Capítulo 4: "El Mayor Verdugo"

"Sweet Pain: "No hay mayor verdugo que una conciencia intranquila."



Revisé mi bolsillo y me di cuenta que había olvidado traer más municiones, no creo que haya sido un error, iba a estar en un avión así que al menos que hubieran piratas en barcos voladores que embarcaran aviones para arrebatar tesoros e iniciarán una batalla con la tripulación no veía motivos para traer más balas. Creo que pensar un poco más era la pieza faltante que hacían de mis equivocaciones algo frecuente. Siempre tuve la corazonada de pasarme en el presente, si cumplía los objetivos correctamente no tendría porqué preocuparme por problemas futuros. Que equivocado estaba. La tripulación en cambia estaban listos para cualquier retraso y habían traído municiones para rifles y resolver en el armazón. Pero con solo pensar en tener que superar a ese ser mis huesos se desanimaron y flaquearon. Incluso mientras pensaba estas cosas el ser ser había tomado ventaja acortando distancia entre nosotros. 6 pasos más y lo tendría desgarrando mi cuello. ¿A dónde podía huir? El espacio del cuerpo de la nave parecía grande en su exterior pero internamente no era más que una especie de túnel pequeño y angosto. Recurrí a volver a mis pasos, colocandome en el límite de la cabina. Le tiré el revolver pero lo esquivo sin más. Quería ganar tiempo para pensar en una estrategia, 3 o 4 segundos de diferencia podían lograr grandes victorias. Busqué a mi alrededor pero en la cabina a parte de los controles y mandos, no había nada que se pudiese utilizar como arma. Mientras perdía esperanzas recordé que cargaba un cuchillo en el bolsillo inferior derecho de mi pantalón. Algunos soldados llevaban consigo uno como arma o herramienta para circunstancias especiales.

Bastante tiempo tenía sin afilarlo o siquiera usarlo, lo mantenía conmigo por simple costumbre. Talvez si oprimía con fuerza al apuñalar podía causar daño, de lo contrario sería un rasguño debido a la falta de filo. Eso indicaba para matar o herir a ese ser tendría que lanzarlo al suelo e inmovilizarlo para clavarle el cuchillo como una estaca. No era imposible, pero al desconocer las capacidades de mi rival ocasionaba que fuera difícil y suicida el intento.

El ser oscuro ya había llegado a la entrada de la cabina, dos o tres pasos hacían una diferencia sofocante entre nosotros. Mi respiración descontrolada agitaba mi pecho de arriba a abajo como un globo que se desinfla y vuelve a inflar. Mi boca buscaba bocanadas de aire, cosa que parecía un tormento. El ser se detuvo allí. No pareció querer moverse, pero eso me inquietó más.

—Phin...— susurro el ser mientras parecía fijar su mirada en mi rostro.

Otra vez el ser oscuro me nombraba. Era irritable pensar que había sobrevivido a batallas donde la muerte apoyaba una guillotina en mi cabeza, pero sin intención de accionarla, sólo para pagar mi suerte con una muerte en completa soledad, en un avión abandonado, por un ser paranormal que me conocía de alguna forma.

Salir de esta circunstancia parecía inevitable, y la única forma de acabar  con un poco de valor era mediante el suicidio. Perder mi tiempo intentando golpear a ese ser para luego ser asesinado horriblemente no estaba en mis planes. Además, ya había vivido lo suficiente y la vida me estaba pasando factura por mis errores. De una manera especial claro está. Ya esperaba un momento así. Aunque no crean sobrevivir a costa de las muertes de otros no es algo gratificante. Te condena a vivir recordando que tu vida dependió de otros y te impide morir aún con las ganas de hacerlo. Talvez esta podría ser la oportunidad de destruir ese tabú y tomar el valor que hace tiempo había perdido. Talvez ha llegado la hora.

Me senté, quería estar cómodo. Apreté con fuerzas el mango del cuchillo. Mis manos temblaban, mi mente de hacia ideas de una forma rápida de matarme, pero llegaba a una misma conclusión. Si me cortaba el cuello, podía no ser un corte tan mortal debido a la falta de corte del arma. Podía incluso llegar a hacer un corte que me deje vivo, sufriendo de agonía por minutos mientras que el ser oscuro me come vivo. Una cuchillada como pensaba hacerla a mi enemigo podría ser de fortuna, sólo tenía que hacerla en la parte más sensible y con suerte podía cumplir el objetivo. Que turbio sonaría la frase "Lo intentaré y si no,  pruebo otra vez" en este momento.

La figura retomó sus pasos.

—No lo harás tu imbécil.

Con mi mano derecha eleve el cuchillo, la punta dirigida hacia mi garganta. No pude negar lo que para mi siempre fue mitos o fantasías de gente locas, pero recuerdos e imágenes pasaron de forma aleatoria en mi subconsciente. Las cosas que había logrado, aquello que amé y la alegría que tuve pero perdí. Era irónico pensar que esos recuerdos podían haber sido de importancia en momentos oportunos, pero se dignaron en aparecer justo cuando ya no queria vivir. Creo que ya no tiene importancia quejarme, un soldado que salió hace unas semanas de medicación, que cumplió mal su papel como capitán y que ni la esperanza de encontrar a sus padres vivos lo motivaban. Un hombre que decidió abandonar a su pelotón al mando para huir. Un hombre que decidió abandonar una guerra de valientes para vivir como un cobarde. Aunque viéndolo desde otro vivir hasta ahora lo sentía como el peor castigo inmerecido.

