Querido Diario #2
Estar en la escuela es un lugar que me deprime mucho más, no solo porque tengo que seguir lidiando a Ian y sus patéticos intentos de regresar conmigo. Lo peor es que todos esos recuerdos que tenía con Sherlock regresan como un torbellino que no me dejan en paz. Escuche por rumores de pasillo que sigue viniendo a la escuela, pero con clases exclusivamente particulares, algunos lo han visto mucho peor, dicen que su apariencia es demacrada y no le importan las burlas que se escuchan a su alrededor. También dicen que siempre carga un cigarro y sus ojos son rojos.
En fin, quisiera hablar de esto con su familia: Brian Ravensdale, su padre y su hermana mayor: Cinthya. Me pregunto cómo le harán ellos para sobrevivir así, más bien ella que padece de ontogénesis imperfecta. Mi padre me ha contado infinidad de veces que a Brian no le importa absolutamente nada de su familia o lo que pueda sucederles. Por lo tanto no es algo de que sorprenderse.
Salí temprano de la escuela, así que aproveche para visitar la casa de los Ravensdale, tal vez pueda dialogar con alguno de los dos. O saber con mayor exactitud donde podría encontrar a Sherlock.
Toque la puerta, con miedo.
—Hola—me saludó tímidamente sobre la puerta.
—Cinthya, es un gusto volver a verte ¿Cómo estás?—pregunte para sonar amable.
—Bien, gracias Carolyn—respondió—, oye no quiero ser grosera. Pero sería mejor que no estuvieras mucho tiempo aquí.
— ¿Por qué?
—Mi padre volverá en breve y creo que eres la última persona a la que quisiera ver.
—Pero ¡Yo no le he hecho absolutamente nada!—reproché sorprendida.
—No tú, pero digamos que... los McCarthy y los Ravensdale nunca podrían llevarse.
—Es irónico porque fui novia de tu hermano.
—Ese es el problema, ahora sí me lo permites—cerró un poco la puerta, pero yo la detuve suavemente, cualquier movimiento brusco puede hacerla merecedora del hospital.
—Cinthya dime ¿Dónde está Sherlock?
—Yo que voy a saber—su tono de timidez cambió a algo más neutral.
—Por favor, tienes que decirme cualquier cosa que sepas de él, lo necesito ¡Lo extraño!
—Escucha Carolyn—volvió a abrir la puerta—, no puedo decirte. En primera apostaría todo lo que tengo a que está con los vagos de la ciudad, con esos desgraciados que no hacen más que molestar y asaltar gente. Así que ese camino desprestigiado tomó.
—No puedo creerte—suspire profundamente—, pero bueno... necesitó saber dónde está, hacerlo recapacitar. Él y tú podrían tener una mejor vida si acusan los malos tratos que han sufrido por parte de su padre.
—Mira todo lo que ha "sufrido" Sherlock es porque se lo merece, él siempre fue un irreverente para todo y la razón por la que se pelearon fue... por tu culpa.
—Es mentira.
—Claro que no—sus palabras me convencieron—, papá se enteró que eras novia de él, así que empezaron a golpearse uno al otro. Sherlock le devolvió los golpes cuando él te dijo "perra"
Mi corazón se detuvo en ese momento, él defendió mi honor y ¿Yo que hice por lo nuestro? Nada, creí estúpidamente en todos los rumores que decían sobre él, sobre que se drogaba y era de lo peor. No pude defenderlo en aquel instante en la escuela cuando le encontraron drogas en su mochila y sucumbí ante los chantajes de la psicóloga escolar y de Ian. Soy una vergüenza, lo abandone y ¡Él fue capaz de golpear a su padre simplemente para defender mi honor! Nunca me lo voy a perdonar.
Empecé a llorar suavemente, es como si quisiera correr a todos los lugares del mundo y querer encontrarlo a toda costa. Pero debía controlarme, sigo insistiendo en que su habitación podré hallar una respuesta.
—Déjame entrar—pedí como última palabra—, te prometo que si tu padre llega... yo diré que entré por mi cuenta y tú no tuviste nada que ver. Te lo juro.
—De acuerdo—abrió más la puerta—, pero solo cinco minutos.
Cinthya caminó por los pasillos de su hogar, yo la seguí sin decir o dar muchas palabras. Subimos las escaleras de su casa, todo era tan deprimente, tan gris, tan vacío, tan sin alma. Por eso entiendo la actitud triste y gris de Sherlock y su hermana.
Había una puerta principal, ella la abrió, voltee a ver... había otras dos puertas del lado izquierdo y una central. Esta última tenía candado y unas cadenas que evitaban el paso, me da curiosidad saber que es.
—Es aquí—señaló el cuarto.
