15. Es parte de ti
Seguímos ♥
Capítulo dedicado a allmac. ¡Gracias por comentar!
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15. Es parte de ti
¡No es justo!
«¿Por qué ella, Lear?» Era una humana solitaria. No merece la innegable oscuridad. Pensando en eso estoy cuando Ana logra atraparme. Aceptémoslo, no iba a llegar lejos.
—¿A dónde vas? —me pregunta, triste—. ¿Qué pasa? —quiere saber al notar que soy solo un bulto. No me esfuerzo en zafarme de su agarre. No me esfuerzo en respirar. Ni siquiera las risas de Elvis por haber sido pillado me enfadan. Solo puedo pensar en el hecho de que ella, mi humana, está muerta.
—Ana, no vuelvas a salir de esa manera —regaña papá a Banana. Ella me siguió a mí y él a ella.
—¿Por qué Skipy hace esos sonidos, papá? —pregunta la niña a su padre mientras volvemos a casa—. ¿Le afectó saber lo de su anterior dueña?
Con «esos sonidos» se refiere a maullidos de dolor. Papá me mira serio.
—No. Tal vez teme que tío Nelsón lo llevará a otro lugar.
—Oh.
Una de dos: el hombre no tiene idea de lo que me pasa o le mintió.
«Lo único que no se resuelve es la muerte». Eso también lo escribió Shakespeare. ¿Y qué es, de hecho, la muerte?
1. Una lata de paté sin anilla.
2. Una caja de arena sucia.
3. Un plato de comida a medio llenar.
4. Uba bola de pelo atorada en tu garganta.
5. Garras sin afilar.
6. Un humano ensimoso.
7. Un pájaro que no puedes alcanzar.
Solo entiendo que no la volveré a ver.
Los siguientes días los paso encerrado en el armario de Ana. Tiene razón, es un buen lugar para estar solo. No le contesto a Americano cuando ladra hacia nuestra ventana para que baje a entrenar. No camino por la casa, no como; solo duermo, me lamento y pienso.
Alegrábamos la vida del otro. Una historia sin terminar. Dos amigos. Dos compañeros. ¿Llevó con ella sus gafas? ¿Sus libros? ¿Su bufanda de lana? Ahí, por lo menos, espero, no aguarde por llamadas que nunca llegan. Espero le rodeen más gatos que humanos.
«Al menos no acabaron con ella a tración al estilo Hamlet», suspiro para darme ánimos, pero si es una partida injusta. No es shakesperiana. Duele porque es real.
Me encuentro solo. Tan solo.
¿Quién se ocupará de mí?
¿Debería resignarme y aceptar los servicios de la niña? ¿Dejarme poner ropa ridícula a cambio de agua y comida? No pide mucho. Pese a la familia que tiene, Banana ha sido una secuestradora benevolente. Ella dice amarme. Su familia solo es punto y aparte, cierto; pero es que tampoco se puede pedir lujos. No cuando quedas en el limbo.
—¿Cómo sigues, Skipy? —me pregunta cada mañana, tarde y noche con su vocecita.
Ha sido compresiva pese a que no esperaba mucho de ella. Coloca sus muñecos de peluche a mi alrededor, instala sobre mi cabeza tiaras y para animarme inclusive se mete al armario conmigo; me cobija entre sus pequeños brazos y me llena de besitos. Dice que me ayudarán a calmar el dolor... y sí, debo admitir que sí ayuda. Nos hemos consolado el uno al otro, pues ella también llora la partida de papá.
—Sabes, cuando murió el abuelo mamá me explicó algo —dice, y aunque no la miro escucho atento—: Las personas que ya no están físicamente con nosotros, continúan aquí —coloca su pequeña mano sobre mi pecho, donde está mi corazón. Esta vez si la miro—, y de ahí no pueden salir. Son parte de ti.
«De ahí no pueden salir»
La bondad nunca es medrosa. Y aunque todavía me siento triste, aún flaquean mis huesos, mi pecho duele al moverme y... me siento solo; me conforta que el resto de la tarde veamos llover, comamos algodón de azúcar y cantemos «Tú amistad podrá ayudar» de Sofía Primera.
Me aprendi la canción.
«Conmigo ven, te guiaré,
pues la amistad podrá ayudar.
Nuestro gran castillo ideal,
con delfines contará,
cada torre es azul,
lo que sigue dilo tú,
toboganes puede haber
y osos pueden quizás también,
cada fila sonará, su asiento es musical.
A punto esta de surgir,
sé quieren ya oír.
Seguiré, guíame que con tu amistad podré avanzar»
Me gusta cómo suena en la voz de Banana, hace que duela menos y, por lo menos esta tarde, espero que no deje de cantarla.
«También enciende la lamparita, niña. No quiero dormir a oscuras»
Me hace caso.
«Las heridas que no se ven son las más profundas»
—William Shakespeare.
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Capítulo doble para compensar la espera c:
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