El sueño infinito
Mira, niño, mira, la luz del alba que llama.
Y en los pastizales altos, el ruido de la cigarra.
El sol ha salido, niño, con su sombrero de paja,
dorados granos de luz, que crecen en la arbolada.
Mira, niño, mira, no apartes más la mirada.
El colibrí con sus hijos te ha recibido muy grata.
Y por el camino de tierra, el que te lleva a la casa,
vienen cargando azucenas, vienen tu madre y tu hermana.
¿Es que acaso no te basta, niño, para mirar?
Te traería lo que quieras, lo que te pueda bastar.
Si con tan solo regalos, o con un pedazo de mar.
¡Si el trocito de una estrella te volviera a despertar!
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