C14: Una familia de mentira.
—Esto es...—susurró Zabdiel.
—Horrible. —completó Isabella sin ser capaz de despegar sus ojos de un lujoso auto que se encontraba estacionado donde regularmente el automóvil de Zabdiel lo hacía a diario.
—¿Tú crees?—cuestionó el chico con una sonrisa divertida.
—Han llegado...nuestros padres han llegado...—le informó ella entornando los ojos.—definitivamente es lo peor que nos pudo haber pasado el día de hoy....
—Oh, vamos...no seas exagerada—se burló el muchacho encaminándose en dirección a la puerta de la casa.
Isabella se quedó quieta tratando de procesar lo que acababa de pasar. Sus padres finalmente estaban en casa, unos días antes de lo programado pero en casa al fin de cuentas. Inspiró profundamente, se acomodó el tirante de su mochila en el hombro y se echó a caminar lentamente sin querer llegar a la puerta de la casa.
Lo primero que notó cuando entró fue un olor a comida. Definitivamente la casa se sentía...diferente.
—¿Isabella?—la llamó la voz de la mujer apenas la vio llegar hasta el umbral de la sala. Ella se quedó quieta, le ofreció una pequeña sonrisa y apartó la mirada un poco incómoda.
—Hola...
—Dios, estás enorme...y apenas pasaron...dos...
—Casi seis meses—corrigió la chica de inmediato. Zabdiel le lanzó una mirada de advertencia y ella se obligó a sí misma a ofrecerle una sonrisa algo forzada a la mujer que se hacía llamar su madre.
—Bueno, un mes más un mes menos...da lo mismo—comentó avanzando hasta ella para envolverla en un largo abrazo.
Isabella inspiró profundamente pero no se alejó en absoluto. Después de todo ella era su madre y ausente o no ese parecía un abrazo sincero. La rodeó con sus brazos lentamente y cerró sus ojos disfrutando del gesto de su progenitora.
—Te echamos mucho de menos, mamá...—susurró Zabdiel uniéndose del abrazo.
—Oh por dios... ¿Cómo que hay un abrazo familiar y nadie me invitó?—cuestionó una voz masculina a sus espaldas. Isabella se echó a reír y luego fue testigo de cómo su padre se unía al abrazo familiar.
Ausentes y disfuncionales pero esos eran sus padres.
—Hola, familia...no sabía que por fin habían llegado—anunció una voz externa al grupo de personas abrazadas. La mirada de Humberto De Jesús se posó en Sammirya que permanecía de pie en el umbral de la sala contemplándolos fijamente.
—Qué bueno que llegas, Sam...—decidió el hombre.—Y que gusto verte luego de tanto tiempo, cariño...
—Lo mismo digo tío pero...yo...voy a dejar mi mochila a mi habitación...no quiero interrumpir su momento familiar o algo parecido, para ustedes debe ser especial...—susurró lentamente.
Zabdiel llevó su mirada a su hermana y ella negó levemente.—Sam...—la llamó la pelinegra deshaciendo el abrazo con su madre y hermano.—Tú también eres parte de esta familia...
—¿De...de verdad...?—cuestionó en voz baja.
—Claro que sí, cariño...ven aquí...
(...)
—¿Puedo saber qué te pasa?—cuestionó Joel sin dejar de mirar a Isabella que permanecía sentada observando fijamente los apuntes en su libreta.
—Nada...—respondió.
—¿Tienes otro secreto?—preguntó el chico cruzándose de brazos.
—No...—susurró.
—Pues no te creo...Isa, sabes que pase lo que pase yo siempre voy a quedarme a tu lado...eres mi mejor amiga y te amo con toda mi alma...eres prácticamente mi hermana así que...puedes decirme lo que sea... ¿lo sabes, cierto?—ella asintió lentamente y le ofreció una pequeña sonrisa.
—Mis papás llegaron ayer...—anunció.
—¿Y...eso es malo...?—preguntó en un hilo de voz.
—Pues...no. O eso es lo que creo al menos...—inquirió haciendo que una risita divertida brotara de los labios de Joel.
—¿No sabes si el hecho de que tus padres hayan vuelto es bueno o malo?—cuestionó.—¿Es enserio, Isabella?—añadió. Ella suspiró.
—Es decir, es bueno porque hacía mucho tiempo no lo veíamos y todo lo demás...pero la verdad es que se siente un poco extraño tenerlos en casa ¿sabes?—rio—Y creo que todos sentimos lo mismo, anoche durante la cena casi puedo jurar que hicieron un esfuerzo sobre humano para no usar sus celulares...fue un poco tedioso...—él negó un poco.
—Bien...pus supongo que es el efecto del primer día pero vamos...realmente no puede ser tan malo, Isa...son tus papás...—comentó. Ella le ofreció una pequeña sonrisa.
—¿Sabes una cosa? Creo que me gustó la parte en la que admitieron que nos echaron de menos...y el abrazo...—confesó. Joel le dedicó media sonrisa y tomó su mano por encima de la mesa en un acto cariñoso.
