31 de Agosto, 1942.

Hemos tenido una sorpresa desagradable, bueno, mis hermanos, porque el mudarnos yo ya lo veía venir y no era algo que me sorprendiera tanto, claro que me dolió el saber que no estaría más con mis amigos, pero... que nosotros nos fuéramos no solo influía en que iba a ser mejor, si no que, todos estaríamos alejados de aquella Guerra que Hitler desataba día a día.

Claro que papá se llevo muchos reproches de Lázano y Annie, mientras esto ocurría, yo sentada sin algún tipo de emoción miré a mamá, quién, en la esquina de la habitación no hacía más que murmurar entre dientes y bajar la cabeza, claro que le dolía mucho, el tener que dejar este lugar, el lugar confidente donde sus hijos jugaban felices, donde eramos una familia completamente feliz.

Papá, aún mirando a mis hermanos y una que otra vez a mamá trataba de explicarse pero Annie lo abrumaba con preguntas, mientras que Lázano esperaba a que las contestará.

- Annie.- declaré yo, aún sentada, agarrando una galletita de chocolate. Las miradas inmediatamente se posaron en mi.- No deberías de ser tan egoísta con papá...

- ¿¡Cómo puedes estar en una situación como esta tan tranquila!?- me reprocho, Annie era mucho de dejarse llevar por sus emociones y sentimientos.

- Yo no le veo el problema de estar así...- contesté, masticando la galletita.

- ¡¡Nos vamos a mudar Areli!! ¿Qué harás con todo lo que dejas atrás?- me preguntó aún exaltada.

- No lo sé, pero no seas tan egoísta, no eres la única que tiene que hacer sacrificios por el bien de la familia.- suspire.- De toda la familia.

Annie miro a papá, a mi hermano y luego a mamá, como si antes no se había dado cuenta de que todos teníamos que dejar esta casa atrás perfumada con nuestros recuerdos, aquellos recuerdos que, cuando nos marchemos, solo tendremos grabado en fotografías y en nuestros corazones.

- Lo siento yo...- se disculpo.

- No te preocupes Annie, siéntate.- le sonrió papá, y, todos quedamos sentados en los sofás, mirándonos directamente, sin que ninguna palabra se escapará de nuestros más profundos deseos oscuros y egoístas.

Claro que quería quedarme, claro que prefería disfrutar de mi casa hasta que los nazis vinieran a buscarme, pero eso no solo me estaría arriesgando a mi, estaría poniendo en peligro a Lázano, a Annie, a mamá y a papá, por eso los comprendía, comprendía lo que estaban diciendo y implicando en esas palabras.

- ¿Cuando nos iremos?- Preguntó Lázaro, pasando uno de sus brazos por mis hombros.

- Mañana en la mañana.- Anunció papá, con la mirada perdida en la pared de mármol.

- ¿Donde viviremos? ¿Iremos al colegio? Yo y Lázaro nos hemos educado lo suficiente, pero Areli...

- Ya esta todo...- le interrumpió mamá, que se levanto del sofá y empezó a empacar las pocas cosas que quedaban, un Alemano había aceptado en llevar todo eso al barco y decir que era suyo.

Annie solo asintió y se fue a su cuarto, bueno, Lázaro y yo también nos fuimos a nuestro cuarto para poder empacar las cosas y vestirnos para nuestro querido último día de clases. Claro que al llegar, decidí no decirle nada a mis amigos, estaba lo suficientemente nostálgica y asustada que no salió ninguna palabra de eso.

- ¿Han visto a Asiel?- Un amigo de él se nos acerco.

- No...- le respondió una de mis amigas.

- ¿Por qué lo preguntas?- le mire dejando de escribir.

- Asiel no está en el colegio, y, decidimos correr hasta su casa para buscarlo pero estaba todo cerrado.- declaró, y claro, fue una perdida muy triste para mis amigas, aunque, aclarándolo honestamente también para mí.

- ¿y si, se lo llevaron los nazis?- preguntó otra de mis amigas.

- Imposible, todavía no han invadido esta parte...- contesté, aún pensando en donde estaría Asiel. Todos allí se miraron preocupados, y yo los miré, pensando en que, cuando me fuera muchos de ellos se quedarían aquí, los nazis lo agarrarían, irían a los campos de concentración y... morirían. Claro que, en silencio recé para que no fuera posible, y por primera vez quería escapar de la realidad, quería verlos cuando todo acabará...

- ¡Areli!- escuché a mi amiga, que, me agarraba de los hombros intentando traerme a la realidad, cosa que funciono.

- ¿Qué sucede?- pregunté, cerrando mi cuaderno antes de que alguien lo leyera, no es que no tuviera su confianza, si no que, aquí, querido diario, tengo mis mas oscuros secretos y quiero que  solo lo sepas tu.  

- Mañana iremos a ver donde se metió Asiel ¿vendrás?- me pregunto un compañero.

- Claro...- mentí, y fue, la primera vez que lo hice. Sabía perfectamente que tenía que decirles, que tenía que hacerlo saber, para que, pudiera despedirme de ellos. Pero de mis labios no salieron más que esas palabras llenas de remordimientos y tristeza oculta, aquellos sentimientos que nadie de allí pudo descubrir.

Así que, al final, querido diario, no se lo eh dicho y ya eh vuelto a casa en mi último día de colegio. Hoy, eh abrazado a mis amigas y también les sonreí a mis compañeros. Aunque ellos no entendieran el porque y, aunque me han mirado con cierta sospecha, yo aún lo eh hecho y no me arrepiento. 

Hoy de tarde se han llevado nuestras cosas por lo cuál, dormiremos todo en un colchón que con mucha fuerza de voluntad hemos decidido dejar atrás, solo espero, que cuando esta Guerra acabe y nosotros regresemos el colchón siga estando.

Mamá ya me llama para dormir, hoy hemos comido patatas asadas, los vecinos nos han prestado su garrafa sin preguntar para que lo necesitamos, ellos son tan amables.

¡¡Nos vemos en el nuevo país al que iremos Diario!! Espero que, todos estemos bien y esto acabe pronto.

Te quiere, Areli.

 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: