Querido Diario #4
Me siento apenada, triste, deprimida y confundida.
Hoy y como mis padres me lo prometieron, fuimos a buscar a Sherlock a la casa que todos esos vagos utilizan para refugiarse de la policía y vivir. Nada, nadie me dijo nada sobre su paradero y al parecer no vive ahí.
O es lo que me quisieron hacer creer.
Pero bueno, también he roto otra de las reglas fundamentales de los diarios que es escribir diario, solamente que lo he modificado para mi propia comodidad, no escribiré los días que no tenga nada o simplemente sean malos.
Hoy iba caminando de regreso a mi casa, tenía una bolsa grande porque me toco laboratorio, entonces llevaba mi bata blanca que utilizo para todas las prácticas. Como el camino que siempre suelo tomar tenía una "gran fiesta" (en miércoles) decidí tomar un atajo, pero no era el sendero más seguro porque tenía una carretera con la frontera a Georgia, por lo tanto el ruido de los carros, tráileres y autobuses aturdían a todos.
Pero no me arrepiento.
Caminaba con tranquilidad, no tenía miedo por si alguien pudiese asaltarme o algo peor, cuando de pronto volteó y...
Ahí está...
¿Es él? L-lo dudo... n-no, no, podía ser él—es lo que creía— era tan diferente. Tan... ¡Oh por dios!
Me acerqué lentamente, estaba sentado en la banqueta, fumando un cigarrillo, yo estaba más cerca y al parecer él no parecía haberse percatado de mi presencia, hasta que alzó su mirada.
Oh, su rostro limpió de moretones, pero con unos ojos que sin duda exclaman "ayuda".
—Sherlock...—susurré.
—Oh ¿Tienes una moneda?—se levantó de la banqueta.
Me sentía con un miedo incomprensible pero a la vez con una seguridad que no podía asimilar. Él estaba más alto que yo, pero no era por su estatura promedio sino por esas botas con cadenas tan gigantes que utilizaba, su cara era sucia, su cabello era más largo y le llegaba a los hombros. Sus nudillos tenían costras, sangre y moretones. Dios santísimo ¿Qué le paso a ese chico tan hermoso que amaba?
—Q-qué... ¿Qué haces aquí?—me costó trabajo formular esa pregunta.
—Buscando a peatones para asaltar—respondió frívolamente y piso su cigarro.
— ¿Me quitarás mi dinero?
Examinó cada parte de mi cuerpo, una y otra vez. Pero no era la típica mirada que sentía alguien cuando te amaba o cuando te había extrañado, era más como para determinar qué cosas de valor había sobre mí y eran fáciles de quitar para salir corriendo después, pero luego esbozó una sonrisa.
—Claro que no, Carolyn.
Oh ¡Me reconoció! Bueno, tampoco es como si hubiera cambiado tanto estos últimos meses, pero él ya no era el mismo.
—Sherlock... puedo saber ¿Qué estás haciendo?
—Mendigar y asaltar.
—No me refiero en este momento—aclaré—, sino... ¿A tu vida?
Cuando de pronto, escucho y observo que hay una bandita a unos kilómetros detrás de él, le gritan de cosas tales como ya debe de reintegrarse al grupo y mandarme a la mierda. Es curioso porque no se dirigían a él por su nombre, sino que le decían "Kurt" o "Curco", no entiendo el porqué. Él les dijo que iría en un instante.
—Pues, ya no podía seguir viviendo ahí.
—Piensa en tu hermana.
—Por alguna insignificante razón—cruzó sus brazos—, a mi padre le importa mil veces más Cinthya que yo, estaba dispuesto a dejarme sin escuela y a mandarme a dos trabajos con tal de dividir el dinero en los tratamientos de ella y su maldito alcohol—suspiró profundamente—. Yo soy menos que un cero a la izquierda para él y no entiendo porque me aborrece tanto. Ella estará bien.
No podía decirle las verdaderas razones, no era el momento indicado.
—Bueno es que... ¿Por qué haces esto? Deberían decirle todo a la policía.
—Ay por favor—encendió otro cigarrillo—, eso no cuenta, a nadie cuenta. Además decidí dejar a mi padre porque él...—tragó el humo y lo saco por la nariz— me obligó a hacerle una felación.
Oh no puede ser, ¿Qué clase de padre es Brian Ravensdale? El peor del mundo, si me lo preguntan ¿Qué le voy a decir? ¿Qué voy a hacer?
—Sherlock—tome sus manos—, eres el único que puedes salir de tu hoyo y de ese agujero negro en donde te encuentras, tienes que seguir en la escuela, esta no es la manera de salir...
— ¿Por qué no?—se soltó bruscamente.
—Porque pareces un...
Cállate, cállate, cállate.
— ¿¿UN QUÉ?—estalló— ¿¿QUÉ PAREZCO CAROLYN?? ¿UN MONSTRUO?
Sabía que no debía decirlo.
—No quise decir eso.
—Pero lo insinuaste.