—¿Te digo algo y no te ofendes?—cuestionó.
—Joel, la ley de los seres humanos es que siempre que alguien dice que te va a decir algo pero sin ofender es porque realmente me vas a ofender pero vamos, puedes decirme lo que sea...—anunció. Él se echó a reír.
—Lo digo en serio, Isabella...—susurró.
—¿Qué me vas a decir...?
—Que esta es la verdadera Isabella...la Isabella que tienes por ahí escondida en algún lado y que de a poco está saliendo a flote...—observó. —de hecho, creo que Richard hace que esa Isabella tierna y de sentimientos nobles salga y opaque de a poco a la Isabella rebelde que va por la vida diciendo que odia al mundo entero cuando no es capaz de albergar un sentimiento tan feo como ese...—inquirió sin dejar de observarla a los ojos.
—¿En serio lo crees?—cuestionó la chica en un hilo de voz.
—Si...esta es la misma Isabella que conocí en el internado cuando éramos unos niños...—declaró Joel haciendo que el corazón de la chica se acelerara de golpe.—¿Por qué no intentamos que se quede aquí...con nosotros?—cuestionó sonriente.
—¿Estás tratando de cambiarme...?—preguntó ofendida Joel negó.
—No te cambiaría por nada en el mundo...—le espetó.—Sólo estoy diciendo que la Isabella con esta actitud es muy agradable...pero la verdad es que yo te amo en todas tus facetas, hasta de la asesina serial que fingiste tener la última vez que fuimos al cine en España ¿recuerdas eso?—ella se echó a reír.
—Pero eso fue tu culpa, Joel...tú me provocaste—se quejó. Él negó.—Escucha, espero que esta noche estés presente en la fiesta de bienvenida que Sammirya les organizó a mis padres...no sé que es lo que está planeando o algo así pero al menos parece ser que se los quiere ganar...
—¿Tú crees?—hizo una pausa—Yo realmente creo que las personas en algunas ocasiones pueden actuar con buenas intenciones...
—Joel...es Sammirya...el mundo tendría que estarse terminando como para que ella actué con buenas intenciones y te prometo que aún así seguiría dudando si lo hace con buenas o malas intenciones...—explicó la pelinegra.
—Pues los años pasan y las personas cambian...pero lo que creo que no ha cambiado en nada es la enemistad que ustedes tienen...ni siquiera cuando ayer casi se echó a llorar cuando la incluyeron en el abrazo familiar...—musitó el chico lentamente.
—Fue una especie de mentira...una familia de mentira...
(...)
—Te miras...increíblemente hermosa, Isabella—anunció Jimenna con media sonrisa contemplándola a través del espejo del mueble de tocador.
—¿En serio lo crees?—cuestionó la chica. Ella asintió de manera inmediata y se sentó en filo de la cama de Isabella sin despegar sus ojos de su obra de arte.
—Por supuesto, ¿es que no te estás viendo en el espejo?—respondió la muchacha.—Vas a ser la chica más linda de la fiesta, eso te lo aseguro...y espero realmente que todos babeen por ti...—Isabella rio en voz baja.
—No seas exagerada, Jim...tampoco es para tanto—se quejó. Ella sonrió.
—La verdad es que es para mucho...—ambas rieron.—pero la verdad es que mi objetivo es que cuando Richard entre por la puerta de tu casa y te vea, le dé un infarto o algo así...
—¿Pretendes matarlo?—cuestionó la pelinegra. Su amiga se echó a reír encogiéndose de hombros de manera despreocupada
—No...pero realmente espero que no pases desapercibida para él...—comentó risueña.—¿Cuándo vas a aceptar que te gusta...?
—Nunca porque no me gusta—respondió Isabella poniéndose de pie.—Y deberías dejar de pensar eso porque no es verdad...ah, y también deberías entrar en el baño y cambiarte de una vez que... ¿o prefieres ir a la fiesta en pijama?—preguntó cruzándose de brazos.
Las dos rieron y Jimenna tomó su ropa para entrar en el cuarto de baño. Isabella se quedó quieta frente al espejo contemplándose de nueva cuenta y una pequeña sonrisa se instaló en sus labios.
—Lo que no entiendo es porque tengo que ir vestida de blanco...me gusta mucho más el color negro, créeme...—comentó en voz lo suficientemente alta para que su mejor amiga la escuchase detrás de la puerta del baño.
—Ya lo sé y créeme que sé que amas el color negro, todos los días te vistes de negro, por dios...pareciera como si fueses una especie de chico asocial con problemas y ese tipo de cosas...—replicó Jimenna.
—Oye, déjame en paz—se quejó Isabella con una sonrisa tirando de sus labios.—Ni soy asocial ni tengo problemas—reprochó de mala gana.
—¿Ah, no?—cuestionó Jimenna saliendo del baño.—Mencióname cinco amigos que tengas sin contar Joel, Zabdiel y yo que prácticamente somos parte de tu familia...—pidió.
Isabella la observó un momento. —Bien...pues tenemos a Christopher...y...Christopher...—susurró.—Bien, tal vez si soy un poco asocial pero eso no quiere decir que tengo problemas—agregó ofendida.
