EPILOGO 2

—Nos vemos—dije antes de entrar.

—Llámame cuando llegues, por favor—pidió con dulzura.

—Así será—señale.

Miré enfrente y empecé a dar pequeños pasos para abordar el avión. Observe a Sherlock por última vez, porque quién sabe... tan solo cuando volveré a verlo. La única manera de tener asegurada su fidelidad, era si me casaba con él.

Me di cuenta que llegue tarde a mi vuelo, por eso el próximo saldría en una hora. Sherlock y yo aprovechamos ese momento para platicar, tomar una bebida etc. Sabía algo importante, si quería que él fuera sincero conmigo, yo debía serlo con él.

—Debo decirte algo—dije con un popote entre mis labios.

—Te escucho, querida—tomó mi mano con dulzura.

—Vamos a seguir con esto... ¿Cierto?

—Sí, tendremos una relación a distancia—asintió con seguridad.

—Bueno, es que... no puedo ocultar esto, tengo deseos de casarme contigo, llegar al altar mientras se escucha Treat Her Glently. Que mi padre me entregue en tus brazos. Tener un hermoso vestido de holanes y diseñado por Stella McCartney, irnos de Paris de luna de miel. Quiero que seas el padre de mis hijos, Sherlock. No suelo expresarme mucho, pero no podía dejar pasar esto en alto. Te necesito, te necesito con todas mis fuerzas.

Él me miró con un brillo en los ojos que era incomprensible de entender, sus pupilas se dilataron completamente.

—Serás mi primer y único amor. Nos casaremos, pero ahora... no es el momento—dijo entusiasmado.

—Lo sé, y por eso yo esperaré. Solo por favor, prométeme que no me harás daño, no podría soportar la idea de que este amor... es en vano.

—Nunca, nunca dirás eso. Eres la única mujer para la cual tengo ojos, mi única esperanza, mi eterna salvadora. Sin ti... probablemente estaría muerto.

Es gracioso porque es cierto, pero claro que no se lo dije.

—Te amo, Sherlock.

Nos dimos un gran y apasionante beso. Pero eso no era lo único que debía decirle, tenía que ser totalmente sincera con él, en todo lo que yo sabía, todo lo que ocultaba.

—Mmm... ¿Sabes dónde está tu padre ahora?

—Se supone que preso, ¿no es así?

Me iba a costar trabajo lo que diría, pero debía hacerlo.

—Realmente, no. No se sabe dónde está él... en serio, nadie tiene idea, ni siquiera el mismo Yates Lettuce, se ha escondido muy bien—lloré un poco—, nos acosa a mis padres y a mí. Hemos tenido que mudarnos muchas veces, pero no estamos seguros en ningún lugar. No quería decírtelo para no preocuparte, pero debo ser honesta contigo. Lo siento.

Su sonrisa principal y felicidad inocente se vieron totalmente desvanecidas al escuchar mis palabras. Sus lágrimas no dejaron de salir, su rostro se recargó sobre su puño y no paro de sollozar.

—Soy horrible, tengo a la peor familia del mundo... mi padre es un maldito psicópata. Alguien enfermo y furioso con la vida... no debería estar aquí. Perdóname Carolyn, no debes tener a semejante suegro, tú te mereces lo mejor en la vida—se lamentó.

—N-no digas eso, tu padre hace esas locuras, pero tú no. No importa cuántas veces debamos mudarnos, siempre estaré contigo Sherlock, siempre... ¡Siempre!

Al verlo llorar, me dieron ganas de llorar a mí también, eso hice. Me recargue en sus hombros y mi cabello cubrió mi rostro. Él se lamentaba por cosas fuera de lo común y en donde en serio, literalmente, él no tenía la culpa. No sé qué suene peor para él, saber que su padre es un enfermo de mierda... o que su verdadero padre es un violador. Debía decirle la verdad, antes de que fuera demasiado tarde, no podría vivir con este nudo para siempre.

—Sherlock, pero hay alguien más.

—Dilo ahora, por favor. Quiero avergonzarme más de mi vida.

—Lo que pasa... es que Brian no es...

Y luego, una señal de alarma, sonó indudablemente.

