Querido Diario #10

No he podido escribirte estos días por falta de tiempo. Pero te haré un breve resumen de lo que pasado.

Las cosas no eran tan fáciles como pensé. Creí que con las sesiones terapéuticas de Sherlock serían más que suficientes para que mejorará, pero ya veo que no.

Los días fueron más extraños. A veces llegaba a visitarlo y él estaba bajo los efectos de los anti depresivos. Sino era eso, era por la anestesia que le suministraban o también pasaba por su narcolepsia, dormir largas horas en el día y no poder pegar el ojo en cada noche.

Además a eso le sumamos que se siente jodidamente triste e incómodo cuando los demás niños lo observan con rareza o como si fuera un monstruo, él ya no es un niño, no debería tener de esas camas.

Un día no pude ir a verlo, era un jueves y la maestra de Literatura había encargado un gran trabajo y una gran exposición. Como el miércoles Sherlock estaba en otro de sus episodios de narcolepsia, consideré que no iba a notar si iba o no, pero me equivoque totalmente.

El viernes entré a la sala de juegos donde estaban todos, donde tenía la esperanza de verlo tranquilamente sentado en el sillón. Pero fue mi sorpresa verlo recargado en la pared frente a la puerta, tenía sus puños apretados, una mirada tan helada y profunda me dio tanto miedo.

— ¿Por qué no viniste ayer?—preguntó con odio.

—Oh lo siento cariño pero yo...

Dio unas enormes zancadas hasta que quedamos frente a frente.

—Dijiste que ibas a venir diario y ¡Me mentiste!—gritó tan fuerte que mi tímpano dolió— ¡Me abandonaras! ¿Cierto?

Luego, empezó a sacudirme violentamente una y otra vez mientras exclamaba cosas como "Vas a abandonarme" "¡Es por Ian!" "Te odio" "Dijiste que no me abandonarías y volviste a hacerlo" éramos parte de un espectáculo de terror para todos esos niños, intentaba calmarlo pero era imposible, no escuchaba razones. Hasta Cinthya quiso intervenir pero nada se podía. Finalmente hizo lo impensable.

Me dio un puñetazo.

Y no uno de esos pequeños, fue tan grande que me hizo caer de rodillas y cubría mi nariz con mi mano derecha, ya que me hizo sacar sangre.

Pero eso no fue todo. Estaba tirada en el piso y él se acostó sobre mi cuerpo ¡Quería estrangularme!

— ¡Ayuda!—gritaba sin parar. Hasta que dos trabajadores lo tomaron de los brazos y pude respirar al fin.

Él tenía cambios recurrentes, primero estaba enojado y reclamándome y luego me pedía disculpas y quería darme besos ¡No puedo con esto!

— ¡Doctor McClane!—uno de los hombres que sostenían a mi "novio" gritó fuertemente.

Y de inmediato, llegó un doctor con una jeringa y se la inyectó en el hombro de Sherlock, provocando así que se quedara totalmente dormido y los hombres de la casa hogar pudieran llevárselo.

Ya estábamos en la habitación para hombres, yo me senté en la silla que se encuentra a lado de la cama de Sherlock, estaba inconsciente por la anestesia que le suministraron.

— ¿Carolyn? Soy el terapeuta de Sherlock.

—Oh, un gusto—dije apenada.

—Escucha, lo que paso hoy fue producto de otro trastorno que padece. Este es el trastorno delirante pasional. Por eso él creía que le eras infiel o tenías algo que esconder.

—Oh que desgracia—dije con horror y totalmente fastidiada

—Y no solo es ¿Ves que su cabello es desigual?—señaló la cabeza— Tuvo otro trastorno, está vez fue tricotilomania, lo que le provoca que se arranque el cabello.

Oh, era cierto. Observe que sus puntas estaban abiertas y desiguales. No podía creerlo, hasta abrí los ojos para creerlo.

—No puedo doctor, será mejor que me olvide de su existencia. Esto es demasiado fuerte para mí.

—Oh de acuerdo Carolyn, no hay problema. Solo quiero decir que eso empeorará mucho más las cosas. Usted y su hermana Cinthya son el único apoyo que tienen para combatir está fuerte depresión mayor que es mucho más de lo que creí.

No podía... en serio, por más que quería tomar mis cosas e irme al carajo de toda situación, había algo en mi interior que me decía que no podía dejarlo, que no podía abandonarlo. Que si lo hacía las cosas iban a ser mucho peores... tuve que jugar el todo por el nada.