—No lo decía en ese sentido, Isabella—le informó Jimenna.—Escucha, yo sé que eres una chica de buenos sentimientos y que tienes mucho que dar...sólo es cuestión de encontrar a las personas correctas y listo...—sentenció la muchacha.
—Es un poco complicado hacer amigos ¿sabes? Todo el mundo piensa que soy una mala persona porque voy a la dirección muy seguido, y si voy a la dirección pero no porque sea una mala persona es sólo que...
—Que todo el mundo tiene una falsa imagen sobre ti...por eso el día de hoy vas a ser linda y amable con todo el mundo, no importa quién...y eso claramente incluye a Sammirya y a Richard Camacho ¿Estás de acuerdo con eso?—cuestionó lanzándole una mirada suficiencia.
—¿Tengo otra opción?—preguntó la chica.
—No...así que realmente si estás de acuerdo...—se burló Jim.—Así que el día de hoy, Isabella de Jesús Colón, vamos a conseguirte amigos...
Isabella no podía dejar de pensar en todas las personas que habían asistido a la fiesta de bienvenida de sus padres, no entendía de donde diablos habían salido tantas personas pero era algo completamente impresionante. Llevó su mirada hasta la pista de baile improvisada que se atendía donde normalmente iría la sala y dejó escapar el aire de sus pulmones cuando se dio cuenta que Richard Camacho, su casi novio, bailaba entusiastamente con Sammirya que lucía un vestido que realmente no dejaba demasiado a la indagación. De hecho, ella podría haber jurado que esa chica ni siquiera llevaba sostén.
—¿Te estás divirtiendo?—cuestionó Joel tomando asiento a su lado. Le entregó una copa y automáticamente ella lo miró.—Es zumo de granada, yo sé que tú no tomas—le informó llevando sus propia copa a sus labios.
—Un poco, si...
—¿Estás celosa porque Richard está bailando con Sam?—preguntó Joel. Isabella lo mató con la mirada y se quedó en silencio.—Realmente apesta que estén juntos y no se lo puedan decir al mundo ¿no...?
—Todavía no estamos juntos—replicó ella de manera inmediata.
—Bueno, si...pero básicamente lo están...—susurró.—Isabella, vamos...quita esa cara...
—Pues esta cara es la única que tengo—se quejó. Joel se echó a reír.
—Sabes a lo que me refiero...—advirtió.
—Escucha...necesito un poco de aire fresco...iré afuera...
—Ve tú sola para que pienses y termines de sacar todos esos celos que llevas dentro en este momento—inquirió Joel tomando la copa de cristal que la chica le ofrecía para ponerse de pie.
¡Por eso odiaba los vestidos! Ponerse de pie con pantalones era mucho mejor.
Soltó un grito ahogado cuando una fría mano se posó encima de su boca. Luego un cálido aliento le acarició el oído y su piel se estremeció apenas reconoció la loción de Richard.
—¡Me diste un susto de muerte, idiota!—se quejó. Él rio.
—Te miras increíblemente hermosa...—comentó haciendo que las mejillas de Isabella se sonrojaran un solo segundo. Luego le obsequió un golpe en el estómago y Richard jadeó.—Dios... ¿me golpeaste por decirte que te miras increíblemente hermosa? Porque si prefieres puedo decirte que te miras espantosa—se quejó.
—No es por eso—reprochó la muchacha.—Eso es por estar demasiado cerca de Sammirya...es una exhibicionista que ni siquiera lleva ropa interior—añadió con molestia.
—¿De verdad?—preguntó Richard.—Vaya, ni siquiera lo noté...—y luego lo volvió a golpear.—¿Y esta por qué fue?—cuestionó él frotando su estómago.
—Por decirme que me veo espantosa—replicó. Richard se echó a reír.
—Bien, en primera...te miras increíblemente hermosa, eres la más hermosa de toda la fiesta. En segunda, yo no me acerqué a ella, ella se acercó a mí y en tercera...me encanta demasiado cuando te pones celosa...—comentó en voz baja sin dejar de mirarla a los ojos—Te quiero...—susurró llevando su mano derecha hasta la mejilla de la chica. Ella suspiró.
—Te odio por hacer que se me pase el coraje—le reprochó. Richard rio y la abrazó con fuerza.—Alguien podría vernos...
—Aquí nadie puede vernos, Isa...—respondió él.—Salida clandestina. Tú y yo... ¿Qué dices...?—ofreció depositando un pequeño beso sobre los labios de la chica.
—¿A dónde iremos?—cuestionó ella lanzándole media sonrisa que hizo que el corazón del rubio se acelerase de inmediato.
—Sorpresa...
_ _ _
Hola, guapetonas.
Espero que lo hayan disfrutado mucho y que les encante todo lo que viene en esta historia. Nos leemos –si todo sale como lo planeé- mañana.
Un beso enormeee.
Por cierto, recomiéndenme historias de Richard y de Zabdiel. Quiero leer.
Love, Gloria, xx.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top