La gente corría a montones, se escuchaban fuertes disparos, sonidos que me pusieron el corazón a mil por hora, nos cubrimos detrás de los sillones, él me protegió como nunca, sus brazos cubrieron toda mi cara. No cabe duda... escuche gritos, proclamaciones en otro idioma... árabe...

Ay no... oh no...

— ¡Atentado! —gritaban las azafatas sin dejar de correr.

—Oh, dios santísimo—susurré.

—Tranquila... shh... no hagas ruido.

Pero se oían pequeñas explosiones, gente caía a montón, cadáveres inundaban los pasillos del aeropuerto. Vi a unos hombres, caminaban con túnicas blancas y toallas en su cabeza... tenían bombas en sus caderas, un espectáculo de terror... es horrible.

—Sherlock... No quiero morir.

Dos hombres se pararon a lado del sillón en donde nosotros y otras diez personas se escondían.

—No queda más Carolyn—temblaba como nunca—, no hay escapatoria. Moriremos, seremos tú y yo, juntos para siempre.

Debía decírselo, ya... ya... ¡YA!

—Tu padre es...

Y se escuchó la bomba, estalló en nuestros rostros.

La explosión sonó tan cerca de mi oído, gritos desesperados de personas y exclamaciones infernales se escucharon por toda mi mente. Vi un túnel blanco, al parecer es aquel que separa la vida de la muerte, me sentía tan alterada... tan mal... no, no... ¡AHH! AUXILIO.

—No, no, no... ¡AUXILIO!

El túnel blanco desapareció, había decidido cerrar mis ojos antes de enfrentarme cara a cara con la muerte. Pero cuando los abrí, me di cuenta que el paraíso no era más que mi... ¿Habitación?

—Carolyn—llegó papá— ¿Qué tienes?

N-no... esto no podía estar pasando.

NO OTRA VEZ.

—Papá... ¿Estás muerto? ¿Todos estamos muertos?

—No, ¿Por qué?

—Yo morí, era un atentado terrorista... dos musulmanes hacían estallar bombas.

—Fue un sueño, Carolyn.

—Gracias a Dios—me recosté felizmente—. Pero... ¿Cuándo regrese de Washington?

—Hija—papá me mira con extrañeza— ¿De qué hablas? ¿Te sientes bien?

—Sí, sí pero dime... ¿A qué horas regrese de la capital?

—Carolyn, nunca has ido a la capital.

Un momento, esto debe ser un puto chiste.

—Claro que sí, fui a visitar a Sherlock, a su familia. Ellos viven felices ahora.

—Hija... creo que tenemos que ir con esa psicóloga nueva de la ciudad.

—Papá, por favor—me indignó su respuesta—, ¿Por qué dices eso? Sherlock es mi novio, él vive feliz en Washington...

Él se quedó callado, no quería decirme nada. Dio pasos hasta atrás y se recargo en la puerta.

—Carolyn, hija... Tú ya no has tenido contacto con Sherlock desde hace mucho tiempo.

—Espera... ¿Qué? Entonces ¿Dónde está?

—Lo último que sabemos, es que se ha vuelto un delincuente juvenil.

No, no... ¿QUÉ? Esperen... eso no puede ser posible...

—P-pero, no... él se salvó, él no estaba en ese lugar. Él estaba en una casa hogar... y luego llegaron sus abuelos y...

—Estás loca—intervino mamá—. Sherlock Ravensdale es un maldito delincuente.

Di un grito estupefacto, me puse mis sandalias y corrí despavorida, lejos de mi casa, extendía mis manos con horror... nadie pudo detenerme, estaba despeinada, enmarañada y no dejaba de exclamar como desquiciada. Llegué a casa de los vagos.

Un momento, un montón de patrullas ya se hallaban alrededor, había líneas amarillas que decían NO PASE. Pero las esquive.

—Señorita—me detiene un oficial—, por su seguridad. No pase.

—Necesito ver a alguien, rápido, pronto... ¡AHORA!—demande con prepotencia.

—Deberá ir a la estación de policía—reaccionó violento—. Todos han sido apresados.

Oh, no, ay no, esto no puede estar pasándome... ¿Todo fue un sueño... DENTRO DEL SUEÑO?

—Un momento—dije antes de seguir corriendo— ¿Alguien ha muerto?

