C A P Í T U L O 15
Michael
Mi mirada estaba perdida en algún punto de la hamburguesa que estaba en mi plato mientras mi mente me mostraba una y otra vez los flashbacks de la escena que protagonizamos Stephen y yo en el campo de entrenamiento de tiro con arco.
Estaba tan avergonzado por mi comportamiento que no le había dirigido ni una mirada desde que salimos de la zona de tiro para buscar algo que alimentara a nuestros hambrientos estómagos.
Por una parte, la emoción burbujeaba en mi interior por el día que estaba pasando con él, aunque por otra, todo lo que quería hacer era salir corriendo, llegar a casa, encerrarme en mi habitación y nunca salir de allí para no verle la cara.
De alguna manera, Stephen tenía la capacidad de hacerme sentir así de contrariado.
Alcé la mirada con disimulo y me dediqué a estudiar a mi acompañante por los próximos minutos, haciendo todo lo posible para que no notara mi repentina inspección. Mientras le detallaba, me cuestioné la razón por la que me llamaba tanto la atención.
Había estado dándole vueltas al asunto, pero nada específico llegaba cuando pensaba en todas las cosas que me interesaban de él.
Observé el momento en el que Stephen agarró una papa frita y la embarró de kétchup, antes de meterla en su boca y masticarla con expresión pensativa. Esto ya no era divertido. Se suponía que le invitaría a este lugar para distraerle de lo que sea que le estuviese molestando y todo lo que estaba haciendo era incomodarnos a ambos.
Miré a mí alrededor, notando la cantidad de familias que comían en uno de los locales del club, ajenos a lo que ocurría en nuestra mesa. Miré nuevamente hacia Stephen y carraspeé para llamar su atención mientras me apoyaba en el espaldar de la silla.
El azabache alzó la mirada de su comida y me observó con algo de inseguridad, haciéndome sentir culpable.
Al parecer hacía todo mal.
—¿Cómo la estás pasando? —quise saber —. ¿Te divertiste el día de hoy?
Stephen observó su hamburguesa mientras una sonrisa disimulada reemplazaba su anterior seriedad.
—Fue un día interesante. —Alzó de nuevo la mirada, encontrando nuestros ojos—. Nunca en mi vida practiqué tiro con arco, pero sin duda volvería a hacerlo.
—Y yo estaría más que encantado de traerte de nuevo.
Stephen bajó la mirada con rapidez, pero fui capaz de notar el leve sonrojo que se formó en sus mejillas.
Queriendo darle un descanso, tomé mi hamburguesa y le di un mordisco mientras detallaba los movimientos cohibidos de Stephen. Parecía algo tenso, como si no supiese cómo actuar a continuación.
De inmediato quise cambiar eso.
—Háblame de ti, Stephen —pedí—. ¿Qué cosas te gusta hacer?
Reflexionó por un momento antes de alzar una ceja.
—Explícate.
—Me refiero a..., debes tener alguna afición, ¿no? —Al ver que seguía confundido, continué—: ¿tocas algún instrumento? ¿Tienes favoritismo por el arte o algún deporte?
—Oh, bueno... —Pensó por un momento mientras embarraba otra papa con kétchup—. Supongo que me gustaba tocar el saxofón.
—¿Supones?
¿Cómo era que no podía saberlo con certeza?
—Sí. —Se encogió de hombros—, no lo toco hace muchísimo tiempo, así que no sé cómo me siento con respecto al instrumento. De hecho, no sé cómo me siento con respecto a muchas actividades que realicé de niño. —Continuaba mirando su plato mientras se perdía en sus pensamientos—. Solo recuerdo la obstinada necesidad que tenía por agradar a mi padre en aquel entonces. En mi inocencia de niño pensé que podría ganar su cariño si era bueno en muchas cosas. —Alzó su mirada mientras una sonrisa amarga adornaba sus labios—. Ahora pienso que fui estúpido por pensar que podría llamar la atención de Steve y cada actividad que realicé solo me recuerda que, sin importar cuanto me esforzara, nunca obtendría nada de mi padre.
Agarró su hamburguesa, le dio un mordisco, masticó y tragó, sin ser capaz de dirigirme una mirada. Luego tomó un trago de su bebida y suspiró con cansancio.
