Lo que con lleva ser emperatriz

Despedí a mi padre con una gran sonrisa, una que se borró al verlo marchar. Después de eso me vine al estudio quería despejar mi mente con la lectura y saber más de este mundo.

En este mundo hay dos reinos, y cuatro clanes. El reino marítimo azul, el reino del desierto las arenas.

Luego están los clanes, el de las bestias, los elfos los que no le gustan interactuar con los humanos, según dicen que existe los dragones. Y el que nunca debe faltar, los adoradores del rey demonio.

Los humanos fueron bendecidos con los poderes de los dioses, en el imperio dorado veneran a la diosa iris, diosa de la luz y el destino.

Los dones se clasifican en; sanador, caballero espadachín, magos, invocadores y por último la Santa que posee el poder de la luz de la diosa. Solo que el templo está en decadencia porqué ya pasaron varios años sin ninguna santa con tal poder.

Los invocadores son de los más raro, en este imperio solo hay dos que pueden invocar una bestia sagrada, ese es Marck, y la otra Janeth, fue a la edad de 19 años que puedo invocar una, por lo que ya era tarde para que la eligieran como candidata a emperatriz.

Pero nadie sabe que Daniella también puede invocar una bestia, no solo sagrada si no que también una mítica, Yuni es un león negro con ojos dorados, esa es su bestia mítica.

Por el momento todo está en calma, la ultima guerra con los herejes demoníaco fue un éxito, paz reina en este mundo. Lo cual lo dudo, siempre hay una raíz que crece a escondidas, se convertirá en un árbol, y esas ramas te golpearan la cara cuando menos te lo espera.

—Mi emperatriz, su almuerzo—Liliana colocó los platos en la mesa, que está a lado izquierdo del despacho.

—Solo termino de leer, ponerlo por ahí—Ella seguía leyendo los libros, la historia del imperio le parecía entretenida, como leer novelas de fantasía.

Leer le mantenía ocupada un momento en que no hacía nada, las ganas de llorar y morir la invadían.

—puede terminarlo después, no comio su desayuno.

—No es como si tuviera hambre, no morir por no comer a la hora.

—Pero puede enfermarse—Se preocupo.

—Esta bien—Cerro el libro—Se acercó a la mesa.

Daniella comenzó a partir su comida, iba dar el primer bocado, cuando olió un olor desagradable.

—¿Lo probaste antes de tráelo?

—Si, no tenía veneno.

—Sientate—Ordené.

Liliana obedeció, Daniella en pensó a revisar sus signos vitales. Ella fue enfermera en su vida anterior por lo que sabía estás cosas.

—Tus ojos están dilatados eso indica que fuistes envenenada con una doci pequeña, una que no se notaría al ingerirla, pero será mortal cuando hiciera efecto.

—Yo..lo lamento, mi señora—Se culpó, otra vez iba estar en peligro por su culpa.

—No pienses en nada, solo quédate aquí. Abel—llamo a su escolta.

—Si, Emperatriz—Se arrodilló.

—Reune a todos los sirvientes de mi palacio, en la sala de audiencia.

—A la órden—Se fue, en este palacio los pétalos. La Emperatriz es la máxima autoridad, el Emperador no tiene permitido meterse en una disputa.

—May.

—Si, su majestad—Lleva sus manos hacia su espalda, baja su cabeza.

—¿Sabes de venenos?

—Lo básico.

—¿Puedes identificar que veneno fue puesto en mi comida?

May mostró una expresión de furia, sus manos querían desenvainar a su espada e ir a cortar la cabeza del culpable.

—Lo intentaré—Ella tomo un pedazo de carne, lo olió. Sus ojos se abrieron en grande—Mi señora Emperatriz—Mordió sus labios.

—¿Qué pasa?—Nada bueno podría salir de esa expresión, no, otra muerte, no por favor.

—Este es un veneno que no tiene antídoto, ni los magos o sanadores no podrían curarlo, se le llama flor marchita. Te consume de a poco, hasta que te vuelves un simple cascarón.

—¡Imposible! ¿Debe de haber una? debe de ser asi—¿Acaso estoy maldita?—¿Dime qué la hay?—Sacudio a May.

—Su majestad...

—No puedo dejarla solo morir, Lili es mi familia, ella a estado conmigo....desde pequeña.

—Su majestad, Emperatriz Archer—Le sonreí, fui demasiado descuidada—Estoy bien.

—¡Claro que no estás bien, morirás! No puedo permitirlo, tu no morirás, tienes que casarte. Tener una familia.

Esto es lo que con lleva ser emperatriz, ver morir a tus seres queridos. Todo por la avaricia de alguien que te mira como un obstáculo.

—Su majestad, ya están todos reunidos—Informó Abel.

—Lili, quédate en aquí, volveré en un momento—No soy una asesina, tampoco soy valiente, toda mi vida viví con miedo hacia mi abuela.

Pero hoy no le tengo miedo a la muerte, bien dicen, cuando uno pierde todo, no le tienes miedo a nada. Ya qué no hay nada con lo que puedan hacerte más daño.