—Nadie, nadie ha fallecido.

Después de su contestación, corrí lo más rápido hasta la estación de policía. Observe que ya se llevaban a muchos presos, con uniforme para correccionales y reclusorios, todos en una pequeña furgoneta blanca, quise observar, pero no vi a Sherlock.

—Por favor, dígame que es la primera que se va—pedí.

—No señorita—respondió otro policía—, está es la última.

Oh, maldita sea... Sherlock, se... a... ido... lo han llevado preso. N-no, no puedo creerlo, es un dolor inconmensurable, no puedo creer que no lo haya podido ayudar. Todo era... un sueño.

Me puse a llorar frente al ministerio, tenía frío, hambre y sobre todo... un sentimiento de impotencia total, no puedo creerlo, estoy loca, estoy enferma, soy la persona más estúpida que he conocido, ahora ¿Dónde carajos saber en dónde está Sherlock?

Vi la luz que podía darme respuestas...

—Oficial, oficial... ¡Oficial Lettucce!—grité al ver a dicho comandante.

El oficial Yates Lettucce ya se iba, pero lo detuve.

—Oh, ¿En qué le puedo servir, señorita?

— ¿Todos los vagos han sido enviados a distintos reformatorios?—pregunté sin rodeos.

—Sí, todos—aceptó.

Oh, carajo...

—Excepto uno—dijo con enojo.

Una nueva esperanza fue renovada en mí. ¿Podría ser posible?

—Sherlock Ravensdale, un abogado capitalino pagó su fianza.

—Hermoso—mis lágrimas salieron— ¿Quién fue? ¿Dónde está?

—Escuche señorita, no es "hermoso". No debería decirle eso.

—P-por favor... oficial Lettucce, se lo ruego con todas mis fuerzas—sollocé— ¡Dígame!

—De acuerdo—se compadeció—, él nombre es Marloon McClane, un abogado de Washington, no me pregunte cómo o porque, pero se ha llevado a ese preso... a la Universidad Highway.

¿¿Universidad Highway??

—Vaya...—dije con asombro—, g-gracias por decirme...

—Por nada—condujo y se fue.

Camine con tristeza, rumbó a mi casa. Sherlock no está preso, está en una universidad, en un estado distinto, con personas diferentes, haciendo no sé qué... se ha ido, se fue, para siempre, de mi vida.

Escribo esto porque... necesitaba decírselo a alguien, nadie más podía escuchar esto, ni siquiera mis propios padres, a quienes les había tenido mucha confianza, pero ahora... el papel es el único que puede ayudarme a entender.

Cuando regrese a mi cuarto, me puse a buscar como loca mi diario, él que se supone que había escrito, en donde puse mi sueño principal, esos días... pero no los encontré, nunca volvía verlos, no había absolutamente nada. Lloré como nunca, no tenía ni lápices, en mis cuadernos de la escuela no venía ningún día, ni una letra que me ayudara a comprender esto.

Todo lo que pasó, fue un sueño. Nunca fui a casa de los Ravensdale, jamás hable con su padre ni encontré el diario de Sherlock, probablemente Brian si sea su verdadero padre. Nunca lo ayude a salir de su casa, jamás le hable otra vez. Fue un sueño, dentro de un sueño... la peor experiencia que alguien pudiera sentir. En ningún momento lo fui a visitar, no ha regresado con su familia y no sé qué pasó con su hermana. No tengo valor para ir de nuevo a enfrentar a ambos.

No encontré nada de mi diario, papá dice que jamás volví a hablarle a Sherlock y en la escuela aseguran que no saben qué pasó con él, simplemente que ya no ha vuelto a estudiar.

No sé cómo se volvió un vago realmente, cómo escapó de las garras del maldito de su padre, no sé nada. Todo lo que soñé fue en vano, algo que creo mi inconsciente para torturarme, nunca me lo perdonaré.

Solamente espero, que en cualquier lugar en dónde se encuentre... él sea muy feliz y tenga paz en su vida.

No es un adiós, es un hasta pronto.

Sé, que algún día, no muy lejano... volveré a ver su dulce y tierna mirada.

FIN

(Continuación: Strange Days) 

(Ya disponible en mi biblioteca)

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