C A P Í T U L O 23
Decir que estaba enloqueciendo era la subestimación del año.
Me sentía completamente perdido al mirar las prendas de ropa sobre la cama y sostener el teléfono contra mi oreja mientras jaloneaba mi cabello con desesperación.
No sabía qué rayos hacer.
—Michael, no sé qué hacer. Sé que prometí a los chicos que iría a cenar con ellos a casa de su madre, pero... —Me senté sobre la cama y revolví mi cabello con brusquedad.
La ansiedad comenzaba a crecer en mi interior y no sabía cómo contenerla.
—¿Cuál es exactamente el problema? Es solo una cena, ¿no? —preguntó al otro lado de la línea.
—El problema es la mamá de los chicos. Ella es estupenda y... yo no creo poder soportar el ambiente familiar que hay en su casa.
Todo movimiento al otro lado se detuvo, dejando la línea en silencio. Michael no dijo nada por los próximos minutos y cuando estuve a punto de preguntarle qué ocurría, suspiró.
—¿A qué le temes, exactamente?
—Creo que a sentirme fuera de lugar —admití—. Sentir que no pertenezco allí a pesar de ser la única familia que tengo.
—Bueno, supongo que eso es normal, pero no sabrás cómo te sientes al respecto hasta no ir a la cena y experimentarlo.
Michael tenía un punto.
Hablé por unos minutos más con él mientras intentaba calmarme y, luego de colgar, me dispuse a prepararme para salir de la casa porque sin darme cuenta ya era hora de partir.
Conduje por las calles de la ciudad y tomé una profunda respiración cuando entré en el vecindario en el que vivían los chicos. Expulsé todo el aire en un intento por tranquilizarme y observé por el espejo retrovisor a los niños que corrían detrás de un balón.
El vecindario era pintoresco, tranquilo y acogedor, con personas yendo y viniendo por las aceras con sus mascotas e hijos.
Me detuve frente a una casa blanca con detalles verdes y apagué el auto para recostarme por un momento.
Desde mi asiento, pude notar que la casa seguía igual a como la recordaba, aunque se notaba que le habían dado un retoque a la pintura por lo viva que se veía en comparación a las demás.
Tomé valor para salir del auto y una vez asegurado, me detuve frente a la puerta para tocar el timbre. Esperé un momento hasta que se abrió y Jared salió a mi encuentro.
—Hey, te estábamos esperando.
La neutralidad con la que mi hermano hablaba, a veces me hacía preguntarme la razón por la que lucía tan indiferente ante algunas cosas.
—Lo siento, se me hizo tarde.
Una sonrisa minúscula hizo acto de presencia.
—No te estaba recriminando.
Se hizo a un lado, permitiéndome la entrada a una sala cuyo olor dejó en evidencia que Diane estaba cocinando el cordero en salsa que solo preparaba en momentos especiales.
En el suelo frente a la mesita del café se encontraban los chicos jugando Monopoly; James refunfuñaba mientras le extendía un fajo de billetes a una Alisson con sonrisa victoriosa.
Cuando notaron mi presencia, se levantaron de sus lugares y se acercaron a mí para abrazarme con euforia.
—Por un momento pensé que no vendrías —confesó James
—Se me hizo tarde. —Me encogí de hombros—. Lo siento por eso.
Alisson sacudió una mano, desechando la idea.
—Lo importante es que ya estás aquí. —Soltó una pequeña risa—. Mamá no ha dejado de hablar sobre la cena. Ha estado en la cocina desde la mañana.
Jared pasó a mi lado y se sentó en su lugar frente a la mesita justo cuando su gemelo señaló sobre su hombro hacia la cocina.
—¿Quieres pudin? Mamá hizo suficiente como para donar.
Me acerqué a la mesa con una sonrisa.
—Está bien.
Observé el tablero y supuse que la mayoría de las propiedades marcadas por casitas pertenecían a Alisson y que todo el dinero sobre la mesa era de ella. No importaba contra quien jugara, ella siempre lograba dejar a todos en bancarrota.
Recibí el pudin de James y me excusé con ellos para ir a saludar a la mujer que se movía animadamente por la cocina mientras tarareaba una de esas canciones de Elton John que tanto le gustaban.
—Hola, Diane.