Si tengo que mancharme las manos para proteger lo que era importante para Daniella, Entonces lo haré. Voy a bañarme con sangre.

—No iré a nigún lado.

—May, cuídala. Abel, trae contigo esa comida—Si nadie quiere hablar, les haré hablar por la fuerza.

Los dos caminaron por el lujo pasillo, al llegar al ala Esté, Daniella colocó su expresión más fría. Los dos entraron, se podía ver muchas personas arrodilladas, con su cabeza agachada, la emperatriz subió las escaleras que lleva a la elegante silla real, ella tomó asiento.

Levante su rostro—hablo con frialdad, sus ojos brillan de un rosa oscuro—¿Saben el porqué están aquí?

—No, su majestad emperatriz.

—¿Quién es el chef de la cocina? Qué se ponga se pie.

—Soy yo, su majestad emperatriz—Era una hombre de unos 50 años, bajito, rellenito.

—¿Usted es el que preparo mi almuerzo?

—Si, su majestad.

—¿Alguien más te ayudo?

—No, su majestad.

—¿Saliste de la cocina antes de que Lili llegará por ella?

__Si, la señorita Sully, la jefa de limpiez me mandó a llamar, su majestad.

—¡Ponerse de pie, ahora!—Una mujer alta, con cabello marrón, figura de luchadora. Se puso de piel—¿Qué tienes que decir a eso?

—El dice la verdad, su majestad. Yo lo envié a llamar—Tiembla de miedo.

Es la primera vez que Daniella se muestra tan furiosa y con una mirada que son dagas que cortan tú piel.

—¿Por qué razón?

—Bueno eso..eso..es..—Tartamudeo—¿Puedo decírselo, solo a usted.? por favor—Suplico.

Antes de que Daniella diera su permiso, Abel la reviso de pies a cabeza para que no tenga nada con que lastimar a su emperatriz. No encontrar nada, Abel movió su cabeza.

—Acercate—Le ordenó, Sully subió.

Ella le susurró algo a Daniella, su cara se tornó roja. Después de decirle ese secreto, bajo de ahí.

—Entiendo que haya pasado eso, pero saben bien que dejar mi comida sin supervisión es un delito. Tendrán que soportar dies azotes.

—Gracias por su misericordia, Su majestad Emperatriz—Eso es mejor que ser despedido o ejecutado, ellos en verdad estaban agradecidos.

—Ahora volvamos en lo que estaba, ¿Quién fue el que fue a la cocina antes de que Lili llegará?—Sonrio con maldad, podían sentir el miedo que ella infundía.

Todos jadearon, al verla. Era un ángel con una sonrisa diabólica.

—¡¿Nadie dirá nada?!—Una aura azul estaba salido de su cuerpo.

—Su majestad, cuando regrese a la cocina ella salía de ahí—Apunto una joven bonita, cabello café, ojos marrónes.

—Yo..no hice eso—Se defendió.

—¡Te di el permiso para que hablaras!—La irá en mi cuerpo estaba crecido—Chef, ¿como puedo creer en su palabra?

—Lo juro por mi pequeño bebé que digo la verdad, Su majestad—Golpea su frente contra el piso.

¿Bebé? jurar en nombre de tu hijo es demasiado feo, una criatura así, no merece tal acto. Pero no veo mentirá en sus ojos.

—Te creo, pero jamas jures en nombre de tu hijo...otra vez..—Su voz se volvió triste.

—No lo haré, su majestad.

—Si nadie está dispuesto háblar entonces lo haré de forma mala—Ella bajo las escaleras con porte y elegancia—¿Tienen hambre? Abel tiene una rica comida para ustedes, la mejor carne de ternera.

—Abel, has los honores—Le indico que les diera un pedacito a cada persona, el que negara a comerlo, ese será el culpable.

Abel comenzó a darles un pedacito a cada uno, ellos lo comían sin saber que contenía, no podían negarse, ella es la Emperatriz, Abel llegó al último, la cual era la misma señorita que dijo que no lo había hecho.

—No..no tengo hambre.

—No me importa si no lo tienes, es una órden de su majestad la emperatriz—Abel iba a ponerla en su boca, pero ella lo rechazó, negó hacerlo.

—Dije que te lo comas—Abel la obligó, impido que la escupiera.

—Cof, cof—Ella intentaba vomitarla, pero ya era demasiado tarde—!¿Como puede darme veneno? eso es malvado!

Todos se pusieron blancos, la jefa de limpieza se tocó su vientre.

—No dije que fuera veneno—Se agachó a la altura de ella—Eres Luisa, ¿verdad? Tu eres la malvada, me envenenastes, no una, si no qué dos veces. ¡Dos veces, eres la culpable de que mi niño muriera, tu eres malvada!

Plaf, plaf, plaf, plaf. La abofeteó hasta que su mano se puso roja.

—¿Quién te ordenó que lo hicieras?—Agarró ese cabello café—¡Dímelo!

