rotos de su conocido compañero Ninja. Un jadeo escapaba de su boca con terror, y poniéndose de pie se acercaba con prisa a la roca.

—Apenas y hay algunas manchas de sangre, el aire sigue soplando con fuerza... —señala Ino con calma —debemos ir rápido en su búsqueda o la arena ocultará su rastro.

—Oye... —detenía a su compañera —pensé que era una locura, pero... ¿No escuchas algo en el aire? Una voz... como un... susurro o algo así... —dudosa se ponía en pie.

Ambas decidieron quedarse quietas un segundo para escuchar con suma atención, aquellas palabras no eran completamente comprensibles para ellas, pero ciertamente había algo en el aire... algo que llamaba un nombre, un nombre familiar. Ino dio un asentimiento a su compañera.

—También lo he escuchado desde hace un rato, pero... apenas y podía entender lo que decía... era solo una palabra.

—Es un nombre —aclara la Haruno.

Aterradas se dirigían las miradas —Lee —expresaba al unisonó.

—O... oye, —sujeta el brazo de la Haruno — ¿No crees que quizá Lee y Gaara ya se han encontrado? Quizá Gaara lastimo a Lee sin querer y ahora... se lamenta.

No... no, no... —niega para seguir su camino —eso es imposible Ino, la tormenta era destructiva, lo más seguro es que Lee termino quedando atrapado y herido por la tormenta.

—Por cierto... —regula su velocidad — ¿Por qué crees que Naruto no mando a sus clones con Lee? Pensé haber oído que los mandaría para ayudarle.

—Si que eres una chismosa —sonríe bromista.

— ¡Cállate! —golpea con un puñetazo el brazo de su amiga.

Riendo da un asentimiento —Lee fue quién lo pidió, que le dejarán ir solo en esta misión... —borra la sonrisa de su rostro —y solo si algo realmente malo pasaba, algo como lo que acaba de ocurrir, que Naruto nos ha enviado para proteger a la gente de Suna, los clones vendrían para ayudarlo... pero Lee había pedido un día completo sin ayuda.

— ¿Por qué lo hizo? —menciona dudosa — ¿Por qué decidiría quedarse solo con Gaara por tanto tiempo?

—La verdad no lo sé, sería mucho mejor preguntarle a Neji o Tenten sobre eso, pero ninguno de los dos está aquí, —ambas ríen un poco más relajadas —aunque... en sus últimas visitas Lee y Gaara llegaban a pasar gran tiempo juntos, hablaban cada vez de una forma más amistosa.

—Es verdad, —asiente —llegue a verlos paseando por la aldea, Gaara... —algo sorprendida, dirige la mirada hacia Sakura —de hecho, de hecho, Gaara sonreía mucho al estar al lado de Lee. —sonríe alucinada con sus recuerdos —dios, de verdad parecían divertirse juntos.

Sakura sonríe más relajada y pone su atención sobre el camino algo desvanecido de sangre que las guía en la arena. El chico de su villa debía estar bien, era fuerte, era listo, podía hacerlo.

[Suna]

Los gritos y quejidos llenaban la arena de dolor, médicos Ninjas y los hombres de la villa intentaban por todos los medios curar a los heridos mientras los ancianos del lugar avanzaban con dureza hacia el primer Ninja que había decidido tomar el control sobre los civiles, pero el hombre los ignoraba por completo para seguir tratando a los heridos.

— ¡Capitán Kirigue, estamos hablando con usted!

— ¡Vaya falta de respeto! —espetó molesto.

— ¿¡Pero como se atreve!? —cuestiona otro mayor.

El mal herido adolescente que era llevado por el capitán Kirigue hacia la zona de curación y seguridad, se vio cansado de las palabrerías de los ancianos y entre su furia se dio media vuelta hasta poder verlos de frente.

— ¡Oh por amor a...! ¡Cierren la maldita boca de una vez! —grita con enfado — ¡Sus ciudadanos están heridos! —señala a la gente — ¡Todos estamos heridos! —tiende ambos lados sobre los costados — ¡Muy mal heridos! ¡Y ustedes solo... solo... agh! —se encoge de dolor, el capitán se acerca sosteniéndolo con cuidado, luego de agradecer la ayuda el joven eleva la mirada hacia los ancianos — ¡Gaara... si él hizo esto... ahora mismo se ha detenido, estamos a salvo y lo que deberían priorizar ustedes los líderes, es a sus ciudadanos, no su maldito intento de venganza! ¡Los heridos no podemos ir por el desierto! ¡Deberían preocuparse por su gente!

—Ey, —Mencionaba con calma sujetando al chico por el pecho —Oye, no te hace nada bien molestarte de tal modo, estás herido, necesitas descansar, solo ignóralos.

El joven Ninja asentía con rabia, limitándose a seguir al capitán que le guiaba. El pequeño domo de arena en el cuál se resguardaban los heridos estaba llenándose algo rápido, mucha gente estaba herida.

