Capítulo I
—¿Sabías que mueren más personas al año de las que nacen por todo el planeta?—comentó un emocionado homicida, cubriendo parte de su rostro con un antifaz blanco con unas cuantas salpicaduras de sangre.
En su momento no hubo respuesta. Por lo que el homicida volvió a hablar:
—En mi humilde opinión... La vida es cruel. La realidad es fría. Pero justo por eso ¡es divertida!—exclamó, caminando hacia su único espectador.
El roce de los dos cuchillos ensangrentados generó un escalofrío hacia el pobre merodeador quien, encadenado en una pared en la oscuridad, recién torturado y sin voz para seguir gritando, intentó con sus últimas fuerzas zafarse de los grilletes en sus pies, manos y cuello.
—No, no, no—su captor meneo su dedo frente a él mientras emitía una risilla traviesa—. ¿Para qué quieres escapar?—le preguntó con descaro y burla hacia el indefenso y muy, muy malherido humano frente a él.
—Por...favor. Dejame... ir-entre gemidos de dolor y lágrimas en su rostro, rogó a su secuestrador.
Incluso una fina lágrima de sangre rodó por su mejilla a pesar de que ya no había un ojo en su rostro. Su torturado, quien se denominó a sí mismo como: "El destripador", no solo le cortó tres dedos de sus manos, sino que también quiso experimentar qué tan difícil era sacar un ojo... Usando una cuchara.
El destripador lo miró, meditó en silencio, y con descaro rió a carcajadas.
—¡¿Sabías que eres muy gracioso, merodeador?!
El joven comenzó a sentir como los latidos de su corazón escapaban de su pecho en cuento su torturador dió un paso hacia adelante. Minimizando la distancia de ambos.
Con una sonrisa cínica, el destripador se puso de rodillas para mirar directamente a su futura víctima. Sus frías manos llenas de sangre aún tibia, palparon la frente del joven mientras este lloraba en silencio.
—Shhh... Todo estará bien. Fuiste un buen merodeador. Lograste salvar a dos personas de mi lista, estuviste genial—alabó el psicópata, mostrando la sonrisa más diabólica que alguien podría ver, hasta que esa sonrisa desapareció en un pestañeo—. Aún así, no estuviste a la altura. Por lo que este "juego" de roles, no fue tan excitante, Dereck.
Aquel bajo el rol del Merodeador era un chico de 24 años, con toda una vida por delante, pero que desafortunadamente... Se convirtió de la noche a la mañana en un participante de un juego macabro.
—Te lo ruego. Deja...—sus palabras fueron interrumpidas al sentir como el filo de uno de los cuchillos atravesó su pierna.
Su carne y fibras musculares se retorcieron de dolor.
Dereck gritó. Pataleo. Lloró. Y, aquella persona que adoptó el rol del destripador, disfrutó mucho de verlo sufrir.
Cuando por fin dejó de moverse, Dereck empezó a maldecir en voz baja.
—Ojalá... ¡Nunca haber tomado ese maldito diario!—escupió, mirando a los ojos al responsable de toda esa pesadilla que vivió, vive y vivirá hasta que la muerte se lo lleve.
—¿Crees que maldiciendo el pasado, cambiarás tu futuro? Que iluso eres—su captor dió media vuelta y tomó el diario que empezó toda esa pesadilla—. Fue tu curiosidad la que te llevó a mi. Adoptaste este rol, y como ya sabes, estos diarios son... Especiales. ¿No lo crees?
Un largo y extendido periodo de tiempo transcurrió en un silencio sepulcral.
—Bueno. Ya me aburrí, Dereck. Ya que no cumpliste con tu rol... no me dejas otra opción que...
El Destripador tomó una barra de hierro que estaba tirada por el suelo y, antes de que Dereck pudiera gritar, lo golpeó repetidas veces en la cabeza a sangre fría. Doce veces para ser exacto. Terminando así con un sufrimiento de más de dos semanas. Tiempo que Dereck tuvo para salvarse, pero que aún estando protegido por "las reglas del juego", no logró sobrevivir.
El destripador por fin se quitó el antifaz de su rostro y empezó a reírse al ver otro juego ganado.
Luego de encargarse del cuerpo, el destripador tomó uno de sus diarios y escribió en la primera página lo primero que le vino a la mente:
"Querido diario. Este juego es muy entretenido, pero creo que ya es hora de ir por el pez gordo. Aquel al que deseo ver. Aquel que evaluará mi trabajo con lujo de detalles. Y se dará cuenta, de lo mucho que me esfuerzo por él...
Mi siguiente Merodeador. Espero mucho de ti, solo...no dejes que el juego... termine rápido. Así no es divertida la casería".
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