Capítulo 2: "¿Quién eres tu?"
El campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será el que lo controla, tanto el propio como el de los enemigos. (Napoleón Bonaparte)
El frio de aquella noche me hablaba con palabras dulces, me decía que no había mejor manera de acabar.
Tomar París fue un momento de júbilo y emociones, un gran logro para la humanidad. Los alemanes se estaban replegando, pero esa no era una razón para dormir, la guerra continuaba, aunque en lo personal la guerra siempre estuvo presente y siempre lo estará, ésta no es más que una de esas grandes batallas en donde se graban las experiencias y abundan las reflexiones...Se reflejan las muertes, físicas, porque la muerte interna es más natural de los que muchos creen.
Pero esa alegría se tornaba efímera con lo mucho que faltaba por hacer, ésta misión en concreto podía ser otra oportunidad para plasmar nuestra autoridad contra los nazis, podríamos recordarles la historia de David y Goliat, seguro se reirian. Son tan ignorantes como para pensar más allá de lo superficial, o talvez son demasiados inteligentes como para siquiera pensar más. No me importaba ya la filosofía que la guerra trae, solo quería pegarle un tiró a un alemán y recordarle que el más fuerte no siempre gana, sino el mas apto para adaptarse.
Volver a la batalla, aún siendo en una misión aérea me satisfacía y a la vez me incomodaba, era semejante a tomarse un vaso de agua y no disfrutar su frescura por tener todavía el amargo del whisky que antes tomé. Me sentía enfermo, metafóricamente y literalmente hablando. Cargaba una sensación de náusea por estar en dirección contraria al trayecto del avión. La idea de terminar una carrera así era plenamente retórica. A decir verdad, sentía que el propio Samuel se había encargado de recomendar el puesto de artillero de cola al oficial de armas, despues de todo es el lugar más vulnerables y con altas probabilidades de ataque de toda la nave. Es que me siento un camarón en una lata joder. —Si tenemos que morir, espero mueras primero Samuel, me encantaría ver cómo te equivocaste al pensar que estando yo aquí sería el primero en caer. ¡Imbécil!.—
Podía escuchar las risas y bromas de la tripulación a mis espaldas, me abstuve de voltear, más que todo por el mareo, aunque podía escuchar los comentarios insensatos que se compartían entre ellos: —¿Viste a la enfermera Sara? Con unas chichis para morirse— Entre carcajadas otros respondían cosas más obscenas y de mal gusto, aún teniendo un cargo de capitán no tenía la autoridad en el campo aéreo. Una pequeña parte de mí y la que llamaría "Comprensión" se alejaba de juzgar sus actos. Ellos podían morir hoy o por suerte o casualidad sobrevivir y fallecer otro día, uno donde la mañana alumbre con su radiante sol por ejemplo.
Cerré los ojos por un instante, todavía faltaba una hora para llegar a nuestro destino. Los mareos se incrementaban cada vez más, sentía que la cabeza me daba vueltas hasta llegar a un punto donde perdí la estabilidad de mi cuerpo y golpeé mi frente con la culata (parte de atrás) de la ametralladora. Me desmayé sentado. Podría decir que pasaron 5 segundos antes de que abriera los ojos nuevamente, reincorporando la compostura. Intenté voltearme para ver si alguien de la tripulación se dió cuenta del desmayo, pero no ví a nadie.
La tripulación había desaparecido, me sentí amenazado al pensar que todos habían muerto, pero sin un cuerpo como prueba sólo quedaba imaginar que habían saltado del avión. —¿Todos saltaron en 5 segundos Phoenix?—. Sonaban estúpidos mis argumentos en ese instante, pero estaba sorprendido y adolorido por el golpe en la cabeza así que pensar en frio no era una opción. Talvez se habían escondido en alguna parte para jugarme una mala broma. Eso podría ser.
Me levanté de mi asiento. Pude notar que el avión seguía en movimiento, pero sin un tripulante o piloto que lo conduciera. Era aterrador. Nose porque tuve la idea de sacar de la funda de mi pierna el revolver, y apuntar al frente como si el arma tuviera alguna posibilidad con la extrañeza de la situación. Instinto de supervivencia talvez.
Mi próximo movimiento fue asomarme por una de las ventanas y lo que divise me hizo dar un salto hacía atrás intimidado, el mar había desaparecido. El avión volaba en algo parecido a una masa oscura y nebulosa, no había luna o estrellas que iluminarán, incluso me pareció extraño que el interior del avión estuviera alumbrado. Mi corazón empezó a palpitar a un ritmo frenético conmocionado.
Caminé hacia la cabina, quizás para encontrar alguna respuesta, cosa que me parecía difícil. En la infantería si algo sale mal puedes huir a cualquier sitio lejos de la zona de batalla, si tienes suerte conseguir un establo o estructura donde recuperarte, pero en el aire es diferente. En ese momento me sentía como una hormiga flotando sobre una hoja en medio de una laguna, desconocida de los males que puede encontrarse en las aguas e inútil para alguna estrategia de defensa. Mientras avanzaba, mis pasos se hacían flojos acompañados de un temblor de rodillas. Sentía que algo estaba mal y no sabía qué.