—Por eso envidio la forma en la que te emocionas y sonríes cuando hablas de algo que te gusta o el brillo en tu mirada cuando recuerdas algo agradable. —Pareció avergonzado de admitirlo en voz alta—. Yo no puedo decir que me sienta de la misma manera con respecto a alguna actividad. Solo sé que pasé muchos años encerrado en un internado, intentando ser el mejor en todo con el propósito de conseguir al menos la aprobación de mi padre. Nunca tuvimos una buena relación, pero al menos intenté ser un buen hijo.
Su confesión me dejó paralizado en mi lugar. Esa era la primera vez que Stephen exteriorizaba una parte del problema que al parecer atravesaba.
Sin duda no sabía qué hacer o decir al respecto, dado que era la primera vez que me revelaba algo de sí mismo por voluntad propia.
Era lógico que sus actitudes estuviesen marcadas por sus vivencias, pero nunca imaginé que el problema tuviese que ver con su padre. De hecho, sabía muy poco, por no decir nada, de la vida familiar de Stephen.
No sabía cómo proceder. Sin embargo, si de algo estaba seguro, era que no era sano que Stephen guardase tanto arrepentimiento por las cosas que hizo en el pasado, lo hiciese por la razón que fuese.
Así que quise remediar eso.
Mientras pensaba en qué decirle, una idea surcó mis pensamientos y se negó a irse hasta que presté total atención a ella. Era un tanto arriesgada, pero luego de su confesión, sentía que debía hacer lo necesario para hacerle sentir cómodo.
—Tal vez... —Me miró atento mientras seguía comiendo, por lo que decidí comenzar a comer yo también—. Tal vez lo que ocurre no sea que ninguna de las actividades te apasionó. Puede que solo estuvieses tan enfocado en impresionar a tu padre que no internalizaste en lo que realmente te gustaba.
—No lo había pensado de esa manera —admitió luego de un momento.
Verle así de perdido generó en mí una desesperante necesidad por hacerle sentir bien, por lo que decidí anunciarle lo que bailaba en mi mente, aunque no sabría de qué se trataba hasta que llegase el momento.
—Tengo un par de ideas rondando justo ahora en mi cabeza. —Alzó una ceja, intrigado por mis palabras. Apoyé mis antebrazos en la mesa y me acerqué a él—. ¿Te gustan los retos, Stephen?
Él imitó mi postura y se acercó hasta que nuestros rostros estuvieron muy cerca. Eso causó que mis latidos se aceleraran y comenzara a sentir que mis mejillas se calentaban.
Maldito Stephen, ¿siquiera era consciente de lo que causaba en mí? ¿Por qué hacía esto?
—Me encantan los retos, Michael. —Una sonrisa de suficiencia reemplazó su anterior expresión de seriedad y yo tuve que tomar todo de mí para conservar la compostura.
Tragué grueso y me concentré en la idea que se asentó en mi mente. Le ayudaría a sintonizar de nuevo con algunas de las actividades más importantes que realizó a lo largo de su vida mientras yo intentaba descifrar los sentimientos que tenía hacia él.
En mi cabeza, ambos salíamos beneficiados por esto.
—Bien, entonces te propongo remediar la manera en la que te sientes con esas actividades, aunque no te daré ningún detalle hasta que llegue el momento. —Retrocedí en mi posición, dejándole confundido en el mismo lugar.
De esa manera, comenzaba la travesía.
⋆ ⋆ ⋆
Tiré las llaves en la mesita del café y pasé la mano por mi cabello, mientras me preguntaba de qué manera iba a ayudar a Stephen a sanar esa parte de su pasado que parecía pesarle tanto.
Me sentía tan comprometido con la situación que sabía que no descansaría hasta lograr mi objetivo. Más ahora que tenía la certeza de estar involucrado emocional y sentimentalmente en ello.
Caminé hacia la cocina en busca de un vaso de agua y encontré a mi madre limpiando la isla frente a la estufa. Cuando me vio allí, apretó el pañuelo en sus manos, antes de acercarse.
—Michael, ¿en dónde has estado? —preguntó preocupada. Alcé la muñeca con mi reloj e hice una mueca cuando noté que faltaban cinco minutos para las once—. Te estuve llamando para saber si llegabas a cenar.
—Fui al club deportivo con Stephen —informé, no queriendo dar muchos detalles de lo que había pasado. Después de todo, mi cuerpo y corazón seguían afectados por la manera en que había actuado—. Lo siento, mamá. Se me olvidó cargar el celular y está sin batería. Pero no te preocupes, cené afuera.
Lena soltó el paño de la cocina y me miró con interés mientras se acercaba a la mesa para sentarse conmigo.
—Pasó un largo tiempo desde la última vez que fuiste. ¿Qué tal les fue?