Entré al ¿Cuarto? Esto ni siquiera parece una habitación, es tan nefasto y detestable. Su atmosfera es tan cruel, las paredes detallan cuanto dolor y sufrimiento ha pasado el dueño del cuarto.
En el rincón se encontraba una cama individual, sin tenderse y con tres cobijas. Algunos zapatos bien acomodados y un montón de cosas tiradas en el piso, el ropero estaba sucio, ya ni siquiera servía porque la ropa estaba amontonada como una bola gigante. También había un estante roto y de color vino con algunos cajones salidos, arriba de él hay pastillas, medicamentos, venditas, alcohol, papel de baño, ungüentos, cremas, desodorantes, la mochila que solía usar y muchos libros de la escuela.
Me senté en la cama, dura como un catre, luego me acosté. Pude contemplar la suciedad y basura alrededor. Ni siquiera había un foco o una lámpara, la pequeña ventana a penas si dejaba entrar la luz natural del atardecer, ese lugar parecía una celda de una antigua época medieval, no puedo creer que Sherlock haya tenido que pasar en este lugar la mayor parte de sus días.
Cuando me tape sus cobijas, podía sentir (estúpidamente) que Sherlock me abrazaba, que aquellas telas tenían su aroma impregnado y sus dedos se deslizaban suavemente sobre mi cuerpo, cerré los ojos permitiéndome llorar tranquilamente, pero los abrí bruscamente, observando el regalo que le di en nuestro primer mes de novios.
Era un arreglo floral que mande a pedir exclusivamente para él, una canastita con arreglos, dulces y malvaviscos, con dos globos de estrella azules, era su color favorito. Nunca olvidaré la sonrisa tan inmensa que hizo, él solo me dio una flor artificial porque no tenía dinero para algo mejor, pero no me importa. Sus ojos destellaron y me dio el abrazo más fuerte que alguien pudo haberme dado, ese día fuimos tan felices, me llevó por un helado, caminamos por el parque. Nuestras citas no eran tan costosas ni mucho menos pero eso era lo mágico de la relación, que no necesitábamos dinero para tener un día perfecto.
Pero ahora de tan solo pensar que esos días son tan lejanos y que probablemente jamás regresen... me pone tan triste que no puedo evitar llorar, revise un cajón que me dio mucha curiosidad, era el último del estante color vino. Me sorprendió tanto que me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.
Eran notas
No, más bien cartas.
Eran muchas, muchísimas, llenaban todo el cajón y hasta parecía que iban a salir.
Oh... por dios...
Carolyn... (20 de febrero)
A una semana de nuestro rompimiento y todavía no lo creo, ya no puedo seguir, no soy capaz de seguir si tú no estás. Eres la única luz que he conocido en medio de toda la oscuridad de mi cuarto, de mi alma, de mi vida.
No puedo asimilar que todavía no estés a mi lado. Cierro los ojos y me imaginó que estás conmigo, tocando mis manos y alegrando un poco de mi miserable vida con tu destellante sonrisa.
Quiero que vuelvas.
Sherlock.
Pero no era lo único... todas las notas tenían mi nombre como membrete, una fecha diferente, meses después e inclusive de años antes. ¿Era el diario de Sherlock? ¿Él llamó a su diario Carolyn?
Carolyn.... 11 de agosto
Hoy te conocí, eras la chica más bella que alguien pudiese describir. Tu apariencia de ángel dedujo que serías eso para mí, mi ángel, mi salvadora, mi única esperanza para seguir viviendo.
Por eso y en honor a la chica de mi clase Carolyn McCarthy, llamaré a mi diario como ella "Carolyn". Es como si ella me escuchará, como si ella pudiese leer las notas algún día de estos. Espero hablarle algún día, lo dudo porque soy una amenaza, no quiero perjudicarla.
Pero te tengo a ti, pequeño cuaderno de pasta italiana color rojo, fingiré que eres Carolyn McCarthy.
Sherlock.
Avente está nota al suelo mientras no paraba de llorar, cualquier persona pensaría que creer que un cuaderno es la chica que acabas de conocer (de apariencia) y pensar estúpidamente que escribiendo en un cuaderno y fingir que es ella... es de un verdadero enfermo. Pero no lo veo de esa manera, yo lo amo, lo necesitó más que nunca, sacó sin disimulo todas las cartas mientras lloro insensatamente. Pero de pronto, alguien abre la puerta
¿¿Sherlock??
— ¿Qué haces aquí?
Oh no, esa voz tan horrible, esa figura tan espectral e impotente... no es Sherlock... es...
—Te pregunte—se paró frente a mí— ¿QUÉ HACES AQUÍ?
¡Su padre! ¡Su padre me ha encontrado! ¡Puede hacerme lo peor del mundo! ¡Auxilio!
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