Cap. 9
Su actitud me cabrea y le grito.
—¿Qué quieres que te cuente? ¿Que mi madre murió hace tres meses y todavía me estoy haciendo a la idea de que ya no está conmigo? ¿Que la mató mi padre? ¿Que la justicia una vez más falló porque la orden de alejamiento no sirvió para nada? ¿Qué quieres saber, los detalles morbosos?
Su expresión de horror me hace darme cuenta de lo que acabo de decir pero, ¿no quería la verdad?
—Maite... lo siento... yo no sabía... nunca hubiera imaginado...
¡Como si él tuviera culpa!
—No te preocupes. —Todo mi mal genio se ha esfumado—. Es solo que... no quería contártelo porque deseaba evitar que sintieras pena por mí. Ya ves lo bien que me ha salido, solo hay que verte la cara.
—Bienvenida al club. Así me miran a mí todos los días.
Es cierto, ambos compartimos estar marcados por la desgracia.
—Tienes razón. Es que... pensaba que al venir aquí podría empezar de cero y dejar todo lo ocurrido a un lado. O por lo menos, la parte de las miradas furtivas y los cuchicheos. Pero ya veo que no, siempre hay alguien que sabe más de lo que a una le gustaría.
Comienzo a andar de nuevo y Samir me sigue el paso.
—Tu padre... —Ni siquiera termina la frase.
—Está en prisión preventiva. A la espera de juicio, que como sabes puede ser dentro de mucho tiempo.
A mi mente vuelve el momento en el que la policía fue a buscarme al instituto. Solo con verles ya supe lo que había ocurrido. Por un instante, pensé en huir, en salir corriendo, porque quizás, si no me lo contaban, igual podía hacer como que no había ocurrido. Pero no, las cosas nunca son tan fáciles como taparte los oídos y negarte a escuchar.
—¿Has hablado con él? Después de lo ocurrido.
—No, él solicitó mi visita pero no fui. No quiero verle. —Me cruzo de brazos pues me tiembla todo el cuerpo—. No quiero saber de él. Lo que más rabia me da, es que no se suicidara después de hacer lo que hizo. Desearía que estuviera muerto. Y pensar que durante un tiempo culpé a mi madre...
—¿A ella?
Asiento, con un dolor inmenso en mi pecho.
—Mi padre era un maltratador. Cuando era pequeña, ella siempre ocultaba lo que ocurría y yo no tenía edad para ser consciente de nada. Además él era el mejor padre del mundo ¿sabes? Me llevaba a comprar chuches, me hacía regalos sin motivo alguno... Así que cuando empecé a darme cuenta de lo que ocurría, primero la culpé a ella. Pensaba "algo tiene que hacer para que mi aita se comporte así porque conmigo es diferente". Tenía como diez años y en ese momento, todavía era mi héroe. Sin embargo crecí, y empecé a ver detalles, a fijarme en pequeñas cosas. Me dí cuenta de que esa persona en realidad era un monstruo que me había estado engañando todo el tiempo. Hablé con mi madre, le dije que le dejara, que nos iríamos a vivir por nuestra cuenta, lejos de él. Durante mucho tiempo se vió incapaz de dar ese paso.
—Pero al final lo dió.
—Sí. Lo decidió el día que yo me interpuse y recibí un golpe de mi padre. Estaba cansada de verles pelear, cansada de curar las heridas de mi madre, cansada de sentir cómo cada día ella se volvía un poco más pequeña a su lado. Así que en plena pelea me metí en medio y del bofetón caí al suelo. Mi padre se asustó tanto al ver lo que había hecho, que se marchó y mi madre, horrorizada, metió cuatro cosas en una bolsa y nos fuimos directamente a la comisaría a poner una denuncia. Ese golpe sirvió para que ella reaccionara y pusiera tierra por medio. Sin embargo, ya ves, ni la orden de alejamiento que se impuso sirvió para evitar que él llegara hasta ella.
Samir tira de mi brazo para que me detenga.
—Tu madre fue muy valiente al irse de esa casa. Las dos lo fuisteis.
Me encojo de hombros. Entiendo que su intención es alentarme con sus palabras, pero nada me va a hacer sentir mejor.
—De una u otra forma, el desenlace hubiera sido el mismo. De seguir en casa con mi padre, algún día una de esas palizas la hubiera matado. La única diferencia es, que durante unos meses, ella fue feliz pensando que otra vida era posible. Estaba planeando volver aquí ¿sabes? En cuanto acabara el curso, coger nuestras cuatro cosas y venir. Ya ves, al final soy yo la que está cumpliendo sus deseos.
—Siento que tuvieras que pasar por algo tan jodido.
—A cada uno nos toca librar unas batallas. No hay vidas perfectas, Samir. Todos tenemos monstruos con los que pelear. —Hago una pausa pero me doy cuenta de que hay algo que le quiero decir—. Nunca culpes a tu hermana, ¿me has oído? Da igual lo que escuches, no la culpes a ella. Sé que ahora no lo haces, pero en algún momento te será fácil pensar: si Amira no hubiera hecho esto o lo otro... No sé qué le ha pasado, ni quién es el culpable, sin embargo, tengo claro que ella no.
Samir desliza la mirada más allá de mí y permanece en silencio. No sé si está pensando en lo que le acabo de decir, pero espero que realmente siga mi consejo.