Detuvo todo movimiento para darse la vuelta y darme la sonrisa más grande que alguna vez le vi.
—Stephen, corazón. —Secó sus manos con un pequeño trapo y se lanzó hacia mí para abrazarme.
El escenario me recordó a la primera vez que fui a la casa de los Blut y Lena me tomó entre sus brazos con sumo cariño.
Se apartó del abrazo y tomó mi rostro para inspeccionarme, haciéndome sentir pequeño y querido en partes iguales. Eso era lo que tanto me asustaba de verla. Ella me hacía sentir necesitado de cariño y, a su vez, esa necesidad me hacía sentir débil.
—Estás muy guapo, cariño. —Dio un paso atrás—. ¿Cómo has estado?
—Bien, no me quejo.
Asintió.
—Pídele a los chicos que pongan la mesa. En un momento estaré allí con la comida para que hablemos mejor.
Me guiñó el ojo mientras se giraba para apagar el horno y sacar un pastel. Mientras tanto, yo volví a la sala para dar la información con el pudin a medio comer.
James y Alisson discutían mientras colocaban los cubiertos junto a los platos, al mismo tiempo que Jared colocaba los vasos junto a una jarra de jugo para acompañar la comida. Coloqué la canasta de pan en el centro y cada uno tomó asiento en su lugar para esperar.
—Estuve pensando y creo que lo mejor sería que Stephen le dijese mamá que vamos a salir a una discoteca, todos juntos —comentó Alisson de la nada.
—¿Segura que pensaste? —preguntó James con una ironía que no comprendí.
—Vamos, James, no seas amargado. Ya supera el rechazo de Addison.
Estuve a punto de reprender a Alisson por no haberle dicho nada a su madre y haber esperado al último momento para hacerlo hasta que mi cerebro registró sus palabras.
Alcé mis cejas con sorpresa y volteé a mirar rápidamente a mi hermano justo para captar el momento en que sus mejillas se pusieron rojas, aunque no supe si fue por vergüenza o rabia.
—¿Addison te rechazó? —curioseé, sin poder evitarlo. Decir que estaba sorprendido era poco—. ¿Te confesaste a Addison?
—Déjalo, Stephen —zanjó James, mirando hacia donde estaba su madre sirviendo la comida, cerciorándose de que no estuviese escuchando nada.
—Sí, se le confesó y lo rechazó. —Nuestra hermana bajaba el vaso de agua al que acababa de darle un sorbo—. Y ahora parece odiar a todos los Blut por ello.
—Cállate, Alisson.
James parecía a punto de saltar sobre su hermana, pero en ese instante Diane apareció, deteniendo cualquier posible altercado que pudiese ocurrir. Colocó las cacerolas con comida en el centro y todos comenzaron a servir de manera apresurada mientras yo miraba mi plato, esperando mi turno. Coloqué la comida suficiente para llenarme y esperé un momento, sabiendo que la familia tenía la costumbre de lanzar una pequeña oración al cielo para agradecer por los alimentos.
Una vez finalizada, la cena comenzó y todos se lanzaron a devorar lo que había en sus platos.
Creí que podría librarme de una incómoda conversación, pero sabía que los planes de Diane eran completamente distintos a los míos.
—Hace un tiempo que no nos vemos, Stephen. ¿Cómo te ha ido?
Tragué el pedazo de carne que había estado masticando y tomé un poco de jugo, intentando retrasar todo lo que pude el inicio de esa conversación.
No obstante, bajé el vaso y exhalé con disimulo, sabiendo que no tenía otra alternativa.
—Me ha ido bien, supongo. Mis calificaciones en la universidad son las esperadas y todo transcurre con normalidad.
Por alguna razón sentí la necesidad de nombrar a Michael, dado lo importante que se había vuelto desde su llegada, pero algo me frenó.
—Me alegra mucho. —Sonrió—. Siempre fuiste muy dedicado con todo aquello a lo que ponías el ojo, así que no me sorprende.
Asentí, sin saber qué responder a ello. Ni siquiera podía mirarle a la cara sin sentir que no tenía el derecho de hacerlo.
—Tu padre... —Por supuesto que lo mencionaría—. ¿Sigue igual?