—Jajaja, solo es una Emperatriz de nombre, el emperador jamas la amará. No puede tocarm..—Plaf—La volvió abofetear.

—El Emperador no tiene el derecho de meterse en los asuntos de mi Palacio, eso fue el decreto de mi difunto suegro, le dio eso como regalo a mi suegra, la madre Reina. Puedo matarte ahora mismos si lo quiero. ¿Crees que el que te ordenó tal pecado te salvará? No me hagas reír, pobre tonta.

—Lo hará...me lo prometió—Susurró.

—Lo dudo—Me puse de pie—Abel.

—Si, su majestad—Se arrodilló en una pierna.

—Llevala a la prisión, te quedas allí para cuídala que nadie entre a verla sin mi permiso.

—Pero su seguridad..

—Estare bien, será hasta que la juzgue. Y luego de ello será ira la orca en la plaza del imperio.

—¡No, por favor no!—Suplicó.

—No pidas misericordia, porque no la tendré con personas como tú.

Abel se la llevó, le dijo a los guardias que cuidaban la puerta que cuidarán de la Emperatriz.

—Escuchen bien todos; piensen bien antes de querer traicionarme—El lugar se volvió frio—Porque mataré a todo aquel que me vea feo, soy la emperatriz de este imperio, su señora y ama de este palacio.

—A mis amigos los trato con dulzura, a mis enemigos con más de una apuñalada, por ello, no piense siquiera a faltarmer el respeto porque los mataré. Lo que comieron, no era veneno, eso aún está en mi poder. No se preocupen por eso no soy malvada como para asesinar a un inocente.

Sully suspiró con alivió. Por un momento creyó que habia perdido todo, se puso a pensar que eso fue lo que sintió la emperatriz al perder su hijo.

Antes de llegará aquí pase por la cocina y cambie la comida. No soy capaz de matar a alguien, pero siento que no tardaré en perder la poca humanidad que me queda.

—pueden retirarse, solo quédese el chef y Sully.

—Gracias por su misericordia, su majestad—Se retiraron.

—No se pongan tensos no les haré nada—Susurró—¿Cuántos meses tienes?—Preguntó con un poco de alegría.

—Cinco meses, su majestad—Respondió Sully.

—¿Por eso usas esa ropa?—Era muy holgada, al ser alta no se le notaba mucho.

—Si.

—Emperatriz ¿Puedo recibir el castigo de ella?—Se arrodilló.

—De pie, lo concedo.

—Muchas gracias, emperatriz. Jamás volveré a dejar la cocina, no permitiré otro pecado contra usted.

—Eso espero, no perdonaré por segunda vez ¿Puedo tocar tu vientre?

—A delante, su majestad.

Puse mis manos en ese pequeño bulto, la tristeza invadió todo mi ser, recordándome esa pérdida, duele. El vacío en mi interior y en mi pecho se volvió más grande.

—Cuidala bien, ella necesita mucho reposó—Se limpio las pequeñas gotas de agua—Felicidades..muchas felicida..pueden retirarse—Se dio la vuelta, ella estaba llorando.

Cuando ya no quedo nadie ahí, ella se desplomo en el frío piso. Abrazos sus rodillas.

•Llorando otra vez—una figura de un gran León apreció enfrente de Ella—Le dolerán los ojos•

—¡Yuni!

•Si, mi Emperatriz—Doblo sus patas delanteras para hacer una reverencia—Lamento llegar tarde, recién me despierto de mi hinbernación.•

—¿Qué eso no lo hacen los osos?

•En este lugar toda bestía sagrada y mítica puede hibernar•

—No te invoque, ¿Cómo apareciste?

•No es necesario, puedo sentir la tristeza en usted, eso me hizo venir. ¿Qué puedo hacer por usted, mi emperatriz?• Puso su frente en la de la emperatriz.

—¿Puedes curar la flor marchita?

•No es del todo imposible, iré a buscar un antídoto, regresaré pronto. Solo dime mi nombre, ya sea en su mente o en voz alta, yo responderé a su llamado•

—Gracias, Yuni—Lo abrazo, ahora mismo necesitaba uno, no le importaba si era de un animal que en su mundo, podía comer humanos.

La gran bestía desapareció, Daniella se levantó salió del lugar. Se dirigió al estudio, tenía que darle las buenas noticias a Lili.

¿Eh, porqué todo da vueltas? ¿Qué le sucede a mi cuerpo? Será que el veneno también puede dañarte por olerlo. Me sostuve de las paredes, no podía caer al piso, no enfrete de todo los guardias. No sabía si alguno me quería muerta.

__¡Emperatriz, ¿Se encuentra bien?!

—Estoy bien—Volvi a enderezar mi postura, caminé hacia el estudio, ya estaba cerca, llegué a la puerta Pero mi cuerpo ya no quiso responder iba a caer.

__¡Emperatriz!...

lo que me faltaba, tenia que atraparme este sujeto, el emperador.

__¡Daniella!

—No digas mi nombre de esa manera tan casual, no tienes ese derecho—Ella se quedó inconciente.

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