— ¡Kirigue! —exigía con molestia el anciano.

Los viejos comenzaron a seguir al capitán apenas su gente pareció revelarse a ellos, pero el hombre simplemente seguía con la búsqueda de más civiles heridos y enterrados bajo la arena. Con todos los heridos ya reunidos dentro del domo, el capitán Kirigue tomo asiento cambiando de puesto con los que mantenían el domo de protección en pie.

— ¡Con un demonio! —giraba con enfado una enfermera — ¡Paren de una vez maldita sea! —avanzaba contra ellos — ¡No nos están ayudando en nada! ¡Todos estamos exhaustos! —exhala un suspiro intentando tranquilizarse —somos pocos doctores y las heridas son tan graves qué... apenas y podemos mantenernos en pie... —suspira —dejen al capitán kirigue en paz de una vez.

Todas las miradas se dirigían con molestia hacia los ancianos que aun ofendidos mantenían sus miradas en alto, mirando con superioridad a toda la gente en aquel lugar.

—Decidieron quedarse, —avanza una mujer herida —decidieron mandar a los únicos que aún seguían sus órdenes en busca de Gaara sama, —mantiene la mirada directa a ellos —y ahora están solos, y están molestando a los que estamos tratando de hacer algo por los heridos... —entre su molestia se mantiene firme —lárguense de nuestro lugar, no los queremos ver aquí molestando al único hombre que se esta preocupando por nosotros... —observa a la gente —sea como sea, nosotros nos ocuparemos de esto, el pueblo de suna del quinto Kazekage Gaara sama... —dudaba levemente —estamos por nuestra cuenta, y ustedes también.

Algo dudosos e incomodos, lo ancianos notaban aquellas miradas de desagrado terminar sobre ellos, el desprecio hacia la gente que los había abandonado era palpable; las miradas de los únicos Ninjas que mantenían aquel lugar seguro en toda la tierra de Suna, se dirigían a los mayores con enfado y desaprobación. Los hombres se miraron algo alterados y sin más opción comenzaron a salir del domo.

[Mente de Gaara]

Las voces se dispersaban dejando los comentarios de odio en el olvido, sus propios sollozos desaparecían en el aire mientras sus lágrimas negras dejaban de fluir manchando sus mejillas, pero el joven permanecía en Shock manteniéndose en posición fetal.

Gaara... —sonreía acercándose con la mano elevada —ey, es bueno verte de nuevo, —tiende su mano con entusiasmo —hace rato que no te veía.

—Lee... —susurraba al exterior.

—Oh, así que por eso has venido, —toma asiento en la banca a su lado —bueno, yo acabo de volver de una misión, —sonríe apenado sujetando su nuca —fue una misión algo cansada... —sonríe inclinando el rostro —tuvimos que ir al país de las Olas, y fue cansado, pero sabes que siempre cumplo en perfectas condiciones mis misiones.

—Lee... —cierra sus negros parpados recordando.

Entre una leve risa, se acercaba en el banco —Muy bien, muy bien, no siempre regreso en buenas condiciones... —eleva las manos a la altura de los hombros para después reír levemente —pero ya sabes... —tranquiliza su sonrisa bajando las manos sobre su regazo — ¿Cómo has estado? ¿Qué tal te va en suna? ¿El señor Kazekage es un diez?

—Para nada... —sonríe levemente.

— ¡Oh! ¿¡Cómo puede ser eso!? —ríe, deslizando el brazo sobre el descanso — ¡Pero si el señor Kazekage siempre tiene buenas ideas! —muestra el musculo de su brazo — ¡Y una increíble fuerza!

Con una leve sonrisa mostrándose en su marcado rostro, Gaara por fin abría sus verdaderos ojos hacia el mundo real percatándose del lugar en el cual se encontraba; estaba en el gran cañón de Suna, de rodillas. El joven dudo un poco y aun con el dolor de su cuerpo presente mantuvo la mirada directa al frente, delante suyo podía ver el basto desierto a través del remolino de arena que lo rodeaba, pero aún... no era capaz de ver a aquel chico.

—Oye Gaara...

— ¿Si Shukaku? —respondía sin más.

—Te he dado la fuerza y el poder necesario para destruir a quién quisieras, justo como me lo pediste... no pienso dejar que lo desperdicies, así que... cuando ese chico llegue trata de hacerlo quedarse lejos, porque si se acerca demasiado su chakra será absorbido por mí, y que no quieres eso...

—Gracias...

—Tambien... está herido por la tormenta de arena, desconozco si será capaz de llegar al pie del cañón al menos... ¿Estas seguro de querer esperar? Podríamos simplemente arrasar con todo.

—Quiero verlo... quiero verlo....

El Ichibi retrocedía en silencio escondiéndose en la obscuridad de la mente de su Jinchuriki mientras el joven kazekage permanecía de rodillas mirando perdidamente al horizonte buscando la presencia de aquel chico.

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