Volví a asentir, sin querer dar muchos detalles. En realidad, era un tema delicado para todos y siempre me sorprendía que ella fuese capaz de nombrarlo con normalidad, sabiendo lo mucho que nos afectaba a todos.
Aun podía recordar aquella vez que intentó darme una charla en donde explicaba que mi padre me amaba, pero no conocía la manera correcta de demostrarlo. Intentó hacerme entender que ella comprendía por lo que estaba pasando y me pidió que fuese paciente con Steve hasta que fuese capaz de darse cuenta de todo lo que se perdía por testarudo.
No odiaba a Diane y tampoco guardaba algún rencor contra ella, pero sí me incomodaba un poco la manera tan maternal en que intentaba actuar conmigo. Me hacía pensar que sentía lastima por mi lamentable situación dado que, a diferencia de mí, mis hermanos la tenían a ella mientras yo no tenía a nadie más en quien refugiarme.
Odiaba pensar que me veía como un ser desprotegido que necesitaba del cariño de alguien.
—Mamá, estaba comentando a los chicos que me gustaría ir a una discoteca con ellos y unos amigos que tenemos en común —Alisson rompió el silencio incómodo que se formó tras la pregunta de Diane, haciéndonos sentir aliviados a todos. Las líneas de tensión en el rostro de Jared desaparecieron tras la intervención de su hermana—. ¿Qué opinas sobre eso?
Diane lució insegura por un momento antes de dirigir su mirada hacia mí.
—¿Tu qué opinas, Stephen?
Me encogí de hombros.
—No lo sé, supongo que está bien para mí —respondí, sabiendo que ella solo esperaba la confirmación de que iría.
Ella lució aliviada al instante y miró a su hija menor con una sonrisa conocedora.
—La única condición era que tus hermanos cuidaran de ti y, como eso ya está resuelto, tienes mi aprobación.
James bufó, Jared no hizo nada y Alisson saltó en su silla chillando con emoción.
La cena terminó con mi hermana enumerando las razones por las que la noche sería un éxito mientras me dirigía a la cocina para ayudar con el aseo, aunque Diane se opuso a la idea.
Caminamos juntos hacia la sala luego de terminar, pero, en vista de los nuevos planes para la noche, los chicos se habían esfumado para ir a arreglarse, por lo que decidí hacer lo mismo.
Me giré hacia Diane, encontrándome con su mirada fija en mi de una manera que me hizo sentir incómodo y nervioso en partes iguales. Me aclaré la garganta mientras sobaba mi cuello con nerviosismo.
—Supongo que es momento de irme.
Ella se acercó, envolviendo sus brazos a mí alrededor en un abrazo de despedida que me hizo sentir un tanto cohibido, aunque intenté disimularlo para no herir sus sentimientos.
—Puedes venir cuando quieras, Stephen. Me gusta tenerte cerca.
Asentí, no muy convencido, y me alejé del abrazo, antes de carraspear y sonreír.
—Gracias por la cena.
Ella negó.
—Fue un gusto.
Sonreí con timidez.
—Supongo que... pasaré en un rato por los chicos para ir a esa discoteca.
Una sonrisa se posó en sus labios al tiempo que afirmaba con su cabeza.
—Cuento contigo
⋆ ⋆ ⋆
Abrí la puerta de la casa mientras terminaba de prendarme el último botón de la camisa de vestir, antes de alzar la mirada y toparme con un Michael que solo podría describir como salvaje.
Mi mirada le recorrió de arriba abajo, desde su cabello más desordenado que de costumbre, su camisa de vestir gris oscuro, ajustada en los lugares adecuados, con dos botones sueltos que dejaban al descubierto un par de collares. Sus mangas se encontraban arremangadas en los codos y sus muñecas tenían una pulsera de cuero y un reloj respectivamente. Y unos pantalones de vestir negros hacían juego con unos zapatos formales del mismo color.
Se veía tan atractivo que ni siquiera podía apartar la mirada de la piel que quedaba al descubierto con la abertura de la camisa.
—¿Te gusta lo que ves? —Alcé mi mirada de su pecho para encontrarme con el brillo travieso en esos ojos grises que tanto me gustaban.
Arrugué el entrecejo, en un intento por enmascarar la vergüenza que me consumió al saberme descubierto por él, y crucé los brazos sobre mi pecho.