—Muy bien, no lo abandonaré.

—Me gustaría que el día de mañana se presentará a una de las terapias que Sherlock tendrá. Será a las dos de la tarde ¿Cree poder?

—Claro doctor—dije sin pensarlo—, pero ¿Por qué? Las terapias son privadas.

—Él la lastimó, además tiene que disculparse contigo. No quería llegar a esto Carolyn pero...—dio un largo suspiro.

—. ¿Qué pasa?—pregunté aterrada.

—Tendremos que darle terapia electroconvulsiva... en pocas palabras son electrochoques. La foto terapia no está sirviendo

—Oh no...

No, no, eso no podía ser cierto. Había hablado con Sherlock sobre eso y dice tenerle un enorme pánico a esos electroshocks, más que nada por el estereotipo tan marcado que ha tenido. No puedo dejarlo pero... no hay otra opción.

—De acuerdo doctor, todo para que se recupere—acepté sin dejar ver mis lágrimas.

—La espero mañana, señorita.

—Así será.

Luego acaricie suavemente el cabello de Sherlock, dormía con un brazo colgando y su cabeza boca abajo. No quería que supiera lo que iba a depararle.

—Por favor—alguien me interrumpió por detrás— ¡No abandones a Sherlock!

Era Cinthya, se veía tan triste y nerviosa, procure que no se hiciera daño.

—Oh Cinthya... lo que pasa es que lo de hoy... me dejó congelada.

—Lo sé Carolyn, pero él te ama, no lo hizo a propósito, es solo que está enfermedad parece ser mucho peor de lo que todos esperaban.

—Lo entiendo muy bien y no pienso dejarlo. No te preocupes.

Me contó lo que había pasado el jueves en la noche.

—Yo estaba dormida como siempre, ya eran más bien dos de la madrugada. Cuando de pronto alguien entró al pasillo de las niñas, prendió la luz y se dirigió directamente conmigo. Todas las chicas gritaron puesto que vieron a un hombre. Como sabrás la narcolepsia no lo deja dormir por las noches, pero sí todo el día. Me despertó diciendo ¿Llegó Carolyn hoy? Yo no podía mentirle así que le dije que no. Él reaccionó muy mal, empezó a jalarse su cabello sin fin, se agarraba grandes mechones. Tenía nerviosismo agudo, fue un muy mal espectáculo, tuvieron que llegar los guardias para darle control.

—Oh dios bendito—dije con estragos—, no puede ser posible. Fue mi culpa, pero también no podía quedarme ahí. No te preocupes Cinthya—la miré de frente—, no dejaré a tu hermano... nunca.

El sábado tuve que ir. Papá casi quería asesinar a Sherlock después del golpe que se me marco en el rostro, pero lo convencí de que no era necesario. Es una persona retraída de los problemas mentales modernos, por eso no es capaz de entender que es la depresión ni mucho menos los trastornos psicóticos.

Finalmente ahí nos encontrábamos. Sherlock y yo sentados frente al escritorio del terapeuta McClane.

—Quiero... quiero...—tenía tics, me daba tanto nerviosismo verlo así, sentía que iba a morderse la lengua— d-decirte... pedirt... pedirte...

—Habla bien—dijo el terapeuta.

—Perdón—su cabeza se movía al lado derecho, muchos tics—... lo siento... s-siento... Carolyn...

—Carolyn ¿Puedes explicarle porque no pudiste venir el día jueves?

—Sí—lo miré de frente—, cariño yo tuve que hacer un mega proyecto. Mis padres me ayudaron y aun así lo terminamos hasta las 4 de la madrugada. Era una maqueta de nuestra colonia, una exposición y estudiar para un examen. En verdad lo siento, no falte a propósito.

—De...—dio una bocaza de aire— acuerdo querida... perdón... perdón... perdón... n-no quería...

Veía como empezaba a mover sus manos de una manera repetida, la prueba clara de que estaba sumamente nervioso. No sabía qué hacer para que se sintiera mejor.

—G-golpearte...—ah, también olvide complementar que el colmo de los males es que movía sus rodillas repetidamente.

—Yo lo sé cariño—toque su muslo y así dejaron de moverse sus piernas—, pero es solo qué... no podía dejarlo por alto. Te quiero mucho y sería incapaz de abandonarte, quiero que creas en eso.

—Carolyn. Por favor dile a Sherlock que debe dejar de jalarse el cabello y morderse las uñas.

Era cierto, observe los dedos de él, casi llegaban hasta la cutícula y no pude evitar hacer una expresión de asco, él solo reaccionó indiferente.

