28 de agosto del 2000

Hace unos días íbamos a una consulta; como siempre, tu abuela nos acompañó. De pronto, un grupo de niños del barrio se acercaron, y una pequeña de unos 5 o 6 años, preguntó: "¿Esa es la niña que no se puede tocar?"

Definitivamente, esto tuvo que ver con lo que te conté antes sobre tu abuela; con seguridad, los comentarios que hace ya son del dominio de los vecinos. Me disgustó mucho y le respondí a la niñita: "Sí se puede tocar, pero con las manos limpias." Entonces te retiré un poco la sabanita que te cubría y te mostré a los 6 o 7 niños que se acercaron. Andaban todos descalzos, algunos con la carita y la barriga llenas de tierra, como es frecuente aquí en donde vivimos.

Al parecer, ellos quedaron contentos, y yo también, aunque nunca olvidé esa frase: "La niña que no se puede tocar."