—En tus sueños —respondí—. Solo me aseguraba de que estuvieses presentable.
Suspiró una risa divertida.
—Te extrañé.
Se acercó a mí y envolvió sus brazos a mí alrededor, haciéndome sentir abrumado por el confort que experimenté ante el contacto. Le devolví el abrazo y enterré mi nariz en su cuello con disimulo para capturar mejor esa agradable fragancia que llenó el ambiente cuando abrí la puerta.
Michael se apartó un poco y me encontré a mí mismo soltando un pequeño quejido ante la distancia, aunque me detuve cuando sus manos tomaron mis mejillas y me acercó a su rostro para juntar nuestros labios.
—Nos vimos hace unas horas en la universidad —murmuré con voz ronca por el beso.
—Sí, nos vimos en un lugar en el que no podía hacer esto —Tomó mi labio inferior entre sus dientes y lo estiró hasta sacarme un jadeo. Luego lo soltó y besó la piel maltratada—. Que, por cierto, ¿qué quieres que hagamos al respecto?
Le miré confundido.
—¿Hacer con qué?
—Ya sabes, estamos saliendo —asentí—. ¿Solo actuaremos como si nada?
—Oh... —Me pensé por un momento en cómo me sentía con la idea de compartir nuestra relación—. Bueno, yo... no sé si me sienta preparado para contarlo todavía. —Apreté mis labios en una línea fina—. ¿Te molestarías conmigo si te pido que esperemos un poco antes de contarlo? Siento que debo primero familiarizarme con la idea antes de compartirlo con los demás. Adaptarme a los cambios y procesar mejor lo que implica estar en una relación. —Le di un apretón a su mano, intentando transmitirle mis sentimientos.
—Si es lo que quieres, lo tienes —murmuró, acariciando mi pómulo con sus nudillos—. Me parece buena idea eso de familiarizarnos antes de contarlo.
Asentí, sin poder evitar cerrar mis ojos ante lo bien que se sentían sus caricias.
Aunque no estaba acostumbrado al afecto excesivo o a un contacto físico tan íntimo, me encontraba a mí mismo anhelando más de esa sensación tan cálida que me hacían sentir sus manos.
No había sabido lo receptivo que era a las caricias hasta que Michael se había atrevido a hacerlo.
Mi cabeza parecía estar en las nubes cuando pasaba.
—¿Crees que podamos pasar primero a recoger a los chicos? Prometí a Diane qué pasaría por ellos.
—Está bien, supongo también que debemos apresurarnos —murmuró, sin hacer el intento de apartarse—. Mis hermanos se fueron antes en el carro de Derek, pero yo les dije que pasaría por ti.
Asentí, apoyándome en su toque.
Se sentía malditamente bien.
—Por cierto, hay algo que debo decirte. —Abrí mis ojos, con interés ante el repentino deje de nervios en su voz—. Hablé con tu padre.
Me aparté de él con rapidez cuando sus palabras me golpearon.
—¿Qué? ¿Cuándo? —Le miré con estupefacción—. ¿Por qué?
—El día en que nos quedamos dormidos. Estaba recibiendo llamadas de mamá y cuando salí al pasillo a atender, oí ruido en la planta baja. No supe si fue porque acababa de levantarme, pero olvidé que vivías con tu padre y cuando bajé a comprobar que no fuese algún ladrón, me encontré con él.
—¿Qué hubieses podido hacer ante un ladrón? —pregunté con burla para no pensar en lo que sus palabras implicaban.
¿Mi padre había hablado con Michael?
—Estaba haciendo té, me ofreció y me preguntó por ti —continuó, ignorando mi pregunta.
—¿Mi padre preguntó por mí? —Una risa seca hizo erupción en mi garganta—. No bromees con eso, Michael, por favor.
Pareció ofendido.
—¿Me crees capaz de bromear con algo así?
Honestamente, no. Pero me costaba aceptar con tanta facilidad lo que me estaba diciendo.
—Fue extraño, él parecía nervioso por tenerme allí. Evitaba mirarme y estaba en constante movimiento, aunque sus acciones eran medidas. De la nada me preguntó por ti y luego me agradeció por preocuparme por ti.
Sacudí mi cabeza, incrédulo.
—No puede ser.
Bufó.