—Amor, tienes que dejar de jalarte el cabello, te provocarás calvicie.

—Lo sé... p-pero no...—volvía a tartamudear— n-no puedo. Es in-evitable.

—Las uñas tienen cientos de enfermedades, te lastimaras los dientes.

—Bien, s-sólo... ahr...

Hacia gemidos de dolor, sus hombros se movían sin control alguno y su cabeza estaba baja, no dejaba de temblar. Era un espectáculo tan horroroso, quería salir corriendo pero tuve que contenerme.

—Porque tú lo dices... m-me das un ¿Beso?

—Sí.

Sherlock me dio un abrazo, sus manos se sentían tan frías que perforaban mi blusa hasta que mi propia espalda podía sentirlas. Luego me miró e inclinó su cabeza para darme un beso en los labios, pero subliminalmente y sin quererlo yo alejaba poco a poco mi rostro con tal de que eso no pasará. Su apariencia era detestable, tenía ojeras, rasguños, un cabello desigual, labios partidos, costras de golpes anteriores. Pero creo que sus heridas físicas pasaron a ser golpes emocionales.

—Esperen—interrumpió el terapeuta McClane, gracias al cielo. No quería darle un beso por más que quisiera, a veces el narcicismo termina ganando, no me juzguen.

— ¿Qué pasa?—Sherlock volteó rápidamente y me dejó. Lo agradezco— ¡No la he besado en una semana! ¿POR QUÉ?

—No creo que sea lo mejor que tengan una relación, ella no tiene por qué venir diario, lo que haces es vil y bajo al amenazarla de esa manera. Carolyn también tiene una vida.

—P-pero... ella me dijo qué.

—Suficiente.

El doctor McClane se levantó de su escritorio y al instante entraron tres guardias con una camilla y una máquina de... Oh...

Será la terapia electroconvulsiva, ya es momento.

No quiero ver.

—La fototerapia no está funcionando, por lo tanto creo que está otra será mejor.

—No... no...—se espantó de inmediato y se aferró a mis piernas— ¡Me da miedo! ¡Carolyn! No me dejes ¡TE LO RUEGO!

Intentaba liberarme de él, los dos enfermeros lo separaron de mí. Pero en cuanto vi que lo ataban en la camilla, me dio un miedo jodidamente tremendo y no pude contener mis ganas de ir directamente con él. Quería salvarlo de ahí, del abismo, pero otro enfermero me sostuvo y pronto me hicieron salir del despacho del doctor.

—Lo siento Carolyn, te prometo que estará bien.

—No pero ¿Cómo puede decir eso?—pregunté aterrada— ¿Acaso no escuchan sus gritos?

Y hasta el día de hoy, todavía sus sollozos y gritos siguen perturbándome por las noches. Exclama mi nombre, quiere ayuda, quiere que lo salve... pero yo no puedo, estoy a fuera...

—Si gustas puedes esperar.

Iba a hacerlo, pero pronto empezó el horror. McClane cerró la puerta y segundos después los gritos de Sherlock pasaron de miedo a un verdadero terror incontrolable. Se escuchaban hasta casi tres metros, también se oía la fuerza de los cables al ser usados, e inclusive las luces empezaron a parpadear por la cantidad de luz que era usada. Era como si escuchará canticos del mismo infierno.

No pude soportarlo, era mucho dolor para mí. Así que me cubrí los oídos y corrí por todo el pasillo hasta que llegue al final, incluso bajando por las escaleras todavía podía escuchar esos gritos que me aturdían.

Salí de la casa hogar, tome mi celular y llamé como desesperada:

—Papá... papá... papi... por favor—mis lágrimas salieron de inmediato— ¡Ven por mí! ¡Ya no lo soporto!

Papá acudió rápidamente a mi grito de auxilio. Pensó que había sido golpeada por Sherlock otra vez, por lo tanto estaba pensando en usar la fuerza legal, pero se reblandeció cuando le conté lo que en verdad había sucedido, incluso lloró de tan solo imaginar el dolor.

Hoy por hoy, sigo arrepintiéndome por la manera tan cobarde en la que hui, él necesitaba de mí después de ese episodio tan amargo de su vida, y yo como siempre escape, huyo de todos mis problemas en vez de afrontarlos, por eso soy tan cobarde. Por las noches me imagino ¿Qué hubiera pasado si hubiera esperado a que la terapia terminara? ¿Las cosas serían diferentes a hoy?

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