—Me preocupa no llegar a saber quién le ha hecho esto a Amira. Mi madre ahora está rodeada de nuestra familia, de sus hermanas. Ella solo quiere llevar adelante su luto como madre que acaba de perder a su hija. El resto le da igual y la entiendo. Pero yo... yo no soy como ella, yo necesito resolver esto para poder seguir adelante, ¿lo entiendes?
—Sí, por supuesto. Es totalmente lógico pero no sé qué podemos hacer nosotros...
—Buscar un hilo del que tirar, Maite.
Un hilo del que tirar... a veces, encontrar ese detalle que te pone en la pista, es lo más difícil de todo.
—¿Qué te han preguntado los agentes?
Samir se rasca la cabeza, como si eso le ayudara a concentrarse.
—A ver, no sé, lo típico. Quiénes eran sus amigos, si tenía enemigos... en qué círculos se movía. Si tenía pareja...
—¿La tenía? —ese muchas veces es un buen punto de inicio.
—Amira... digamos que ella decía que no estaba con nadie. Pero sé que su amiga Izaro era algo más. Lo que pasa es que creo que de momento preferían, ya sabes, mantenerlo en secreto.
Callejón sin salida. Aun así...
—Deberíamos hablar con ella. ¿La conoces lo suficiente como para abordarla sin que se asuste?
—Sí, bueno, no creo que haya problema.
—Seguramente no nos sea de gran ayuda, pero puede que no haya dado importancia a algún detalle que sí lo tiene. A ver, qué más... —pienso en voz alta, intentando organizar mi mente—. El otro día te dije que si había habido tortura, se trataba de un psicópata pero luego estuve pensando en otra posibilidad. ¿Y si la utilizaron para algún juego macabro? Ya sabes, de eso que emiten en la deep web. La gente paga mucha pasta por ver torturar y matar a alguien. Quizás a algún listo sin escrúpulos se le ha ocurrido ganar dinero de esa manera.
Samir se detiene y analiza mi rostro.
—Tienes una mente muy macabra ¿lo sabías?
Vaya, qué cumplido más bonito. Lo que toda chica quiere oír.
—Me ciño a la realidad —respondo un poco ofendida—. ¿No querías ayuda? Pues hay que analizar todas las posibilidades.
Me doy cuenta de que ya hemos llegado a casa, pero como la conversación está a medias, nos sentamos en un banco frente al portal.
—De acuerdo, tienes razón. Pero sigo pensando que Andoni tiene que ver en todo esto y él no tiene ninguna necesidad de montar un tinglado de ese tipo. Ni para ganar dinero ni para nada.
Eso es cierto, una personalidad narcisista como la suya lo haría por puro placer.
—¿Por qué estás tan convencido de que ha sido él? Mira que yo soy la primera que desconfío, pero ya ves que ha dicho que ambos días tenía coartada...
—Antes éramos amigos. Solo te diré que me alejé de él cuando empecé a ver cosas que no me gustaron nada. Ese tío es peligroso, Maite. Más de lo que la gente cree.
Un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
—Pues si ha sido él, está claro que tiene un cómplice que se ha encargado del trabajo sucio. Quizás es lo que tenemos que hacer: vigilar a sus amigos para ver quién de ellos puede estar involucrado.
—No sé, Amira no se iría con ninguno de ellos así por las buenas y desapareció en algún punto de camino a casa. Era una hora a la que todavía es normal encontrar gente por la calle. Si intentaron llevársela a la fuerza, ella se hubiera defendido ¿entiendes?
Pienso en todo el trayecto y tiene razón. Tanto una ruta como la otra parecen seguras.
—Puede que alguien se ofreciera a llevarla en coche. Pero volvemos al punto anterior. Debió tratarse de una persona que no le generara desconfianza para que ella accediera. —Entonces caigo en un detalle—. Un momento, ¿su móvil? ¿Ha aparecido?
—No tengo ni idea.
—Porque seguramente se pueda trazar el recorrido que hizo ese día. Seguro que mi tía sabe algo sobre eso, ahora solo tengo que pensar en la forma de abordarla sin levantar sospechas...
Veo sonreír a Samir y no entiendo el motivo. ¿Le estoy haciendo gracia?
—Sí que te lo has tomado en serio.
—No me conoces, pero soy una persona que cuando me involucro es al cien por cien. No tengo término medio.
—No seré yo quien me queje —responde, ampliando su sonrisa —. Gracias Maite.
Me pongo de pie y me acerco al portal. Creo que por hoy ya hemos hecho los deberes.
—Dame las gracias cuando todo esto sirva de algo.
¡Hola, hola! ¿Qué tal por ahí?
El de hoy es un capítulo importante pues por fin se sabe qué es lo que había ocurrido con la madre de Maite y como veis es algo que está muy presente en nuestro día a día. El maltrato es una lacra en nuestra sociedad y por desgracia el final en muchas ocasiones, no es el que nos gustaría. Maite tiene que cargar con esos recuerdos y sacar las fuerzas necesarias parar seguir adelante con su vida.
Maite y Samir tienen en común haber perdido a alguien muy cercano y eso les unirá, pues les es más fácil entender cómo se siente la otra persona. Aun así, recordemos que apenas se conocen y aunque estén dispuestos a buscar al responsable de la muerte de Amira, el camino no será fácil.
Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, dejadme vuestros votos y comentarios. ¡Se agradecen mucho! La próxima semana más. Besitossss
*Aita: padre
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