—No estoy bromeando.
—Ya lo sé, es solo que... —Negué—. Me cuesta creer que Steve haya hablado contigo sobre mí y no lo haga conmigo.
Se encogió de hombros.
—En realidad, tampoco parecía capaz de mantener una conversación conmigo. Y cuando le dije que a ti te gustaría que el mismo te preguntara, me respondió que no podía.
Me alejé un poco de Michael, sintiéndome impactado.
—¿Por qué le dijiste eso?
—Porque es la verdad. —Volvió a acercarse—. Y porque no sabía qué otra cosa decir ante tu padre. Tuve muchos sentimientos encontrados al estar ante él.
Le miré a los ojos y así nos mantuvimos por un momento, antes de bajar la mirada hacia el suelo y pensar en lo que Michael me estaba diciendo.
¿Qué rayos le pasaba a Steve? Nada de lo que hacía tenía sentido.
—Creo que le importas, Stephen —susurró cuando se inclinó hasta recostar su frente en mi hombro.
Moví mi cabeza, negando, cuando una opresión se apoderó de mí pecho.
—No, Michael. Tú no ignoras o haces a un lado a la persona que te importa.
—Tal vez, pero esa tampoco era la mirada de una persona a la que no le importa su hijo, tal vez hay algo que no-
—Si no nos vamos, llegaremos tarde.
Le corté, no pudiendo escuchar más de lo que intentaba decirme. Me dolía el pecho y un nudo se instaló en mi garganta, dificultándome tragar. Michael dejó el tema, pero no hizo el intento de alejarse de mí, por el contrario, alzó mi barbilla con su mano y me miró con una intensidad que casi trajo lágrimas a mis ojos.
—Estoy aquí para ti, bheag bhiast —susurró—. Para lo que sea que necesites estoy aquí.
Tragué grueso y tomé una profunda respiración, antes de asentir. Recosté mi frente en su hombro y duré así un largo rato hasta que sentí que la sensación asfixiante generada por la opresión en mi pecho desaparecía.
Hice un par de ejercicios de respiración y, cuando me sentí más calmado, me aparté, tras murmurar un «gracias» estrangulado, para tomar las llaves y el teléfono de la mesita del café.
—Ahora sí, vamos por los chicos.
⋆ ⋆ ⋆
La cantidad de personas bailando y moviéndose por la discoteca era impresionante. Apenas se podía ver algo entre tantos cuerpos aglomerados en un solo lugar.
Los hermanos de Michael habían logrado apartar una mesa para todos y ahora estábamos esperando la cuarta ronda de tragos que le correspondía a Andrew traer.
Addison se había ido a algún lado a bailar y Jared había ido un momento al baño.
—Chicos, ya vuelvo, voy a tomar un poco de aire.
Derek gritó a través del alto volumen de la música, antes de levantarse y dirigirse a la entrada del local.
—¿Alguna vez saliste con alguien o se te confesaron?
El cálido aliento de Michael chocando contra mi oreja me hizo sobresaltar en mi lugar, antes de girar hacia él para mirarle con confusión. Me miró intensamente, con algo que no pude descifrar, mientras el bullicio del lugar nos envolvía.
Miré a mí alrededor, notando que nadie nos miraba y le encaré.
—Excelente lugar para sacar el tema a flote —murmuré con sarcasmo cerca de su oído para luego suspirar—. ¿A qué se debe la pregunta tan repentina, Michael? Creí que fue evidente cuando hablamos que nunca tuve tiempo para pensar en esas cosas. De adolescente tuve otras prioridades, como llamar la atención de mi padre, por ejemplo.
Michael me miró con algo parecido al arrepentimiento antes de tomar aire y cerrar sus ojos con fuerza. Exhaló con lentitud y me ofreció una disculpa con su mirada.
—Lo siento, no debí preguntarte algo así, pero es que esas chicas no han dejado de mirarte en toda la noche y me pusieron de los nervios.
Miré hacia donde su atención estaba puesta y noté a un par de chicas con sus ojos fijos en nosotros. Cuando nos vieron a ambos mirando en su dirección, voltearon y fingieron charlar entre ellas.
Volví a mirar a Michael con una ceja alzada.
—¿Qué te hace pensar que me miraban a mí y no a ti?