De repente un olor a acero quemado inundó la atmósfera de la nave, me asome en los sitios donde podía encontrarse una fuga de gas, pero no encontré nada. No había indicios de incendio por ninguna parte. Mientras más me adelantaba más se intensificaba el aroma. llegó un punto donde tuve que taparme con mi brazo izquierdo la nariz. Cuando por fin pude llegar al lugar, la escena que me encontré en la cabina me dejó petrificado. Los asientos y mandos de los pilotos estaban manchados de sangre fresca. Pero no había cuerpos o heridos. Algo andaba muy mal, y siendo sincero empecé a temer, pero era un temor a lo desconocido. Tenía poca o nada de experiencia con el conocimiento de los controles del Avro, pero utilizar la radio para pedir ayuda era algo que cualquiera podría hacer. Y lo hice, pero nadie contestó. Ni un ruido de fondo, ni interferencias, nada.
Coloque la radio en su sitio, tres minutos después de haber revisado los controles de la nave y suponer que todo estaba en orden con su funcionamiento, la radio empezó a sonar por si sola. Primero fue un —biiiiiiiii—, pero luego se convirtió en una voz. Deduje que era joven, casi como escucharme yo mismo. Repetía una y otra vez una frase que no entendía del todo: —TODOS MUERTOS...MAYDAY-MAYDAY—. biiiiiiiiii —Armazon salva—.
¿Todos muertos? Qué significado tendría eso. Podría creer lo de que todos estaban muerto, pero sobre el armazón no tenía la menor idea a lo que se refería. Intente preguntar pero nadie respondía, sólo decían esa frase una y otra vez. El armazón era similar a un closet. Ahí guardaban los suministros de viaje, era bastante ancho. En cuanto a "Salva", ¿salva de salvación o de apellido?, podría ser cualquier cosa. Suponiendo que es de salvación, de qué hay que salvarse y qué sería tan importante como para guardarlo allí y resguardarlo de algún posible problema.
Además de que estaba posibilidad de que los alemanes hubieran tomado el control de las comunicaciones, pero que explicación existía para la desaparición de la tripulación y todo lo que estaba viendo hasta ahora. Ninguna que fuera real.
Iba a intentar hablar otra vez por la radio pero cuando estiré mi brazo izquierdo una voz proviente de atrás me congeló al instante. No venía de la radio, ni de algún aparato electrónico, era una voz grave y poco audible. Casi como un susurro siniestro. No era de ningún tripulante. Me dió una sensación escalofriante de haberla escuchado antes, hace tanto tiempo que ya no podía asociarla con alguien.
—Phin—
Un vuelco en mi corazón hizo que me balanceara chocando mi cuerpo contra el asiento del copiloto, bañando de sangre mi pantalón. Hacia muchos años que nadie me llamaba así, sólo pocas personas que conocía. Lo más inquietante es que absolutamente nadie del ejército me decía así. No podía recordar de quién se trataba. No podía reconocer el portador de aquella voz. Logré levantarme y aposté a que estaba entrando en un estado de locura, pero no termine de aceptar la idea cuando la voz volvió a aparecer.
—Phin—
Me armé de valor, apreté el revolver con mi mano derecha y me voltee rápidamente apuntando hacia el lugar donde provenía el sonido. En todos mis años de vida y años en el ejército nunca había dado por hecho que los fantasmas o entes paranormales existieran, pero lo que estaba presenciando hizo dudar de todo lo que sabía hasta ahora. La figura parada en frente de mi era totalmente negra, no podía distinguir o darle un rostro conocido. Tenía forma humana, pero nada más. Incluso me atrevería a decir que era un ser compuesto de niebla. Lo único que si sabía es que era de sexo masculino, al menos que una mujer tuviera una voz ultratumba cosa que dude por completo. El revólver vibraba del temblor de mis manos, la figura no se movía, parecía que se complacia con tan solo verme. Intente lanzar un grito ahogado pero mis palabras se detenían al llegar a la garganta.
La figura oscura alzó lo que definí como brazo y apuntó al armazón. Lo que dijo a continuación me puso la piel de gallina.
—Phin...Sobreviviras allí...—
Mi mente era un caos. ¿Aquello me estaba dando una instrucción para sobrevivir a algo o era una trampa? Se supone que los fantasmas son malos y atacan para matar, pero aquello a pesar de tener una apariencia bastante aterradora me estaba dando alguna clase ayuda o eso supuse. Ya no sabía que creer.
—Phin...—
—¿Qui... Quién er.. eres...tu? —mis palabras salieron de a poco. Tenía que saber que o quién era esa figura nebulosa y desconfiar totalmente de cualquier gesto que esa cosa podía hacer. Tenía que encontrar alguna salida y huir lo más rápido posible. Debía de haber una posibilidad de que el mar siguiera debajo de aquella niebla y los paracaidas debían de estar en ese armazón.
Debía de actuar rápido o esa cosa podía matarme.
—¿Quién eres tú? Me respondes o te vuelo la cabeza nebulosa.— Volví a preguntar esta vez con furia y girando el gatillo a punto de disparar.
Si iba a matarme un fantasma, porque no darle el placer de luchar. De todas maneras la muerte llevo rato que la espero.
¿Qué pasará?...¿Se enfrentarán el Capitán y la figura oscura?...La próxima semana tendrán la respuesta a sus interrogantes. Espero sea de su agrado el relato y cualquier duda o pregunta puedes escribirme con gusto al priv o en los comentarios, estaré atento para responderles. No olviden tomar agüita y comer bien para que crezcan fuerte y sanos.
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