Agarré el vaso de agua frente a mí y tomé un gran trago en pequeños sorbos para conseguir algo de tiempo mientras pensaba en una respuesta para dar. Estaba nervioso porque en todo lo que podía pensar era en el preciso instante en que tuve a Stephen entre mis brazos y lo bien que eso se sintió.
Dejé el vaso sobre la mesa y aclaré mi garganta bajo la atenta mirada de mi madre.
—Estuvo bien, practicamos tiro con arco.
—No sabía que Stephen supiese. —Parecía sorprendida.
—No lo hacía, tuve que enseñarle.
—Oh... —fue todo lo que dijo.
Deslicé mi dedo por el borde del vaso mientras me perdía en mis pensamientos. Mi cabeza no podía dejar de repetir la conversación que tuve con Stephen. Los engranajes en mi cabeza se movían buscando una solución al problema porque todo lo que quería era eliminar esa expresión frustrada de su rostro. Pero la realidad era que no tenía idea de qué hacer para ayudarle sin causar más daño.
Porque toda buena acción tenía su contraparte.
Alcé la mirada y noté que mi madre me estudiaba a detalle, como si de antemano supiese que algo me estaba molestando. Mordí el interior de mi mejilla y suspiré rendido.
—Mamá... —Me miró expectante—. ¿Cómo puede una persona olvidar los malos recuerdos que tiene sobre algo que antes le gustaba hacer?
Ella se enderezó en su lugar y pensó por un momento en mi pregunta.
—Bueno, eso depende de lo que haya originado esos malos recuerdos —señaló—. Nos todos los recuerdos son originados por las mismas situaciones; también depende de qué tan arraigado esté eso a la persona.
—Digamos que... —No sabía cómo describir la situación sin exponer a Stephen—. Existía cierta necesidad por complacer a otros y al no funcionar, todo perdió sentido.
Ella me miró por un largo rato, pensando en la situación que estaba planteando, mientras mis pensamientos se perdían a la expresión perdida que Stephen mostró cuando le pregunté cuáles eran sus aficiones.
—Puede que suene tonto o demasiado obvio... —comenzó Lena, sacándome de mis pensamientos—. Pero si la persona perdió el gusto por algo al no lograr encantar a alguien con ello, tal vez deba encontrar el punto en el que eso que le gusta lo llene a sí mismo y no a otro. En ese caso, lo más conveniente sería construir nuevos recuerdos, algo bonito de rememorar.
Asentí.
—Algo de eso pensé —estuve de acuerdo—. Pero no tengo la menor idea de lo que debo hacer para que esos recuerdos cambien.
Mamá me miró por un largo rato, estudiando mis expresiones con suspicacia.
—Todo es más fácil una vez se conoce el origen del malestar. Si se conoce el problema, lo más recomendable es arrancarlo de raíz y comenzar de nuevo. Sé que lo estoy planteando como si fuese fácil de hacer, pero es así de simple. Solo hay que actuar en consecuencia. Y el primer paso es aceptar que hay un problema. —Me miró con seriedad—. No puedo decirte con exactitud lo que debes hacer, es más complicado que eso. —Tomó mis manos con delicadeza—. Pero confío en que tú corazón sabrá qué hacer y harás lo correcto.
Luego de digerir sus palabras, asentí.
—Gracias, mamá —le di un apretón a sus manos, antes de levantarme—. Pensaré ello.
Ella asintió, justo cuando giraba y salía de la cocina para dirigirme a las escaleras. Antes de entrar a mi habitación, la puerta de Derek se abrió y mi hermano salió al pasillo al encuentro conmigo.
—Hey, Michael.
Asentí, en respuesta a su saludo. Él pasó a mi lado para bajar las escaleras, cuando se me ocurrió que mi hermano podría darme una idea de lo que debía hacer.
—Hey, Derek —llamé su atención—. Respóndeme una cosa. ¿Cómo puede una persona olvidar los malos recuerdos que tiene sobre algo que antes le gustaba hacer?
Se dio la vuelta y se detuvo en su lugar, confundido y pensativo por la pregunta que acababa de lanzarle. Segundos después, metió sus manos en sus bolsillos y se encogió de hombros.
—Creo que la clave está en volver al inicio.
Arrugué la frente.
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes, comenzar de nuevo para intercambiar lo malo por lo bueno —explicó—. No puedes recuperar la pasión por una actividad si no la realizas de nuevo para comprender exactamente qué te molesta de ella.