—En realidad no, no pareces un monstruo—arregle las cosas—, podrás ser de todo eso Sherlock, podrás ser un asaltante, distribuidor de drogas, alcohólico, drogadicto, todo lo que quieras, a mí no me engañas. Sé que detrás de esa apariencia sigue ese chico inocente, débil e inseguro del cual me enamore. Puedes escapar de tu casa, de la escuela, de la policía pero nunca podrás escapar de ti mismo.
La verdad es que ya ni siquiera estaba tan segura de sentir los mismos sentimientos por Sherlock que hace varios meses, pero realmente no quería abandonarlo de tal manera, creo que era más por una "obra de caridad" antes de amor verdadero, pero no lo considero así. No sabía cómo iba a reaccionar, podría tomar una navaja y cortarme el cuello mientras se reía de mí, pero sé que no es un asesino, lo conozco más de lo que él se conoce.
Entonces empezó a llorar, me abrazó con tanta intensidad que hasta me dolió, lloró interminablemente, tanto así que sentía sus lágrimas derramarse sobre mi cuello, era sorprendente, jamás creí poder ver a un hombre llorar, sollozaba como si le importará poco lo que sus "amigos" fueran a decirle, asentí y pase suavemente mis manos sobre su espalda, tan tensa, tan estresada. No me era relevante el olor de cigarro, marihuana o alcohol que se quedó impregnado en mi ropa, para mí seguía oliendo como el perfume de un ángel a pesar de todo.
—Esto es tan horrible—dijo después de un rato—, es un tobogán sin salida.
—No lo es—susurré en su oído—. Te ayudaré a salir de esto.
— ¿En verdad?
—Claro que sí—dije segura de mi misma— mi padre conoce a un abogado, no hay nada que temer.
—Quiero ser feliz, conocer la felicidad por primera vez... Carolyn—pronunció mi nombre con tanto cansancio, casi se dejaba desfallecer entre mis brazos.
Fue un momento hermoso, nunca creí que podría llegar con tanto, sus amigos nos hacían burla pero él respondió mostrándoles el dedo de en medio, supongo que era una broma o algo así. Pero un instante tan eterno de felicidad... debía ser bruscamente interrumpido.
—Imbécil, vago de mierda—alguien separó nuestro abrazo de una manera grosera.
Oh no, era... Ian Busher, el imbécil de mi novio, acompañado de Leopold, otro bastardo peor.
—Aléjate de aquí—pedí y me interpuse entre los dos.
— ¿Qué crees que haces con mi novia?—me aventaron a otro lado, los dos se quedaron viéndose fijamente— ¡Es mía! De seguro pretendías violarla ¿Cierto?
—Me engañaste—Sherlock me miró con odio.
—No es verdad—quería levantarme, pero Leopold me lo impidió, me sostenía de los brazos con mucha firmeza— ¡Ian y yo no somos absolutamente nada!
—Eso te dice a ti, pero entérate—dios ¿Por qué no te mueres, Ian? De recordarlo me provoca nauseas— Yates Lettucce está ofreciendo una enorme recompensa por tu cabeza, así que Carolyn por eso te viene buscando ¡Por qué quiere su dinero, animal! Porque no vales nada vivo, así que muerto valdrás más.
—CÁLLATE—había gritado tan fuerte, que hasta mis lágrimas salieron ¡Oh, carajo! ¡Ya lo había convencido!
—No voy a pelear contigo Ian, porque mira a los chicos de allá—señaló a los vagos—, ellos son mi nueva familia, mis hermanos y van a venir a matarte.
—Huy, de acuerdo—se hizo para atrás—. No diré nada de los lugares que frecuentas, pero a cambio, L-A-R-G-A-T-E—deletreó las palabras—. No te quiero volver a ver cerca de Carolyn.
—Acepto el trato—sus ojos fríos penetraron mi mirada y al final se fue.
N-no... ¿Por qué no regreso? Dios, te necesito Sherlock ¡ESTO NO ES LO QUE PARECE!
—NO—logré desprenderme de Leopold— ¡Sherlock!
Pero a él no le importo nada más, me dio la espalda y llevándose la peor opinión de mí. Luego Leopold volvió a sujetarme de los brazos y me obligo a mirar a Ian.
—Ya bien dicho es que las mujeres se enamoran de patanes—me dijo, una vez que estaba en medio de los dos.
—Te odio Ian, arruinaste todo.
—No, no, no—movió su dedo índice—, claro que no. Quién arruinó todo fue Sherlock, no yo. Él se entrometió en nuestra relación.
—Yo termine con todo ¡TE ODIO!—quise patearlo.
Ian me sujeto del cabello, su cuerpo y el mío estaban jodidamente cerca, tanto así que estaba en medio de él y su hermano, parecía que los dos iban a hacerme de lo peor. Siguió jalándome fuertemente del cabello, me dolía mucho, acercaba sus asquerosos labios a mi nariz, yo voltee en frente y Sherlock acompañado de "su nueva familia" ya se habían ido muy lejos. Grite su nombre con todo el aire de mis pulmones, exclamando ayuda y piedad, pero nadie fue a mi socorro. Tuve que soportar otra golpiza de Ian que me dejo con el ojo morado.
Por dios, ese sí que fue el peor día de mi vida, hasta ahora...
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