Hice el movimiento de péndulo para acabar con mi vida. El tiempo pareció detenerse. Ví el túnel que muchos rumoreaban, con una Luz al final que me llamaba, se veía hermoso, ya podía verme en ese lugar, pero volví a la realidad cuando note que aquella figura sostenía mi mano con el cuchillo. La punta del arma rozaba mi cuello, pero sin lograr penetrar la carne. Esa cosa se había movido con una rapidez que mis ojos no pudieron presentir su reacción. Evitó que me acuchillara, ¿Para qué? Seguramente para divertirse él conmigo en un retorcido juego de la muerte. El ser yacía arrodillado, mirándome fijamente. No pensé que ese ser tenía ojos, pero al parecer le aparecieron. Fue incómodo observar dos ojos azules y humano en un rostro desarmado como la de aquella cosa. Lo que me impresionó fue que sentí la cercanía que tanto dudaba, no logré reconocerlo, pero sentí esos ojos como los ojos de alguien a quien conocí por años, incluso sentí afecto. Sentimiento que no controle, sólo afloró.

No podía moverme, aunque ya no era por temor, era porque sentí que tenía que descubrir quién era, a qué se debía su presencia. Entendía poco y tenía tantas dudas, por ahora sabía que no tenía intención de hacerme daño, de no ser así ya lo hubiera hecho. No estaba completamente seguro de esa afirmación, en esta circunstancia nada es lo que parece. Creo que su objetivo era interrelacionarse conmigo y ayudarme, aunque es muy confuso sinceramente.

Yo tenía el presentimiento de que ese ser sabía que no podía reconocerlo, incluso me animo a afirmar que esa era la idea, talvez la presencia de mis sentimientos encontrados no lo veía venia él. Mi boca había tenido un nudo debido a la conmoción de su presencia cercana, pero después de un rato ya sentía las palabras brotando, esperando el permiso para salir. Y se lo dí.

— Dime, ¿Quién eres?— tomé un poco de aire antes de seguir hablando.—¿Porqué siento que te conozco?.

Por fin tenía seguridad en mis palabras, debía ser un mérito a mi carácter, una respuesta de parte del ser oscuro sería una bienvenida recompensa. Pero recibí lo contrario. Sólo respondió con una sonrisa que apareció de repente en su rostro al igual que pasó con sus ojos. Luego desapareció, se esfumó cual destello. Creía que la magia era trucos baratos de un ilusionista de quinta, pero desvanecerse en menos de un segundo rozaba los límites por mucho. Ya ser un ser nebuloso aprueba de balas lo era.

Tomé una bocanada de aire y con un leve suspiro intente levantarme, pero caí sentado de nuevo cuando escuché el crujir del acero del avión provocado por la carrera de una figura que aparecía desde la parte trasera, donde me encontraba hace un rato. Al parecer era una obra de teatro donde los personajes hacían sus presentaciones, aunque al divisar con claridad de que o quién se trataba, pude comprender que está vez no tendría a alguien que me sostuviera la mano para no matarme. Los nervios se restauraron provocando un escalofrío que recorrió las uñas de mis pies hasta el último pelo de la cabeza. La figura si la pude reconocer, era uno de los difuntos de mi pelotón en Normandía. Su rostro estaba bañado de sangre, acompañado de una boca abierta de par en par gritando cosas incomprendibles. Le faltaba el brazo derecho. Se acercaba velozmente, y entendí que su afán era para atacarme. Intente buscar el cuchillo para defenderme pero no lo encontré. ¿Qué es todo esto pensé? No obtuve respuesta de mi mente, pero de esa cosa si. Ya estaba en frente de mi, mirándome con ojos vacíos y muertos.

—¡Tu me dejaste morir! —Dijo, mientras me lanzaba una patada en el rostro.

Su voz era ronca y denotaba rabia. Subí mi rostro para observarlo, la nariz me empezaba a sangrar por el golpe. Mis ojos pedían misericordia aunque más que eso buscaba perdón.

—Lo...lo siento Smith.

Al escucharme dió por alto mi sinceridad, y respondió con una carcajada. Luego se agachó y llegando a mi altura miró mis ojos.

—Hoy me acompañarás, los otros también tienen ganas de verte —Comentó en un tono de burla.

Quería vomitar, su boca olía a excrementos y a cadáver, era una combinación asquerosa que no dejaba más que desear salir de allí y nunca más volver, pero no podía hacerlo. En cambio  el difunto Smith tomó mi hombro izquierdo con su única mano y abrió su boca de tal forma que desgarro su mandíbula inferior. El olor me mareo. Luego de inclino hacia a mí y me clavó sus dientes en mi rostro. Yo empecé a gritar de dolor, sentía como quería romper mi cara para luego escupirla. Sentía la sangre tibia correr, sin ganas de dejar de morder mi cara Smith clavo las uñas de su mano en mi cuello. El dolor era insoportable y cuanto anhele haberme clavado el cuchillo. Cuando por fin había pensado en futuro la vida me impedía actuar.

Con mis manos intenté despegar la cara de Smith pero su fuerza sobrepasaba mis intentos, cuando sentí que no habría salida Smith se apartó.

—Tu verdadera muerte esta cerca.

Sentí su balanceo para volver a morderme...

Un destello esfumó mi vista. Intente moverme pero no podía, en cambio empecé a escuchar un chasquido. Cuando logré recuperar la vista pude ver que me encontraba en el asiento del artillero de cola. Podía escuchar los chiste de la tripulación a mis espaldas. El chasquido provenía de la mano de uno de los artilleros, que al ver que no me movía ni hablaba se acercó para ver qué pasaba.

¿Qué tal fue el enfrentamiento?¿Les sorprendió lo sucedido? Comenten y díganme sus opiniones. El otro lunes seguiremos con la travesía y experiencias del Capitán Phoenix. ¡No se lo pierdan!. Tomen awita y nunca olviden colocarse sus tapabocas. ^_^

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