Apreté mi agarre en el pomo de la puerta, recordando que Stephen había dicho que todo gusto por las actividades que había realizado lo perdió cuando descubrió que ningún esfuerzo que hiciese podía conseguir la atención de su padre.
¿Qué podía hacer para cambiar eso?
—Pero también es importante saber diferenciar entre tener pasión por algo o un simple gusto —continuó Derek—. No todo lo que nos gusta necesariamente debe convertirse en una pasión. Puede ser un simple pasatiempo.
—¿Cuál es la diferencia, si ambas te gustan?
—El tiempo que inviertes en ello.
Ya sabía lo que tenía que hacer.
Levanté la cabeza y encontré nuestras miradas.
—¿Conoces a alguien que tenga un saxofón?
⋆ ⋆ ⋆
Llegué a la universidad más temprano de lo que nunca llegué en mi vida a ningún lugar con el estuche del saxofón en mi mano, preguntándome si tal vez no estaba exagerando un poco las cosas.
Tal vez me estaba tomando muy a pecho todo esto, pero había algo que me impedía relajarme con el tema.
Saludé al portero que apenas acababa de abrir las puertas de la universidad y, luego de recibir una mirada llena de sospecha, me dirigí a la vieja sala de música que descubrí el día en que se me permitió darle un recorrido la universidad; quedaba en el departamento de Arte y ahora era una especie deposito luego de la construcción de una nueva sala.
Miré a mis lados y luego de asegurarme de que nadie estaba alrededor, abrí la vieja puerta del aula para entrar en el oscuro lugar. Caminé directamente hacia las ventanas, sabiendo que no había corriente, y las abrí de par en par para que entrara un poco de claridad.
Organicé algunas mesas y moví unas cuantas cajas para despejar el lugar y dejarlo impecable. Cuando me sentí satisfecho, guardé el saxofón en un sitio fuera de la vista por precaución. Miré la hora en mi reloj de muñeca y supe que era momento de volver cuando faltaba menos de una hora para entrar a clases.
Comprobé todo por última vez y salí del aula, asegurándome una vez más de que nadie estaba cerca para irme. Compré unas galletas en la cafetería y caminé devuelta a la zona de los casilleros para esperar a Stephen. Cuando giré en la esquina, le vi guardando unas cosas en su casillero, por lo aproveché para acercarme.
Cerré su puerta de golpe, asustándolo, y le di mi mejor sonrisa de medio lado. Cuando notó que se trataba de mí, bufó.
—¿Preparado para hoy?
Su expresión de pánico me desconcertó.
—¿Qué ocurre hoy? —El reconocimiento atravesó sus ojos—. Joder, no me digas que hoy es el parcial de Econometría.
Rodé mis ojos.
—No, Stephen, hoy no hay ninguna evaluación... creo. —Suspiré—. No obstante, tú y yo tenemos un asunto importante que resolver.
Frunció sus cejas, luciendo confundido como el infierno por mi afirmación.
—¿Qué asunto?
—Eso lo sabrás a su tiempo —expresé mientras extendía una de mis galletas y la colocaba sobre su labio inferior.
Al ver de qué se trataba, abrió la boca y le dio un mordisco, antes de comenzar a masticar. Cuando terminó, sacó su lengua para capturar las migas que quedaron en su labio inferior. Tragué grueso y desvié la mirada lejos de la escena.
La imagen de pronto se convirtió en más de lo que pude soportar.
—No, en serio, quiero saber de qué se trata.
—Solo diré que te encontrarás conmigo en la vieja sala de música a la hora del almuerzo. —Comencé a caminar hacia el aula, con Stephen siguiendo mis pasos de cerca.
—¿Por qué nos encontraremos allí? —Alzó una ceja.
—Todo a su momento. —Golpeé su hombro de manera juguetona y entré al salón para ocupar mi asiento.
Stephen se sentó a mi lado justo cuando el profesor atravesó las puertas del salón y nos saludó. La clase comenzó y yo hice todo lo que pude para concentrarme en lo que el profesor explicaba sobre las fases para la realización de un modelo econométrico, pero entre la emoción que me consumía y la intensa mirada de Stephen sobre mí, no pude captar más de cinco frases dichas por el profesor en toda la clase, así que apunté todo lo que pude para revisarlo más tarde.
A mitad de la clase, una pequeña hoja de papel doblada se deslizó sobre la mesa hasta que estuvo en mi campo de visión. La tomé en mis manos y al desdoblarla, se leía: «¿Ya vas a decirme de qué va ese asunto o vas a seguir con el misterio?»