Me miró como si fuese estúpido.
—¿No te has visto en un espejo? —Me recorrió con sus ojos de arriba abajo, sin ningún tipo de pudor—. Eres malditamente atractivo, Stephen. No hay manera de que ellas hayan pasado ese hecho por alto y, si no fuera porque estamos ante los chicos, te besaría ahora mismo. —Soltó, dando un nuevo vistazo al grupo de chicas con el entrecejo fruncido.
Mi corazón comenzó a latir de manera desenfrenada cuando sus palabras fueron registradas por mi cerebro. Tragué grueso y miré mi trago una vez más, preguntándome si era momento de parar cuando el deseo de besar a Michael surgió de la nada.
Definitivamente tenía que ser todo el alcohol que había tomado porque no había manera de que quisiese besarle sin importar las consecuencias.
—Tú también eres atractivo —solté de la nada, sin pensarlo—. Así que bien podrían estar mirándote a ti.
Saber aquello no me sentó muy bien, más que nada porque no sabía cómo lidiar con el desagradable sentimiento que se instaló en mi pecho, haciéndolo sentir pesado.
Una mano sobre mi muslo me hizo espabilar y dejar de mirar mi trago para observar al chico a mi lado.
—Es un alivio entonces que mi corazón esté tomado —susurró cerca de mi oreja, generándome un escalofrío que recorrió toda mi columna—. No es como si pudiese dejar de pensar de la noche a la mañana en cierto chico amargado, así que yo no estaría preocupado por eso.
Le dio un apretón a mi muslo que no debió generar el nivel de calor que provocó.
Debía ser el calentamiento global.
No había otra explicación.
Alcé mi bebida y di un buen trago mientras Michael continuaba acariciando mi muslo. No importaba cuánto bebiera, sentía la garganta seca y mis sentidos comenzaban a enfocarse en las caricias que su mano me daba.
Andrew llegó a la mesa con la nueva ronda de tragos, pero yo no pude sentirme aliviado por ello porque ya mi cabeza comenzaba a sentirse ligera y la confianza se apoderaba de mi ser.
—Chicos, vamos a bailar —vociferó Alisson, cortando el hilo de mis pensamientos—. No vine aquí a mirarles las caras, eso ya lo hago todos los días.
James y Andrew, que eran los únicos en la mesa, aparte de nosotros, se miraron entre ellos y se encogieron entre hombros, antes de levantarse y partir con una saltarina chica de cabello azul que comenzaba a caminar entre los cuerpos sudorosos.
Mi giré hacia Michael y lo miré de forma inquisitiva.
—¿Vamos?
El asintió y ambos nos levantamos de nuestros asientos para comenzar a caminar hacia donde los chicos habían ido, sin saber a dónde fueron. Rodeamos algunos cuerpos, chocamos con otros y nos movimos al centro, sin poder ubicarles.
Un apretón en mi cadera frenó mis pasos y cuando volteé para ver lo que ocurría me encontré a Michael muy cerca de mí.
—¿Bailamos?
Miré a mí alrededor, sin saber qué hacer, antes de fijar mis ojos de nuevo en él.
—Hay gente aquí.
—Sí, puedo ver eso. —Soltó una pequeña risa que no debió sonar tan seductora—. Pero nadie nos conoce en este lugar.
—Nunca he bailado, ni siquiera conozco la manera correcta de moverme y-
Me detuve cuando comencé a ver los movimientos extraños y descoordinados que Michael estaba haciendo frente a mí. Se movía de forma aleatoria y con tanta violencia que sus extremidades podrían desprenderse en cualquier momento.
Solté una gran carcajada que solo aumentó de intensidad a medida que sus movimientos se volvían más raros. Michael también estaba sonriendo y aunque algunas personas comenzaron a mirarle y a reír de forma disimulada, no parecía preocupado por eso.
Comencé a moverme también con pasos y movimientos igual de descoordinados, dejándome llevar por la euforia que de pronto me consumió.
Michael se acercó más a mí y creamos un pequeño baile entre ambos de lo más vergonzoso.
Dimos un par de vueltas y nos deslizamos por el suelo como el mismísimo Michael Jackson. Estábamos tan inmersos en hacer el ridículo y riéndonos tanto de nosotros mismos que nos sobresaltamos con la escandalosa risa de Alisson.
