¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?!

Se supone que no era real. Que solo era una alucinación ¡¿Entonces porque carajos volvió?!

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-Lo has hecho bien chico. ¿Has tenido problemas? -Pregunto un hombre.

Su cuerpo estaba fuertemente entrenado, su masa muscular apenas podía entrar en su ropa y una espléndida barba de chivo de color blanco adornaba su mentón. Su nombre, era Arturo.

-Algunos que otros, sí; pero parece que no tantos como tú, viejo.

-Tienes razón. Perdí a Jessica y a Martín cuando nos juntamos con algunas personas que parecían buenas, pero nos atacaron mientras dormíamos, apenas salimos con vida.

(<Aquí quiero aclarar algo. Se me olvido que la policía era Jessica y le cambie el nombre por Brenda, así que de aquí en adelante y también por detrás, la policía es Brenda y la esposa de Arturo es Jessica>)

-Nah, retiro lo dicho, a mí me fue peor.

-JAJAJAJA, así son los jóvenes, con cualquier pequeño problema creen que el mundo se les viene encima.

-Ya veo, así que ser secuestrado dos veces, ser privado de agua y alimento por varios días, forzado a hacer trabajos voluntarios porque todos son unos PUTOS COBARDES, casi ser asesinado a golpes, encontrar a tus padres convertidos y haber matado a siete personas en un problema pequeño. No quisiera imaginarme como son los problemas de verdad. -Dijo con una sonrisa burlona.

-Vaya, perdí contra alguien veinte años menor que yo. Pero de cualquier manera, ambos lo pasamos mal.

-Tengo que cuidar de la loca que esta por allá. -Dijo señalando a Abigail.- Creo que ya sabemos a quién le va peor.

-¡C-cállate! -Grito Abigail con algo de rubor en sus mejillas.

-No se trata de a quién le va mejor o le va peor, ya no más. Ahora se trata de los que pueden sobrevivir, de los que pueden hacer lo impensable en aras de sobrevivir. ¡Aquellos que no entienden esto son unos tontos! -Grito escupiendo saliva! -¡Este mundo ahora pertenece a los fuertes, y los fuertes existimos para quitarle sus cosas a los pequeños y estúpidos débiles! ¡Somos fuertes y nos volveremos aún más fuertes, hasta que nadie pueda desa-!

-¡HAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Por alguna razón Abigail se había enojado y comenzó a correr hacia Arturo. Por desgracia para ella, la distancia a cubrir era demasiado grande, por lo que una bala le daría antes de que lograra alcanzarlo.

Y así fue. Una bala fue disparada pero no alcanzo su objetivo. En lugar de impactar en la cabeza de Abigail, impacto en el brazo izquierdo de José.

En cuanto vio a Abigail correr se lanzó en contra suya y recibió la bala por ella.

-Kuh... ¡GAAAAAAAAAAA! -Grito José de un dolor que nunca antes había sentido.

-Ni siquiera dudaste en dar tu vida por la de ella, admirable... pero patético. Tu pequeño acto de amor no será suficiente para pagar por sus vidas.

-¡Tú! Te voy a... -Pero la chica no pudo terminar, la luz había desaparecido y una horrible voz la reemplazo.

-¿QUÉ PASA PEQUEÑA? ¿TIENES PROBLEMAS?

Era una voz gruesa, ni siquiera parecía humana y estaba llena de malicia. Aquellos que la escucharan podrían creer que pertenecía a un demonio, pero no, pertenecía a algo mucho, mucho peor. Pertenecía a un dios.

-¡¿QUE ES ESO?! -Grito uno de los miembros del equipo de Arturo.

-¡DISPAREN! -Grito otro.

Las balas comenzaron a volar en todas direcciones, impactaban en las paredes, el piso e incluso compañeros, pero en contra de "-ÉL-" (Ya después sabrán quien es), eran inútiles.

Con miedo constante José cubría con su cuerpo a Abigail, esperando no recibir más balas.

-¡Se supone que no eres real! ¡Se supone que eres una alucinación! -Grito en pánico.

-¿Y QUIEN LO DECIDIO? ¿TÚ? YO ESTOY MUY LEJOS DE SER UNA ALUCINACIÓN.

-¿Que eres? -Pregunto con lágrimas.

-LLAMAME "ÉL" MUAJAJAJAJAJAJAJAJA.

De repente, ya no había ningún disparo y la oscuridad desapareció. En el lugar donde estaba el grupo de Arturo ahora solo había un charco de sangre y una montaña de cadáveres desmembrados.

Junto a esta montaña, estaba Brenda. Estaba sentada en el piso con las piernas extendidas hacia atrás, sus ojos miraban al vacío y las lágrimas caían de sus ojos, llevándose parte de las manchas rojo carmesí que adornaban su rostro.

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No me dejan hacer guardia nocturna porque dicen que puedo hacer una tontería y cuando intentaron enseñarme a manejar, me quede dormida y casi choco.

Siendo sincera, no estoy segura de poder seguir por más tiempo, porque yo no soy como ese tipo.

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Se podía ver a Abigail sentada en un pequeño muro escribiendo en una pequeña libreta de la que hiso su diario. A pocos metros, estaba José quien se acercó a la chica ya que estaba preocupado por sus salud física y mental, dados los últimos accidentes desde que salieron del hospital.

-Ciertamente escribir ayuda a relajar la mente, ¿Pero sabias que hablar ayuda a curar el alma? -Le dijo.

-...¿Qué quieres ahora? -Respondió Abigail irritada.

-Quiero hablar.

-Pierdes tu tiempo si crees que voy a hablar.

-Entonces escúchame. La verdad es que estos días he estado más asustado de lo usual. Hace menos de una semana fuimos atacados en nuestra base, luego me dieron con una bala. De alguna manera nuestros atacantes fueron convertidos en arte abstracto y tenemos a su única sobreviviente con nosotros. Viajamos sin rumbo, tarde o temprano nos vamos a quedar sin recursos y aún no se nada sobre mi hermana. Siento que me voy a romper antes de que me dé cuenta.

-Pfff, que tonterías dices.

-¿Oh, así que son tonterías? -Fingió asombro.

-Claro que sí. Si vagamos sin rumbo entonces decide un destino; si nos faltan recursos, entonces busquemos más; si no sabes nada de tu hermana sigue buscando y si te rompes... entonces yo te arreglo. ¿Simple, no?

Las palabras de Abigail movieron algo dentro de José y él puso una ligera sonrisa.

-Sí, tienes razón. -Respondió José mientras se daba la vuelta.- Ven conmigo cuando sientas que estas lista, te lo dije, hablar ayuda a curar el alma. -Entonces camino sin mirar atrás.

-...Pequeño idiota.

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Cuando lo pienso ahora, el amor ciertamente no suena tan mal.