Tomé mi lápiz e intenté contener la risa mientras escribía: «¿Sabías que los ojos hacen más ejercicio que las piernas?»
Por el rabillo del ojo vi la manera en que Stephen arrugó la frente con confusión y leyó un par de veces la pregunta, antes de levantar la mirada y hacer una mueca de disgusto con la boca.
Fingí no darme cuenta de ello e intenté prestar atención al profesor.
La pequeña nota me sacó una sonrisa que duró el resto de la clase mientras ignoraba descaradamente su petición.
La hora del almuerzo llegó, dos clases después, recogí mis cosas y salí del salón para dirigirme a la cafetería, cuando fui tomado por la muñeca y arrinconado contra la pared. Alcé mis cejas y una sonrisa descarada tomó posesión de mis labios cuando vi a Stephen frente a mí, luciendo impaciente.
—¿Algo que quieras decirme, Stephen? —Mostré toda la confianza que pude, cuando la realidad era que estaba nervioso por su cercanía.
—No te hagas el tonto, Michael —bufó—. La sala de música vieja no está por el lugar al que ibas.
—Muy observador.
Se alejó de mí y mordió su labio sin apartar su mirada de la mía. Abrió su boca para decir algo cuando un brazo se posó sobre sus hombros, interrumpiéndolo.
—Hey, chicos, ¿qué hacen? —quiso saber James, mientras intercalaba su mirada entre Stephen y yo.
Alisson y Jared estaban justo detrás de él, mirándonos con interés.
—Estaba a punto de resolver un asunto con Stephen —«hasta que llegaron».
—¿Qué asunto? —preguntó Alisson, emocionada.
—Yo también quiero saber —bufó Stephen.
—Tan impaciente como siempre —apuntó a decir Jared.
James frunció sus cejas, al tiempo que miraba a su gemelo.
—No hay nada de malo en que quiera saber qué pasa.
Stephen lo miró fijamente por un momento, antes de negar con la cabeza y retirar el brazo de James de sus hombros, provocando que su hermano luciera inconforme.
—Si me disculpan, Michael y yo tenemos un asunto que resolver.
Stephen me miró y yo asentí de acuerdo con él, antes de comenzar a movernos al departamento de Arte.
—Nos dirás de qué se trata, ¿verdad? —vociferó Alisson, llamando la atención de las personas que caminaban por el pasillo.
—Ni lo sueñes —respondió Stephen sin dejar de caminar a mi lado.
Se le veía ansioso y el saber que yo era capaz de causar eso en él me llenó de cierta satisfacción.
Cuando llegamos al pasillo en el que se encontraba la sala de música, me coloqué detrás de Stephen y tapé sus ojos, tomándole por sorpresa. La emoción burbujeaba en mi interior y los latidos de mi corazón se desbocaron al imaginar las posibles reacciones que tendría ante lo que nos esperaba al otro lado del salón.
—¿Es realmente necesario todo esto? —preguntó cuando cerré la puerta tras de mí, luego de cerciorarme de que el área estaba despejada.
Por supuesto que no era necesario cubrirle los ojos, pero la idea de estar así con él me tenía vibrando de emoción.
—Claro que lo es —dije en cambio.
Nos dirigí hacia la mesa que había acomodado horas atrás y, antes de apartarme, le dije:
—Abre los ojos solo cuando te lo indique.
Stephen asintió y yo caminé con rapidez hacia el lugar en el que guardé el saxofón. Lo saqué de su escondite y coloqué el estuche sobre la mesa. Luego aclaré mi garganta y le miré.
—Ya puedes abrir tus ojos.
Los párpados de Stephen se levantaron con lentitud y sus orbes se fijaron primero en mí, antes de bajar la mirada al objeto sobre la mesa. Sus labios se abrieron y un pequeño jadeo de sorpresa salió expulsado cuando reconoció el instrumento.
Su garganta se movió un par de veces cuando tragó y yo no supe qué pensar cuando Stephen deslizó sus manos sobre el estuche con admiración y lo abrió con lentitud, sin hacer otra cosa más que mirarlo.
¿Lo había arruinado de nuevo?
─────•☆•─────
Nuevo capítulo uwu
En realidad no tengo mucho qué decir más que amo las cosas que mis chicos hacen el uno por el otro, ya sea que se den cuenta o no.
Espero que hayan disfrutado del capítulo. Si lo hicieron, pueden votar y comentar con total confianza <33
Muchas gracias por leerme ♡
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