—¿Qué creen que hacen, chicos? —Sus manos descansaban sobre su abdomen mientras se encorvaba en su lugar, producto de la risa.
Andrew y James a su lado se reían de igual forma, señalándonos, pero cuando miré a Michael en busca de ayuda, él se encogió de hombros y comenzó a moverse de nuevo, ignorando a los recién llegados.
Miré embelesado la sonrisa tonta en sus labios y por primera vez sentí que en realidad no me importaba lo que pensaran los demás de mí mientras pudiera seguir viendo esa sonrisa.
Sonreí de igual manera y olvidé por completo a los chicos mientras imitaba los movimientos de Michael y volvíamos a crear otro baile sin sentido.
Ambos estábamos tan pendientes del otro que ignoramos por un buen rato a los chicos que también comenzaron a realizar bailes locos, imitando a las olas o recreando los pasos de un robot.
Reí como idiota cuando James se tiró al piso e hizo el intento de imitar a una serpiente aunque en realidad parecía que estaba convulsionando. Alisson hizo unos pasos dignos de la época de los ochenta y, en general, parecíamos un par de locos fugados del psiquiátrico.
Addison llegó momentos después, mirándonos a todos como si hubiésemos perdido la cabeza, y probablemente esa era la versión de los hechos más cercana a la realidad.
Un chico la acompañaba tomado de la mano con ella, pero nadie pareció prestarle atención a ese hecho. Parecían más enfocados en competir por ver quién hacía más él ridículo y yo no me quedaría atrás.
Cuando miré de nuevo a mi alrededor, el chico se había ido y Addison se movía igual o peor que todos juntos en medio del grupo. Un Derek agitado llegó un rato después y el último en unirse fue Jared que lucía más serio que de costumbre.
Nos escrutó a todos por un momento, sin poder creer lo que ocurría, y alzó sus cejas con sorpresa cuando vio a su gemelo haciendo el ridículo de la forma más violenta en que una persona puede hacerlo.
Cuando James notó la presencia de su hermano, se acercó a preguntarle en dónde estuvo, aunque la información no pareció tan relevante porque le arrastró con él, sin esperar respuesta, y le mostró sus movimientos más vergonzosos.
Jared comenzó a balancearse mientras observaba a todos y yo me sentí en extremo relajado, a pesar del cansancio que comenzaba a caer sobre mis hombros y el sudor que rodaba por mi rostro, haciéndome sentir sofocado.
Una mano atrapó la mía y mis ojos se encontraron con la vibrante mirada de Michael que desbordaba felicidad. El gesto me hizo sentir nervioso, pero cuando miré a mi alrededor, nadie nos estaba mirando.
Todos demasiado inmersos en sus bailes.
Michael alzó mi brazo e hizo que diese una vuelta en mi lugar, soltando una pequeña risa. Yo también estaba riendo mientras me perdía en el momento y me acercaba a él casi sin percatarme.
Michael alzó una ceja y comenzó a bailar como idiota de nuevo, pero esta vez a mí alrededor, recordándome al baile que Chimuelo había hecho para impresionar y conquistar a la dragona.
Continué riendo al verle mientras pensaba en lo idiota que probablemente lucía riendo así. Pero la emoción en mi cuerpo era más grande que cualquier preocupación que tuviese, por lo que deseché el pensamiento tan rápido como llegó.
Más personas comenzaron a sumarse a nosotros pero yo no fui consciente de nada más que del chico que se encontraba sonriendo ante mí y por el cual mi corazón desbordaba de emoción.
¿Serían todos mis días así de felices a su lado?
─────•☆•─────
Hey, espero que hayan pasado un lindo día. Dado que no publicaría algun especial o alguna historia nueva (aun), les subo capitulo nuevo uwu
Este capitulo en paticular me gustó muchísimo porque nos muestra una nueva faceta de Stephen, uno más risueño y relajado, aunque esto podría atribuirsele un poco al alcohol.
No se a ustedes, pero a mi los cambios me estan gustando mucho :'3
Y bueno, creo que eso sería todo. Ultimamente no tengo mucho que decir, así que espero que hayan disfrutado el capitulo y si fue así, amaré ver sus votos y comentarios <3
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